໒✦❫⋮ No más

Hoseok se separa de Yoongi, rodeando la mesa hasta posarse a un costado. El ambiente estaba tenso, y los músculos del Alfa menor se endurecieron por los nervios que lo recorrían. Miró a Hoseok acomodar nuevamente las bolas con el marco triangular, dejándolas listas para una nueva tirada.

—No dudes tanto, debes hacerlo con seguridad —dijo sin verlo, colocando la cara del seis al frente y tomando la bola blanca para dejarla cerca—. Si tiemblas, tu jugada no saldrá bien. Intenta una vez más.

Yoongi volvió a posicionarse, recordando la postura de antes, y sintiéndose un poco más aliviado al no tener al Alfa encima de él. Aunque claro, tenerlo de igual modo, mirando fijamente cada uno de sus movimientos implicaba también un nivel de presión en él. Respiró hondo, y movió el palo con mucha más firmeza, logrando dar de lleno en la bola seis y moviendo las demás, pero sin meter alguna otra.

—Muy bien, precioso —Hoseok le regaló una sonrisa de lado bastante amigable—. Ahora es mi turno —la expresión de Hoseok cambió a una mucho más seria y concentrada, similar a la que mostraba cuando se encontraban en alguna reunión importante en Wǒmen de wèilái. Se colocó en posición, y tiró la blanca hacia el seis, logrando meter la bola diez—. Toqué la seis, así que vale.

Yoongi no dijo nada, y miró atento como Hoseok se movía de un lado a otro alrededor de la mesa, metiendo todas y cada una de las bolas con una facilidad que sorprendía a Yoongi. Luego de un par de minutos después, solo quedaba sobre la mesa la bola ocho y la blanca, en una posición donde fácilmente podía ser encestada.

—Debí haber apostado algo... —se quejó Hoseok, mirando la mesa. Subió la mirada hasta Yoongi—. ¿Lo hacemos ahora? Es la última bola.

Yoongi enarcó una ceja burlón. —¿Crees que caeré tan fácil? Esa la puedes meter justo ahora.

El contrario sonrió y en un tiro flojo movió la bola blanca, chocándola con la negra que era la ocho pero sin meterla en una de las cestas. —No lo hice, ¿apostamos?

—¿Qué quieres?

—Te lo diré después de jugar. ¿Tú?

El Alfa joven permaneció en silencio analizando sus probabilidades. Hoseok había dejado en una mejor posición la bola ocho, por lo que un pequeño toque con la blanca la metería, sin embargo, podía fallar, y por su inexperiencia sabía que lo haría. Además de fallar, le revolvía el estómago pensar qué era lo que pediría Hoseok por ganar.

Pero su lobo no opinaba igual.

Su lobo quería jugar, quería retar y ser retado. La adrenalina del animal estaba calando también en él, y cuando menos lo pensó ya había arrebatado de las manos el palo de billar a Hoseok para posicionarse en la mesa. —También te diré lo mío luego.

Apuntó en dirección a la bola blanca, en un mismo ángulo que le pudiera dar a la ocho. Sabía que no debía usar tanta fuerza por la cercanía entre ambas bolas al hoyo, pero tampoco podía darle con suavidad ya que podía no ser suficiente y dejar su vida entera a Merced de Hoseok. Tragó saliva, sintiendo su nuca algo sudorosa por los nervios, y dejó salir un pesado suspiro, moviendo su mano para iniciar su jugada golpeando la blanca.

El sonido de ambas bolas chocando dejaron su boca algo seca, y alzó sus cejas mirando la mesa con atención. Su pulso estaba acelerado, y la mano que sostenía el palo temblaba por la mezcla entre nervios y adrenalina.

—Vaya... —la voz de Hoseok se hizo cercana cuando el Alfa se había posicionado a su lado, mirando de igual modo la mesa—. Qué mala suerte.

—Supongo... —asintió lento.

—Entonces, ¿qué quieres?

