Capítulo 41- Te necesitamos


David.


—Falta poco, al parecer Sofía prefirió parto natural, Oliver está que se desmaya —todos reímos cuando Daniel llegó a nuestro lado contando lo que había visto y yo suspiré nervioso viendo hacia el pasillo. Lauren no había llegado y ya habían pasado más de treinta minutos. Obviamente esperaba que tardara más que eso, pero ella estaba igual de emocionada que todos por estar en el parto de Sofía.

— ¡Soy papá! ¡Soy papá! —todos escuchamos los gritos de Oliver y enseguida comenzamos a celebrar. Halsey Smith había nacido.

— ¡Soy tío! ¡Soy tío! —Saimon comenzó a saltar junto a Venus y yo reí felicitándolo.

—Pitufo mayor —Maya llegó a mi lado y yo suspiré caminando hasta ella preocupado. Teffy había sangrado por la nariz cuando casi estábamos llegando al hospital y yo le pedí a una enfermera que la revisara. Al parecer había sido por estar tanto tiempo bajo el sol.

— ¿Todo bien? —pregunté y Maya asintió lentamente.

—Le duele mucho la cabeza, ¿Mikael la puede llevar al orfanato para que descanse? —asentí acercándome al guardaespaldas de Maya y le di la indicación de que la llevara enseguida. Ciara tenía que descansar —Déjame ir —pidió haciendo un puchero y yo negué — ¡Por favor, papá! Solo serán veinte minutos como mucho, lo prometo —bufé y rodé los ojos. No me podía negar cuando me decía papá.

—Está bien, pero ve con cuidado —ella sonrió y yo las acompañé hasta la puerta de la entrada, donde suspiré aliviado al ver Viktor llegar.

— ¡Ya venimos! —Maya se despidió y yo asentí caminando con rapidez hasta Viktor. ¿Dónde estaba el auto de Ren?

— ¿Y Lauren? —fruncí el ceño. Según el mensaje que me había dejado Viktor, ambos habían salido. El edificio de nosotros quedaba a diez minutos de aquí.

—Me dijo que venía detrás de mí... —observé a la distancia, no se veía nada —Maldición, soy un imbécil —el hombre se volvió a montar en el auto y arrancó a toda velocidad hacia el pent-house.

Voy al pent-house, espérame allá.

Le envié el mensaje a mi esposa y me subí a la camioneta con rapidez. Algo me decía que no debía dejarla sola, tal vez se sentía mal o tenía algo... No lo sé, tenía un mal presentimiento. Un muy mal presentimiento.

— ¿Hace cuanto salieron? —pregunté cuando estacioné con rapidez detrás del auto de Viktor. Él caminó igual de rápido que yo y ambos subimos al ascensor con una actitud nerviosa.

—Ella me dijo que se olvidó de algo, me dijo que me adelantara, salí hace veinte minutos como mínimo —el hombre calló cuando las puertas del ascensor se abrieron y yo fruncí el ceño, ¿por qué la puerta de entrada estaba abierta? Viktor sacó su arma y yo jadeé al ver pedazos de una lámpara casi llegando a la entrada.

—Lauren —saqué mi teléfono y marqué su número una y otra vez. Viktor y yo nos miramos fijamente cuando se escuchó el repique en algún lugar de la casa.

—Búscala, yo verifico todo —asentí y mi vista se nubló al ver mechones de cabello por todo el lugar. Todo estaba vuelto mierda, había sangre, bastante sangre. Había una lámpara hecha añicos y pedazos de ropa...

— ¡Ren! —comencé a llamarla pero no se escuchó nada. Marqué su teléfono una y otra vez, entré a cada una de las habitaciones, pero cuando pasé frente al baño, detuve mis pies. Gotas grandes de sangre recorrían un camino — ¡LAUREN! —pateé la puerta tirándola al suelo enseguida y sentí mi corazón acelerarse al verla tendida sobre la bañera —Amor, amor... —tomé su cara con delicadeza y noté angustiado que bastante sangre salía de su cabeza y entrepierna. Estaba pálida e inconsciente —Te voy a sacar de aquí —me quité la chaqueta y cubrí su cuerpo semidesnudo. Su ropa estaba hecha pedazos en la sala.

