𝙨𝙞𝙭
DESTINOS.
"Tiene que haber una razón para que esté aquí en la Tierra.
Debe haber una razón para el polvo y la suciedad.
El cambio de las estaciones nunca cambió mi dolor.
Así que, ¿Cuál es su valor?"
- Gotta be a reason, Alec Benjamin.
- Está bien, todo está bien - murmuré para mí misma, pese a saber que no podía correr y que nada está bien cuando no puedes huir de los soldados -. Solo tienes que esconderte, escóndete y después encontrarás a todos los demás en un prado con hierbas medicinales o algo así.
Con cuidado me levanté del suelo, sintiendo cómo los rasguños en mi pierna ardían más que nada en el mundo. Sentía que mi pierna se iba a caer en cualquier momento y que los soldados iban a llegar antes de que yo pudiera dar un solo paso. Mis ojos se llenaron de lágrimas y sentí que iba a gritar de dolor, pero me tapé la boca. Incluso si me habían dejado atrás durante el escape, mi pueblo habría de llegar a un lugar a salvo y yo tenía que mantenerme callada para que no los atrapasen. Tal vez así tendría un lugar donde volver, tal vez, si llegaba a cualquier lugar donde ocultarme, podría volver a ver a la gente que conozco.
Sabíamos que los soldados vendrían a nuestro pueblo porque habíamos escuchado de otros pueblos cercanos que habían tomado y sometido. La guerra acabó hace tiempo, así que lo que hacen los soldados es tomar a los antiguos habitantes de Stradia y asesinarlos o tomarlos como esclavos, como los aristócratas hicieron con los suyos hace años. Pero mi pueblo no tiene la culpa de lo que pasó, mi pueblo jamás envió un solo soldado o peleó contra las hadas, solo queríamos vivir en paz como lo habíamos hecho con el rey anterior, no queríamos nada de esto.
Lo que quisiéramos ya era insignificante pues la guerra terminó y nosotros sólo nos ocultamos en nuestro pueblo. Pensamos que el templo de Azafre, el primer joven estrella y quien construyó las bases para lo que fue Stradia, nos iba a proteger, que tal vez las hadas entenderían, pero no lo hicieron. Llegaron por la noche y asesinaron a la mitad de la población, y cuando menos nos dimos cuenta, ya estábamos corriendo hacia el bosque tras el templo. Pero un lobo me atacó y pese a que un joven de mi pueblo le hizo justicia, me dejaron tirada en el suelo. Y ahora estaba así, llorando porque a cada paso sentía que me iba a morir y que los soldados me iban a asesinar.
Pero no fue así.
Caminé por más de una hora tratando de encontrar a mi gente, pero todo rastro suyo se había desaparecido. Y justo cuando escuché aleteos y entendí que mi vida estaba a nada de terminar, lo que parecía un tronco hueco se abrió como una puerta. Dos ojos amarillos me observaron, no puedo decir si con miedo o con lástima y, sin decir nada, me invitaron a acercarme. Junté toda la fuerza que tenía y me lancé hacia esa puerta, siendo jalada dentro del supuesto tronco por una mano oscura.
- Por los astros, ¿Estás bien? - preguntó un joven mientras yo trataba de recuperar el aliento. ¿Era esa mi salvación? Lo pensé por un segundo, pero cuando levanté la mirada para agradecer, me aterré con lo que ví. Y es que no era un humano, como había pensado, era un hada de piel oscura y ojos como tigre, con tatuajes blancos en su piel que me recordaban a un venado y enormes alas amarillas. Asumo que vio mi intención de gritar porque, en medio segundo, se agachó y puso sus manos sobre mi boca -. Por favor, estoy tratando de ayudar. Si haces ruido, abrirán la puerta, te matarán y me acusarán de traición.
