13
La casilla de mensaje contesta del otro lado. Yeonsoo aparta el móvil de su oído y corta, su corazón se inunda de decepción pero ya no puede echarse para atrás, no después de haber probado la sensación de tenerlo tan cerca. Se coloca los auriculares y la capucha para tapar su rostro marcado.
Sale del departamento al mismo tiempo que marca el número de Haneul. Tanto tiempo sin hacer nada le ayudó a memorizar sus números telefónicos de memoria. Los pitidos suenan y la menuda logra salir del edificio, sintiéndose extrañamente feliz, como si pudiera volver a su vida, o al menos a los brazos de Yoongi.
—Hola —contesta una risueña Haneul.
—¿Dónde estás? —escupe sin paciencia. Del otro lado se instala un silencio tortuoso.
—¿Yeonsoo? —susurra como si se estuviera escondiendo de alguien—. ¿Cómo...
—¿Dónde está el bar de Yoongi? —la corta caminando sin sentido.
—¿Qué?
—Ya salí del campamento, quiero verlo.
—No está permitido eso —murmura segura. El reloj corre y sabe que tarde o temprano se enterarán que escapó, y antes de ser castigada necesita verlo.
—No me jodas, no me digas que mierda está permitido —chilla enojada contra el micrófono del móvil—. Dime ahora mismo donde mierda es el bar, o le haré una visita a Jimin para contarle todo.
—Lo siento, no puedo —susurra y corta.
Yeonsoo grita en silencio llenando sus pensamientos de desesperación. No lo piensa más y corre hasta las calles que tanto extraña. Aunque le gustaría decir que es cerca, no lo es, entonces toma un taxi y le da la dirección. En la mesa, junto a los móviles había un poco de dinero seguramente para su comida de mañana.
El auto estaciona frente a la pequeña casa de Yoongi y ella paga antes de bajarse, pero se sorprende al ver la casa en completa oscuridad. Como si nadie hubiese habitado aquél lugar en años; se acerca de manera sigilosa y ve por la ventana, el lugar está vacío. Yoongi se mudó.
La idea de no volver a verlo nunca más la invade, es tan terrorífico que se hecha a correr, Jimin no vive lejos, siempre pudo caminar de una casa a otra cada vez que quería, y ahora no es la excepción.
Llega al destartalado edificio y una ola de nostalgia la sorprende, sin embargo, no se detiene a pensarlo. Sube los escalones a zancadas hasta llegar a la puerta de su departamento; debe detenerse a regular su agitada respiración, se recompone y se quita la capucha para golpear dos veces.
La puerta se abre con lentitud, y una sonriente Haneul aparece del otro lado, su sonrisa se esfuma y el pánico la invade.
—¿Dónde mierda es el bar de Yoongi? —Se acerca lo suficiente a ella para no ser escuchada por nadie más.
—Estas loca.
—Dime algo que no sepa. —Hace un mohín restarle importancia.
—¿Quién es amor? —grita Jimin detrás de Haneul.
El escuchar su voz la conmueve, extraña a su amigo, tanto que le gustaría hacer a un lado a Haneul y correr a sus brazos, decirle lo mucho que lo extraña. Pero todo aquello se esfuma cuando Haneul cierra la puerta detrás de ella.
—Nadie, ahora regreso. —Toma del brazo a Yeonsoo y bajan por las escaleras—. ¿Para que quieres saber? ¿Otra vez arruinarás la vida de ellos?
—¡A la mierda eso! Necesito verlo —escupe, pero la suplica se filtra en sus palabras.
Haneul la mira triste, entonces asiente.
—No creo que lo encuentres abierto, probablemente ya se fueron a casa. —La castaña teclea en su móvil y un mensaje con la dirección del bar llega al aparato de Yeonsoo.
—Gracias. —Le da un fugaz abrazo y corre.
No queda tan lejos desde donde se encuentran. Entonces corre, como si su vida dependiera de ello, como si nada de lo que realmente ocurre a su alrededor sucediera, corre porque es la única forma de llegar a él, porque si no lo hiciese algo dentro de ella se rompería.
