01── 𝖣𝖾 𝗏𝗎𝖾𝗅𝗍𝖺

LA TIERRA SE ABRE Y UNAS PÁLIDAS MANOS emergen del suelo, poco a poco se expone unos brazos seguido de una cabeza asomarse por completo, la cual estaba cubierta por una larga cabellera oscura y a su vez de tierra. Alza su barbilla haciendo que sus largas hebras oscuras se movieran, exponiendo su rostro en un tono tan pálido como el de sus manos, tres cicatrices decoraban en su mejilla izquierda y dos de ellas casi se extendían a su otra mejilla. Sus ojos profundamente negro como la misma noche observan los árboles que la rodeaban junto al silencio.

《¿Cuánto tiempo ha pasado?》

Se preguntaba en su mente aquel ser, saliendo al fín del suelo, el cual ha estado acostada bajo de esta tras día a día, tras semana a semana, tras meses a meses, tras años a años, muchos años. Con la esperanza de sufrir una larga y lenta tortura de todo lo que hizo con sus propias manos hasta morir por hambre, pero de alguna manera u otra su mente por completo se desconectó, logrando a tal punto que estuvo durmiendo todos ese tiempo, el cual pensó que moriría al fín para ir al infierno y aún sigue con vida.

Su alta figura se mueve con lentitud en la oscuridad de la fría y solitaria noche, la brisa chocaba contra su cuerpo, el cual no se inmuta al ser una demonio después de tanto tiempo. Su estómago gruñe con mucha fuerza que duele, un humano em esas condiciones estaría entre retorciéndose de dolor, desesperado por probar una migaja de pan, pero al no serlo no tiene esos problemas, o bueno, esperaba tener el mismo autocontrol que tenia desde antes para no matar a alguien inocente.

Sus ojos azabache se fijan en sus manos, momentáneamente las ve manchada de sangre, manchadas de víctimas que ella mató con esas manos que parecían más humanas que la de un monstruo. Con esas mismas manos arrancaba las extremidades de los cuerpos de sus presas y se los devoraba como un animal salvaje mientras sus oídos retumbaban gritos de horror hasta que luego las ve cubierta de tierra. En ningún momento cambia su semblante serio, observando sin ningún brillo sus asquerosas manos y se mueven hacia la zurda, especialmente se fijan en su muñeca donde tenía una pulsera de alguien especial que ella tuvo que herirle sus sentimientos para que no sufriera por culpa de un monstruo como ella.

《¿Aún estará viva?》

Sigue avanzando, moviendo sus descalzos pies sobre el suelo o saltar sin mucho esfuerzo por las raíces de los árboles que sobresalían de lo ya mencionado. No sabe cuanto tiempo siguió caminando sin rumbo específico con sus ojos fijos al frente hasta que de un momento a otro se da cuenta que estaba siendo rodeada por unos cuantos insectos brillando de un color verde, alumbrando de manera tenue la zona.

《Luciérnagas.》

Se guía por las pequeñas luces de los diminutos insectos, los cuales le daba una sensación de nostalgia y tristeza mirando uno por cada uno, incluso alzó su mano zurda para tocar algunos como cuando era una niña hasta que unos pasos más a la lejanía sus oídos captan el ruido de una especie de corriente.

《Un río.》

No tenía la necesidad de beber agua como los humanos, pero al ser un demonio necesitaba sangre y realmente no quería asesinar a alguien. Asi que sabiendo que su hambre no disminuiría fue en dirección al sonido de la corriente del río para hacerlo de todas maneras. Usa sus manos para apoyarse en algunos troncos de unos árboles y al escuchar con más claridad el sonido, observa el río, el cual parece brillar bajo la luz tenue de la luna, notando ahora mismo que estaba llena.

Sus pies se llenan ahora de tierra mojada, sin embargo no le da tanta importancia, se hinca y sus manos se unen una al lado de la otra a su vez inclina su torso hacia delante para poder alcanzar a llegar a tomar agua. No obstante, en cuestión de unos minutos su nariz puede percibir un olor familiar.

Sangre humana.

De inmediato alza su barbilla, alcanzando ver unas figuras, pero su campo de vista se tornó borrosa cuando sus tripas se retuercen en su interior, pidiendo carne humana. No alcanzó a identificarlos, aunque al enfocar de vuelta su vista ya no estaban. Se mantiene quieta en unos segundos, posicionando sus manos humedas sobre su cabeza, enterrando sin cuidado sus dedos en su cráneo, moviéndolo de un lado a otro mientras sus dientes se apretaban con fuerza entre si.

