16. La mansión Silence

Al momento en que la noche comenzaba a caer una vez más, papá detuvo a Vanzilla repentinamente. Quince minutos atrás se había salido de la carretera conduciendo con dificultad sobre el terreno pedregoso. Enseguida sacó su celular e intentó marcarle a alguien que no le contestaba, por lo que soltó una grosería. Cada día lo habíamos notado más estresado conforme nos acercábamos más a nuestro destino.

Esta parte de Canadá me parecía mucho más bonita que la que conocí cuando comencé la secundaria y me habían trasladado temporalmente para allá. Las montañas nevadas se erguían magníficas sobre los boscosos parajes. El pastizal donde nos encontrábamos en ese momento era bellísimo.

Escuchamos el tono de notificación para los mensajes en el celular de papá. Este lo revisó y enseguida lo guardo juntando las palmas de sus manos.

—Ok, equipo. Hay que movernos. Vamos todos. Tomen sus cosas y pongámonos en marcha.

La indicación de papá nos desconcertó. Incluso Lynn a quien seguro no le daría miedo caminar cualquier distancia, se mostró incómoda.

—¿Cómo? ¿Quieres decir que tenemos que andar a pie lo que resta del camino?

—Vamos. Será divertido. Además, así se darán una idea de la extensión que abarca la propiedad de sus abuelos, pues ya estamos aquí. La mansión se encuentra a un par de kilómetros.

Me quedé contrariado.

—Si no falta nada, ¿por qué no usamos a Vanzilla?

Papá tragó saliva mirando con nostalgia a su viejo y fiel vehículo.

—No creo que a mí padre le haga gracia volver a ver la van de mi tío. Lo mejor es hacer una llegada más discreta para quedar mejor con él. De hecho, es posible que no tengamos que hacer todo el recorrido necesariamente.

—¿Y sólo dejaremos a Vanzilla aquí así como así? —Preguntó Luan.

—No se preocupen por ella. El área está muy bien protegida, por lo que no hay ladrones, además es seguro que uno de los empleados de la mansión venga a recogerla.

Sin más y a pesar de las quejas de mis hermanas, incluso de Lynn a quien no le hacía gracia hacer ese trayecto ya casi de noche, por lo que me dio entender por la forma en que se me pegó al brazo temerosa viendo constantemente a todas partes a nuestro alrededor, comenzamos la caminata.

Casi una hora después que se me antojó eterna, en la que no necesité ser Lisa para darme cuenta que lo que caminamos habían sido más de dos kilómetros, nos detuvimos adelantándonos a la indicación de papá para contemplar el panorama frente a nosotros.

Aún en la oscuridad, la silueta de una enorme y ostentosa mansión se vislumbraba a lo lejos.

La descripción que papá nos había hecho del hogar de nuestros abuelos, palidecía en comparación al inmenso lugar que en efecto, hacía palidecer el hogar de Lord Tetherby en Royal Woods. Le calculaba por lo menos cuatro plantas que se extendían al equivalente de las cuatro calles aledañas a nuestro viejo hogar.

Miré a mis hermanas pensando que después de todo, esto no sería tan malo, que quizás en efecto se trataría de una nueva oportunidad para empezar todos de nuevo. Lynn me apretó el hombro y Leni revolvió mi cabello. Buscando un reconforte protector, Lola y Lucy me tomaron de las manos como Lana y Luan llevando a Lily lo hicieron con Leni.

—Bienvenidos a la mansión Silence, familia.

A pesar de finalmente llegar a nuestro destino, el modo en que papá animadamente nos señaló su viejo hogar, carecía de todo entusiasmo sintiéndose muy forzado al hacerlo.

De pronto escuchamos el motor de un vehículo. De la nada y sin que nadie se diera cuenta, una lujosa limosina con las luces apagadas apareció frente a nosotros.

Intrigados, aguardamos a que papá se asomara hacia la ventanilla del conductor. El vidrio bajó y vimos a un hombre que por la oscuridad apenas y distinguimos sus rasgos.

—¿Es usted el señor Lynn Silence?

—Sí. Vine a...

—Suban. El amo me mandó a recogerlos.

Agradecidos por lo cansado que fue hacer aquél trayecto a pie con nuestras cosas a cuestas, entramos al espacioso vehículo que me recordó bastante a la limosina donde un par de años atrás había ganado un paseo, por supuesto que el chófer me había parecido mucho más amable y amigable que esté me dada como primera impresión.

—Papá —lo llamó Lana—. ¿Por qué ese señor te llamó Silence en lugar de Loud?

—Bueno, pues... enviudé. Supongo que volveré a adoptar mi apellido de soltero.

Por lógico que sonara, igual a nadie nos pareció correcto que hiciese aquello, pero nadie se aventuró a recriminarle nada, mucho menos ahora que finalmente habíamos llegado a su primer hogar.

—*Suspiro*. No imagino lo que será tener mi propia habitación.

Todos sonreímos ante la perspectiva de Lucy. Si bien ya dormía solo, me imaginaba haciéndolo en una habitación de verdad tan amplia como las de mis hermanas si no es que más grande, en vez de un armario de blancos adaptado.

El chofer ignoró olímpicamente cualquier intento de conversación que papá trató de entablar con él. No dejé de preguntarme por qué tanto secretismo por nuestra llegada. ¿Es que íbamos a llegar con nuestros abuelos gritando "sorpresa"?

Estaba por encender la luz de la limosina, cuando molesto el chófer se dio la vuelta brevemente.

—¡No toquen ningún interruptor! Tengo órdenes estrictas de mantener todas las luces apagadas.

—¿Pero por qué? —Preguntó papá.

—Órdenes del amo. No quiere que su señora esposa se percate que saqué la limosina para traerlos.

Aquello sólo nos motivó a hacer preguntas para las que no obtuvimos respuesta en ese momento.

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