35 • Hasta nunca (FINAL)

Narrador Omnisciente

—¡Hola, Nueva York! —Tiffany salió disparada de la limusina junto a Blair, quien al ver a Charlotte acercarse al coche lentamente soltó su bolso Luis Vuitton y chilló de alegría al ver de nuevo a su mejor amiga en la ciudad que nunca duerme.

—¡ESTÁS AQUÍ! —las tres se abrazaron riendo y el chófer se encargó de subir las maletas a la habitación de Charlotte quien había invitado a sus mejores amigas a pasar la noche en su Penthouse.

—¿Qué tal Praga? —sonrío la rubia.

—¡Encantador! Debo mostrarte mi nueva colección de zapatos, los labiales importados que he comprado y... ¡adivina que! Me he tirado a un sexy checo! —sonrió Blair.

—¿Qué hay de Green? —preguntó.

—No lo sé pero no debe enterarse así que te callas —susurró y volvió a gritar—. ¡Vamos dentro!

Subieron hasta el último piso y una vez allí comenzaron a mostrarle a Charlotte las elegantes prendas y zapatos que habían comprado, tal y como lo esperaba recibió muchísimos regalos de sus amigas, entre ellos varias joyas con rubíes y muchos perfumes de Carolina Herrera, sin contar las cajas y cajas de chocolates con frutillas, los favoritos de Charlie.

—Y, esto fue dónde Tiffany quiso comprar comida en un carrito —dijo Blair asqueada al mismo tiempo que le mostraba una foto de ambas en el centro de Praga—. ¿Puedes creer que estuvimos un mes y no se ligó a ningún tipo? ¡Pues yo no!

—No eran mi tipo —negó—. Los checos son sucios y huelen a sopa... además, yo quiero a Liam.

Charlotte tensó su mandíbula al recordar que por la tarde debía reunirse con Harry.

—Liam, Liam, Liam, Liam, Liam —se quejó Blair gruñendo—. Todo lo que ha dicho durante el viaje es Liam.

—Está en la ciudad y hoy lo veré de nuevo —sonrió mirando a Charlie.

—Espera. ¿¡Qué?! Eso significa qué el idiota de Harry también está aquí, ¿verdad? —preguntó ella.

—También debo a ver a Harry hoy —admitió Charlie.

—Genial, son un par de estúpidas —dijo y su móvil empezó a sonar, el identificador decía "Green", por lo que Tiff se contuvo la risa y Charlotte tapó su rostro con ambas manos, Blair las calló y fue hacia el balcón a responder.

—¿Dónde verás a Harry? —preguntó Tiffany—. Creí que él estaba con Phoebe...

—Lo está, supongo. Me dijo que si no estaba en la cima del Empire State a las 6 de la tarde en punto, se iría de mi vida por siempre —suspiró con la vista hacia abajo—. Siendo honesta, ya no sé que más pensar de Harry.

—¿Y qué harás tú? —preguntó.

—Iré, creo...

—Espero qué puedan acomodar sus diferencias y seguir adelante, Charls —suspiró—. Las cosas con Liam son iguales pero empujamos hacia el mismo lado para que las cosas estén bien.

—Tiffany, Liam es diferente a Harry —suspiró Charlotte—. Ni en un millón de años ni aunque conociera al amor de su vida, Harry Styles no puede ser fiel...

—Tú eres el amor de su vida, Charlie —sonrió Tiffany—. Lo sabes desde el momento en que llegó a la cena de caridad de Año Nuevo, tú sabías que el terminaría enamorándote —dijo—. Solo admítelo, ve al Empire y dile que lo amas.

—No todo es tan fácil, Tiff —negó—. He soportado críticas, noticias, chismes y en verdad creo que no soy capaz de aguantar algo de eso nunca más.

—¿Entonces vas a decirle a Harry que no quieres volver con él? —preguntó.

—No sé que voy a hacer pero espero tomar la decisión correcta.

—Está bien, amiga. Sabes que estoy aquí para ti.

—Te amo Tiff. Gracias —la abrazó un buen rato.

Ya habían acabado el almuerzo y finalmente Charlotte se había quedado sola, estaba muy feliz de haber visto a sus amigas pero quería pensar muy bien que haría con Harry. Se bañó y ahora se encontraba en su dormitorio guardando su móvil, audífonos y pasaporte ya qué luego de reunirse con Harry, tomaría su vuelo a Boston por la noche, frunció el seño al ver un papel en el suelo pero cuando inclinó su cuerpo para buscarla se dio cuenta de que era una foto de ella y Harry en Inglaterra, la primer noche que habían estado juntos, donde prácticamente se conocieron mejor, luego de la cena con Simón y la gran tormenta.

Sonrió melancólicamente al ver la foto de ambos haciendo caras graciosas y la guardó en su bolso junto a las demás cosas. Miró su habitación y suspiró, todo estaba vacío, Susan logró sacarla de sus pensamientos mientras abría la puerta bruscamente con cara de pánico.

—¡¡Señorita Charlotte!! —exclamó—. ¡Nate!

—¿Qué sucede, Susan? —preguntó extrañada.

—Dios mío... Charlie... usted, ya... Nate, Nate —balbuceó nerviosa y Charlotte comenzó a desesperarse.

—¡Susan! ¿Qué hay con Nate? —exclamó.

—El... tuvo un accidente —dijo.

—¿Qué? ¿Dónde está? ¿Que sucedió?

—En la clínica central —dijo—. Debe ir ahora.

Charlotte miró la hora y vio que el reloj marcaba las 16:30 pm, al ver que ninguno de los choferes de su padre estaban en el Hall de entrada decidió tomar un taxi, llegó a la clínica lo más rápido que pudo y en recepción pidió por Nate, lastimosamente sus padres estaban a pocos metros y corrió a abrazarlos.