《No voy hacerlo, no voy hacerlo, no voy hacerlo...》

Se repite en su mente una y otra vez, borrosas imágenes de aquel líquido rojo con sabor a metálico recorre en su cabeza provocandole una gran inmensa ganas de matar a alguien y comerlo hasta que no quede nada de él. Estaba al punto de enterrar sus dedos en su cráneo a no ser que un chillido entrecortado de un animal hizo que su cabeza se moviera a esa dirección.

《Carne.》

Con una fuerza sobrehumana se mueve con rapidez cerca del río en busca de aquel animal, en si la carne cruda de un jabalí no la hará ni sentir tan sactisfecha porque la carne humana era más deliciosa para su metabolismo y tampoco va a llenarse del todo, además nunca probó comer un animal. Hasta hoy. Sus manos sujetan los mangos que conformaban sus dos katanas, las cuales estaban posicionadas a cada lado de su cadera, al oír el ruido de su primera presa ya cerca.

Las desenvaina en un rápido movimiento, aumentando sus pasos cuando visualiza a la lejanía su principal objetivo, el cual se trataba de un jabalí y cuando estaba al punto de enterrar sus katanas al animal mencionado de repente el cuerpo de la demonio se detiene abruptamente a una distancia de dos metros al alcanzar ver una pequeña figura envuelta en una blanca tela.

《U...¿Un bebé? ¿Qué hace un bebé aquí?》

Ese fue su pensamiento al reconocer lo que se trataba de aquella figura descansando en el suelo, envuelto en una ligera manta, la cual estaba mojada y cerca del río mientras el jabalí que pensaba matar le daba empujones con su nariz un tanto desesperado.

《No está haciendo ruido y puedo notar de lejos que está mojado, ¿acaso lo habrán tirado al río?》

El semblante de la demonio se endurece, viendo fijamente el pequeño cuerpo, al dar un paso al frente hace que finalmente el animal note su presencia, poniéndose en alerta. Ella entierra sus dos armas en la tierra y alza sus manos en son de paz, pero el jabalí al ser un animal sin poder razonar es claro que no va entender y menos lo hará la demonio si la criatura no le permitía acercarse a ver el estado del bebé en ese instante

—Aléjate, bestia.—Demanda en un tono calmado la demonio de cabellera oscura mirando de manera penetrante al animal que chillaba alterado por su presencia y también porque la contraria se acercaba, medianamente agachada con cautelosos pasos.—Ahora mismo.

La pelinegra ya estaba cerca de agarrar al bebé, pero gracias a su reflejo rápidamente aparta su mano antes que el jabalí le mordiera la mano y como respuesta en un rápido movimiento impacta su dorso contra la cabeza del animal, ejerció la suficiente fuerza para nada más ahuyentarlo, o bueno, intentó, porque solamente se alejó un poco a su vez chillaba entrecortadamente y no matarlo de un golpe.

—Quédate ahí o a la otra te mato.—Suelta amenazante antes de poner su atención al pequeño humano. Acorta unos centímetros más antes de dirigir sus manos en aquella tela blanca empapada de agua envuelta en el diminuto cuerpo del bebé.

Sus dedos abren la apertura exponiendo la cabeza de este, mirando que su cabello era un poco largo de color negro y degradaba azul en las puntas. Su rostro se mostraba apacible con los párpados cerrados como si estuviera durmiendo profundamente, pero al abrir un poco más la tela nota que su pecho no se movía, indicando que el bebé tenía agua dentro de sus pulmones y si no hacía algo ahora mismo es que moriría ahogado.

Alza su diestra a la altura de su boca, el cual abre mostrando su dentadura extrañamente no muy parecida a la de un demonio, si no de un humano. Mete el dedo pulgar en el interior de su boca y lo muerde haciéndose una herida, estira su brazo con el dedo que ella mismo formó un agujero para acto seguido meterlo a la fuerza en la boca del niño. Activa su técnica demoníaca, controla su sangre haciéndolo mover en el interior del bebé hasta llegar a los pulmones llenos de agua para presionarlo con mucha fuerza.

—¡Waaa! ¡Waaa!