Yoongi, sin poder creer aún que había logrado ganar esa jugada, se giró a ver Hoseok, sorprendiéndose al encontrarlo tan cerca. Su respiración se atascó, y sus ojos solo pudieron fijarse en los contrarios. Las facciones de Hoseok eran algo a lo que Yoongi no podía acostumbrarse, y le asustaba el hecho de no poder hacerlo. Cada que mirada el rostro del mayor, se encontraba a sí mismo analizando cada porción, encontrando detalles que quizás había visto antes, pero que de igual forma llamaba su atención.

Hoseok tomó de la nuca a Yoongi y tiró de él, juntando sus frentes pero sin dejar de verlo a los ojos. El aroma a canela de Hoseok logró que el aroma de Yoongi se dispara, creando una sinfonía entre ambos olores. Se sentía débil, estaba en un punto en que se dejaba hacer con facilidad.

Tenía tanto miedo.

—¿Por qué me miras así? —cuestionó Hoseok en su susurro, llevando su aliento caliente al rostro de Yoongi—. Aquí el precioso eres tú, eres tú a quien se le debe ver con tanta atención.

Yoongi cerró los ojos en cuanto la mano de Hoseok comenzó a dejar suaves caricias en su cuello, cerca de su glándula de olor, logrando que la miel se disparara con más potencia. Jadeó cuando sintió los labios contrarios en la zona, y aunque quiso separarse, ya Hoseok había apresado sus caderas son su fuerte brazo.

Estaba mal, estaba tan mal...

... pero su lobo parecía no entender.

Su animal respondía positivamente a las acciones de Hoseok, y Yoongi solo podía preguntarse porqué un Alfa se dejaba besar por otro. Los labios del mayor recorrían su cuello en una lenta provocación, deslizando su lengua por toda la extensión como si se tratara de un dulce. Las piernas de Yoongi flaquearon, pero Hoseok apretó el agarre, impidiendo que se separaran.

Un débil suspiro se escapó de sus labios cuando sintió los dientes de Hoseok rozar su glándula de olor, y el mayor fue consciente de eso, repitiendo la acción una y otra vez, dejando leves mordidas.

—¡Ya la comida está lista, vengan a comer!

Yoongi abrió los ojos con rapidez, empujando con todas sus fuerzas a Hoseok. Su respiración irregular era muy notoria, y miraba el suelo con pavor. ¿Qué estaba haciendo?

Limpió su cuello con intensidad, y subió la mirada hacia Hoseok, tragando saliva en cuanto miró los ojos del contrario tener destellos de un azul eléctrico, además de notar sus colmillos algo salidos.

Alfa.

Sacudió la cabeza con desespero, y salió de la habitación con premura, llegando a la sala para encontrarse a Jimin, quien tenía puesto un adorable delantal de cocina y una enorme sonrisa en el rostro. Su corazón latió por la imagen, y es que Jimin era tan precioso que su sola existencia era algo que deslumbraba a Yoongi. Respiró hondo, y desvió un poco la mirada. El recuerdo de lo que había sucedido aún estaba presente en él. Se encaminó hasta la salida, dispuesto a irse, más las palabras de Jimin lo frenaron.

—¿Cariño, te encuentras bien? —preguntó el Omega preocupado, acercándose hasta Yoongi para tomar su rostro entre sus manos. Su lobo sacudió su cola con entusiasmo, y se encontró a sí mismo mirando atento las agraciadas facciones del joven.

—Estoy bien... —murmuró, no queriendo entrar en detalles. Iba a despedirse, decir que había surgido algo de imprevisto y no podía quedarse, pero no pudo, tener a Jimin tan cerca de él lo cegó por completo.

Jimin sonrió, acariciando las mejillas del Alfa con sus pulgares. —He preparado comida china como has pedido. También te he guardado unos envases para que te los lleves, aunque siempre que desees comer comida china puedes venir acá y la prepararé para tí, cielo.

Cálido, así se sentía Yoongi. El lindo Omega al frente de él lograba hacerlo sentir tan bien, que no era correcto siquiera recibir aquellas suaves caricias. No era correcta la forma en la que su corazón se emocionaba por un simple acto tan banal como pensar en él.