— ¡No me toques! —reaccionó y pude ver el dolor reflejado en su mirada y cara cuando la cubrí con las sábanas intentando parar la sangre.

—Soy yo, amor, soy David... —intenté tranquilizarla pero ella siguió llorando y quejándose aún peor. Parecía estar muy conmocionada, en otro mundo, se veía tremendamente mal.

—Mi bebé, mi bebé... Me duele —La alcé en brazos y la saqué a la sala buscando a Viktor, necesitaba llevar a Lauren con urgencia a un hospital, mucha sangre estaba saliendo de su entrepierna y podía estar perdiendo a Adrien —No, Nick... ¡No! —toda mi calma se esfumó y la observé entendiendo todo. Fue ese cabrón...

—Tenla —Viktor me miró sin entender cuando le pasé a Lauren con cuidado observando fijamente las gotas de sangre que habían en el suelo —Llévala al hospital ya —le quité el arma de seguridad que tenía en su cintura y caminé lentamente siguiendo las gotas de sangre que recorrían el pasillo hacia las escaleras —Este maldito no se va a escapar.

...

Lauren.


"—Nick... Para, por favor... ¡Para!"

—Perdió mucha sangre, tiene posible trauma craneal, estaba inconsciente cuando la encontramos, yo... Está embarazada...

"—Volverás a ser mía, Lauren, te haré mía"

—Está sufriendo una hemorragia, tenemos que preparar una cesárea ¡ya! Los dos están en peligro —abrí lentamente los ojos viendo todo blanco y nubloso. Había mucho ruido, tenía ganas de levantarme y no podía, solo sentía mucho miedo.

—Nick... Nick... —el rostro de ese hombre apareció frente a mí y comencé a gritar para que me soltara, no me podía mover, él me iba a matar, iba a matar a mi bebé — ¡NO ME TOQUES, SUÉLTAME!

— ¡Lauren! Calma, calma —me moví desesperada intentando quitar sus manos de encima, no quería que me tocara, no quería que se me acercara...

— ¡NO! ¡MI BEBÉ! ¡DAVID! —Chillé adolorida, me dolía mucho el vientre, quería salir de aquí, necesitaba a Dave — ¡SUÉLTAME!

"—Volverás a ser mía, Lauren, serás mía".

— ¡¿Dónde está David?! —Un grito masculino resonó por el lugar y yo lloré aún más intentando quitar las manos de mi cuerpo.

"—Nick, por favor, ya no más —cubrí mi vientre cuando volvió a patearme, él quería matar a Adrien.

—Tienes razón, creo que ya es suficiente —comencé a llorar cuando se desabrochó el pantalón acercándose a mí —Todavía falta hacer algo".

— ¡NO, NO! ¡DÉJAME! ¡MI BEBÉ! —unas manos se detuvieron en mis muñecas y me quedé inmóvil cuando el rostro de Bryan apareció frente a mí.

—Lauren... —él me observó preocupado y yo lloré aún más.

¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado?

—David... Quiero a David... —lloré aterrada y él asintió apretando mi mano. Estaba asustada, me sentía perdida, no sabía qué estaba pasando —Por favor, quiero a David...

—Tranquila, él ya está en camino —Bryan me observó preocupado y lanzó un par de miradas a su alrededor —Tenemos que hacer una cesárea de emergencia, Lauren, estás perdiendo mucha sangre y el bebé... El bebé puede morir —mi corazón se aceleró y llevé torpemente mis manos a mi vientre, ¿por qué mi cuerpo no reaccionaba con normalidad?

—David... Necesito a David... —balbuceé sin tener respuesta —Quiero a David...

...

David.