Y, sin que pudiera reclamar algo, se comenzaron a escuchar aleteos y pisadas furiosas. Las hadas tienen un idioma propio aparte del que hablan con los humanos, así que no entendía nada de lo que dijeron pero, por la cara del hada que me sujetaba y la manera en que me soltó para cubrir su propia boca, supe que no era nada bonito. "Respira, Archer, respira" se murmuraba a sí mismo mientras pasaban los soldados afuera de donde fuera que estuviera.
- Quédate aquí - murmuró después de un rato, levantándose del suelo -. Saldré a ver si se han ido y después te ayudaré con tu pierna, ¿de acuerdo?
- ¿Por qué debo confiar en tí? - pregunté, asustada. El hada sólo suspiró.
- Primero porque te estoy ocultando pese a saber que pueden matarme por eso - su voz era suave, como un murmullo -, y segundo porque las hadas no empezamos la guerra, solo terminamos lo que ustedes humanos empezaron.
- Mi pueblo no empezó una guerra - rió y yo me asusté.
- Tu pueblo mató a miles de los nuestros por generaciones - me observó, sus ojos tornándose oscuros por un segundo -, masacraron un pueblo y asesinaron a todas las hadas por un cuento, incluida una que confió en ustedes mientras nosotros intentábamos formar alianzas comerciales con ustedes como cualquier otro reino en el continente, ¿Te parece que nosotros iniciamos esto? - se escucharon aleteos fuera y se quedó callado un momento. Tomó aire y negó con la cabeza -. Quédate ahí, o te matarán y podré hacer nada para evitarlo.
"Cuentos", así le llamaba todo el continente a la Sagrada Antología que había guiado a nuestro pueblo por generaciones. Un cuento hace veinte años hizo que la guerra comenzara y que llegara la paz eterna para todos. Me pregunto qué habría sido si se elegía cualquier otro cuento.
Puede que haya sido el cansancio o la pérdida de sangre, pero perdí la conciencia antes de que el joven regresara.
- Toma, te dará fuerza - me habló de nuevo el hada cuando desperté. Frente a mí había una pequeña botella con un líquido café que no me generaba confianza en absoluto. Mi cara debió mostrarlo porque el hada añadió -: No es veneno, es una poción para fortalecer el alma. Si el alma es fuerte, el cuerpo lo reflejará y tu pierna sanará más rápido - lo acercó a mi cara y, un tanto asustada, lo tomé. No sabía nada bien, debo de decirlo.
- ¿Quién eres? - pregunté, devolviéndole el frasco.
- Mi tribu me llamó Archer antes de ser enviado a la guerra, así que puedes decirme así - se levantó y acomodó el frasco en lo alto del tronco, en repisas que jamás habría notado de no ser porque le ví acercarse a ellas -. ¿Y tú eres...?
- Miranda - le dije y él asintió.
- Bien, Miranda, te explicaré un poco la situación - se giró y se mantuvo en el aire mientras hablaba -. Los soldados llegaron a tu pueblo para acabar con todo rastro de los Creyentes que asesinaron a los nuestros, tu pueblo escapó y ahora los están buscando por el bosque, eso lo tienes claro, ¿Cierto? -- asentí -. Bien, te propongo algo: Yo ayudaré a que tu pierna sane y, de ser posible, a encontrar a tu pueblo, pero quiero algo a cambio.
- ¿Y qué sería eso? - pregunté.
- Quiero ir a Biecielo - levanté una ceja.
- ¿El lago? ¿Quieres ir a un lago? - asintió -. ¿Por qué?
- Antes de la guerra, escuchaba historias de cómo los astros bendecían a la gente en ese lago. Cuando acabó la guerra, intenté ir pero no me dejaron llegar pues no iba acompañado. Las hadas están muy ocupadas matando humanos y no tengo familia, así que no tengo honor para pedirlo a cualquier otra persona. Eres la única opción que tengo.
- ¿Y si me negara?
- Te llevaría al templo donde los soldados están llevando a los prisioneros - habló, severo -. No morirás, pero sufrirás mucho. De tí depende.
- ¿Solo me dejaste entrar a tu casa porque te sirvo para ir a escuchar a tus dioses? - pregunté, entre enojada y divertida por los motivos tan extraños de Archer. Él negó.