No sabe que pasara, si le hablará, si él la reconocerá incluso si la besará; pero nada importa, solo necesita tenerlo enfrente, y lo demás ni siquiera importará, incluso si él la rechaza, todo habrá valido la pena.
Llega a la calle del bar, y es entonces cuando todo el coraje y valentía se esfuma por completo. Tiene miedo de que Yoongi sufra por el regreso de ella, se coloca los auriculares y luego la capucha para tapar su rostro. Se para frente al bar, cruzando la calle sin poder avanzar más.
Una anatomía se para a su lado, ni siquiera tiene que girar para saber de quién se trata.
—Sabías que iba a escapar. —Yeonsoo sonríe de lado.
—No, pero esperaba que lo hicieras.
—¿Por qué?
—Necesitaba saber si aún había humanidad en ti.
—Eso me hace débil. —Ella se arma de valor y lo mira, Jae mira las persianas baja del bar. El bar está cerrado, no hay ni una sola luz que demuestre lo contrario, Haneul tenía razón. Pero es lo más cerca que estará de él.
—Volvamos. —Frunce los labios y se gira.
—No iré contigo, necesito tiempo. —Suspira y camina de regreso, pero esta vez elige tomar el autobús para llegar al departamento. Jae queda atrás, sin hablar ni moverse, tal vez la vuelva a seguir, o simplemente se vaya a casa.
Yeonsoo busca una lista de canciones tristes para sentirse mejor. Pensar en ella triste la enfurece, y luego del enojo viene el sarcasmo, finalmente la paz. Es una cadena de emociones que solo ella conoce.
Deja que su cabello tape su demacrado y destrozado rostro. Se para a un lado del puesto donde se sientan para esperar el autobús; lejos de la luz, para que cualquier persona que se acerque no la vea. Ve como una pareja le pasa por enfrente y se congela al ser invadida por su colonia, es él.
Levanta levemente la vista, y lo encuentra; se ríe a carcajadas con la menuda chica de cabello castaño hasta la cintura.
Coloca pausa a la canción y lo escucha.
—Fue idiota, después de eso nos hicimos más unidos. —Ríe ante alguna anécdota que cuenta. Yeonsoo no puede evitar morderse el labio al tenerlo tan cerca y no poder hacer nada; sus ojos se llenan de lágrimas y sin previo aviso se deslizan por sus mejillas.
—Me hubiese gustado mucho ver tu rostro. —Ríe tímida la castaña.
Yeonsoo quiere correr hasta ella, tomarla del cabello y arrastrarla lejos de él; y aunque le gustaría, no puede, el chico de las fotos que Jungkook le mostró desapareció por completo. Ya no es él, ha vuelto a ser el chico de siempre, incluso más feliz que antes.
—Deberías dejar que te lleve a casa.
—Estoy bien, no me molesta tomar el autobús. —Sonríe en respuesta al mismo tiempo que el autobús llega—. Gracias por acompañarme. —Besa su mejilla y sube.
Yoongi se queda estático viendo la ventanilla por donde ella lo despide.
Ahora, se encuentran completamente a solas, solo que él ni siquiera es consciente que la persona encapuchada con el cabello en el rostro es ella. Sin evitarlo sale de su escondite y le pasa por el lado golpeando con violencia su hombro. Es tanto así que se tambalea y cuando está a punto de caer al suelo un brazo fuerte la toma por la cintura.
—¿Estás bien? —Yoongi intenta buscar la mirada de ella, pero no puede mirarlo, está avergonzada, está dolida, tiene tantas emociones encontradas que le es difícil describir alguna.
—Sí —susurra cambiando su tono de voz. Se separa y cubre más su rostro. Yoongi toma un mechón de su cabello, justo sobre su escandalosa cicatriz. Ella se separa de golpe.
—L-lo siento. —Yoongi retrocede—. Tu cabello me recordó a alguien que quería mucho.
—¿Ya no? —Sabe que si sigue hablando probablemente la descubra, sin embargo, no le importa en lo absoluto.
El pelinegro no contesta, y es entonces que Yeonsoo lo entiende. Aunque aún la quiera, ya la superó. No hay forma de que lo que tuvieran vuelva, incluso si ella le dijese quien es.