Relamió sus labios y alejó con suavidad las manos de Jimin, sonriendo de lado. —Muchas gracias...

Jimin sonrió sin mostrar sus dientes, enseñando aquellas preciosas arruguitas que se marcaban a los costados de sus ojos. Era tan fácil detectar el fuerte aroma de Hoseok sobre el otro Alfa, y no debía ser muy inteligente para saber que su pareja había sido el responsable de la expresión deslocada de Yoongi. Por eso había acudido a él, para calmarlo y no arruinar la noche, aunque el simple hecho de percibir la miel y la canela juntos era una sensación exquisita, así que se dedicó a respirar profundo, encantado con la mezcla.

Su Alfa ya no estaba soportando tanta cercanía, y sabía que una situación como esa podía ocurrir.

El sonido de la puerta siendo abierta tensó los músculos de Yoongi, y Jimin dejó ir sus feromonas para calmarlo de inmediato. Miró a un costado a Hoseok, analizando su expresión igualmente tensa. Eso solo le podía indicar que había estado luchando con su lobo, cuyo animal ya estaba cansado de tener a Yoongi cerca sin poder hacer nada.

Paciencia, Alfa. Habló a través de su lazo, y Hoseok lo miró, lo asustas, debes tener cuidado.

Contigo no parece incómodo, Hoseok hizo una mueca, y Jimin sonrió de lado. Solo porque soy un Omega, y él cree que eso es lo normal, pero un Alfa no. Debes entenderlo.

—Ya están los dos aquí, vamos al comedor para cenar.

Yoongi siguió los pasos de Jimin hasta entrar a lo que era el comedor de la casa, y a su nariz llegó el delicioso aroma de la comida. Su boca se hizo agua al mirar la mesa acomodada con todo tipo de platillos que lucían por demás de apetitosos. Pudo reconocer un plato lleno de Jiaozi, y otro lleno de unos dorados rollitos de primavera. Lo que parecía ser Chow Mein era el platillo principal, y estaba acompañado por un platillo lleno de pato Pekinés.

La sensación de añoranza lo cubrió por completo, recordando sus cenas junto al señor Wang, en donde hablaban hasta altas horas de la noche y terminaba siendo aconsejado por el Alfa mayor, quien le decía una y otra vez que buscara una buena Omega, y le recriminaba por pasar tanto tiempo trabajando y no disfrutando su juventud.

—Todo luce muy bien —dijo e hizo una reverencia—. Muchas gracias.

La pareja observó las acciones de Yoongi, adorando hasta la médula lo lindo y educado que era el Alfa. Les encantaba, no había nada de Min Yoongi que no les gustara.

—No las des, cielo —Jimin movió su mano—. Mejor siéntense mientras traigo un vino.

El Omega salió del comedor, y ambos Alfas tomaron asiento obedientemente. Yoongi ni se inmutó, pendiente de los platillos que habían al frente de él. Realmente extrañaba comer esa comida.

—Yo le enseñé a preparar los platillos —la voz de Hoseok llamó la atención de Yoongi, quien levantó la mirada para verlo—. Solo le enseñé lo básico, pero él buscó más y se volvió experto.

Lo sucedido anteriormente aún estaba en su memoria, y el solo hecho de quedarse con el Alfa alteraba sus sentidos, pero debía comportarse, al menos por todo el esfuerzo que había hecho Jimin para complacerlo. Relamió sus labios, actuando como si nada hubiese sucedido.

—Su padre también cocinaba muy bien.

—No pensarás lo mismo una vez comas lo que prepara mi madre.

Yoongi sonrió. —Ruiji me comentó lo mismo una vez.

Hoseok sabía que Yoongi no estaba siendo sincero, es decir, podía notar que no se sentía cómodo a su lado, y se sintió un idiota por eso. Se sentía como un Alfa hormonal, que no podía controlarse a sí mismo, pero todo el deseo acumulado de años lo volvían débil, arriesgando la mínima oportunidad de acercamiento con el Alfa.

