01. Those eyes ...!

Does the ocean observe the majesty of the deer or does the deer contemplate the beauty of the sea? ’




















































Diciembre, 2000.

LIBROS, LÁPICES, NOTAS Y PAPELES REGADOS POR DOQUIER en la habitación y eso que el susodicho Devon aún no llegaba. La castaña exalo y se subió las mangas de su camisa blanca antes de comenzar a ordenar el lugar para que tuvieran un sitio de trabajo decente.

Tamara Jordan había empezado a dar tutorías extracurriculares a los chicos de su preparatoria para dar inicio a su fondo propio de ahorros. Ese primer sábado de diciembre era el turno de un chico de primer año, malo en matemáticas – según el maestro, el hasta se dormía en clase – y con unos ojos de borrego a medio morir que encantaron a la mitad de la población estudiantil femenina.

¡Pero bueno, a lo principal!

— ¿Nombre y asunto? — un pequeño rubio con una corona de cartón y toalla de baño por capa apuntaba al chico en su puerta con la espada de juguete.

— Ah ...¿matemáticas? — el chico balbuceo sin saber que decir. Nadie le advirtió sobre un niño con disfraz en la casa de su novena tutora, Tamara Jordan, una chica mayor de tercer año.

— Incorrecto — ¡paf! el niño le cerró la puerta en cara.

Devon se quedó parado en la puerta sin saber que hacer, hasta que unos gritos femeninos llamaron su atención. Al parecer el niño discutía con una chica.

— Hey, lamento eso. Gabe solo estaba jugando — una chica más joven que el abrio la puerta nuevamente — ¿Vienes por las tutorías?¿Dave, no?

— Devon — corrijio el, viendo al pequeño ocultarse detrás de las piernas de la chica mientras lo miraba frunciendo el ceño tanto como le era posible.

— Oh rayos. Perdona — Lilibeth se disculpó y le hizo una seña para que entrara — Pasa, te llevo al cuarto de Tammy.

El chico la siguió en silencio por las escaleras hasta un cuarto con puerta color beige y lo que parecía ser estrellas transparentes adheridas. La chica tocó un par de veces antes de pegar su oído en la puerta debido a que nadie le contestó.

La pelirroja suspiró con una sonrisa y abrió la puerta sin más — Tammy, traje a tu víctima.

La chica castaña estaba terminando de guardar algunas notas en una carpeta decorada con estampas de comida kawai. Tamara dejó su carpeta especial sobre la mesita de noche junto a la cama y le sonrió al chico.

— Hola Devon — el mencionado murmuró un "Hola" muy bajo mientras miraba a todas partes menos a la chica — Gracias Beth.

— Los dejo. Volveré con el huracán dorado que llamas hermano — la pelirroja cerró la puerta tras de si después de salir y luego volvió a la sala.

— Perdona por eso, la doc está trabajando y mamá llevo a Dee al dentista, en fin, comenzamos? — la voz de Tamara es amable mientras señala la mesita baja que tiene en medio de su cuarto. El no protesto, pues parecía ser cómoda.

Devon no tenía realmente muchas ganas ni esperanzas depositadas en esa sesión de tutoría. Desde que entro a la preparatoria su notas habían tenido una notable decadencia en ciertas materias. Sus padres ni lo notaban, pues estaban muy ocupados odiandose y gritandose entre sí como para recordar que tenían un hijo. Fue cuando el profesor lo reprendió por su bajo desempeño y le advirtió que si seguía así el resto del año estudiantil podría reprobar, que su amigo Fred le recomendó tomar tutorías de las materias que más se le dificultaban, y el lugar número uno era ocupado por las horribles matemáticas. Vamos, a quien diablos se le ocurrió meter letras en todo el asunto de las ecuaciones? Debieron quedarse en los números. Ni hablar del álgebra o la trigonometría.

El sabía lo que pasaría. Empezarían con un tema al azar, estarían dándole vueltas por unos treinta minutos – o una hora completa – y luego la chica se rendiría con el, tal como los ocho jóvenes tutores aplicados que estuvieron antes que ella. Devon no era tonto, solo que su estilo ideal de aprendizaje era diferente. Así lo entendía y lo interpretaba el, pero los demás parecían diferir.

— ¿Devon? — oh carajo.

Llevaba más de cinco minutos en la misma operación. Tamara le explico el procedimiento y la formula de una manera tan dulce y amable que le fue imposible negarse cuando ella le preguntó si estaba listo para intentar el problema, y ahora eso le estaba pasando factura. El chico suspiro a la espera de un regaño o un sermoneo como le pasó antes.