—Lo siento —se disculpa una vez más. Yoongi retrocede un par de pasos más y antes de girar e irse, la mira un minuto más. Entonces desaparece.
Dejándola sola.
Yeonsoo cae de rodillas. Sollozando con fuerza. Yoongi acaba de romper todo lo que había construido, su pecho duele, su respiración se entrecorta. Cualquier pizca de esperanza a la que se estuvo aferrando desaparece por completo.
Unos brazos la envuelven por detrás.
—Tranquila, está bien —intenta contenerla, pero no funciona, su dolor está a flor de piel.
—¡¿Qué está bien?! —chilla separándose—. ¡NADA ESTÁ BIEN! —grita a todo pulmón atrayendo miradas. Se levanta encarando al castaño.
—Yeonsoo, está bien llorar. Lo amaste y él a ti.
—¡Eso es una mierda! —Tira los brazos al aire—. ¡Yo lo amo! ¡Yo! —Se señala el pecho con violencia—. Él nunca me amó, solo me quería y tuve que pasar toda esa mierda y llegar hasta aquí para darme cuenta.
—Yeonsoo...
—¡No! —lo calla—. Sabes que tengo razón, lloré como idiota, lo sufrí, me odie, y él ya me había superado. —Ríe irónica. Se toca el cabello, el mismo mechón que él le toco. Entonces la furia la invade—. Dame tu tarjeta de crédito.
—¿Qué? —La mira perplejo.
—¡Que me des tu puta tarjeta de crédito! —De sus ojos brotan lágrimas de furia—. Necesito cortar esto, necesito olvidarme de todo.
—No creo que sea buena idea.
—Tu no tienes idea de que es una buena idea. —escupe y se acerca a él intimidandolo—. La humanidad me hace débil, debo cortar lazo alguno con todo.
—No te sigas destruyendo. —Saca su cartera y le tiende su tarjeta de crédito.
—No lo hago. —Le arrebata la tarjeta y se acerca hasta la acera para parar un taxi—. No volveré a destruirme, nunca más, ni siquiera por ti, Yoongi.
⭒❀⭒
Jungkook se despierta gracias el apremiante dolor de cabeza, el sol da justo en su rostro por lo que se obliga a levantarse, toma la toalla que se encuentra en un mueble frente a su cama y camina hasta el baño, sin tocar la abre encontrándose con una Hunter totalmente descompuesta. La mitad de su rostro lo tiene dentro del inodoro dejando que todo salga.
—¿Estás bien? —Jungkook deja la toalla a un lado y toma el cabello de Hunter para que no se ensucie, acaricia en círculos su espalda provocando alivio en ella.
—¿Me veo bien acaso? —responde irónica.
—Será un placer convivir con dos reinas de la ironía y el sarcasmo.
—Vas aprendiendo. —Ríe la rubia—. ¿Yeonsoo duerme contigo? —pregunta sentándose en el suelo del baño. Se limpia la boca con una toalla y se hace una coleta alta—. No estaba en su cama.
—No durmió conmigo —musita Jungkook. La idea de que ella se haya escapado lo asusta y no sabe realmente porqué.
—Tal vez ella se animó a hacer algo que nosotros no. —Frunce los labios y suspira—. Como sea, te dejo el cuarto. Jae pasa por nosotros en cinco minutos —dice y sale.
Jungkook se desviste y se da una rápida ducha, necesita saber si Yeonsoo se atrevió a dejarlos, si se escapó y todo el departamento es un verdadero lío buscándola. Quiere saber si la chica que él cree que es existe o solo fue una ilusión y una mala jugada de su cabeza.
Vuelve a su habitación solo con una toalla envuelta en su cintura y abre su closet, de alguna forma supieron que ésa habitación la tomaría él, o solo fue casualidad, pero ahí está su ropa. Toda aquellas prendas que tenía en su apartamento se encuentran limpias y colgadas. Jungkook saca un pantalón de mezclilla negro, una remera básica negra de manga corta y encima una camisa a cuadros amarilla, en los pies se coloca unos borcegos negros y peina su cabello para atrás. Toma una de sus gorras negras con tres aros en la parte delantera y se lo coloca. Está listo para lo que sea que deba enfrentarse.
