7°- Caer

El plan de Samuel si que había funcionado a la perfección, es más podría considerarse un total y rotundo exito. Eso de decir que comenzarán de nuevo como si nunca hubieran cruzado siquiera una mirada, era sin dudas la mejor idea que había tenido el castaño hasta el momento.

Ambos chicos habian perdido la noción del tiempo y la cuenta de las copas que habían pasado por sus gargantas desde hace horas. Habían comenzado a bailar de manera lenta pero a medida que la música avanzaba, sus manos se soltaban cada vez más; experimentando asi sus cuerpos por encima de sus ropas sin importarles en lo absoluto los demás.

—Sigueme— había espetado el mayor tomando de la mano del pelinegro.

Habían atravesado y corrido entre todos los presentes que bailaban y bebían. Habían caminado y subido miles de escaleras y habían abierto más puertas de las que podían contar con sus dedos.

Daban un paso más hacia enfrente y carcajeaban entre los pasillos. Ninguno era conciente de sus actos y entre trompicones había llegado a la habitación del mayor.

Juntos eran una bomba, y tal vez no tardaban mucho para explotar.

.

[...]

El menor yacía bajo su cuerpo y soltaba leves y tenues supiros a la par de sus caricias. No sabían en que momento habían llegado a tal punto pero realmente no les importaba, sólo querían sentirse mutuamente y complacerse el uno al otro. Tal vez era el alcohol o tal vez era que se tenían una enormes ganas, pero se devoraban sin compasión. Sus labios no habían hecho contacto en ningún momento pues a pesar de todo sabían que sólo sería un polvo y ya.

La ropa había desaparecido casi en su totalidad, exceptuando por sus boxers y restregaban sus cuerpos en un intento desesperado de sentirse aún más.

-Dejame dejarte un recuerdo- espeto Samuel con la voz ronca de la exitacion y segundos después atacó la clavículas de chico. Tomo entre sus dientes un pedazo de su carne pálida y succiono mordiendo un poco en el proceso.

-Mmmh- gimió el pelinegro al sentir como nuevos besos eran implantados alrededor de su torso.

Se taparon de nuevo con las sábanas y entre movimientos torpes y desesperados se despojaron de sus últimas ropas íntimas. No había nada que impidiera el contacto entre sus pieles, continuaron con las caricias desesperadas y curiosas entre sus cuerpos como queriendo descubrir partes que hasta el momento no habían hecho acto de presencia, lugares que sólo había esperado para ser descubiertos en aquel momento.

-Quiero tanto hacértelo- Jadeo el mayor entre besos que dejaba en el cuello de su acompañante. Lo sintió retener un gemido y sonrio ladeado - No es necesario- aclaro en un jadeo y le dedicó una mirada lasciva -Me gustan escandalosos

Y aquello había sido suficiente para desatar al verdadero Guillermo.

-¡Cogeme! ¡Follame como a nadie se lo has hecho!- sentenció el menor con desespero, jadeos llenos de lujuria pura y la sensación de su ritmo cardíaco acelerarse cada vez más haciendose casi imposible de controlar, obteniendo un gruñido de excitación por parte del mayor quien volvió a devoralo con avidez.

No sabía que pasaria cuando "eso" sucediera o que consecuencias tendría, ni siquiera consideraba el hecho se mantener a salvó su secreto, sólo lo hacía por mera calentura. No se encontraba en sus cinco sentidos lo cual no era nada conveniente, no estaba conciente de sus actos y por consecuente se dejaba llevar ante el abismo de la lujuria y el pecado. Su padre siempre le había inculcado pensar con la cabeza fría, y si, me refiero en ambos sentidos, con ambas cabezas. Siempre le había hecho caso a su progenitor pero sin dudas no se iba a quedar con las ganas. No esta vez.

En determinado momento el castaño mordio uno de sus pezones mientras estimulada al otro con su mano y se deleito en demasía al escuchar el gemido ahogado del contrario.

-Joder... mmmh- gimió el pelinegro. Sus sensaciones estaban llegando al límite con solo las caricias y Samuel al notarlo no podía sentirse más complacido con aquello.

Todo era perfecto y lo mejor fue cuando sus erecciones rozaron, creando una fricción deliciosamente placentera.

Ambos habian gemido y habían continuado con aquel movimiento.

Guillermo sintió las impetuosas huellas dactilares del castaño impregnarse en cada folículo y poro de su ser. Gimió ante lo que sería una lamida en su miembro y arqueo la espalda cuanto esté fue cubierto por la cavidad bucal del mayor. Jamás había imaginado que entre los planes del castaño estaría hacerle una mamada pero bueno, no la iba a despreciar.

