💕Tres.
Jimin permanecía quieto en su lugar mientras seguía observando la gran estructura que se imponía frente a él. Realmente no le importaba que el sol lastimara su piel, mucho menos las miradas extrañadas de todas las personas que pasaban a su alrededor. Él simplemente se mantenía quieto, analizando con una capa de temor impresa en sus ojos el prestigioso colegio en el cual estudiaban sus hermanos.
Era un colegio privado, donde la educación que brindaban a sus estudiantes era de las mejores en el país. Todo aquel que lograba permanecer y terminaba sus estudios tenía oportunidades para aplicar en las mejores universidades y así tener el seguro de un brillante futuro. Además de que las instalaciones estaban perfectamente capacitadas y divididas en diversas áreas recreativas para que los niños llevaran su proceso de aprendizaje a un siguiente nivel mientras se divertían en el proceso.
Jimin había descubierto que a su pequeño hermano le apasionaba la danza. Es por eso que él mismo lo había instado a seguir ese sueño y explotar su talento, el omega no podía sentirse más orgulloso cada vez que el pequeño le mostraba con ilusión cada coreografía estudiada y aprendida a la perfección.
En cambio, su pequeña hermana había decidido aventurarse en el mundo de la pintura. Jimin enrojecía cada vez que ella le mostraba diversos retratos de su rostro pintado de manera tan perfecta y delicada en un blanco lienzo. Incluso había ocasiones en las que la pequeña se aventuraba en su imaginación y pintaba el rostro de su hermano fundido con elementos de la naturaleza, creando un maravilloso contraste que a Jimin lograba avergonzarlo.
"Jimin Oppa es mi inspiración"
Sonrió bobamente al recordar la tierna expresión que su hermana le mostraba cada vez que la timidez de sus acciones la envolvían cuando llegaba el momento de mostrar a su hermano mayor un lienzo nuevo. Como siempre siendo Jimin el protagonista.
Y se preguntarán ¿Cómo Jimin puede pagar un colegio de esa categoría?
Afortunadamente la institución contaba con un excelente programa de becas. Obtener un cupo era casi imposible, pero las extraordinarias capacidades de sus hermanos lo hicieron posible, y gracias a ello, a ese talento innato y el amor incondicional por el arte fue que ambos pudieron ingresar al programa de becados, donde poco tiempo después un patrocinador anónimo que forma parte del concejo estudiantil se encargó de mantener sus becas, al mismo tiempo que ellos se comprometían en pulir su nivel académico dentro del colegio.
Formaban un equipo sólido, donde los hermanos Park se encontraban comprometidos en cuidar y valorar la oportunidad que tuvieron, y eso se lograba con excelentes calificaciones, buena conducta y puntualidad. Además de participar en las actividades extracurriculares que el colegio siempre organizaba en beneficio de alguna otra institución.
Jimin estaba seguro que sus hermanos no tendrían problemas. Desde pequeños eran muy inteligentes y en el tiempo que llevaban estudiando habían logrado destacarse como estudiantes modelo. Es por eso que no le importó en lo absoluto dejar sus estudios de gastronomía para poder trabajar y así pagar lo que la beca no llegaba a cubrir, tales como libros, uniforme y el abono que daba mensual en la cafetería del lugar para que todos los días les sirvieran el desayuno y una pequeña merienda, ya que por el mismo trabajo que había obtenido no tenía el tiempo suficiente para preparárselos él mismo, y no podía permitirse bajo ninguna circunstancia que sus pequeños pasaran hambre.
Y es por eso que se sentía un poco nervioso e inquieto. El profesor de su hermano le mandó a llamar de manera urgente, y aunque el correo no decía nada de relevancia, el simple hecho de la cita era motivo suficiente de preocupación.
Limpió sus manos sudorosas en la gruesa tela de su overol, ajustó su boina y con una profunda inhalación emprendió camino. Sus pasos eran lentos, pero seguros y a medida que se acercaba a la entrada principal sus nervios y el fuerte latir de su corazón lo tenían a punto de desmayar.