- Te dejé entrar porque soy un curandero y no podía dejar a alguien morir cuando puedo evitar su muerte, es parte de los votos y jamás juré contra los humanos - se acercó -. Incluso si te negaras, no puedes morir porque tu alma es fuerte, así que no rompo mis votos.
- Por favor, Miranda - juntó sus manos a manera de ruego -. Realmente quiero ir a Biecielo y eres mi única esperanza.
Y, tal vez agradecida por la poción y su ayuda, tal vez enternecida por cómo sus ojos brillaron al mencionar Biecielo, pero asentí. Sus alas comenzaron a moverse nerviosamente y, antes de que me diera cuenta, estaba abrazándome y agradeciendo a los astros por mi generosidad.
- Tengo una duda, Miranda - preguntó un día mientras revisaba los rasguños. No tenía nada roto, pero la herida se había infectado por tierra y plantas con las que había intentado limpiar la sangre mientras huía. Se veía asqueroso, pero Archer parecía acostumbrado a ver cosas así -. ¿Por qué le hicieron caso a un cuento? Hay otros reinos humanos en el continente y, si bien todos tienen tradiciones extrañas, ésta es la más rara.
- Se supone que los Dioses Estrella escribieron esos cuentos como profecías para guiar a Stradia a unificar a todo el continente, pero no fue así - él negó con la cabeza -. Se supone que ellos conocen el destino y por eso bendicen a la gente que nace en las lluvias de estrellas.
- Destino, lo dicen como si ya estuviera escrito - murmuró -. Mi familia me enseñó a creer que somos dueños del destino que es nuestro siervo y no al revés. El futuro siempre está cambiando.
- No lo sabemos - dije, pensando en el templo de Azafre -. Tal vez todo ya estaba escrito y tal vez solo estamos viviendo lo que los Dioses Estrella quieren que vivamos.
- Eso es muy cruel - siguió -. ¿Qué clase de ser querría que la gente muriera y que las guerras azotaran al continente?
- Es más sencillo cometer errores cuando puedes culpar a alguien más - susurré y él levantó la mirada. Me observó por un segundo y después negó.
- Ustedes, humanos, son extraños en general -- se alejó --. Escuché rumores desde el templo: Tu pueblo no ha sido encontrado aún, pero encontraron sangre humana en un campo y están buscando en los alrededores. Por desgracia, tu pierna no se curará en menos de dos semanas y puede que estén todos muertos para ese entonces.
- Qué optimista - dije, pero sabía que tenía razón. Mi pueblo no era un guerrero e, incluso si lo fuera, no había manera que ganasen contra soldados y salieran vivos. Tal vez los llevaran como prisioneros, pero tampoco creo que sea mejor que la muerte.
- Quieren sus cabezas, Miranda - habló y me sacó de mis pensamientos. Sus ojos amartillso estaban llenos de tristeza -. Si tus dioses escribieron su futuro, cometieron un error al hacer que estuvieran tan cerca de ese templo: Tienen órdenes de matar a todos los que crean en los Dioses Estrella y cualquier cosa relacionada.
- Y Azafre es un jóven estrella - murmuré. ¿Por qué había nacido en ese pueblo? ¿por qué los reyes habían hecho la guerra a potenciales aliados comerciales? No me dí cuenta que estaba llorando hasta que noté que Archer me abrazaba. Y con su abrazo me lancé llorando, sabiendo que jamás volvería a casa o a ver a gente conocida. No, todo lo que había conocido, lo que había llamado Stradia había desaparecido.
Comencé a caminar más o menos bien el mismo día que Archer se acercó al templo y escuchó a los soldados hablar del escondite humano y cómo mandarían un pelotón a la mañana siguiente para acabar con esa misión de una buena vez. Cuando regresó, me pidió que me ocultara en el árbol y que, si no regresaba antes del atardecer del siguiente día, tomara tantas pociones como pudiera y corriera hacia el norte. Afortunadamente, eso no fue necesario, pues volvió agitado la mañana siguiente, justo antes de que los soldados llegaran.
