Capítulo 35
Mi hermana lloraba, suplicaba que no lo suelte pero a la vez veía a la pobre Dulce a metro y medio de la muerte. El tiempo pasaba, cada segundo era de vital importancia, la vida misma se jugaba, no sabía qué hacer. Si le entrego las fotos la misión habrá fallado y esos pobres elefantes no tendrán un futuro de libertad si no de muerte pero si me niego, la promesa que le hice a Rodrigo se habrá esfumado y no sé si me hermana podrá vivir tranquila, sumándole más dolor en su pequeño corazón.
Cierro con fuerza mis puños, mis ojos se humedecían de la indignación que sentía, quería llorar, pedirle que me perdonen, a medio segundo veo a Carlos y el asiente con un gesto de rendición en sus ojos, como si supiera lo que estoy a punto de elegir. Con las manos temblorosas meto mis dedos en los bolsillos y le entrego las fotografías reveladas. Aquel hombre sonríe con malicia pero complaciente —Vaya, veo que no eres un chiquillo tan estúpido como pensaba—coge con poco tacto los revelados, corrobora cada una de ellas, imagen por imagen — ¿Son todas?— dice con aire de sospecha en sus ojos. Asiento con una mirada de odio—Pero te falta una pequeña cosa—extiende la mano— ¡Entrégamela!—dice con una voz desafiante. Meto mi mano por donde escondí la cámara y se la entrego—Bien—declara. Ahora lo lanza al suelo pisándola una y otra vez hasta que aquel aparato queda completamente abierto con todas las piezas esparcidas como si de una explosión se tratara. Sin soltar a Roble rompe cada una de las fotos; triza por triza hasta esparcirlas en el suelo como si fuera confeti— ¡No quiero volverlos a ver en mi arena!—nos señala mostrándonos el brillo de sus dientes como si de un gruñido animal fuera—Porque si no...—enseguida sus comisuras se estiran de lado a lado mostrando un gesto meramente escalofriante de pura maldad.
—Ya te.te.te entregué las fo.fotos. Ahora devuélveme a mi.mi perro—pido extendiendo mis dos manos. Enseguida aquel domador camina tres pasos hacia mí hasta que dice con su sonrisa perversa—Adiós cachorrito—extiende completamente su brazo como si fuera arrojar una bola—NOOOOOOOO...—grito intentado entrar a la jaula pero Carlos me detiene y el pobre Roble cae en medio de esas enormes fieras— ¡Roble!—grita Mabel en lágrimas y aquel domador desaparece dejando un rastro de risa villana.
—Roble—exclamo con los ojos bien abiertos, tiesos y rojos. Me arrojo al suelo y me contraigo a llorar—No... no... noooooooo...—exclamaba del sufrimiento, salpicando el suelo con mis lágrimas y saliva, no quería ver el fatal final de mi perro. Oh... Roble, perdóname, por favor perdóname, Nunca fuiste un estorbo, más bien te convertiste en la alegría de nuestro viaje, gracias a ti mi pequeña hermana puede reír todos los días, tus travesuras llenaba de color nuestro viaje como si iniciaras una nueva aventura. A pesar de que nunca te lo habré dicho, a pesar de siempre expresar mi rechazo hacia ti, en lo más profundo de mi corazón te quiero, te quiero tanto como si fueras mío porque lo eres, eres parte de nuestra nueva pequeña familia.
Mientras me seguida lamentando, gimiendo en el suelo esperando a que lo devoraran escucho a mi hermana decir—Por favor sácalo ¡rápido!— abro mis ojos como si me despertara de mis pensamientos y levanto la cabeza esperando ver lo que estaba imaginando —Carlos—suspiré.
