𝑽. 𝑹𝑬𝑪𝑰𝑬𝑵𝑻𝑬𝑴𝑬𝑵𝑻𝑬
Para no hacer todo esto más largo, les contaré cómo me involucré con el mismísimo Diablo, hice un pacto con él, lo hice porque ya estaba harta de que en la preparatoria aún seguían con el Bullying.
Me había cambiado de escuela junto a Zara, esto durante el proceso de cambio de secundaria a preparatoria, con el fin de librarnos del pasado, de nuestro pasado en esa escuela secundaria llena de hijos de puta y barbajanes. En los primeros años todo iba perfecto hasta que una chica, a la que denomino como un virus tóxico, se empezó a juntar con nosotras a partir del tercer semestre. Tenía un grupo de amigas al principio de la preparatoria, conformado por Zara; una chica que era buena dibujando, la cual se llamaba Nicole; y Judith, una buena amiga que más adelante me decepcionó.
Acepté al virus tóxico como una amiga más, puesto que aún no veía sus intenciones, así como no soy mala persona para excluir a alguien, y menos si sé cómo se siente la maldita exclusión. Esta tóxica se llamaba Selina June, una hija de su gran puta madre que fragmentó a un grupo increíble. Todo el problema fue por una tontería, la cual ella se lo tomó muy a pecho, yo quería arreglarlo todo, pero fue demasiado tarde, pues Selina se había llevado a Judith a su lado, y la convenció de que Zara, Nicole y yo éramos las malas en aquel problema. Nos distanciamos, cosa que dañó más la situación...
—Podemos resolver esto —propuse.
—Y lo haremos, Scarlett. Pero cómo piensas hablar con Judith si siempre está con la tóxica de Selina, no la deja ni por un segundo —dijo Nicole.
—Parecen chicles esas dos —murmuró Zara.
—Tú puedes mandarle un mensaje, Nicole. Fuiste su amiga de la secundaria —me dirigí hacia Nicole—. ¿Recuerdas cuando éramos felices las cuatro a principio del primer semestre, conociéndonos ya que éramos de distintas escuelas secundarias? ¿Lo recuerdas?
—Sí —Nicole susurró nostálgicamente.
—Sí igual recuerdo los viejos tiempos. Por eso le tienes que decir a Judith que te espere en el baño, y nosotras aparecemos y hablaremos con ella, tal vez hasta disculparnos si le hicimos daño —Zara propuso—. Cosa que no hicimos, ya que desde un principio quisimos hablar con ella, pero la tóxica mayor, Selina, se la llevaba a otra parte.
—Que mal por ella, pero sí, haré el plan —Nicole asintió y sacó su celular—. Le diré justamente lo que dijiste Zara —empezó a textear, mientras que Zara y yo estábamos preparando nuestro gran discurso para decirle la verdad a Judith.
Teníamos que remediar las cosas, pero lamentablemente Judith fue renuente ante nuestro arreglo de cosas, puesto que ella nunca se presentó ante nuestro encuentro. Tal vez le enseñó ese mensaje a Selina y ella le aconsejó malas cosas. Ella me decepcionó, pues la consideraba como una gran amiga que me enseñó una que otra cosa sobre la magia, una de ellas fue la lectura de cartas de Tarot, y también unos hechizos de magia negra y blanca. En fin, no pudimos arreglar las cosas con ella. Una total decepción.
Meses después Nicole se cambió de escuela justo a un año de terminar la preparatoria, fue algo malo para Zara, para mí e incluso para Hans, un chico que a pesar de que estábamos fragmentadas él se unió a nosotras para formar un nuevo grupo. Cómo extraño los recuerdos con Hans, ya que más adelante me abandonó a mí para irse con las tóxicas, sí también a Judith la denominé tóxica.
Todo había llegado a un punto que me fastidiaba ir a la escuela, llevaba muy buenas notas; pero siempre al entrar a la escuela, sentía un dolor en el estómago de nervios, era como si mi alma no quisiera estar ahí por sólo el hecho de que vería a las tóxicas, y pensar en lo que me harían, en la burla del día.