Seguí bajando las escaleras con lentitud, la sangre cada vez era más, estaba regada por todos los escalones, haciéndome saber dos cosas: uno, aún no había salido del edificio, dos, estaba gravemente herido.

—Maldito hijo de... —callé observando la escena. Nick estaba recostado en la pared, le faltaba solo un piso para llegar a recepción, pero había perdido tanta sangre que se había desmayado a mitad de las escaleras.

Me acerqué sigilosamente y lo tomé del cuello presionando su cabeza con la pared. Busqué la herida de donde provenía la sangre y tardé un momento en separar la vista del cuchillo que atravesaba su abdomen.

Ren se había defendido hasta el cansancio.

—Eres un... —le di un puñetazo en la cara sin poder contenerme, era increíble el odio que podía sentir por una persona sin siquiera conocerla, pero ese cabrón había golpeado a mi esposa, había golpeado a mi hijo, había llegado incluso a... Joder, ese maldito merecía pudrirse en la cárcel —Prometo que de esta no saldrás libre.

Suspiré aliviado cuando las sirenas del FBI invadieron el silencio, había llamado a Conall Jones personalmente, no confiaba en nadie más que él para este caso.

—Igual la hice mía... —una voz rasposa habló con dificultad y observé la sonrisa ensangrentada de Nick, este se acababa de despertar de su desmayo momentáneo —Disfruté mucho su cara de dolor, ¿sabes? Jamás olvidará cada toque que le hice —intenté controlarme apartando la mirada, eso era lo que él quería, si lo mataba a golpes se libraría fácilmente de la cárcel —Lloró como una niña, supongo que el bebé lo perdió de tantos golpes que recibió su madre, ni siquiera sabrás cada grito que pegó llamándote, fue patética —mi vista se nubló y le volé la cara de un solo puñetazo escuchando su risa enferma.

—Eres un maldito enfermo —comencé a golpear su rostro intentando detener su risa. No soportaba ver como aún respiraba y se burlaba del dolor de Lauren, no soportaba saber que eso había pasado en mi propia casa, no soportaba saber que él había violado a mi esposa y que casi la había matado.

— ¡David! —escuché el grito masculino pero no me importó. Solo quería ver a ese hijo de puta muerto, no merecería vivir ni un segundo más — ¡David! Para, hijo, no cometas una locura —Conall Jones intentó separarme pero yo lo aparté enseguida estrellando mis puños una y otra vez en la cara de Nick — ¡David! No caigas en su juego, hijo, eso es lo que él quiere para librarse de prisión. No cometas esta locura, piensa en tu padre, él jamás hubiera querido que su hijo se volviera un asesino. Escúchame, por favor, sé que duele pero para, necesitamos llevarlo a un hospital para que pague por todo lo que hizo, cálmate, no vayas a librarlo tan fácil de su castigo —comencé a llorar golpeando su cara y maldije de impotencia cuando cuatro hombres me tomaron por los brazos separándome Nick.

— ¡Suéltenme! La tocó, la tocó y casi la mata... —lloré intentando patear su cuerpo y las manos de Conall se detuvieron en mis hombros.

—Escucha, tenemos que llevarlo a un hospital, no puede morir sin antes cumplir con su condena. Te prometo que esto no quedará así, pero no te puedo dejar cometer una locura, no puedes arruinar así tu vida, eres mejor que esto —eché la cara a un lado y lloré cuando apoyó su mano en mi mejilla. Igual que mi padre.

—Abusó de ella... Él la golpeó y... Casi los mata —mi garganta comenzó a doler por el nudo y tragué saliva intentando disolverlo.

—Tienes que ir con ella, David, Lauren está sola y seguramente está asustada, tienes que ir con ella —los hombres que me tenían agarrado poco a poco me soltaron y yo suspiré secando mis lágrimas —Hazlo por ella y por tu hijo.

—No lo dejes ir —supliqué y él negó tocando mi hombro.