-¡Ahh!- comenzó a mover levemente las caderas a la par de las succiones de Samuel y sintiendo como un mechón de cabello se pegaba a su frente debido al sudor, se permitió gemir el nombre de aquel hombre. Aquel nombre con el que se había venido incontables veces en la profundidad de su habitación, con aquel castaño que había protagonizado sus más obscuros y retorcidos sueños eróticos -Sam...Samuel

El susodicho se apartó de su miembro y con una sonrisa formuló un »Repitelo«

-Sa-Samuel- susurro con la voz y respiración entrecortada. El mayor volvió a lamber su miembro sin meterlo por completo, se apartó y de nuevo lo miro. Entonces Guillermo entendió el juego. -Samuel- volvió a formular y el susodicho volvió a hacer su trabajo. Él, apreto las sabanas entre sus manos.

Repitió su nombre una vez, dos, tres, cuatro, tal vez 15 o 16.

Una y otra vez.

Sintiendo como aquellas palabras eran lo mejor que había pronunciado a lo largo de su vida. Sintiendo como aquel nombre era su perdición

Hasta que se vino.

-!Ahh...Ah!- el castaño sonrió al oir aquel grito por parte del pelinegro y seguido de ello sintió un líquido ser liberado en su boca.

Se lo trago, sin más.

Observó al chico por debajo de si y lo que vio lo encendió aún más. Sus ojos cerrados, con una respiración errática e irregular que le hacía subir y bajar el pecho ante los espasmos, sus cabellos estaban pegados a su frente, sus mejillas estaban sonrojadas y mantenía la boca entreabierta.

-Me provocas- Exclamó con voz ronca -Me dan tantas ganas de...

-Hazlo- le interrumpió Guillermo, aún con la respiración irregular.

No hubieron más palabras, solo más besos en su torso desnudo y caricias en toda su anatomía.
Las marcas violisaceas y rojizas cada vez eran más numerales en el cuerpo del chico pálido y de cabellos pelinegros. Movía su cabeza para dar mayor espacio a Samuel para que chupeteara su cuello y sus clavículas. Dos dedos fueron a parar a sus labios y a sabiendas de lo que debía hacer los introdujo en su boca para humedecerlos, después de algunos minutos el castaño los retiró y volviendo a atacar a su cuello y sus tetillas, metio el primer dedo en su cavidad anal.

-Ahg- gimió sintiendo un poco de dolor.

Samuel movía su dedo con suavidad y sin pensarlo mucho metió en segundo, esta vez Guillermo no sintió tanto dolor y sólo suspiro. Comenzo a hacer movimientos en forma de tijeras por dentro del chico y cuando esté gimió sonoramente supo que era hora de meter algo más grande, mucho más grande.

Se interpuso entre sus piernas palidas y las enrollo en su propia cadera. El menor jadeo y se acercó un poco más buscando el contacto íntimo entre ellos.

-No sabes cuánto espere por esto- habló Samuel y finalmente se hundió en el cuerpo del menor de una sola estocada. Habia sido certera, consisa y jodidamente placentera.

-!Joder, yo también!- grito.

Las embestidas comenzaron sin mucho cuidado, eran fuertes, sin compasión alguna. Al inicio Guillermo había sentido dolor pero pasados unos minutos sólo había sido placer puro.

-¡Ahg, más!- pidió con desespero. El contrario acato la orden tomándolo entre sus brazos y haciendo que quedará sentado sobre el.

Samuel llevo sus manos al trasero del chico y este a su vez a su espalda clavando sus uñas en el poceso. Guillermo hasta entonces no había creído sentir tantas emociones y placer junto, debía aceptarlo, Samuel era una bestia en la cama.

Las embestidas continuaban, manteniendo su glorioso ritmo, un movimiento hacia la iquierda y bastó para desatar el mayor de los placeres.

-¡Ahh, ahh, ammg ahí!- el castaño había tocado su punto G. Abrió más sus piernas y se aferro con más fuerza al cuerpo de fornido.

Chupetones, arañazos, embestidas, gemidos, pieles chocando.

Todas las acciones armando el conjunto perfecto del placer y el deseo, liberadas en la curiosidad y satisfacción carnal.

Siguio sintiendo como su punto dulce era tocado una y otra vez, haciendole llegar a un estado de delirio. No sabía si se debia a que Samuel era un experto en ello o era que el alcohol aumentaba sus sentidos, pero sin dudas, era el mejor sexo de su vida.

Recuerda haberse corrido sobre el pecho del castaño. En su mente sonaban algunos murmullos de Samuel que no logro comprender y después experimento un vacío en su interior. Se quejó ante lo último y después se durmio.

Bendito alcohol que te hacia cometer tonterias

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Se lo merecen 7w7r

-Karenthekiller11💕

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