Metió sus manos en las grandes bolsas del overol y tarareó una suave melodía lo más bajo que su voz le permitía con el fin de relajarse. Saludó al portero con una pequeña reverencia y entró a las lujosas instalaciones.
Sus pasos se escuchaban más de lo que él hubiese deseado, el silencio que había en el lugar era agonizante y todas las puertas con las que se iba encontrando estaban cerradas. Jimin se preguntaba si sería correcto tocar en alguna de ella y así pedir indicaciones, pero luego descartó la idea al recordar que sería de muy mala educación interrumpir en alguna clase.
Quitó su boina y revolvió sus cabellos en frustración mientras trataba con todas sus fuerzas de retener el grito que quería escapar de sus labios. ¿Por qué no pidió indicaciones en el correo al profesor de su hermano? Lo más lógico sería haber preguntado donde se reunirían, pero era tanto su temor por malas noticias que lo dejó pasar por alto.
Pegó su frente a un muro de concreto y se golpeó en él repetidas veces. Tonto, tonto, tonto se repetía en su mente en sincronía con los golpes.
—¿Joven Park?
Tonto, tonto, tonto...
—... ¿Es usted el joven Park?
Tonto, tonto, tonto...
—¿Park Jimin?
Tonto, tonto, tonto...
—¡JOVEN PARK!
El pequeño rubio dio un brinquito en su lugar debido al grito. Observó a su costado asustado y con sus manos sosteniendo su boina a la altura de su pecho mientras encontraba una manera de regular su respiración. Sus azules ojos se encontraron con unos castaños que le veían con rareza y quizá un poco de diversión.
—¿Es usted Park Jimin? —el castaño que lo había asustado preguntó nuevamente, y aunque sabía de antemano la respuesta, quería que el rubio respondiera.
—S-si —respondió el menor, observando de un lado a otro sin saber que más decir.
El mayor hizo una leve inclinación. —Es un placer conocerlo, mi nombre es Kim SeokJin y soy el profesor que lo citó.
Y en ese momento Jimin enrojeció en completa vergüenza. El profesor de su hermano había sido testigo de sus crisis de idiotez y el pequeño omega estaba que quería patalear de indignación y molestia consigo mismo.
SeokJin, al observar el estado aturdido del menor alzó una ceja divertido.
—¿Y bien?
El rubio reaccionó y rápidamente ofreció una reverencia pronunciada que hizo al mayor sentirse parte de la realeza. No lo culpen, SeokJin tenía el ego por los cielos.
—D-disculpe mi falta de respeto, s-señor —Jimin cerró los ojos fuertemente cuando escuchó a su mayor chillar de indignación.
Sabía que había metido la pata, y hasta el fondo.
—¡¿Señor?! —jadeó el mayor, aun sin poder creer como había sido llamado.
—Uh... ¿Acaso no lo es? —preguntó Jimin con inocencia, encogiéndose en su lugar al ver como el rojo iba invadiendo cada centímetro del rostro ajeno.
—¡Por supuesto que no! —chilló—. ¡Para su información estoy apenas en mis treinta y tres primaveras!
Para Jimin eso era ser un señor, pero prefirió callar por su bien y el del señor.
—Está bien —respondió aturdido, sin saber que más decir.
SeokJin resopló mientras se daba aire con una de sus manos. Tomó varias bocanadas de aire sin importarle lo dramático que se veía. Por todos los cielos, ¡Estaba embarazado! Tenía todo el derecho de ser un dramático.
—No se preocupe joven Park —sonrió como si nada, asustando aún más a Jimin—. Por favor, sígame.
Jimin asintió y lo siguió en silencio, ninguno habló durante el pequeño recorrido y el menor así lo prefería, no era bueno con las palabras y ahora temía que por su pésimo comportamiento su hermano tuviera que pagar las consecuencias.