— ¿Que te parece si intentamos otra cosa? — la ojiazul ladeo la cabeza, cosa que le era casi un tick.

— ¡Puedo con esto, en serio! Solo ...

Tammy observó al chico con una mueca. Devon tenía una mano en la frente y la otra en la mesa, con esa expresión y sus grandes ojos de venado era fácil leerlo, estaba frustrado y enojado consigo mismo. Ella sabia que muy probablemente se sentía un idiota.

— Sabes, aprender es como una escalera — la ojiazul tomo la mano que tenía encima de la mesa entre las suyas y lo hizo dejar el lápiz — Aveces tienes que volver un escalón atrás para seguir avanzando y no quedarte atascado.

— ¿Eh? — sus mejillas están roja por el contacto, pero ella no parecía notar su nerviosismo.

— Demos un repaso. Ecuaciones, numero negativos y positivos, raiz cuadrada y esas cosas. Tal vez creas que las conoces totalmente, pero podría ser que no, y eso te está dificultando algunas cosas ahora. — la sonrisa de Tamara se volvió tan brillante para el ese momento — Iremos a tu ritmo Devon, no hay prisa.

No hay prisa. El sonrió por primera vez en el día, pues esas eran las palabras que en el fondo anciaba escuchar.

— Oye Devon — el mencionado la miró atentamente — Tus ojitos de venado si son lindos.

¿Tener diecisiete te vuelve tan ...hablador y desvergonzado?, penso el con las mejillas más coloradas. Tamara solo pudo pensar que se veía adorable.




























Febrero, 2001.

Aquí va otra vez, llendo a la casa de la chica que estuvo dándole tutorías los últimos tres meses ya no solo de matemáticas, si no también de ciencias, historia y literatura. Apretó la correa de su mochila nervioso mientras se acercaba cada vez más al lugar. ¿Por qué? Bueno, tu también estarías nervioso si vas a casa de persona que te gusta.

Si, gustar.

En esos tres meses fue capaz de desarrollar unos fuertes sentimientos por Tammy. Ya fuera por su sonrisa brillante en la escuela o lo hermosa y amable que se veía en cada sesión de tutoría, el no sabia. Solo tenía claro que no podía seguir siendo el amigo de la chica más perfecta de Toronto – a sus ojos, ella era perfecta – y morirse de celos lenta y silenciosamente cada que Tadashi Hamada, un chico de su clase que parecía con el que ella parecía tener mucho en común, se ofrecía a llevarla a casa. O cuando escuchaba a algún chico de segundo más listo y atractivo que el suspirar de amor por ella y decirle a sus amigos lo maravillosa que era – aunque el también lo hacía –.

Declarate — le dijo su amiga Mj Lawrence, quien compartía clase con Tamara — No pierdes nada.

— Solo su dignidad y la capacidad de mirarla a la cara — recalcó Gogo desde el sofá individual de la casa Tomago – casa de la mencionada –, lugar casi oficial de sus reuniones.

— Chicas, lo están confundiendo más — Fred lo tomo por los hombros — Este joven padaguan tiene que forjar su propio camino Jedi.

— Si claro — dijeron las dos al unísono, una más convencida que otra.

Toco la puerta dos veces, esperando que el pequeño Gabe no fuera quien le abriera. Gracias al cielo no fue así, pues al otro lado se encontró con la amable sonrisa de Rachel Jordan, madre de Tamara y el pequeño huracán rubio.

— Hola Devon — la mujer se hizo a un lado para que le chico pudiera pasar.

— Buenos días — el chico no dijo ni "señora" ni "señorita", pues un termino ya había sido dejado de lado a petición de la mujer y el otro era simplemente incorrecto.

— Tammy está en su cuarto, sube — el chico asintió antes de dar una mirada rápido a la cocina y notar una cabellera tan roja como la de Lilibeth y Deanne, las hermanastras de la chica Jordan.

— Buen día doctora Parker — la mujer asomó su cabeza y le respondió con un buenos días que sono cansado, seguramente por su turno nocturno en el hospital.

Devon conoció la historia de la familia de Tamara en partes. Rachel Jordan se divorció de su marido y crió a su hijos sola por un año antes de conocer a Sophia Parker, otra madre soltera que pareció comprenderla a la perfección. El sentia admiración por esas dos, pues el como lucharon para estar juntas y lograron adaptar a sus familias ante la idea de que una relación nació entre ellas, al igual que como decidieron tener un nuevo inicio en Toronto, lejos de las personas de mente cerrada que hicieron sus vidas y las de sus hijos todo un dilema.