—Lo lamento, por lo de antes —habló serio, pero Yoongi no levantó la mirada de su platillo. Hoseok lo dejó ser—. Fui un imprudente, y no te lo merecías.

El silencio que permaneció en el comedor fue algo agonizante, pero Yoongi levantó la mirada hacia Hoseok sin decir nada con palabras, decidiendo hablar con los ojos inconscientemente... y Hoseok lo entendió.

Vio el miedo, vio la confusión, vio sorpresa, y también vio una lucha interna consigo mismo. El corazón del mayor se apretó de la peor manera, y su lobo se sintió castigado al saber que sus acciones habían provocado tales pesares en su precioso. Siempre que miraba a Yoongi, podía ver en sus ojos a un hombre fuerte, que no se dejaba intimidar por nadie, decidido, y fue eso y mucho más que lo atrajo, pero ahora no había rastro de ese Yoongi, y Hoseok solo pudo sentirse aún peor.

¿Eso lo había causado él? ¿no se supone que debía...?

—Volví —Jimin anunció su llegada, trayendo consigo tres copas, dos en su mano izquierda y la otra en su mano derecha en conjunto con la botella de vino.

—Déjame te ayudo —se levantó Hoseok, tomando la botella de vino para destaparla.

El Omega le regaló una sonrisa a modo de agradecimiento, y dejó los vasos sobre la mesa, colocando uno al frente de Yoongi y dejando un cariñoso toque sobre su mejilla. El Alfa sintió su pulso acelerarse, mirando a Hoseok con algo de pavor, más el contrario estaba concentrado en su labor, no muy al pendiente de las extrañas acciones de su pareja.

Cuando la botella fue abierta en el estallido del corcho, Hoseok llenó las copas de los tres, vertiendo el líquido dorado característico del vino blanco en ellas. Dejó un sonoro beso en la mejilla de su Omega, y tomó asiento nuevamente.

—Yoongi debe ser el primero en probar la comida —comentó Jimin con emoción, mirando al recién nombrado—. Esta comida fue hecha para tí, así que espero y sea de tu agrado.

El Alfa sonrió sin mostrar los dientes, algo enternecido por las acciones del menor. Tomó los palillos, y picó un poco de pato, para colocarlo sobre los fideos y así tomarlos juntos, llevándolo a su boca. Cerró los ojos casi de inmediato cuando el sabor se hizo presente en sus papilas gustativas, y tuvo que reprimir un suspiro de gusto por tal comida. Masticó con calma, sintiendo la carne del pato bastante tierna, y los fideos en su punto exacto; ni tan duros, ni tan blandos.

—Woah... —dejó salir cuando por fin tragó, mirando a Jimin quien tenía una expresión ansiosa—. Esto está muy delicioso.

Jimin sonrió en grande, acercando los platillos de los rollitos de primavera y los Jiaozi hasta Yoongi. —¡Ten, come más, cariño!

Nuevamente Yoongi se sintió fuera de lugar por la forma de actuar de Jimin, pero más aún por el hecho de que Hoseok no parecía molestarle ver a su Omega siendo cercano a otro Alfa. Es más, podía asegurar que su expresión era bastante calmada, casi satisfecha.

Hoseok bebió de su copa, y tomó uno de los rollitos para poder comerlo, mirando con diversión como Jimin quería atiborrar de comida a Yoongi, quien se veía incapaz de negarse, aceptando todo lo que el Omega le daba.

La cena transcurrió con normalidad, y sin que Yoongi se percatara estaba conversando con la pareja con bastante normalidad, disfrutando de la velada, del vino blanco y de la comida que parecía no acabar. Era extraño, pero se sentía cómodo en ese ambiente, siendo parte de ellos sin ser consciente. Ambos eran atentos con él, y Yoongi no pudo evitar sentirse encantado con aquel detalle. Jamás en su vida había sido el centro de atención.

Le gustaba.

—Time Square en navidad es alucinante —la voz de Jimin sonaba algo arrastrada, y su actitud era mucho más chispeante de lo que ya era—. Los billboard, las luces, la decoración, ¡todo es tan precioso!