El mayor lo guio hasta una oficina que estaba ubicada al final del tercer pasillo, justo al lado de la biblioteca. Cuando llegaron el castaño lo invitó a pasar y envuelto en timidez el rubio ingresó con pasos vacilantes.
Se sorprendió al observar el interior. Las paredes estaban pintadas de un hermoso rosa pastel con pequeños detalles en verde. Al lado derecho había un pequeño librero y en el izquierdo una hermosa mesa infantil con forma de flor, mientras que en la pared principal justo detrás del escritorio yacían múltiples retratos del omega que tenía ante él, acompañado de otro hombre que lucía más alto y más dominante.
—Por favor tome asiento —pidió el mayor. Jimin obedeció y se sentó frente al escritorio—. ¿Galletas? —el castaño le ofreció una pequeña bandeja mostrando varias galletas donde el olor a chocolate estaba concentrado.
Con lentitud tomó una de las galletas y agradeció en un pequeño susurro. SeokJin se sentó frente a él y lo observó fijamente sin decir palabra alguna.
—No iniciaré hasta que no se coma la galleta —sentenció, Jimin inmediatamente comenzó a comerla con ansiedad haciendo sonreír al mayor.
Pocos segundos después Jin decidió que era mejor iniciar.
—El motivo por el que lo llamé, joven Park es porque estoy preocupado —admitió.
Las alertas en el menor se encendieron. —¿Hoseok está bien? —preguntó, preocupado por el bienestar de su pequeño hermano.
El mayor hizo una mueca. —Técnicamente sí —respondió, confundiendo al rubio—. Sus calificaciones han bajado un poco pero no es motivo de preocupación ya que aun sigue en un nivel alto —explicó rápidamente cuando observó el miedo en el menor—. Lo que me preocupa es que está más decaído. No come sus meriendas y tampoco participa de manera activa —dudó en si decir o no lo más impactante—. Pero lo que me desconcertó es que justo ayer me pidió algo que no puedo aceptarle —suspiró con pesadez—. Es por eso que he acudido a usted, con la esperanza de que pueda hablar con él y talvez así convencerle.
—¿Qué le pidió? —interrogó, sin importarle que el temblor en su voz fuese notorio.
—Que lo retirara del programa de danza —el corazón de Jimin dolió y Jin sintió pena por él ya que a sus ojos era un jovencito que apenas iniciaba a moldearse en la vida.
—Pero... —el menor no entendía. ¿Por qué su hermano pediría tal cosa cuando la danza es su mayor pasión? Definitivamente no entendía y le dolía no hacerlo—. ¿Por qué...?
—Ha perdido la motivación —respondió el mayor, Jimin lo observó con ojitos brillosos en lágrimas—. Ayer me rogó encarecidamente que lo retirara del programa ya que si sigue bailando no lo hará con el corazón.
¿Qué debía estar pasando en la mente de un niño de 7 años para decir algo así? Jimin era consciente que la pérdida de su madre los había afectado tanto como a él, pero no podía permitir que sus pequeños se dejaran consumir por el dolor. Había prometido darles días felices y recuerdos que atesorar. Él sabía que su pequeño amaba bailar y que solo estaba siendo víctima de sus miedos al sentirse solo, entonces lo que él debía hacer era demostrarle que no estaba solo, nunca lo estuvo y nunca lo estará.
Sonrió con convicción y limpió la pequeña lágrima que había derramado.
—No se preocupe, hablaré con mi hermano para que continúe en el programa de baile.
El mayor sonrió complacido. —El pequeño Hoseok es un niño brillante, él más que nadie merece el puesto que tiene en el programa.
Jimin estuvo completamente de acuerdo. Se despidió de manera respetuosa y salió de la oficina en silencio. Tenía que hablar con su pequeño hermano y un pastel de chocolate casero ayudaría mucho en aquella conversación, donde dejaría en claro una vez más el profundo amor que le tenía.