Sale a la estancia y encuentra a Hunter vistiendo pantalón de mezclilla azul marino, una remera de una talla el doble de grande color blanca con algún dibujo y ata su cabello en una coleta alta. En sus pies unos tenis blancos y su rostro libre y limpio de cualquier maquillaje.
—Pareces que vas a modelar. —Sonríe Hunter levemente, se puede ver lo descompuesta que está.
—No deberías ir, te ves muy mal. —Jungkook se acerca a los gabinetes y busca algún analgésico que pueda tomar su compañera.
—Como si tuviera elección —gruñe y se coloca una chaqueta grande de mezclilla y coloca sus manos dentro de los bolsillos—. El móvil que está en la mesa es tuyo.
Un aparato negro junto a unos auriculares y dinero se encuentran en la mesa redonda frente al ventanal. Jungkook toma todo y se lo guarda en el bolsillo del pantalón.
La puerta se abre y Jae aparece.
—Que bueno, ya están listos. —Suspira aliviado—. Es hora de irnos.
—¿Sabes algo de Yeonsoo? —pregunta la rubia una vez suben al ascensor.
—Fue por Yoongi. —suelta el castaño.
Una ola de decepción invade la mente de Jungkook, no entiende porqué se siente así, tal vez una parte de él creía que ya lo había superado, o al menos el hecho de que no podrá volver a su vida, pero se equivocó.
—¿La meterán a prisión? —Hunter suena sorprendida ante la imprudencia de Yeonsoo.
—No, solo yo lo sé. Tuvimos una discusión... —Jae suspira y tira su cabeza hacia delante. Se ve cansado—. Llegará después que nosotros. No sé preocupen, Yoongi no sabe de su existencia, ni la de ustedes.
—No me preocupa Yoongi —suelta Jungkook sin poder detener sus palabras—. En realidad me importa una mierda lo que pase con él.
—No te encariñes con ella. Terminarás igual o peor que él —escupe Hunter terminando el tema de conversación.
Jungkook quiere defender su postura y decir que en realidad no es lo que cree, y aunque está seguro de ser así. Prefiere mantenerse en silencio y seguir a Jae fuera del edificio donde los tres se montan al auto.
—¿Nos vendrás a buscar siempre? —Jungkook mira su lista de contactos. Tiene el número nuevo de Yeonsoo, Hunter, Jae y del teniente. Nada más.
—No, antes de buscarlos tuvimos una reunión para saber qué vehículos les otorga el departamento, y estaba entre un auto viejo o una patrulla. —Jae ríe y niega con la cabeza.
—¿Nos imaginas con estás prendas en una patrulla? —se burla Hunter.
—Eso mismo dijo Yeonsoo. —Ríe más fuerte Jae.
—¿Ella estaba? —Jungkook lo mira desde la parte trasera del auto.
—Sí, y fue la que eligió sus vehículos.
—Supongo que el auto. —Rueda los ojos y se cruza de brazos Hunter.
—Ya lo verán.
El camino hasta el departamento es extremadamente corto. Para sorpresa de Jungkook y Hunter, no fueron a la estación donde ellos creían que trabajarían, de hecho fueron a otro lugar, era alguna clase de edificio moderno. Ellos estacionaron en la parte de atrás, dónde un taller mecánico grande les da la bienvenida.
—¿Ya llegó? —Jae le pregunta a un hombre que teclea en su celular.
—Aún no. —Levanta levemente la mirada y vuelve a su celular.
—El es mi compañero, a partir de ahora ya no estaré tanto en contacto. En cuanto llegue Yeonsoo los llevaré a su oficina donde tienen todo para empezar. También les entregaré sus placas y lo que suceda a partir de ahora correrá por su cuenta, si necesitan viajar o algo por el estilo se comunican directamente con el teniente —anuncia Jae sorprendiendo al par. Es notable que ninguno se esperaba ser parte del departamento como policías reales y no como criminales—. Si alguno intenta hacer algo fuera de la ley o cosas que saben que no deben hacer, irán a la cárcel sin previo aviso.
