CAPITULO 33



SAMADHI



Era algo que no me hubiese esperado. Me le quedé mirando a los tres boquiabierta por un breve instante, y como si la Tierra me hubiese escuchado al decir que dejó de girar por un momento, sentí que volvía a estar alrededor de mí gracias a lo mareada que me comencé a sentir.

Caí de espaldas al suelo en cuanto escuché la noticia, y solo pude escuchar el quejido de Clar diciendo:

¡Joder, Sam!

Cerré los ojos. Me fui por un momento. Estaba en shock, sentí una presión en el pecho terrible al darme cuenta que hace apenas unas horas había hablado con él. Hace apenas unas horas había escuchado su voz. Y ahora, ahora Chris no estaba aquí. Había muerto. Y lo peor de todo es que me sentía culpable porque, de a ver accedido hablar en ese momento con él, quizás, sólo quizás aún estaría aquí.

Siento como los brazos de alguien me recuestan sobre la cama. Pero al momento, supe era Clar quien lo había hecho, pues su aroma varonil estaba impregnado. Abrí los ojos con lentitud, y ahí se encontraba él. Sus orbes azules oscurecidos me miraban y me acariciaban con la mirada.

¿Debía decirle a Clar? ¿Debía decirle que hace apenas unas horas había hablado con Chris? ¿Qué hace apenas unas horas me pidió que nos viéramos, porque tenía algo que decirme?

—Por un momento pensé que te había pasado algo a ti —le hago saber. Clar suspira y esboza una sonrisa ladina solo para mí.

—Yo estoy bien, pecas, pero por lo visto tú no. ¿Tanto te afectó saberlo? —pregunta.

Asiento a ello.

—Antes de medio día me habló —comencé a explicarle —, me dijo que estaba en la ciudad, y que tenía que decirme algo, y ahora... ahora está muerto —susurro esas últimas palabras. —Me negué a verlo y ahora... quizás si hubiera ido no estaría muerto, quizás si...

—No te martirices por ello Sam, —interrumpe —todos tenemos problemas diferentes, no dejes que su muerte te afecte.

Clar se sienta a mi lado y me abraza dejando un casto beso en mi cabeza. Sentirlo nuevamente entre mis brazos me hace sentir segura, me reconforta saber que está conmigo y me siento protegida por él. Me acurruco en su pecho, y aspiro con delicadeza su aroma fresco y varonil.

—Él... —comencé hablar —¿Cómo murió? —pregunto sin mirarlo a los ojos. No quería ver su expresión, porque, para ser sincera, no sabía que estaba sintiendo él. Yo estaba afectada por la noticia, me sentía mal porque habíamos hablado hace nada de horas, y ahora él no estaba.

—Su padre lo encontró en el apartamento. Según los paramédicos, murió de una sobredosis.

¿Sobredosis? ¿Christopher tenía problemas con drogas?

—No tiene sentido —susurro —. Él lo sentía, una vez hablé con él antes de que partiera a Londres y me dijo... me dijo que quería a Hanna, que su muerte le había afectado y... —tragué duro, tenía que decirle —, que la notaba extraña cuando la vio por última vez.

Clar me abraza con fuerza. Siento la calidez de su abrazo, y por un momento quiero besarlo, pero me contengo.

—Ahora Lucas y Sara saben lo de Hanna, Sam —anuncia.

—Clar —vuelvo la mirada a él —. No quiero ponerte en contra de nadie, pero William trató de entrar en plena madrugada a mi departamento.

Su expresión se endurece cuando le hago mención de ello.

—¿Cuándo pasó eso? —se endereza.

Le explico lo ocurrido el día de mi cumpleaños. No omito absolutamente nada de lo que sucedió ese día. Le hago saber lo que vio Brad y la manera en la que me protegió de Will cuando se trató de defender porque yo misma lo acusaba. Lo notaba incrédulo. Masajeo sus sienes, pero al mirarme, trató de calmarse.

—Todo estará bien Sol, lo prometo.