Allí estaba, aquel hombre tratando de dar pasos lentos y furtivos sin perder de vistas a esos dos animales que giraban alrededor de Roble, yacía temblando como cachorro recién bañado. No perdía de vista aquel rescate y Carlos extendía la mano con un suave silbido que los tranquilizaba, aquellos tigres solo caminaba alrededor de la arena examinándolos de pies a cabezas — ¡Vamos Carlos!— exclame en silencio. Cada vez estaba más cerca, le extendió la mano y aquel perro se adhiere a su pecho de forma instantánea pero al parecer eso no le agradó a los felinos. Ahora un tigre muestra sus dientes con su particular rugido, se le estaba acercando con más velocidad y atrás le seguía su compañero, que no perdían de vista los movimientos del hombre, su mirada brillante e inquietante indicaban una cosa, se estaban preparando para atacar.
Carlos seguía silbándole retrocediendo un poco pero aún se mantiene erguido tratando de mostrar su puesto de líder alfa y no presa pero segundo dicen; estos animales tiene la particularidad de saber cuándo estas nervioso y a cómo veía la mirada del pobre Carlos, no se estaban equivocando. A punto de soltar sus garras con su letal mordida en un brinco mortal aparece Dulce en el medio— ¡Dulce!—se sobresalta Mabel. Levanta su trompa al igual que sus pates y golpea la tierra, levantando todo el polvo de la arena, tratando de espantar a los tigres, aquellos animales retroceden un poco pero sin declinar en sus maniobras pero Dulce tampoco desiste y acelera sus pasos tratando de embestirlo con su cabeza, cosa que espantó a uno, alejándose de un brinco y el otro huye detrás a esquina de la arena. Mantenían su distancia y Dulce aguantaba firme en su posición como un tanque de guerra animal. Carlos aprovecha la oportunidad y se dispara en correr a la salida.
Esperanza es la primera en recibir a Roble, le abraza como si nunca lo hubiese abrazado, tampoco me contuve y me eché con ellos, aquel perro también estaba contento de estar con nosotros —Roble—dije mientras soltaba una lagrima en su cabeza—Estas co.con nosotros—añadí y el lame mi mejilla.
Volteo hacia un lado de la jaula y estaba Dulce con una mirada débil pero aliviada de a ver salvado la vida de ambos—Pe.perdóname—sollocé aferrándome de rodillas a las rejas—Hice lo.lo que pu.pude— bajo mi cabeza, apartando mi mirada. El pobre elefante estaba luchando un mundo por mantenerse de pie, no aguantaba en verla languidecer por el brillo de sus heridas que se dibujaban alrededor de su lomo, si cae a lo mejor los tigres terminen con ella. Salvó la vida de mi perro pero no fui capaz de salvar la suya, estaba desesperado. Enseguida siento que alguien toca mi hombro y era Carlos con un pedazo de cartón en la mano, me lo muestra y era una fotografía que tomé en el momento más apremiante. Asombrado digo— ¿Có.como la obtuviste?—con un semblante más tranquilo dice—Cuando te agachaste después de a ver encendido el flash se te resbaló del suelo y nunca te distes cuenta—intentando de recordar pude imaginar que fue en el instante cuando me senté en el suelo, nunca vi la foto que tomé en ese momento, gracias al cielo que no me di cuenta.
— ¡Es pe.perfecta!—dije con un aire de esperanza en mis ojos—Debemos lle.llevársela—apremié, de repente suena una puerta cerrándose y se escucha la voz de dos hombres, escondo la imagen en mi bolsillo y enseguida vemos a Clayton acompañado por Víctor y detrás de ellos aparece un policía, el mismo que vi en la jefatura.
— ¡Son ellos!—nos señala con desprecio y aquel uniformado, saca unas esposas— ¿Qué.que está sucediendo?—digo terriblemente sorprendido —Este hombre es un ladrón—señala Víctor—A parte está en complicidad con estos jóvenes—ahora el policía retiene a Carlos, enganchando sus muñecas — ¡Eso no.no es cierto!— intercedo en frente del policía—Ese.ese hombre—señalo a Clayton—Es un ti.tirano y un de.desarmado como domador. Ha estado, ma.maltratando a esos pobres elefantes ¡De.debe arrestarlo!—el policía se me acerca y me abofetea tan duro que me tumba al suelo—¡Silencio pequeña rata!— Mabel se sobresalta—Cody— arrojándose hacia mí—Estoy bien—me sobo la mejilla con la quemadura del golpe.
