CAPÍTULO SEIS: OBRA DE ARTE FALSA

El arte no es que le interese demasiado a Ha-ri, sin embargo, por orden de su jefe debía asistir obligatoriamente y acompañarlo. En cierta parte tiene una pizca de pánico, debido a que casi todos los invitados son alfas, muy pocos omegas asisten a eventos de tal magnitud. Se siente más segura yendo con el señor Lee. La manera en que la defendió con su hermano le afirma que por más que diga que no se preocupa por nadie, siempre está dispuesto a ayudar cuando tiene ganas o es una razón importante.

Se quedó esperando al hombre afuera de la entrada del museo. Había llegado hace unos cinco minutos y faltaba poco para que cerraran la entrada para dar inicio a la exposición. Un Ferrari se aparcó a la orilla del andén. De ahí se bajó su jefe entregándole las llaves al Valet Parking después de que este lo recibiera con cortesía 《 ¿Cuántos coches tendrá?

— Buenas noches señor Lee— le saluda. El empresario hizo una mueca de disgusto sintiendo nuevamente el olor a vainilla que desprendía la mujer y siguió su camino con ella persiguiéndolo — ¿Qué quiere que haga hoy?

— ¿Trae papel y lápiz? — asiente sacando los objetos de su bolso — hoy buscaremos publicidad. Empresas que quieran patrocinarnos o unirse a nuestra campaña publicitaria. Lanzaremos una nueva colección y hay que invitarlos al desfile que habrá en un mes.

— De acuerdo — entran al museo, el cual, además de mostrar pinturas o exhibiciones, tenía pequeños puestos de comida muy elegante y bares perfectos para pasar el rato. Lee Know saluda a la gente a medida que caminaban — ¿ha venido aquí antes?

— ¿Es asunto suyo? — la mira de reojo con seriedad. Se encoge de hombros recordando que no le agradan las personas "metidas" — Sí, muchas veces. Mi empresa es la encargada de proporcionarles las medidas de seguridad adecuadas.

Pasan al gran salón hallando a la encargada de la exhibición — ¡Hola! Pensé que no vendrían. Te ves muy bien, Ha-ri.

— Gracias, señorita Oh. Usted también. — sonríe agradeciendo.

— ¿Podemos hablar algo privado? Tengo un negocio pendiente y me gustaría saber tu opinión. He pensado que... — se alejan, dejando a Ha-ri.

La pelinegra esperó a que su jefe regresara, lo cual tomó más tiempo del que pensó. Varios alfas que pasaban se le quedaban mirando y otros se acercaban a olfatearla discretamente. Lo cual era realmente incómodo. Sin embargo, es lo que un omega vive día a día. Ser juzgado por la sociedad o dejarse manipular de los rangos mayores se ha vuelto más común de lo que pensamos.

— Buenas noches — un hombre mayor aparece a su lado con una sonrisa muy poco caballerosa — ¿No tienes un alfa?

Ella se mantiene callada dando un paso atrás por precaución, tratando de no parecer grosera, ya que es lo peor que se puede hacer a menos que quieras que te den una lección.

— Ya veo. No tienes marca, eso responde mi pregunta... ¿Vienes acompañada de alguien?

— Mmm, sí, estoy esperando — sonríe nerviosa.

— Qué mal. Conozco un increíble restaurante aquí cerca, pensé que podríamos ir algún día— Ha-ri observa a su alrededor tratando de encontrar algún rostro conocido para irse — ¿Qué dices?

— Es muy amable de su parte pero trabajo mucho. Si me disculpa, debo ir... — el hombre la tomó del brazo con fuerza y movió su nariz cerca suya, sintiendo el exquisito olor a fresa que desprendía — suelteme, por favor.

— ¿No tienes un alfa y tampoco quieres uno? ¿Acaso no te enseñaron que debes aprovechar la oportunidad? No muchos omegas son tan suertudos.

— Perdone, de verdad, no lo necesito. Déjeme ir. Me está lastimando. — Suelta un pequeño quejido cuando la acerca a él con brusquedad.

— Hazme caso y no te haré nada.

Las personas estaban tan ocupadas en sus negocios empresariales que no prestaban atención a lo que pasaba. Ha-ri estaba realmente asustada. Nunca un alfa había sido capaz de forzarle y le daba miedo que se convirtiera en algo más grave.

— Ahora, iremos a la salida. Te mantendrás callada y saldremos ¿entendiste? — pregunta en voz baja.

— Oye, Lee Know ¿esa no es tu secretaria? — pregunta un compañero interrumpiendo la conversación que tenía con Yoon-seo. Se giró frunciendo su ceño, viéndola con aquel hombre.

Mentiría si dijera que no sintió la rabia llegando a su cuerpo apenas lo vió maltratándola de esa forma.

El olor fuerte del alfa lo repugnó y no dudó ni dos segundos en ir. Le dió una patada en la espalda haciéndolo tambalear y cayó directamente en el ponche de frutas. Se agachó su lado con cuidado de no salpicar su costoso traje.