Los dos asienten y se miran completamente confundidos, al mismo tiempo que el rugir de un motor los sobresalta. Todos miran hacía la entrada y ven como una motocicleta a toda velocidad se acerca, no parece querer frenar. De hecho, parece que quiere llevarse a todos por delante.
Hunter se esconde detrás de Jungkook cuando ve que en realidad no planea frenara y ahoga un grito. La motocicleta se detiene en frente de las cuatro personas.
—Yeonsoo prefirió motocicletas, para los tres. —menciona Jae sonriente y se cruza de hombros—. Fue muy..., persuasiva ante su petición.
—¿A quién golpeó? —Hunter sale de su escondite.
—A todos los que dijeron que no. —Ríe de nuevo.
Los tres miran a la persona que aún se encuentra sobre la motocicleta. Tiene unos borcegos negros de cuero, un pantalón de cuero negro pegado al cuerpo, se acomoda bien en la motocicleta y se saca la chamarra, también de cuero, para dejar a la vista una remera de red negra, y debajo un corpiño del mismo color. Se puede ver toda su piel desde la cintura hasta su cuello. Finalmente, como si fuera la cereza del pastel, se quita el casco poralizado moviendo su cabeza. Su ónix cabello cae liso hasta su barbilla, sus ojos están maquillados con sombra negra y los labios los tiene ligeramente pintados de un rojo vino.
La boca de todos -a excepción de Jae- caen al suelo de sorpresa. No es noticia nueva que el negro sea una religión para Yeonsoo, pero ahora lo usa de otra manera, de una forma aterradoramente atacante.
—¡Por dios! ¡Cortaste tu cabello! —chilla emocionada Hunter abrazando a su amiga.
—Era hora de un cambio. —Chasquea la legua y se baja de la motocicleta. Saca del bolsillo de su chaqueta la placa y se la cuelga en el cuello.
—Te ves como la puta dueña del lugar. —Hunter mira con admiración a su amiga.
—Lo soy. —Pasa por al lado de Jungkook mirándolo de pies a cabeza, mordiéndose el labio—. Ya dale las placas, necesito comenzar a trabajar antes de volverme una de ustedes.
—¿A qué te refieres? —El compañero de Jae.
—A ser imbécil.
Jae saca las placas riendo y se las entrega a los dos chicos que faltan. Una camioneta llega detrás con dos motocicletas iguales a la que acaba de bajar Yeonsoo.
—No quiero sonar mal agradecida, pero prefiero el viejo auto. —Hunter frunce los labios.
—¿Bromeas? ¿Acabo de sentenciarme de por vida por golpear a jefes de la policía para conseguir motocicletas y tú quieres esa vieja chatarra? —Yeonsoo frunce el ceño.
—No soy buena para esas cosas, prefiero lo seguro —masculla avergonzada. Jae asiente y le entrega las llaves.
—No es tan viejo, solo dos años antes que el modelo de auto que yo manejo.
—Entonces es chatarra pura —bromea Hunter. Jae entrecierra los ojos ofendido.
La pareja de compañeros acompaña al trío dentro del edificio donde hay personas por doquier. Les enseñan los lugares a los que deben ir si necesitan algo, desde el laboratorio de balística, departamento de psicología, y el laboratorio forense. Finalmente, en uno de los pisos superiores, en dónde también se encuentra la oficina de Jae y su compañero, entran a un gran salón con un televisor en la pared, una mesa de madera con seis sillas giratorias, una cafetera y un gran ventanal que da a la cuidad. Sobre la mesa hay al menos diez expedientes.
—Fue un placer, espero no tener que volver a hacerme cargo de ustedes nunca más. —Jae se mete las manos a los bolsillos delanteros de su pantalón.
—Lo mismo digo. —Yeonsoo camina hasta él y deposita un suave beso en la comisura de sus labios.
El compañero de Jae cierra la puerta detrás de él dejándolos completamente solos.
—Empecemos con esta mierda.
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