—A caso pretendes que le crea a un pequeña rata de la calle como tú ¿Ha?—me señala—Además se necesitan pruebas para demostrar lo que dices o ¿Piensas que voy a creer las palabras de una porquería arrastrada como tú?—sonríe con burla en sus ojos y los otros dos hombres se echan a reír en victoria.
— ¡La tiene!—dice una distante voz por encima de todos nosotros— ¿Quién dijo eso?—inquiere Víctor muy inquieto—enseguida entre la oscuridad de la sima de las tribunas aparece la silueta de una mujer, pero no era cualquiera si no la de — ¡Sandra!— exclama el mismo Víctor con un mal sabor en su boca, se notaba en sus labios— ¿De qué estás hablando? ¡No hay ninguna prueba!—señala
— ¡Ya no más Primo!—exclama hasta bajar hacia él— no quiero seguir formando parte de esto. No soporto ver a esos pobres elefantes ser maltratado por ese ¡Desquiciado!—señala con intenso desprecio a Clayton que se hallaba como ratón acorralado.
—Debes estar bromeando—sonríe Víctor como si de una broma fuera—Sabes lo que te va a pasar si te atreves a delatarnos con las autoridades ¿A caso quiere que el circo de mi padre sea el escandalo más grande del todo el país? ¡HAAA! ¿A caso quieres arruinarme, digo, ARRUINARNOS?
—Debiste pensar en eso antes de apresar a esos pobres elefantes. Además, tienes otro problema en que deberías preocuparte—señala la fila más alta de las tribunas y en una estaba sentado un hombre con un bastón, no se lograba distinguir quien era por la sombra que lo cubría pero no para Víctor, en sus ojos tiesos que se hundía en un estado de inclemente sorpresa, más bien parecía de horror como si mirara el rostro de la misma muerte ya que sabía de quien se trataba—¡Ya lo sabe todo! así que no tienes otra opción primo—declara Sandra con ojos represivos.
Aquel mago aprieta sus manos hasta temblarle y agacha la cabeza hasta hundir sus ojos en una mascarilla de sombra, se queda en esa posición por cinco segundos y sin forcejear más en la disputa pues sabía que se hallaba derrotado, levanto su frente y dice—Sargento
— ¿Si?
—Llévese a Clayton
— ¡QUE!—esboza una amarga sorpresa aquel domador, nunca se esperó una respuesta como esa, se acerca varios pasos diciendo—Pero señor, usted me dijo...— ¡CALLATE!—interrumpe—¡Llévese a este criminal!—señala, enseguida Clayton se deja poner las esposas y mira con ojos de venganza al mago hasta que cierran la puerta.
Al día siguiente Víctor hizo un acuerdo con las jóvenes encargadas del caso en liberar a los animales y que no volvería a usar elefantes en su circo, cosa que Sandra se ocupará de que eso suceda pues desde ahora es la nueva encargada del circo de los Bambinos, con la condición de nunca publicar la foto y mantener limpia la reputación del circo. Dulce y los otros elefantes fueron atendidos con los mejores veterinarios de la zona y ahora son felices en una reserva ecológica.
Mientras tanto estaba observando a Dulce patear una pelota de cuero con su trompa hasta que nos ve y se detiene. Mabel lo veía con cierta tristeza en sus ojos pero con una intensa felicidad en su corazón y el elefante se acerca a ella para despedirse. Le acaricia la cabeza hasta rozar sus mejillas, secando una lagrima que se deslizaba en su moflete—Gracias Dulce. Te quiero—dice mi hermana abrazando su trompa y el elefante hace un gemido después de haber limpiado su húmeda nariz.
