Maratón 1/5

Mi estómago soltó un rugido. Yo solamente contaba los minutos para que la clase terminara.

Cuando la campana sonó, salí corriendo hacia la cafetería. Después de tomar mi comida me dirigí al árbol debajo del cual siempre almorzaba.

Estaba a punto de darle un mordisco a mi manzana cuando una voz me distrajo.

—¡Hey! —alcé la visita y mis ojos se toparon con Blaine—. ¿Puedo sentarme?

—Claro —contesté.

Comimos unos minutos en silencio hasta que él habló:

—Chris —empezó—, ¿puedo preguntarte algo?

—Por supuesto.

—¿Por qué eres tan solitaria? Digo, por el poco tiempo que he pasado contigo en las clases siento que eres genial, se me hace un tanto raro que no tengas amigos.

Me sorprendió lo directo que fue, pero también me gustó.

—Pues, mi madre murió y, aunque han pasado dos años, aún no logró superarlo —sentí las lágrimas en los ojos. No quería que Blaine me viera llorar, así que hice mi máximo esfuerzo para evitar las lágrimas. Afortunadamente funcionó—. Desde entonces no he podido relacionarme con las personas.

—Vaya... —de repente, Blaine parecía haberse quedado mudo—. Lo lamento.

—Sí, yo también —solté un largo suspiro al mismo tiempo que la campana que anunciaba el fin del almuerzo sonaba.

Blaine se levantó y me tendió una mando para ayudarme.

—Espero verte en clase de piano —se despidió y se fue.

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A la mañana siguiente desperté bañada en sudor. Había tenido una horrible pesadilla.

Estaba en una habitación grande, con un piano en el centro. Una mujer se acercaba y me agarraba por los hombros mientras se inclinaba sobre el piano para tocar la más triste de las melodías. Todo era demasiado borroso, no podía distinguir el rostro de la mujer pero sabía que se trataba de mi mamá.

Tuve un mal presentimiento.