Yoongi caminaba en silencio por los pasillos de aquel edificio. El leve bullicio que se escuchaba salir de cada aula le hizo rodar los ojos con irritación preguntándose una vez más el por qué había accedido a realizar la donación anual que su empresa hacía al programa de becas que aquella institución mantenía.
No le agradaban los mocosos. Eran insolentes, ruidosos y sucios. Entonces, ¿Por qué iba a ayudarles? Tenía la respuesta para eso. Kim Namjoon le insistió que era la mejor opción para la donación, ya que la felicidad en los niños que obtendrían más becas este año sería exuberante.
Sí, ¿Y eso a él qué le importaba?
Lo único bueno de todo aquello era que su imagen quedaría impecable en las múltiples revistas que darían a conocer la noticia. En su mente ya se imaginaba cada encabezado, uno mas llamativo y mejor que el otro. Pero todos diciendo exactamente lo mismo.
Min Yoongi es el mejor.
Una sonrisa orgullosa se formó en sus labios al saber los beneficios que esa pequeña fama le traería. Nuevas negociaciones, nuevas alianzas que expandirían su empresa. Además, su imperio siempre se caracterizó por ese tipo de donaciones, así que todo estaba listo para llevarse a cabo de la mejor manera posible.
En eso iba pensando cuando un delicioso aroma se adueñó por completo de sus fosas nasales.
Cerezas y orquídeas. Dulce, sutil y tenaz que logró estremecerlo por completo.
Detuvo sus pasos y cerró los ojos siendo inconsciente de su accionar, inhaló profundo dejando salir leves jadeos ante la exquisita fragancia que lo envolvía por completo, sintió como su lobo daba vueltas en su interior ansioso ante algo que él no conocía.
Imposible que su lobo tranquilo comenzara a mover la cola como lo estaba haciendo.
¿Y eso que sentía en su estómago? Yoongi hizo una mueca. Debería ir al médico para revisar que todo estuviese en orden y los parásitos dejaran de hacer su propia fiesta privada ahí dentro.
Pese a todo, estaba seguro de que no había fragancia más sublime que aquella combinación armoniosa y perfecta que había llegado directo a él, la cual no quería jamás dejar de sentir.
No se dio cuenta, pero sus pasos cambiaron de rumbo. Se dirigió rápidamente al tercer pasillo donde el aroma estaba más concentrado. Su corazón estaba agitado y no sabía el origen de aquella inquietud que lo había atacado. Justo cuando estaba por cruzar al pasillo, el aroma lo llevó a la salida del lugar. Las personas a su alrededor lo miraban de manera extraña, incluso él mismo se extrañaría por su actuar, pero no tenía tiempo para eso. En cambio, apresuró el paso para poder alcanzar a la persona que era dueña de tan adictivo olor.
Supo que llegó tarde cuando el aire del exterior disolvió aquella adictiva fragancia. De repente, todo entusiasmo y ánimo de su lobo desapareció quedando en la calma total e inquietante de siempre. Suspiró pesado sintiendo una opresión incómoda en el pecho, frunciendo el ceño cuando a la lejanía una cabellera rubia había estremecido en lo profundo de sus recuerdos.
—¿Qué acaba de pasar? —se preguntó a sí mismo.
La respuesta no la tenía, pero quizá su lobo sí. Solo debía esperar y rezar por una oportunidad más y si tenía suerte estaba seguro que su lado humano quizá y solo quizá podría aprender a sentir con la misma intensidad que solo el corazón de las almas destinadas podían crear aquel sentimiento que tanto se negaba a aceptar.
Hola 💞
¿Les está gustando?
Ciertamente es extraño para mi escribir este tipo de temática. Aún no sé si lo llevo bien, pero el solo hecho de que les guste es un gran logro que me hace feliz. ❤️
Estoy orgullosa porque a pesar de mi tiempo reducido he podido cumplir y actualizar semanal. Es un sacrificio que ustedes merecen.
L@s amo mucho, familia Yoon~❤️
Hasta la próxima.
💞YOONGLH.
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