- ¿Qué hiciste? - le pregunté, apenas cerró la puerta. Sus tatuajes brillaban de manera extraña y sus alas se veían oscuras por algún motivo.
- Tuve que usar mi forma real para llegar aquí, no te preocupes - susurró, tratando de recuperar el aliento -. Tenemos que irnos, Miranda - se levantó, tomando un a bolsa y volando a lo alto del tronco para alcanzar las cosas que siempre usaba.
- ¿Qué pasó? - volví a preguntar, pero él negó con la cabeza -. Archer, sé que fuiste al escondite humano, necesito que me digas qué pasó - exclamó y él se detuvo un momento. Se giró y me dí cuenta que estaba llorando.
- Yo conocía al hada de la que todos hablan -. dijo -. Karina, la hada que mataron, la hada que criaron como un cerdo para el matadero. Llegó a la frontera de Srante, herida y me mandaron a mí, el curandero más cercano que tenían, a cuidarla para que contara lo que había pasado.
- Y me lo contó, me contó cómo mataron a su familias y cómo la maltrataron, cómo llegó a confiar en gente que habían planeado su muerte desde antes de conocerla y me contó lo mucho que odiaba a la familia real de Stradia y a los humanos en general - se detuvo, y bajó al suelo, al nivel donde estaba yo -, pero también me contó que no es culpa de los humanos, es culpa de sus Dioses que les hicieron creer en idioteces como el destino. Y me hizo prometer que jamás contaría eso a ningún hada y que jamás dejaría gente, hadas o humanos, morir por culpa de ese maldito destino.
- Y estaba en su lecho de muerte, no pude decirle que no porque sabía que su alma estaba tan debilitada que moriría en cualquier momento. Ella misma dijo que no tenía motivos para vivir, que su muerte llegaría sin importar lo que yo hiciera, y murió bajo mis cuidados en Srante porque no me dejó acercarme a ella siquiera - sus alas seguían viéndose oscuras.
- Te salvé por ella, y fui a tratar de salvar a tu ́ pueblo, de decirles que fueran al norte y trataran de pedir asilo en Hart, el reino de los perdidos, pero no me escucharon y corrieron al sur, pensando que les tendía una emboscada. Y traté de detenerlos, pero -- levantó su manga, mostrando que había una larga mancha oscura desde su muñeca hasta su codo, una mancha negra que se extendía poco a poco.
- Eso es magia de hadas - susurré, sorprendida.
- Escapé de Srante y de la guerra tras lo que pasó, me vieron como un traidor por guardar la palabra y, ahora que saben que estoy aquí y que me escapé, quemarán el templo y el bosque para acabar con todo. Eso o dejarán que el maleficio me mate, lo que pase primero.
Entonces entendí lo que pasaba. Claro, que un hada viviera en territorio aún no atacado era extraño, pero no esperaba que él estuviera tan relacionado con lo que había pasado. El hada de la que todos hablaron, la que traicionó la confianza del reino pero que, al parecer había sido la traicionada había conocido a Archer. Y entonces supe que tenía que ir con él al lago, porque las leyendas de mi pueblo decían que la verdad yacía en el agua de ese lago, y en ese momento más que nunca sabía que necesitaba la verdad y solo la verdad de lo que había pasado en la guerra.
Llegar a Biecielo no fue sencillo, primero porque mi pierna seguía doliendo un poco al caminar y segundo porque ambos teníamos que ocultarnos. Después de todo, Bien Cielo se encuentra en la frontera con Geranie, donde la situación estaba un tanto tensa por algo ocurrido hace años, cuando una de las princesas rompió la tradición familiar y condenó al reino a revueltas. Biecielo siempre se mantiene alejado de los conflictos al ser considerado un territorio puro que acepta a cualquier viajero siempre que no vaya solo. Y ahora ambos podíamos entrar a ese pequeño poblado por tres días, que es el tiempo que todos los mortales pueden estar ahí.