— Adivine a quién voy a demandar por acoso sexual — le dió una sonrisa sarcástica y le dió un manotazo en la cabeza — no le contaré cómo le voy a quitar su olor tan asqueroso pero le daré una pista ya que tanto insistía en llevársela: mi casa.

Se levanta con orgullo viendo cómo los de seguridad lo sacan a la fuerza del evento. Acomoda su chaqueta y se sobresalta cuando Ha-ri aparece frente a él.

— Perdóneme, señor Lee, no quería dar este espectáculo frente a estas personas. Estoy muy apenada— junta sus manos haciendo muchas reverencias.

— No pasa nada. Ya he pasado por esto antes— la pelinegra asiente con una expresión desanimada por haberle estropeado la noche a su jefe— ¿tiene hambre?

— ¿Disculpe?

Lee Know suspira —Ya me aburrí de esta maldita exhibición. Quiero comer.

Se da la vuelta caminando despidiéndose de la señorita Oh, quien está impactada por la actitud defensora del hombre. La pelinegra se queda un rato procesando el por qué fue tan amable con ella. Aún así, lo sigue con rapidez. El señor Lee caminó unas cuantas cuadras abajo del museo, donde al hallar el lugar que buscaba, entró pidiendo una mesa. Era un restaurante casual, no elegante, ella pensó que sería totalmente lo contrario.

— ¿Ha venido aquí antes? — cuestiona al notar que el mesero le preguntó si quería lo mismo de siempre.

— Usted sí que es cotilla — responde sirviéndose soju — por más feo que parezca este lugar, venden la mejor carne que he probado ¿conoce Le Noir o algún otro restaurante así? — la chica asiente — no porque sean caros significa que sea la mejor comida que existe.

— Parece muy sabio— sonríe levemente.

— Aquí tiene, señor Lee — el mesero le trae su plato y observa a su acompañante — ¿desea algo, señorita?

— Mmm... No tengo ham-

— Traigale un waffle con fresa y helado de vainilla — el mesero se retira inmediatamente. Ella se mantiene en silencio debido a que no quiere protestar el por qué le pidió eso si ni siquiera mostró indicios de tener apetito.

El alfa comió en silencio jugando en su celular un juego de disparos. Ha-ri se quedó mirándolo. Estando más a solas con él se ve más tranquilo y libre. Cuando está rodeado de gente se queda en su caparazón duro de empresario. A fin de cuentas, era un humano como ella, como todos. También se divertía a su manera.

— Muchas gracias — sonríe al mesero cuando este llega. Probó el plato y, extrañamente, lo sentía delicioso — ¿Cómo descubrió este lugar, señor Lee?

El juego emitió el sonido de "game over" dejándolo completamente ido del mundo— No debí preguntarle ¿cierto?

— ¿Usted qué cree? — la mira con una ceja alzada, ella baja su mirada avergonzada.

No le respondió su pregunta. Lo que más odiaba Lee Know era hablar de su pasado. No porque fuese trágico, si no que le recuerda a personas que extraña demasiado.

Pagó la cuenta sin más y salió del restaurante siendo seguido por la omega. Al regresar al museo, el evento ya estaba terminando y todos se retiraban dando por terminada esa larga noche.

— Espere, señor Lee — Ha-ri le llama, él se gira presionando el botón de desbloqueo de su auto, preparado para irse — Sé que le molesta que haga muchas preguntas, pero... ¿Puede responderme por última vez? Le juro que no volveré a molestarlo.

El castaño pone sus ojos en blanco frustrado — adelante.

— Se supone que no le importa la gente, sólo lo que le pase a usted, entonces ¿por qué me defiende de todo y de todos?

— Porque es mi secretaria — Ha-ri lo mira directamente a los ojos. En el fondo, desanimada — ¿Qué? ¿Qué creyó que respondería? ¿Que me gusta y por eso lo hago?

— No he dicho eso— niega rotundamente.

— ¿En serio? No le creo. ¿Usted cree que yo saldría con una simple omega que es secretaria y no sabe defenderse por sí misma? — suelta una risa — no sea ridícula.

— Señor Lee, me está comenzando a ofender — murmura apretando el agarre de su bolso con un nudo en su garganta.

— Piense qué dirían los noticieros o periodistas si se dan cuenta que están tratando mal a mi secretaria y yo hiciese nada, me tacharían de maltrato laboral por no mover un dedo por usted y eso bajaría las ofertas de trabajo en mi empresa porque la gente me tendría miedo. Por favor, no se ilusione, señorita Jung— Ha-ri deja su mirada en el suelo tratando de que ninguna de sus palabras la hieran pero le es imposible — eso sólo es un trabajo. Una pobre secretaria que sigue las órdenes de su jefe mandón. Espero no se aproveche de todo lo que he hecho porque no tendré más remedio que despedirla y no queremos eso ¿verdad?

Alza la cabeza viéndolo con seriedad — Felicidades, señor Lee. Acabo de confirmar que es cierto todo lo que dicen sobre usted.

Él sonríe egocéntrico y entra a su auto, el cual arranca desapareciendo del parqueadero. Ha-ri soltó unas cuantas lágrimas sintiéndose mal consigo misma y se dió la vuelta para ir en busca de algún taxi a esa hora de la noche.




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