Saca el dedo de inmediato al sentir como el agua sale rápidamente de la boca del pequeño humano y sin pensarlo usa su mano para ponerlo de lado para asi soltara todo el líquido que tenía dentro suyo mientras lloraba. Gira ligeramente su cuello a su derecha, viendo tanto analítica como amenazante al jabalí que se aproxima con lentos pasos, algo intimidado por la demonio, pero al parecer estaba atento a la criatura humana porque se acercó a olisquearlo y eso provocó que la contraria lo dejara en su postura anterior, viendo los ojos de este, los cuales eran verdosos; salvajes como el mismo bosque.

El llanto del bebé se calma poco a poco, alzando sus diminutas manos hacia el jabalí, quien olisquea su rostro y luego mira curioso a la pelinegra. Esta lo mira con un semblante serio sintiendo una sensación de tristeza muy familiar teniendo malos recuerdos recorrer en su mente, pero antes de alejarse este lo toma desprevenida cuando estira su brazo izquierdo y con su diminuta mano sujeta su dedo índice mientras formaba una pequeña sonrisa sin dientes aún en sus labios a su vez se removía en la manta mojada. La demonio mira perpleja la acción del pequeño humano, pero al sentir una presión de dolor presentarse en su pecho por inercia aparta su mano del contacto del pequeño y se levanta del suelo, resignandose por dentro de ya no querer comerse el jabalí porque al parecer este ha tomado cariño ante el bebé. Le da la espalda a los dos, tomando de vuelta sus katanas para guardarlas en sus fundas y cuando se iba a marchar de ahí, sus oídos perciben de nuevo el llanto del bebé.

Gira su cabeza a la altura de su hombro derecho, viendo sin emoción ninguna al pequeño humano que la miraba a ella con los ojos verdosos cristalizados entre tanto lagrimas rodeaban sus regordetas mejillas y sus brazos estaban alzados en dirección a ella, queriendo su cercanía.

《No, no ocurrirá otra vez.》

De manera cruel le da la espalda una vez más, pero esta vez decidida a irse, alejándose del animal y especialmente ignorando a la pequeña criatura humana que lloraba por ella hasta perderse en la oscuridad del bosque.

Un demonio con su característica piel pálida de cabello corto bien peina y sombreado verticalmente de un verde opaco a negro y de brillantes ojos de color de púrpura lavanda vestido de una camisa abotonada debajo de un kimono completamente blanco y pantalones azul oscuro caminaba bajo la noche en la ciudad donde se escondía junto a su salvadora.

Se movía tranquilo entre las personas con un semblante serio mientras sujetaba algunas comprar que su amada demonio le habia ordenado que hiciera y con mucho gusto fue acatar sus órdenes. Decide ir a un atajo donde menos seres humanos frecuentaban a su paso, pero en un instante se detiene de golpe al percibir un dulce aroma en el aire, uno bastante muy dulce.

Es común que existan humanos que tienen sangre especial, aquellos eran las comidas favoritas de los demonios, pero la sangre especial no es igual, cada humano que lo posee puede ser diferente.

Este era muy dulce, el cual lo obligó a detener su caminata para poder controlarse asi mismo porque era tan fuerte el aroma de aquella persona que poseía la sangre especial que se apoderó en todos sus sentidos y decepcionaría a su amada si matara a un inocente. Pese que su vista se tornó borrosa, mantiene la cabeza abajo y sigue caminando un poco más rápido que antes, ignorando sus instintos asesinos.

No obstante el olor dulce de la sangre se lo estaba poniendo difícil cuando lo podía percibir acercándose.

《Esto es muy raro, nunca he olido una sangre especial tan fuerte.》

Posiciona su diestra en medio de su pecho sintiendo aquel órgano palpitante aún en ese lugar, latiendo exageradamente acelerado y claro, el demonio estaba muy alterado porque él no es como los demás, debido a eso no quería lastimar a los humanos. Sin embargo, le parecía familiar.

《¿Por qué se me hace familiar ese olor?...Espera...¿No será acaso?》

—Oye, tú niño...

El demonio gira su cuerpo rápidamente, preparado para atacar, pero su muñeca fue fuertemente agarrado por una mano muy pálida como la piel suya. Sorprendido mira al frente, observando primero el pecho de alguien cubriendo su desnuda piel con un kimono con detalles de muchas flores coloridas y extrañamente unida a una yukata del mismo color, pero con pequeños detalles blancos y cubierto de tierra acompañado de un hakama verde de tonalidad oscura, la cual tenia dos fundas de dos katanas.