- Muchas gracias por llegar hasta aquí - me dijo cuando nos asentamos en una habitación humana. La mancha de su brazo se había extendido a su torso y eso significaba que empezaría a sentir la muerte acercarse dentro de pronto. "La magia no es una enfermedad, no puedo curarla. Una vez llegue a mi cabeza, moriré" me explicó entre lágrimas semanas atrás, mientras le abrazaba como él lo había hecho cuando entendí la muerte de mi gente -. Cuando termine esto, intentaré llevarme a Tulpe. Es la única región humana que no está en guerra ahora mismo - susurró.
- No hace falta - le dije -. Me quedaré contigo hasta que mueras, Archer - me observó y rió -. Es enserio, no pienso dejarte solo.
- Nos conocemos hace un mes, yo te salvé de la muerte y tú te quedarás conmigo hasta el día que muera. Es irónico - sonrió -. ¿Sabes? Cuando Karina me contó de los humanos, pensé que mentía y que el tipo que le secuestró era un monstruo que la manipuló hasta hacerle creer que no. Ahpra que te conozco, pienso que es posible queese chic no haya sido un idiota total.
- Asumo que eso es un cumplido, así que lo tomaré así - volvió a reírse -. ¿Por qué quieres ser bendecido si sabes que vas a morir de cualquier forma? - pregunté y su sonrisa se desvaneció.
- Quiero preguntarle a los astros por la verdad.
- ¿La verdad?
- Quiero saber si existe el destino y, si existe, si vale la pena destruir familias, naciones y personas por él - habló serio -, en otras palabras, quiero saber la verdad de la guerra. Los astros te dan la verdad de lo que más quieres y yo quiero saber eso.
- Queremos lo mismo - susurré y él me observó -. Jamás me cuestioné lo que me contaron del hada y el guerrero, así que ahora que sé que la historia es diferente a como me la contaron, necesito saber lo que pasó realmente. Y dicen que bebiendo el agua del lago de Biecielo encuentras la respuesta de lo que más buscas.
Sin embargo, decidimos pasear por ese territorio de paz ese y el siguiente día. ¿Por qué? Porque después de eso, lo más posible es que jamás encontremos paz en ningún otro lado. Lllegar a Tulpe es imposible y volver a Stradia es suicidio, así que tebíamos que disfrutar lo poco que ibamos a estar ahí.
El tercer día al atardecer nos acercamos al lago y dos personas nos guiaron hacia una lancha y nos dijeron que los suicidios en el lago estaban prohibidos. Me pregunto quién es tan idiota como para intentar suicidarse aqhí.
Apenas llegamos a lo que parecía el centro, Archer extendió sus alas y voló hacia el cielo, probablemente feliz, mientras que yo miraba mi reflejo en el agua.
- Tranquila, todo va a estar bien - me dije a mí misma antes de tomar un poco de agua con las manos -. Dioses Estrella, lago bendito, por favor muéstrenme la verdad que más quiero saber, déjenme saber si existe tal cosa como el destino y a lo que llevó a mi país.
Y apenas tomo un sorbo del agua, veo mil cosas frente a mí. Un mosaico de verdades que me muestra lo que pasó. Pero no en el palacio con un hada, no en Geranie con la guerra civil, no conmigo, sino de alguiejn qwueno conozco.
Un joven que es llevado a los cinco años a un palacio sin construir y que elige un centro de un libro que no se escribe aún. Un chico que ve a todas las personas que quería morir y que maldice el libro y a todas las personas que deban de ver su destino escrito en él. Un joven que viaja a un país que no es de humanos y que jura por sus dioses unificar el continente y detener las guerras, un joven que viene a Biecielo y toma de la misma agua que bebía yo y sale llorando de vuelta a su nación. Un joven que maldice a los jóvenes estrella y se suicida en un pueblo que aún no se había formado. Un joven que idolatran por sus actos heróicos cuando solo era un chico triste que murió de tristeza, un joven llamado Azafre.
