𝐄𝐋 𝐏𝐄𝐎𝐑 𝐃𝐄𝐒𝐂𝐔𝐁𝐑𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎. || 10

Fui a la Dirección para que pudieran quitarme los chicles que tenía en el pelo. Kisugi me acompañó. ¡Es un dulce!

—Qué horrible esto, ¿eh, Horie?— dijo la secretaria, quitándome el último chicle.

—Sí...— ¿debería decirle lo del bullying? Podría ser la oportunidad de liberarme de ellas, y de hacer justicia por los otros chicos que sufrieron bullying.

—Secretaria...

La voz de Teppei me quitó de mis pensamientos.

—¿Qué sucede, señor Kisugi?

—Fueron Leiko, Aide y Shina las responsables de esto.

—¿Eso es verdad?

—Así es. Estaban sentadas detrás de ella, y cuando las miró se contenían la risa. Es más que obvio.

—Podría ser una prueba. Buen trabajo, Kisugi. Te ganaste créditos extra...

—Amm, gracias, supongo.

—Quedó libre, Horie— dijo la secretaria y los dos salimos de la Dirección.

—Gracias por decirles, Teppei. Tenía miedo de delatarlas y que la venganza fuese peor.

—De nada. Yo tolero las burlas, y son incapaces de hacerme algo luego de lo que le hice a Shina. Pero tú eres una flor delicada que se marchita con cada palabra que sale de sus bocas.

Esas palabras hicieron que mi rostro se prendiera fuego. Este niño es un verdadero poeta.

No sé por qué, pero siento que tengo ganas de tomar su mano...

Y lo hago: le tomo la mano y le sonrío. Él me devuelve la sonrisa.

—Ya se fueron todos. ¿Qué te parece si te acompaño a tu casa?

—Sí, por favor— regresamos al salón y tomamos nuestras mochilas. Salimos y nos dirigimos a la salida.

Lo que no sabía, era que había alguien que nos observaba con una mirada maquiavélica.

—Ella no sabe lo que le espera.

Al día siguiente, fui al colegio con Teppei en el autobús de nuevo. Anoche tuve un sueño raro: soñé que Teppei y yo estábamos solos en casa, nos besábamos, y nos tocábamos las partes íntimas...

¡Juro que me desperté con la cara incendiada! Teppei es lindo. Muy lindo. ¿Será posible que... esté enamorada de él?

—¿Abi?

—Ah, sí, perdón— me rasqué la mejilla, totalmente sonrojada.

Entramos al salón y fuimos a nuestros lugares. El salón estaba en un caos: varias chiquilinas se juntaron con los chicos, quienes reían sin parar. Por el rabillo del ojo, veo en el otro extremo del salón a una chiquilina que no participaba en la reunión improvisada. Estaba cabizbaja, escribiendo y tenía la mirada triste. Tenía el cabello marrón bien cortito (casi la confundo con un varón). Sus ojos color esmeralda se depositaron unos segundos en mí para volver a su hoja.

—¿Qué miras, varoncita?— preguntó Genji, peinando su jopo que se tiraba atrás permanentemente—¿Hiciste una amiguita nueva, quieres que te recuerde lo bien que la pasamos el año pasado...? ¡Chhh! ¡Varoncita, te hablé!

La chiquilina se dio la vuelta y negó con la cabeza.

—Ya me parecía, así que calladita en tu lugar, ¿sí?

—Genji, ¿y el viejo de Geografía no viene o qué onda?— preguntó Leiko.

Genji miró hacia un costado y chasqueó los dedos.

—Conejito, anda saltando a averiguar. Dale. Ya— le dijo a Taki—. ¡Ya, ya, YA!

Taki saltó como resorte y corrió hacia la puerta.

Estos tipos son unos desgraciados.

Luego de tres minutos, Taki regresó con el profesor de Geografía.

—A sus asientos, señores, que esto no es una cantina.

—Ah, profe...—protestó Araki.

—Sin peros. Paso la lista y empezamos a trabajar.

La clase fue interesante. Sonó el timbre de recreo y fui con Teppei al rincón donde nos sentamos siempre. Él me dijo que tenía que hablar con Taki. Yo me quedé sola pensando en ese sueño caliente...

—Hola, Abi.

Gumi llegó. Ahora ya no estaré sola hasta que Teppei vuelva.

Aunque hay algo que me llamó la atención hace varios días: ella sólo se junta conmigo cuando Teppei no está a mi lado. ¿Por qué será?

—Quería confesarte algo que hace tanto no te dije, y eso que hace tiempo que somos amigas, jeje— se sienta a mi lado.

—Oh, claro. ¿Qué tenías que decirme?

—Yo... estoy enamorada de Kisugi...

No sé por qué me sentí un poco... celosa. Kisugi es sólo un amigo, un amigo que me salvó cuando todo parecía derrumbarse. Pero... ¿Y si ahora lo amo? Después de todas las veces que me ayudó, la piyamada, el sueño... Siento que sólo yo debería estar con él...

—Oh... ¿Enserio?— pregunté, disimulando mis celos.

—Sí. Odio a las demás por molestarlo hace un año, y él... él es muy... muy lindo...

—Sí lo es. Bueno, espero que puedas conquistarlo...— le mentí. La verdad es que yo soy la que DEBE conquistarlo.

Teppei estaba regresando, y Gumi se fue.

Este fue el peor descubrimiento.

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