—Esta ardida, de seguro está así porque le ganaste su lugar en el cuadro de honor, Judith —murmuró Selina a espaldas de mí. Esta perra se sentaba atrás de mí, y por consiguiente de Zara, quien se sentaba a un lado mío.
—Sí, yo soy la mejor en esto —le contestó Judith burlonamente con su tono de voz castroso.
Sabían que ese era mi punto débil, mi ego, fue algo malo lo sé, pero poco a poco fui dejando atrás ese ego que comenzó en la secundaria, ser siempre primer lugar en cuanto a las calificaciones era mi vicio, puesto que me sentía con poder, con supremacía, y viéndolo de otra manera estuve mal, muy mal.
Esas tóxicas siempre me decían a mí, incluso a Zara indirectas, y cómo no queríamos agravar las cosas, decidimos no hacerles caso, pero lo que resultó fue que estas pendejas se salieran con la suya, una y otra vez.
La gota que derramó el vaso fue que le comenté a mi madre lo que había sucedido, sólo quería desahogarme, pero ella decidió hablar con la mamá de la tóxica de Selina, y todo empeoró, ya que mi mamá y la otra vieja se empezaron a decir cosas hirientes, hasta que llegó a un punto en que mi mamá se fastidió y dijo una cosa muy grave que hizo Selina, la cual yo se lo comenté, así como lo confirmó con sus propios ojos. Selina escuchó lo que dijo mi madre y fue directo hacía mí para reclamarme, me decía que era una hija de mamá, que ya estaba mayor para que mi mamá me arreglara las cosas, y yo ni en cuenta de lo que había pasado, sólo quería desahogarme pero se convirtió en una pesadilla. Esta perra quería pegarme, aunque fuera de menor estatura que yo; cabe recalcar que cuando sucedió este incidente en mi mente me imaginaba a esta tóxica como de esos perros chihuahuas castrosos, me estaba riendo por dentro y a la vez estaba en shock, ya que no soy una chica de peleas, aunque si fuera por mí yo le partía su madre, pero ya saben la escuela te prohíbe hacerlo, además si lo hacía estaría suspendida; por lo que decidí contenerme que hasta se me salieron unas lágrimas de coraje. Ella no me vio llorar porque siempre tengo que estar fuerte ante todo, incluso con los enemigos. Yo nunca quise que las cosas acabaran de esa manera tan fatídica.
Días después de que sucediera eso, ya se había corrido la voz, los humanos son muy chismosos. Pero en este caso, la tóxica se ponía como víctima, y eso le daba un impulso para atacarme, y eso que ella estaba suspendida, la que me atacaba era Judith. Tal vez esto te suene algo tonto, pero te lo juro por Satán que de estar en ese ambiente tóxico a estar en el infierno, preferiría estar en el infierno jugando póker con Lucifer.
Quisiera contarte los detalles pero conforme avance esta historia, se darán a flote estos detalles, lo que te conté anteriormente sólo es una pizca de lo que viví con ese par de tóxicas, que más tarde se convirtieron en un trío de tóxicas castrosas.
Nunca había odiado tanto a la humanidad, hasta que ellas me obligaron a hacerlo.
Ellas querían fastidiarme a cada minuto, a cada segundo.
No soporté más y me puse a investigar sobre cosas sobrenaturales, invocaciones de demonios para pedir un solo favor, que ellas me dejaran en paz. Antes hacía hechizos para callarlas, para que les pasaran cosas, pero no resultaban, parecía que su toxicidad era un trabajo sólo para demonios y no con hechizos mágicos, esto era una cosa pesada, así que mejor opté por algo más funcional, un pacto, debido a que con sólo vender tu alma o simplemente por un favor podrías obtener todo lo que deseas. Y por consiguiente castigar a esas tóxicas cizañosas.
Y así fue como lo contacté.
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