Ahora el elefante gira a verme y toca mi mano con la punta de su trompa, sintiendo el calor de la aspereza de su dura piel hasta estrecharla con firmeza —Gracias Dulce—digo con mis ojos vidriosos. Cuando regresa con sus compañeras todos suenas sus trompas como si recitaran en coros, quizás se andaban despidiendo de nosotros. A mi lado pasa Carlos hasta detenerse y dice sin perder de vista a esos magníficos animales—Los elefantes son muy especiales; saben amar, son empáticos y sobre todo nunca olvidan, así que no olvidaran lo que hicieron por ellas ya que lo van aguardar en el fondo de sus corazones. Para ellas ustedes fueron su esperanza y le están muy agradecidas—asiento y luego añade—Ha casi se me olvida— detrás de una pila de cajas de madera saca una peculiar bicicleta, no era como las que conocía pues tenía un asiento pequeño en la parte trasera más una cesta adelante del manubrio— Quiero regalarte esto. Era mía cuando estaba más joven, lleva muchos años guardada y no quisiera que siga cargando más polvo que el tiempo le pueda dar, quiero que sea tuya.
Mabel y yo veíamos con sorpresa aquel regalo —No ti.tienes por qué hacerlo—dije mientras mis ojos seguían el brillo de los manubrios—Si, contigo estará en mejores manos—dice con voz cariñosa— Vamos, no soy tonto, sé que ustedes están viajando. Soy callado pero muy observador, ahora es tuya
—Gracias—dije después de darle un abrazo.
—Oye—interrumpe Mabel—Si yo voy por acá atrás—señala— ¿En dónde iría Roble?—Carlos y yo nos vimos las caras y nos agachamos de la risa cosa que no entendía mi hermana — ¿Ahora que dije?
Más tarde mientras Roble estaba recostado en la canastilla de la bicicleta, observo que al sol le falta poco para ocultarse, tocando el único camino que se perdía en el horizonte de un bosque en otoño, dejando un hermoso cielo de rojo caramelo, me puse a pensar un rato mientras sentía el rose de la brisa hundiéndose en mis vellos hasta que volteo y veo a mi hermana recogiendo una flor de tono rosado pero más blanco y se lo pone en su oreja hasta que la brisa los levanta y lo tira al suelo, no pude contenerlo más en mi conciencia y declaro—Lo siento
— ¿Qué sientes?—inquiere mientras recogía la flor—Lo que.que.que te dije el otro dí.dia sobre que no hubiera de.deseado tener a una hermana co.co.como tú. No era cierto.
—Ha... eso—me palmea la espalda en son de consuelo— ¿Qué piensa Robli lo perdono?—el pequeño perro gira un lado la cabeza y da un suave ladrido—Dice que si—sonríe la niña.
Estiro mi sonrisa mientras la escuchaba cantar una canción que le coreaba mamá antes de dormir acompañado por el aullido del perro como si supiera la melodía, eso me causó mucha risa. Aquella hermosa tarde de otoño no desaparecerá de mi mente y corazón, recordándola hasta la muerte como si fuera un "Dulce" elefante. Tengo tantas cosas que contarte papá, quizás tenga que escribirte un libro en vez de varias cartas de nuestras aventuras, tal vez te vuelvas rico con ellas o tal vez te lo comas como recuerdos. Espero verte pronto para que formes parte de nuestra pequeña familia disfuncional...
Continuará...
Hola mis estimados lectores, espero que hayan disfrutado del capítulo de la semana. Gracias a Dios que Dulce y los otros elefantes fueron liberados, un final feliz para todos. Ahora sin más rodeo ¿Cuál va hacer la siguiente aventura para esta pequeña familia disfuncional? ¿Llegaran a su destino? Todo eso lo sabrán en el próximo capítulo, Saludos!
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