Charlotte sintió como su mundo se venía abajo al escuchar las palabras tan dolorosas de Sophia McLaren.

—No estamos seguros de que logre salir, Charlie —dijo entre sollozos—. El impacto contra el camión ha sido muy fuerte...

—Tranquila, Sophia —dijo abrazándola mientras Travis, su esposo, negaba con la cabeza.

Los minutos pasaban muy despacio, el lugar estaba lleno de enfermos, gente en silla de ruedas y ese extraño olor que hay en los centros de salud. Travis traía café para su esposa y Charlotte mientras ninguna de las dos podía dejar de llorar.

Se prometió ser fuerte aunque eso era lo que más le costaba en estos momentos, las horas seguían pasando y se encontraba mirando un punto fijo de la sala de estar, los padres de Nate se habían ido hacía dos horas pero ella permanecía mirando la nada, siendo consciente de que tal vez jamás vuelva a ver a Nate otra vez.

—Familiares de Nate McLaren —dijo el doctor haciendo que ella se ponga de pie—. ¿Usted es su novia?

—Soy una vieja amiga —suspiró—, ¿qué ha sucedido?

—Él señor McLaren es muy fuerte y eso nos sorprende, el impacto ha sido muy fuerte pero milagrosamente ha despertado, puede pasar a verlo si lo desea mientras llamamos a sus padres...

Charlotte agradeció y entró al dormitorio dónde sus ojos se aguaron al ver a Nate conectado a varios aparatos sin casi poder ver su rostro.

—Nate... —sollozó—. Dios, ¿qué ha pasado?

—Charls... —tosió él, se notaba que le costaba hablar—. Hey, estoy bien, ya no llores.

—¿Qué has hecho Nate? Tus padres han estado muy preocupados por ti —dijo—. Y yo  también lo estoy, vine aquí ni bien lo supe.

—Conducía por Wall Street cuando desvié mi vista por unos minutos y cuando asimilé un camión estaba incrustado a mi —suspiró.

—¿A dónde ibas?

Se formó un silencio.

—Iba a proponerle casamiento a Candice —confesó respirando profundo—. A veces, por amor eres capaz de hacer las cosas más locas.

—Dios mío, Nate. Eso es hermoso —negó Charlotte con sus ojos llenos de lágrimas—. Me alegra que estés bien.

—Gracias Charlotte —sonrió tomando su mano débilmente—. Ahora vé por Harry...

—¿Qué? ¿Cómo lo sabes? —dijo asombrada.

—No importa cómo, ¡corre o puedes perderlo para siempre, corre! —exclamó y Charlotte miró su reloj.

17:59.

Volvió su vista a Nate y depositó un beso en su frente luego de agradecerle, corrió por los corredores de la clínica hasta llegar a la salida, fijó sus ojos hacia arriba tratando de ubicarse, cuándo localizó el gran Empire State, comenzó a correr rápidamente evadiendo niños, ancianos y vendedores de comida sólo por llegar a tiempo, aunque aún faltaban 4 manzanas más.

Corrió y corrió, al llegar al edificio, tomó el ascensor más rápido que la dejó en la cima de la torre. Una vez allí arriba, con el viento en su rostro miró hacia todos lados, buscó y buscó pero no había señales de Harry por ninguna parte.

—Disculpe... —dijo y una mujer se dio la vuelta para verla—. ¿No ha visto a un joven de rulos, ojos verdes, posiblemente con una camisa de leñador?

Ella negó sin decir palabra alguna y Charlotte se inclinó mirando a lo lejos completamente devastada.

Había perdido al amor de su vida, a quien más amaba y a quien más necesitaba en todo el mundo, sintió como el agua salada salía de sus ojos color café y lentamente se acercó hacia un bote de basura dónde había un ramo de rosas rojas arrojado. Se detuvo y lo tomó entre sus manos para luego leer la nota que éstas flores tenían.

"Siempre tendrás mi corazón."

Otra vez, una lágrima cayó por su mejilla. Miró hacia atrás nuevamente pero algo le decía que debía volver a buscar ese ramo, lo tomó entre sus manos y extrañada miró hacia abajo viendo una pequeña cajita, cuando la abrió se llevó las manos a su boca sin poder creer lo que sus ojos estaban viendo y se echó a llorar fuertemente.

Aguardó por el ascensor, y subió para poder bajar hacia la avenida que la llevaría directo al aeropuerto. Sentía como su corazón se rompía de a poco.

[10 minutos antes]

Harry se sentía completamente humillado, había volado hasta Nueva York, había sometido a sus amigos a largos regaños de Modest, había arriesgado su carrera y había puesto en juego el destino de One Direction sólo por una persona; Charlotte O'Marks, quien no sólo había decidido seguir con su vida sino que también había logrado hacer que los sentimientos de Harry se dañasen por siempre.

—Ya vete de aquí idiota... —se susurró a si mismo cuando el reloj marco las 18:05 de la tarde.

Caminó hasta un bote de basura frente a el barandal, arrojó las rosas rojas con la pequeña nota, sacó de los bolsillos de su pantalón la pequeña cajita color aguamarina y la abrió despacio con los ojos llenos de agua.

El anillo brillaba con esplendor y su perla era magnífica, Harry suspiró profundamente y cerró sus ojos lastimado.

Depositó la caja con el anillo de plata bajo las flores y se alejó sin antes darse vuelta para admirar la bellísima vista desde el punto más alto de la ciudad.

—Hasta nunca, Nueva York...

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