—Nunca he ido, la verdad.

Jimin abrió los ojos. —¿Cómo que no has ido? ¡Dijiste que fuiste a América!

—Es que fui a Los Angeles —Yoongi se encogió de hombros, sorbiendo su bebida—. No viajamos mucho con mi familia, siempre íbamos a las playas cuando era temporada de vacaciones.

—Muy buenas playas —acotó Hoseok.

—No me lo puedo creer... —Jimin aún estaba anonadado por la información. Miró a Yoongi con seriedad—. Vendrás con nosotros este año. Será nuestra tercera vez yendo con Hoseokie, y será un placer tenerte como nosotros.

—Jimin.

El Omega miró a su Alfa, alzando su ceja con confusión cuando notó la expresión endurecida de este. —¿Dije algo malo?

—¿Tercera vez? —Yoongi frunció el ceño con confusión, mirando a ambos. Jimin parecía no entender lo que sucedía, el vino haciendo efecto en su organismo, más sin embargo Hoseok tenía una expresión de alerta—. ¿Cómo sería la tercera vez si ustedes se conocieron hace un par de meses?

—No le hagas caso a Jimin, ya está ebri-

La risa Jimin interrumpió las palabras de Hoseok. —¿Par de meses? ¡Si tenemos ya un año y medio juntos! Lo que sí sucedió hace un par de meses fue que ese Alfa me marcara de una vez por todas.

Yoongi abrió la boca, mirando desconcertado al Omega que no hacía más que soltar pequeñas risitas. Hoseok tragó saliva, y se levantó de su asiento, tomando los brazos de Jimin para alzarlo. —Vamos a la habitación, amor, ya estás muy tomado.

—No, déjalo que hable —Yoongi habló con firmeza, mirando una vez más a Jimin—. ¿Por qué me mintieron?

—Yoongi, no creo qu-

—No lo sé —se encogió de hombros Jimin—. Pudimos decirte que teníamos mucho tiempo juntos, pero Hoseok decidió mentir. Lo único cierto fue la marca —el Omega miró a su Alfa con enojo—. ¡Tonto Alfa! ¡me hiciste esperar muchísimo cuando desde un principio te dije que podía vivir tu vida sin problema alguno!

—¿Por qué dice eso? —cuestionó Yoongi, pero Hoseok lo ignoró, intentando llevarse a un terco Jimin que quería quedarse en la mesa—. ¿Jimin, por qué dices eso? ¿por qué Hoseok tardó tanto?

—Duh, por tí, cariño —dijo con obviedad.

—Suficiente, nos vamos de aquí —Hoseok tiró con la fuerza necesaria para poder levantar a Jimin, abrazando sus caderas cuando el Omega se tambaleó.

—Esperaré aquí —habló Yoongi, y Hoseok detuvo sus movimientos—. Déjalo en su habitación, y vuelve. Responderás todas y cada una de mis preguntas, Hoseok Wang.

El Alfa lo miró unos instantes antes de asentir derrotado.

—¡Ah, espera un momento! —se quejó Jimin y se alejó de los brazos de Hoseok para volver hasta donde estaba Yoongi, envolviendo el cuello del Alfa y mirándolo con una sonrisa débil—. Adiós, cariño. Me hizo feliz que te gustara mi comida porque la hice con todo el amor del mundo.

Y sin que Yoongi pidiera advertirlo, el Omega dejó un casto beso en sus labios, separándose feliz y volviendo con Hoseok, yéndose por el pasillo y girando cada tanto para sacudir su mano a modo de despedida. Yoongi tocó sus labios, y cerró sus ojos con fuerza, enojado por aquello que no sabía, por ser tomado como un idiota. Y nuevamente tuvo miedo, por todas las respuestas que recibiría.

🖤

—Habla —demandó Yoongi una vez Hoseok estuvo de vuelta. Se encontraban sentados en la sala, ocupando los muebles individual uno cada uno, estando al frente del otro—. Toda la verdad, ¿a qué se refería Jimin con que por mí no lo habías marcado antes? ¿qué tengo que ver yo en todo esto?