—No lo haré, este cerdo pagará con sudor y lágrimas todo el daño que hizo —asentí y le lancé una mirada de desprecio al hombre que estaba siendo cargado por los paramédicos —Vete ya, tu esposa te espera.

...

— ¿Dónde estabas? —Viktor se acercó rápidamente a mí y yo caminé perdido por el pasillo de emergencias.

— ¿Dónde está? —pregunté sin darle una respuesta y él apretó sus labios guiándome hacia la sala de partos, y lo sabía, porque hace una hora había estado en el mismo pasillo celebrando.

—La van a intervenir, David, le harán cesárea de emergencia por toda la sangre que perdió —parpadeé perdido y pasé una mano por mi cabello intentando pensar bien.

¿Qué había pasado? Ayer estábamos felices... Ayer nos habíamos casado y ahora ella estaba aquí...

—Tienes que entrar, está aterrada y no deja de preguntar por ti —presioné mis ojos con mis dedos intentando apartar las lágrimas y me pasé las manos por el cabello otra vez.

—Los demás no saben nada, ¿verdad? —Viktor negó y yo contuve mi respiración cuando la melena oscura de mi hija interrumpió mi vista. Maya venía caminando con una sonrisa hacia mí, se veía tan tranquila que no pude evitar apartar la mirada, ni ella ni Lauren merecían pasar por esto.

—Papá, ya... —Maya calló cuando Viktor se apartó y dejó ver mi camisa ensangrentada — ¿Qué pasó?

—Peque, necesito que te calmes, ¿sí? —Maya me observó un segundo sin entender y luego negó dando un paso hacia atrás.

— ¿Qué pasó? —volvió a preguntar y yo apreté mis labios sintiendo mi vista nublarse.

—Hubo un accidente, Ren... Ella... —tragué con lentitud y Maya intensificó su mirada, estaba bastante seria.

— ¿Dónde está? —preguntó completamente seria y yo respiré hondo intentando controlarme. Era algo que a mí se me dificultaba, cuando estaba muy preocupado, angustiado o asustado, no me podía controlar, me daba ansiedad extrema.

—Le van a hacer una cesárea, necesito que seas fuerte, ¿sí? Está muy mal y ella necesitará de ti cuando salga de esto —tomé su cara entre mis manos y la abracé cuando su mirada se nubló. Tenía la cara de una bebé justo ahora, Maya aún era una bebé.

—Papá... —se aferró a mí y yo hice lo mismo abrazándola con fuerza. No la quería dejar sola pero tenía que soltarme, había manchado toda su camisa de sangre.

—Viktor y Mikael estarán contigo, sé fuerte, ¿sí? —sequé sus lágrimas con mis dedos y ella apartó su cara roja.

—Mi hermanito- sobrino viene en camino, claro que lo seré —sonreí dejando un beso en su cabeza y caminé con rapidez a la habitación siguiente para ponerme la ropa de higiene. No podía entrar así como así a la sala de parto.

Y no pretendía dejar sola a mi esposa.

...

Lauren.


—No, puedo... Quiero a David...

—Necesitamos comenzar ya, la herida de tu cabeza ya fue suturada y por suerte no encontramos ningún trauma... —negué. Bryan no entendía; estaba completamente aterrada.

—No puedo sin Dave, por favor, no quiero estar sola —apreté su mano y los ojos verdes del doctor se enfocaron en los míos. Estaba muy preocupado y se le notaba, pero en mi cabeza solo rondaba la idea de que iba a tener a mi bebé sola, sin nadie a mi lado —No quiero hacerlo, por favor, necesito a David... —lloré y negué cuando me pusieron de lado para colocarme la epidural —Por favor, Bryan, no quiero hacerlo sola...

—Joder, ¿por qué tardaste tanto? —Escuché la pregunta del doctor pero lloré apartando la cara —Lauren, David llegó —negué llorando, solo lo decía para que me calmara.

—No es cierto...