El la sala, al lado izquierdo del pasillo antes de la escalera, pudo notar tres cabezas, Lilibeth, Deanne y el ya no tan pequeño Gabe. A quien por cierto ya ñe caia un poco mejor, aunque aveces aún le apuntaba con su espada de juguete diciendo que el dragón no podría llevarse a la princesa del castillo, muchas veces le siguió el rollo, otras se preguntó como es que un niño tan pequeño podía tener tanta energía.

— ¿Tammy? — asomo su cabeza por la puerta. Nobody Like U de 4*Town, una banda que había debutado apenas hace dos con un gran disco y una gira mundial, sonaba en el cuarto de la castaña mientras ella terminaba unos apuntes en su libreta y movía la cabeza al ritmo de la música.

— ¡Hola! — saludo después de notar su presencia y llendo a pausar el reproductor. Cumplir dieciocho no le había quitado lo adorable de sus acciones y gestos involuntarios, menos el brillo el sus ojos al hablar de algún tema que la emocionará.

Estuvieron hablando un rato sobre las nuevas lecciones, además de su semana, unos cuantos chistes y anécdotas de por medio y lo molesto que podía resultar el señor Howard desde que si auto se descompuso y su esposa lo llevaba al trabajo y lo recogía, siempre igual de puntual.

El silencio que los envió después de un rato era agradable para ella, pues se suponía que Devon estaba resolviendo unos ejercicios de práctica mientras ella hacía su tarea de historia. Que equivocada estaba.

El pobre chico parecía tranquilo por fuera, pero mentalmente tenía todo un caos al estar tan cerca de la castaña, con aquel silencio que antes era reconfortante para el y que ahora lo carcomia por dentro. Con sus palmas sudando y los dedos tamborileando, el chico sacó un sobre amarillo de su mochila.

¿Qué? Al no recibir gran ayuda de sus amigos tuvo que recurrir a Honey Lemmon, amiga de Tamara. La rubia dio un grito de alegría en el momento que le dijo el por qué la busco he inmediatamente puso manos a la obra. Al final, la chica le recomendó escribir todo lo que sentía al notar como el no pida decir más de dos palabras al momento de intentar confesar sus sentimientos, incluso a quien no fuera el receptor de dichas emociones.

Suspiro, sacando valor de quien sabe dónde y puso la carta sobre la mesita caoba — Ten, es para ti.

Tamara miró el sobre y luego al chico tan nervioso frente a ella, pasando su mirada de uno a otro como un juego de ping pong.

— Gracias — dijo finalmente y se dispuso a abrirla, hasta que las manos del chico la detuvieron, la diferencia de tamaño era obvia, además del calor que emanan una sobre la otra. Devon se aparato con las mejillas coloradas.

— Por favor, no la habrás conmigo aquí. Hazlo cuando estés sola.

— ¿Es algo malo?

¡Si, pésimo! Son mis sentimientos por ti, penso, más no lo dijo en voz alta, en lugar de eso nego.

— Tranquilo — y ella le sonrió tan tierna que fue imposible seguir negándose. El cerro los ojos, listo para escuchar el rechazo de la más grande.

Después de eso todo pasó tan rápido, y cuando menos se dio cuenta Devon toco sus labios con las yemas de sus dedos, recordando como Tamara lo besó hace solo un segundo. No era su primera vez besando, pero ante tal sorpresa el no pudo hacer más que corresponder totalmente nervioso.

— ¿Y ahora qué? — la castaña pregunto al mismo tiempo que tomaba haciendo junto a el.

— No lo sé — admitió con el corazón a una gran potencia — Nunca pensé que llegaría tan lejos.

Tamara río suavemente y tomó la mano derecha del chico y la entrelazo con la suya — Bueno, también me gustas Devon. ¿Quieres ser mi novio?
























































































2160 palabras

Bueno, Devon, a pesar de salir solo como cuatro veces me dio tres impresiones: no es bueno con el estudio (¿Por qué me pareció eso? Ni idea). Al no ser mencionados otros trabajadores del Daisy Mart significa que muy probablemente es el único por lo que no va a casa muy seguido creo, aunque eso no parece ser molestia, de allí mi idea de la mala relación de sus padres.
Y por último, no duerme bien, tal vez por lo mismo del empleo o por que en su casa no puede.

Priya también me da vibras de no dormir, pero no se por que presiento que ella se la pasa leyendo ficción romántica gótica en las noches XD

*se tira en su cama a morir*

Mañana me mudo a la ciudad, deseenme suerte xd

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