Hoseok se removió en su lugar. —No había marcado a Jimin antes porque no estaba seguro si podía adaptarse a mí.

—Dijo algo como eso, de estar dispuesto a vivir tu vida.

—Sí, algo como así —el Alfa mayor suspiró, reposando su cabeza en el espaldar del mueble—. Jimin desde el primer momento en que lo ví llamó mi atención. Es un Omega precioso en todo el sentido de la palabra, y mi lobo, acostumbrado a solo reaccionar ante una persona, se volvió loco queriendo tenerlo cerca.

Acostumbrado a solo reaccionar ante una persona, Yoongi tragó saliva cuando aquellas palabras salieron al aire. Se sentía más confundido.

—¿Te gustaba alguien más? ¿alguna ex novia? —cuestionó.

Hoseok sonrió de lado, aún sin mirar a Yoongi. —Fue amor a primera vista, y no lo he superado con el pasar de los años.

El lobo de Yoongi gruñó bajito.

—¿Qué tengo que ver yo aquí?

—Todo, precioso —Hoseok alzó la vista, fijando sus ojos en Yoongi—, porque tú eres la persona que me ha gustado todo este tiempo sin cesar.

Los ojos de Yoongi se abrieron, pero rápidamente negó. —Te dije que hablaras con la verdad, deja de jugar conmigo.

—Estoy siendo honesto —el rostro de Hoseok se endureció rápidamente, y Yoongi sintió pánico al verlo tan serio—. Jamás mentiría con algo así.

—¿Y crees que me creería algo así? ¡Es una incoherencia, Wang! —exclamó, levantándose del sofá—. Hablas de años, ¡nos conocimos hace unos cuantos meses! ¡deja de mentir de una jodida vez!

—¡No estoy mintiendo! —gruñó Hoseok con fiereza, levantándose también, enfrentando a Yoongi. Sus fosas se expandían por el enojo, y en sus ojos destella pequeñas manchas del azul eléctrico de su lobo—. Mira mis ojos, mis acciones, mi forma de ser contigo, ¿crees que miento?

Yoongi lo miró, pero negó con fervor, alejándose del hombre, más Hoseok tomó sus brazos, acercándolo una vez más a él. —Deja de mentirme, deja de utilizarme...

—No miento, no lo hago —insistió Hoseok, tomando la nuca del menor como lo había hecho temprano, uniendo sus frentes. Ya no había enojo en sus ojos, Yoongi podía ver la desesperación—. Mi padre me enseñó una foto de tí cuando apenas estabas haciendo tus pasantías en la empresa, y mierda... no había momento en que tu precioso rostro volviera a mí.

—No, no, no... —negaba una vez tras otra, pero Hoseok tomó su barbilla para afianzar su rostro y mantenerlo a una misma altura.

—Me gustaste desde el primer momento en que te vi, en aquel momento tu pelo era de un marrón muy oscuro, y tus ojos se veían algo temerosos por todo lo que veías, pero aún así tenías esa chispa de firmeza que te caracteriza.

—Hoseok, basta.

—Déjame, por favor —el Alfa rogó, mirando a Yoongi con un desespero impropio de él—. Déjame decirte todo lo que siento por tí...

La manera en que la tristeza cubrió cada porción del rostro de Hoseok debilitó a Yoongi. Lucía tan débil, tan desprotegido, que Yoongi sentía que al frente de él no estaba Hoseok Wang, el jefe de Wǒmen de wèilái, el hombre de negocios que no tenía corazón para mandar órdenes ni despedir personal.

—Mi papá estaba encantado contigo —prosiguió soltando poco a poco a Yoongi—, no había día en que no hablara de tí. Yoongi esto, Yoongi lo otro... solo lograba que tú me gustaras más.

»Mi lobo... el nunca había reaccionado a alguien más como lo hizo contigo, y me sentía un enfermo, un anormal, ¡no debería de gustarme los Alfas! —sonrió con humor agrio, luciendo tan lastimado—, pero no me gustaban los Alfas, Yoongi, solo me gustas tú.