Besa los nudillos de mi mano derecha y el cosquilleo aparece de nuevo. Quiero abalanzarme sobre él para abrazarlo, pero me contengo de nuevo, debo superarlo, no puedo estar haciéndome esto. Después, Sara entra por la puerta, tocándola con suavidad.

—Pueden quedarse si gustan —nos invita Sara.

—No, yo... —carraspea Clar, levantándose de la cama —Yo tengo cosas que hacer, pero sé que aquí estarás bien Sam.

Sale de la habitación. Miro a Sara y los ojos se me llenan de lágrimas. Ella se acerca y me envuelve en un abrazo. Al escuchar salir a Clar del apartamento, me rompo en llanto. Y no sólo por lo sucedido con Chris, si no por Clar. Porque a pesar de todo, sé que él no me va a perdonar.

—Tranquila Sam —me consuela —Shh, cariño todo estará bien.

—Jamás volverá —digo sollozando —, jamás va a regresar. Por más que lo intente, no puedo ser feliz si no es con Clar.

Sollozando, cierro mis ojos tratando de quedarme dormida, pero me es imposible hacerlo. Sara me deja sola y cierra la puerta al salir. La habitación en la que me encuentro, es en la que anteriormente era de Clar. Comienzo a llorar de nuevo. El dolor se vuelve brusco, y lo único que quiero es salir de aquí.

Me quedo mirando al techo. Escucho que Sara y Lucas cierran la puerta de su habitación y vuelvo a derramar esas lágrimas que no dejan de salir. No sé qué pensar, no sé qué es lo que pasa a mí alrededor, y el que Christopher haya muerto de esa manera me hace sentir aún peor. Lo único que quiero es correr en busca de Clar, pero no lo hago.

Miro el reloj colgado en la pared, y diviso que apenas son las once de la noche. Pero decido cerrar los ojos, y me quedo dormida en tan solo unos minutos.


(***)


La mañana había llegado. La cabeza me dolía tanto que pensaba en cualquier momento me iba a reventar. Me paro de la cama, voy al baño para hacer mis necesidades y lavarme la cara con agua fresca. Al salir, tomo mi bolso que descansa en el suelo, a un lado de la cama y salgo de la habitación. No sin antes haber cepillado mis dientes.

—Buenos días Sam —saluda Lucas quien se encuentra desayunando huevos fritos sobre la encimera. 

Le contesto con un simple: hola. Pero lo que en realidad me sorprende es el hambre voraz que siento en estos momentos.

—Se nota que no has dormido nada.

Volteo y miro a Sara mientras me siento en un banco. Lleva puesto un vestido en color negro. Me anuncia que el velorio de Chris se llevará a cabo hoy por la tarde, y que lo mejor para mí, es no ir.

—Estaría bien te quedaras unos días aquí, ¿no crees? —inquiere Sara sirviéndome el desayuno.

—Estoy bien. —Le hago saber. —Prefiero quedarme en mi apartamento.

Pero la verdad, es que no estaba para nada bien. Quería huir de aquí. Las imágenes de Christopher aparecían a cada instante en mi visión, y ahora que Sara y Lucas sabían lo que ocurrió con Hanna en el pasado, decidí comentarles algo que había estado rondando toda la noche en mi cabeza.

—Estoy segura que Christopher quería verme por algo —comienzo a temblar. Sara me mira con lastima, y Lucas igual. —Me siento culpable porque me negué a verlo, ¿Por qué querría verme si se iba a ahogar en sobredosis de drogas? No lo entiendo.

Lucas mira a Sara, y después a mí.

—No sabes las razones que tendría Christopher para suicidarse, Sam —inquiere Lucas.

—Pues yo no creo que se haya querido matar de esa manera —espeto molesta.

Me paro de la pequeña isla recogiendo el plato y los cubiertos llevándolos al fregadero.

—Gracias por el desayuno y la hospitalidad —agradezco mirándolos —, nos vemos después.