—Míralo, está aquí —sentí una caricia en mi mejilla y suspiré abriendo los ojos lentamente. Mi corazón latió como loco y las lágrimas se intensificaron cuando la mirada de Dave conectó con la mía.

—Hola, preciosa —suspiré y cerré los ojos cuando dejó un beso en mi frente —Estoy aquí, haremos esto, ¿vale? Juntos, no estarás sola —tomé su mano cuando él la acercó a mí y ambos lloramos viendo al doctor.

—Tengo miedo —apreté su mano cuando Bryan comenzó a hacer su trabajo. Había una tela azul, por lo que no podía ver como cortaban mi piel ni tampoco sentir, estaba anestesiada.

—Lo sé, yo también, pero lo haremos juntos, ¿vale? Nacerá Adrien —las lágrimas corrieron por los bordes de mis ojos y apreté aún más su mano sintiendo mi cuerpo relajarse. Me concentré en el techo blanco, parecía destellar colores cuando lo observaba con atención. Amarillo y un poco de azul.

—Estamos cerca, ¿listos? —sentí la mano de David apretar con más fuerza la mía y lo observé detenidamente a él. Estaba muy nervioso, su cara lo demostraba. Su manzana de Adán subía y bajaba, su cabello estaba desordenado, se notaba que lo había despeinado una y otra vez. Se veía hermoso, mi esposo era hermoso.

—David... —lo llamé y enseguida mi tormento me observó con atención, sus ojos me recorrieron en busca de algo, era claro que mi cara no estaba en perfectas condiciones —Maya es muy orgullosa, ¿sabes? Nunca la verás llorar por alguien que le hizo daño —sonreí un poco y él frunció el ceño extrañado —Y te ama mucho, para ella eres su papá...

—Y tú eres su mamá —él sonrió y dejó un beso en mi frente haciéndome suspirar de nuevo.

—Ella es una bebé aún, pretende ser muy madura pero aún es chiquita —entrelacé mis dedos con los de él y sonreí imaginando la cara de mi hermanita, era la copia exacta de mi madre.

—Ni me lo digas, en parte es por ella que estamos así —él señaló nuestros dedos y yo sonreí más —"Mi plan inició, ustedes terminarán juntos" —imitó su voz y yo reí tontamente por la anestesia.

—Atentamente, pitufi- Cupido —David rió y yo detallé su cara; se veía aún más precioso cuando reía.

—Te amo —él murmuró y sentí mi corazón acelerarse.

—Te amo más... —callé cuando un chillido nos sacó a ambos de nuestra conversación. Un llanto agudo y chillón, como el de un... Bebé...

— ¡Lo tenemos! Es varón... Felicidades, chicos —entrecerré los ojos para ver mejor a la cosa roja con voz.

— ¿Es él? —mi voz tembló y mi labio inferior tembló cuando las ganas de tenerlo en mis brazos me dominaron. Adrien...

—Sí, linda, es él —Bryan lo acercó a David y a mí y observé detenidamente su carita. Era todo un llorón.

—Es muy pequeño... —murmuré sintiendo un profundo calor apoderarse de mi pecho. Nada físico, era emocional. Era... Amor... Era Adrien, era mi bebé y lo estaba viendo —Es tan... Llorón —David rió secando sus lágrimas y tomó al bebé con sus dos manos, solo necesitaba sus manos, era muy pequeño.

—Doctor, hay algo aquí... —una enfermera miró angustiada a Bryan y este frunció el ceño acercándose a la tela azul. Pero yo no le presté mucha atención, mis ojos solo estaban enfocados en ese bebito pequeño y su padre, ambos estaban llorando a mares y no puede evitar reír y unirme a ellos.

—Es chiquitito —cubrí mi boca acariciando con la yema de mis dedos su pequeña mejilla. ¿Cómo es posible que hubiera permitido que le hicieran daño? No me lo perdonaría jamás... —Lo siento, bebé...

—Se parece a ti —David sonrió y yo lo imité. El bebé no dejaba de llorar y temía que fuera por algo malo, había nacido prematuro y era obvio que no estaba en perfecto estado de salud.