Relamió sus labios, dejándose caer sobre el sofá. »Mis hermanos no querían la empresa, y supongo que debía ser mía en cuanto creciera. Me gustaba, sí, pero ya era algo monótono para mí, sin embargo, cuando supe de tu existencia, me esforcé día con día para ser el mejor, para ser el jefe que tú merecías y del cual pudieses estar orgulloso. Tú amas tanto Wǒmen de wèilái que quería estar capacitado para cuidarla solo para tí. Todo es por tí, mi vida la he dedicado a tí.

Los ojos de Yoongi se llenaron de lágrimas, y desvió la mirada rápidamente, no siendo capaz de mirar a Hoseok en un estado tan deplorable, tan vulnerable. Estaba desnudo, no literalmente, pero su alma se estaba abriendo y Yoongi podía verla.

—Cuando conocí a Jimin hace dos años, y mi lobo volvió a mostrar interés —bajó la cabeza, recordando aquel momento—. Mis ojos no podían despegarse de él. Para mí era el único que existía. No podía dejarlo ir, así que me acerqué y le platiqué, encontrando con que no solo era un cara bonita, sino que era alguien tan cálido y agradable con el cual podía conversar de todo y a la vez de nada.

»¿Sabes qué era por mejor de todo? Que podía dejar de ser el tipo enfermo que estaba enamorado de un Alfa que no sabía de su existencia.

—No te llames así... —las palabras salieron solas de la boca de Yoongi, pero es que ya no podía soportar escuchar al contrario denigrarse como lo hacía.

—Es que eso soy, precioso, y lo fui aún más cuando me di cuenta que no podía olvidarte aún cuando Jimin causara estragos en mí —sonrió cansino, y Yoongi sintió lástima—, y tuve miedo, porque no podía estar tranquilo con mi Omega sin pensar en tí.

»Me descubrió, creo que era algo obvio, y tuve que confesar mi pecado... pero él no se molestó, él solo dijo que eras muy apuesto, y no me sentí celoso, me sentí comprendido. Fue Jimin quien me propuso hacerte parte de lo nuestro.

—¿Hacerme... parte? ¿como una relación?

Hoseok asintió. —La idea es alocada, pero solo pensar en tener a mis dos amores conmigo me hace el hombre más feliz del mundo. No la acepté de inmediato, no estaba seguro si Jimin aceptaría esa vida, pero fue sincero conmigo, y me aseguró estar de acuerdo con ello. A él también le encantaste una vez te miró, tienes ese efecto, precioso.

—¿Tu padre...?

—No tiene ni idea la escoria de hijo que tiene —sonrió sin ganas.

Yoongi asintió, y se encaminó hasta la salida del hogar, siendo detenido por Hoseok quien se levantó rápido del sofá para tomar su mano. Ambos Alfas se miraron fijamente, pero Yoongi fue quien dio el primer paso alejando el toque del contrario.

—Yoongi.

—Ya escuché suficiente. Te preparaste para ser digno para mí, incluso Jimin estaba dispuesto a ser el Omega de dos Alfas, pero, Hoseok, ¿en algún momento pensaron en mi? —apretó la mandíbula—. ¿Jamás pensaron en lo que yo quería? ¿si los aceptaría así como así? Volvieron mi vida un desastre, lograste que ir a trabajar fuera un martirio para mí. Jugaste conmigo, me probaste hasta ver a dónde podías llegar, tú y tu Omega.

El chico negó decepcionado. »Solo soy un antojo de ambos, que desecharán una vez me tengan.

Salió finalmente de la casa, sintiendo su mirada borrosa por las lágrimas. Se sentía usado, burlado, como un premio el cual debían ganar. Se llevó una mano al pecho, sintiendo a su lobo gimotear, él era el más afectado, porque así como Hoseok, su animal solo había reaccionado ante ellos, pero se sentía dolido, porque mientras lo suyo fue espontáneo, lo que la pareja hacía solo era una actuación para lograr su cometido.

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