Tuvo la obligación de alzar su barbilla ya que la persona frente suyo media exactamente como 1.88 metros de altura. Sus ojos púrpura lavanda reflejan más sorpresa al fijarse en el rostro de aquella persona, apenas podía verse por su larga melena que parecía una cascada azabache, pero pudo reconocer esas cicatrices cuando las largas hebras oscuras se mueven por la suave brisa de la noche, exponiendo su rostro y los ojos de esa luna superior; profundamente negros con una mirada sin vida ninguna en ellos finalmente hace que el demonio se acuerde.

La demonio que supuestamente desapareció más de ochenta años; Endō Yuriko o más bien dicho: La Dama de Negro.

—Yo te conozco.—Aclara esta y el más bajito traga saliva con cierta dificultad.

Por otra parte, en el interior de una casa una demonio que aún conservaba sus rasgos humanos aparentando una hermosa mujer con cabello largo y castaño oscuro, dividido en el centro y desgastado trenzado en un moño grande y bajo, que se sujeta en su lugar una horquilla floral. Tenía ojos grandes y suaves que no poseen púpilas, los cuales miraban al felino del otro demonio, quien fue en compra de algunas cosas que necesitaba. Ella estaba vestida de un kimono morado oscuro que estaba decorado con ramas onduladas de un árbol de color púrpura pálido y flores rojas, con un obi color crema para asegurarlo alrededor de su cintura.

Se encontraba en su oficina y anteriormente estaba escribiendo unos informes, pero el felino anteriormente mencionado se acercó a ella en busca de recibir atención y pasa suavemente su mano sobre la cabeza hasta la loma del animal, sintiendo bajo la palma de su mano la suavidad del pelaje tricolor que poseía el gato, quien ronronea de manera suave por sus caricias.

La demonio forma una sonrisa gentil en sus labios pintados de un labial rojo en contraste con su piel pálida y sin mostrar dientes hasta que su dulce expresión se contrae un poco de la confusión cuando el gato levanta su cabeza dejando de ronronear y de un momento a otro se aleja de la fémina para salir de la oficina.


《Supongo que Yushiro ya regres-》

Y un dulce aroma controlando todo sus sentidos hizo que la confusión fuera nuevamente reemplazada, esta vez de sorpresa al reconocer ese dulce olor. De inmediato se levanta de la silla para salir rápidamente de su oficina. Podía sentir como su corazón bombardeaba rápido a medida que se aproximaba a donde estaba Yushiro y ella.

De golpe sus pasos se detienen a tres de distancia del demonio llamado Yushiro a su vez alzaba sus manos a la altura de su boca sin poder creer observar a la segunda presencia justo al lado del chico mientras el felino restregaba su cuerpo contra sus descalzos pies manchados de tierra.

—Señora Tamayo-

—¡Yuriko!

La pelinegra deja de mirar al gato que pedía de su atención, alzando su vista al escuchar una voz gentil y muy familiar llamarla, pero no tuvo tiempo a procesar al sentir unos brazos rodear su cintura, abrazándola con suma gentileza. Algo perpleja baja su cabeza encontrándose con la mirada gentil de aquella demonio llamada Tamayo, alzando por inercia sus brazos por el contacto físico sintiendo una incómoda sensación apoderarse en ella ya que no está para nada acostumbrada al recibir muestras de cariño.

—Cre-Crei que habías m-muerto.

Tamayo coloca su cabeza de lado en medio del pecho de aquella demonio que aparentaba tener más edad por su endurecida expresión y las cicatrices que decoraban su rostro, pero realmente su apariencia era la de una joven de dieciocho años, solamente que era muy alta.

Se sentía completamente aliviada al estar abrazando aquella demonio que conoció cuando antes era una humana. Una pequeña niña de doce años salvada en los brazos de aquel horrible monstruo que se obsesionó tanto con ella que no quiso matarla porque quería seguir conservando su sangre de una manera u otra.

A diferencia de Yuriko debido el cual no quería seguir viva y permanece quieta, formando una mueca incómoda mientras miraba como la demonio manchaba de lo más estaba su ropaje de lágrimas y ajeno de toda la escena estaba Yushiro mirando irritado, y con algo de celos a la demonio, pero prefería calmarse.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top