—Te podemos llevar —anuncia Lucas a punto de pararse de la silla, pero lo detengo.

Ninguno de los dos dice nada, se quedan callados sin detenerme y lo agradezco. Agradezco que me den mi espacio y se pongan en mi lugar. No era un berrinche lo que estaba haciendo. Aún seguía incrédula por la inesperada muerte de Chris.

Pedí un taxi en la recepción, el cual no tardó más de cinco minutos en llegar. Subí en él y en menos de media hora ya estaba afuera del edificio. Agradecía rotundamente que fuese domingo y el tráfico, por ser éste día, haya disminuido. Durante el camino no pasé desapercibido los mensajes que mi madre me había mandado durante la noche anunciándome lo que ya sabía. La muerte de Chris.

Bajo del coche y subo a mi apartamento. Al abrirse las puertas del ascensor, mis ojos se enlazan con la mirada de Álvaro.

—Ey, Álvaro —digo con la voz rasposa. Él me sonríe, una sonrisa de oreja a oreja, la cual se le desvanece al verme decaída.

—¿Qué... qué pasó Sam? Te noto algo, pálida.

—Todo está bien —contesto. Y agradezco que no insista en preguntar.

—Perdona si vengo así, sin avisar, pensé que estarías aquí.

—Está bien, no te preocupes, me hace bien tener compañía en estos momentos.

Sonríe. Y la calidez de su sonrisa me hace sentir bien. Abro la puerta y ambos nos adentramos al departamento. Álvaro se ofrece a preparar algo de comer, lo cual me alegra, ya que el apetito que siento en estos momentos hace que me quiera doler la cabeza. Le advierto que mi cocina no es del todo buena, pero que está lo suficientemente equipada para hacer una comida decente.

No deja pasar mi humor melancólico, pero solo me limito a decirle que ha fallecido un amigo cercano, omitiendo la parte en la que le digo su nombre. Me da una breve platica sobre cómo ve él la muerte, y un nudo en mi garganta se forma. A pesar de su buena compañía, no podía dejar de pensar en Chris, y cada que lo hacía un estrujón en el pecho aparecía dentro de mí.

¿Qué querías decirme Christopher? No puedo, ni podré dejar de pensar en ello. Y ahora es que comprendo que, la vida en un segundo se va, el tiempo es relativo y pasa desapercibido sin que apenas nos demos cuenta de ello, y ahora lo entiendo. Mi vida ya no será la misma.

—Gracias Álvaro —le agradezco, él se detiene colocando una sartén en la estufa.

—Bueno Sam, me gusta cocinar —contesta y por tan simple que sea su respuesta, me hace sonreír.

Lo miro y esboza una sonrisa ladina. Por supuesto que sabe lo que hago, sabe que lo estoy mirando. Doy un suspiro, y sé que debo sincerarme con Álvaro. Debo decirle lo que siento, lo que de verdad siento. No podía dejarlo conmigo y hacerlo perder su tiempo. Él sabía mi historia con Clar.

—Espero me perdones Álvaro —comento, y deja de hacer lo que estaba haciendo —. Juro que lo intenté. Pero no puedo, no puedo tenerte aquí y estar sintiendo aún lo mismo por él. No quiero hacerte perder tu tiempo.

Él suspira.

—Lo sé Sam, pero estoy dispuesto a esperar el tiempo necesario. Seamos amigos, ¿vale?

Le sonrío y asiento a ello.

Sabía perfectamente que no lo lograría. Pero tenía que intentarlo en algún momento. Tenía que olvidarme de Clar. Tenía que deshacerme si era posible este sentimiento. Tenía que pasar página, y no solo pasarla, si no arrancarla y hacerla pedacitos para que siguiera con mi vida en calma. Estaba dispuesta hacerlo, no me echaría para atrás.

Di un suspiro. Lo haría, le daría a Álvaro lo que él se merecía. No me equivocaría de nuevo, no dos veces.






¡Hola, hola!

Un capitulo corto, pero necesario ♥ LE AMO ♥

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