—Dios mío... —ambos escuchamos el murmuro de Bryan y lo miramos sin entender cuando este abrió sus ojos como platos — ¿Cómo es que...? Joder...

— ¿Pasa algo? —David se acercó a Bryan y puso la misma cara que él viendo fijamente algo detrás de la tela azul.

— ¿Qué pasó? —balbuceé angustiada y miré con preocupación a Adrien, estaba llorando mucho y algo me decía que necesitaría atención médica.

—Es... No mostraron nada... Dios... —Bryan y David se observaron fijamente y luego de unos segundos el doctor se acercó a mí con algo muy pequeñito, un cuerpecito rojo al que apenas le habían cortado el condón umbilical. Era otro bebé.

— ¿Qué...?

—Felicitaciones, chicos... Es una bebé.

—No, no puede ser... —miré con desconcierto el cuerpecito que apenas lloraba. Era tan chiquitica...

—No se comprobó en los estudios, lo siento mucho, es una sorpresa para todos, es como un milagro —observé al techo y luego tragué saliva.

Dios, ¿eres tú?

— ¿Puedo cargarla? —volví a tragar saliva sintiendo las lágrimas bajar con rapidez. Era tan pequeñita y casi ni lloraba, parecía tener frío —Hola, bebita —Bryan la acostó en mi pecho y llevé mis dedos a su pequeña espalda. Parecía la cría de una rata gigante; me refería a que era demasiado pequeña —Quiero a Adrien también —David me acercó al bebé y lo puso a un lado de mi cuerpo sosteniéndolo con sus manos. Era una escena digna de una película —Hola, bebitos —las lágrimas se intensificaron y el calor el mi corazón aún más. Había cargado con dos bebitos todo este tiempo y ahora sentía que había valido todo.

Cada discusión con David por ingerir alcohol, cada vómito, cada contracción, ellos lo valían. Mis dos bebés los valían. Y no pude evitar amarlos desde el primer momento que estuvieron dentro de mí y ahora... Era imposible dejar de contemplar a dos personitas parte de mí, de mi corazón, de mi alma...

—Están horribles, me encantan —lloré y David rió secándose las lágrimas.

—Alisa —observé sin entender a David cuando pronunció el nombre de mi madre y él sonrió tocando la carita de nuestra pequeña hija —Se llamará Alisa, como su abuela.

—Y Adrien... Como su bisabuelo —David asintió y yo suspiré sintiendo todo nublarse por un segundo.

—Necesito llevarlos a revisión, chicos, quiero asegurarme que no tienen ningún problema de salud grave —mis ojos se empañaron y cerré los ojos sin poder evitarlo cuando apartaron a mis bebés de mi pecho.

— ¿Ren? —David frunció el ceño y yo tragué con lentitud tocando lentamente su mejilla.

—Siento no haberlos protegido...

— ¿Qué? ¿De qué hablas, preciosa? Gracias a que los protegiste es que están vivos —mi vista se volvió a nublar y dejé caer mi mano cuando toda la fuerza que me quedaba desapareció.

—David, escucha, perdió mucha sangre, necesitamos hacerle una transfusión de emergencia...

—No, espera, ¡Ren!

—Necesito que salgas.

—No entiendes, ella no quiere estar sola...

—Y yo necesito tratarla, colabora, por favor.

—No fue tu culpa, preciosa, no te vayas. Te necesitamos, ¡Ren! No te vayas, amor, ¡te necesitamos!


...

¡La primera bebé Crild de esta generación, ahhhhhhhhhhh! 

¿Qué les pareció el capítulo? 

¿Felices por la sorpresa de los DOS bebés?

¡Halsey Smith, Alisa, Adrien y Venus Crild nacieron el mismo día! Qué emoción. 

 Con mucho amor y un beso en la boca. 

- Nepasavoir. 























Puto el que lo lea. 

(Yo sé que lo extrañaron, bebés). 

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