Y entonces entiendo que es una mentira, que el propio Azafre escribió una buena parte de los cuentos para cumplir la promesa que hizo a Hart, el reino de los perdidos, de unificar el continente y detener las guerras. Porque los dioses estrella jamás quisieron que Stradia triunfara, porque el primer joven estrella ni siquiera era de nuestra nación: Era un perdido que los dioses eligieron
- Una mensajera vendrá desde mi nación y entonces las guerras entrarán a una etapa decisiva - le dijo a la reina de Hart en esa época -. Ustedes, país prohibido de los perdidos, podrán unificar el mundo de la manera que desean.
- ¿Y cómo sabremos quién será la mensajera? - preguntó la reina tras un velo que evitaba que su rostro se viera.
- Los dioses escribieron la profecía de una chica que escaparía de la guerra y vería la verdad en Biecielo. El cuento que elegí habla de cómo ella, amante de un traidor a su sangre, será su clave para hacer el mundo que desean. Ambos iremos al lago de Biecielo y ella sabrá la verdad. Mi trabajo es hacer que encuentre su camino y lo haré para que las profecías se cumplan.
Entonces entendí que toda mi vida era una mentira.
Salí de la ilusión y me encontré llorando en la lancha, en el lugar exacto que Azafre había bebido agua y me había visto.
- ¿Lo viste? - preguntó Archer tras de mí. Yo asentí y me giré. También estaba llorando.
- También tienes un cuento - murmuré y él asintió. No había nada que decir, ambos abíamos lon que teníamos que hacer y a dónde dirigirnos,
Pero antes de eso, nos abrazamos. No como enemigos, no como gente desconfiada, como dos seres que estaban atados por el destino que escribieron los dioses y que Azafre completó para que pasara todo lo que debía pasar y yo llegase al lugar donde estoy. Y así nos quedamos un rato, abrazados en una lancha en un lago que mostraba el destino.
Cuando volvimos a la tierra, dos personas nos esperaban con nuestras cosas. Y en la bolsa de Archer había más que sus pociones: Había una carta escrita por Azafre hace siglos con la leyenda "la luz brilla más allá del futuro".
La verdad y el destino son lo mismo, y ahora sólo queda cumplir lo que la gente escribió hace siglos. No por gusto, sino porque es la única profecía que debe cumplirse ahora: La paz del continente.
Con suerte, llegaremos a Hart antes que Archer muera.
Palabras totales: 3745.
𖤍 Elegí esta temática porque:
Me etuve peleando todo el fin de semana porque, si bien ya tenía esta idea, no querpia volver a meterme en el universo de Profecías. No lo logré y siento que no le hice justicia a la imagen, pero me gusta el resultado.
𖤍 Mis personajes son:
Miranda y Archer. Dato curioso, que no me metí en el pasado de Miranda porque no importa: Literalmente nació para conocer a Archer e ir con él a Hart. Es triste, pero por algo la historia se llama "Destinos".
𖤍 ¿Cómo te sentiste?
Escribí esto en cuatro horas después de sufrir por la temática, pero estuve bien todo el rato de la escritura. Bueno, asumo que estuvo todo bien.
𖤍 ¿Tuviste dificultades?
Llegar a la idea final, de nuevo. Últimamente he estado seca y estuve a nada de usar el comodín, pero me niego a hacerlo. Además, escribir esto me ayudó a organizar mis ideas de Miranda, que tengo sentimientos encontrados con ella (además de hacer una referencia a "Mosaicos", que es de las mejores cosas que he escrito).
𖤍 ¿Qué disfrutaste?
Meterme con Azafre, porque su existencia es importante desde "Profecías" (hay una escena eliminada de Karina y Alí escuchando de los viajes de Azafre y Karina expresando que le gustaría viajar). Además, con esto termino de meter cosas extrañas al universo de ese libro, porque ya tengo un final (no solo para Karina, no solo para Beolya, para el continente en general).
Espero les haya gustado el relato.
-t.
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