02
Enseguida mis ojos viraron hacia aquella radio de la cómoda frente al piano que aún no me atrevía a mirar, aquella radio.
"¿Te gusta la música, Hongjoong?", Park rió con entusiasmo ante mi asentimiento furioso. Y ajustando el casette a la radio, le dio play tocando el botón de arriba.
La música inundó por completo el espacio de nosotros dos, quienes conectamos miradas tan pronto las entonadas y melodías dieron espacio. Sus ojos eran orbes brillantes y gigantes, tan expresivos y dulces que brillaban aún más con la música al mirarme, podía notarlo, esa emoción latente de compartir gustos con alguien era tan gratificante.
"Aunque me gustas más que toques el piano tú", solté yo, sentado en la banca del piano con una sonrisa altanera, mis codos apoyados por la tapa y acunando mi propio rostro y recibiendo un ceño fruncido.
"No toco tan bien como Mozart, no sé por qué me prefieres a mi sobre él", Seonghwa caminó hacia mi, suavemente como si danzara por el piso de madera en su camisa y aquellos tirantes, los pantalones de vestir acentuándose a sus gruesas piernas.
Me encogí de hombros, sin saber como responderle. Me gustaba mirar a Seonghwa tocar el piano, era una sensación maravillosa ver lo pasional que era con las teclas y como se desenvolvía con estas tan fácilmente, era tan adicto verlo que podría hacerlo todas las tardes, pero era más adicto al verlo enseñarme con tanto esmero, como si me mereciera saber tocar hasta la sonata más difícil y dominarla a mi manera.
Seonghwa había logrado que el piano llegase a mi de una forma tan especial, que yo le debía muchísimo.
"Gracias, Seonghwa"
Sus cejas se arquearon, yo no pudiendo apreciarlas por completo debido a su cabello de carbocillo cubriéndolas.
"¿Por qué?", preguntó sin entender, apoyando su cadera en la cola del piano a un metro de mi y cruzando sus brazos por sobre su pecho.
"Por dejarme entrar en tu vida, y enseñarme la música y su belleza", respondí yo, y pude ver vestigios de felicidad en sus ojos y una sonrisa avergonzada abrirse paso para mostrar esas perlas blancas como dientes.
Y no me esperé para nada que sus manos, esas bellas manos capaces de hacerme delirar entre los acordes, se acercasen a mi y se abriesen paso por mi cabello con una suavidad y ternura tan impresionantes y palpables que me mareó en un dos por tres.
Sus dedos se enredaron entre mis cabellos y jalaron un poco, antes de llegar a las raíces y masajear suavemente de un lado a otro con las yemas de sus dedos en un movimiento tan relajante y exquisito que me hizo ronronear como un pequeño gatito siendo mimado, y cerrar los ojos ante rendirme al contacto de sus dedos en mi cabello.
"Deberías dejar de engomarte el cabello" me murmuró, "Te verías increíble con tu cabello negro al natural"
Yo jamás había tomado un comentario sobre mi apariencia para complacer a los demás, era algo narcisista al respecto y si a mi me gustaba algo, me quedaba increible a mi parecer.
Pero por primera vez en mi vida quería ceder ante alguien y llevarle la contraria a los estereotipos, llevar el cabello desordenado y naturalmente limpio, solo para Seonghwa y su imaginación.
Y eso me asustó un poco, porque estaba cediendo ante un hombre, pero se me olvidó tan rápido como Park volvió a dejar una caricia sobre mi cabello.
Me acerqué hacia ella con una expresión dolida en el rostro, estaba igual que siempre, empolvada a morir pero era la misma. Reconocía la abolladura en la esquina inferior derecha que una vez Seonghwa le hizo cuando la pasó a tirar al suelo, y al costado estaban todos esos casettes que escuchamos infinitas veces.
Por un momento me puse a pensar en lo maravillado que estaría Seonghwa si viviese lo que yo estoy viviendo, pensar que a través de esos cubos escuchábamos música y no podíamos imaginar otra forma más tecnológica que esa. Seonghwa estaría como un niño pequeño si conociese los mp4, youtube y los celulares.
Seonghwa había sido un artista empedernido dentro del closet, había compuesto un montón de canciones en este piano y si no hubiese sido por haber heredado la petrolera de su padre, él habría sido un cantante compositor y viajado por todo el mundo.
Tomé uno de los casettes en mis temblorosas manos y con la vista nublada, lo tomé con tanto cuidado y no solamente porque fuese viejisimo, si no por que sentía que tenía una parte de mi vida en aquella cinta.
"Anda, ponlo", me animó Seonghwa, mientras cerraba las cortinas de ambas ventanas que daban a la calle para más privacidad, y yo colocaba aquel casette en la radio con cuidado para no arruinar nada.
Seonghwa había vuelto de uno de sus tantos viajes, y de regalo me había traido un nuevo casette de música para escuchar, por lo que yo estaba con una sonrisa tan grande y casi saltando en una pata.
Me ajusté el saco antes de presionar el botón para reproducir, y solo bastaron unos par de segundos para que las notas del piano resonaran por todo el local en una composición que me hizo cerrar los ojos y relajarme.
"¿Te gusta?", sentí la respiración de Seonghwa detrás mio después de unos instantes inmerso en la música, pero no me alteré por nada del mundo, era Seonghwa, la persona que me conocía por completo y por la cual haría todo.
Asentí complacido, como un pequeño gatito luego de tomar leche tibia, y sentí sus pesadas manos posarse en mi cintura en un toque que me heló y calentó al mismo tiempo. Seonghwa lograba tantas reacciones extrañas en mi, reacciones que no podía decir en voz alta sin que me tachasen de depravado.
Pero no le detuve, es más, giré suficiente la cabeza como para mirarle a los ojos. Seonghwa era alto, y tan guapo, con esos ojos avellanados y grandes y esos labios gruesos y siempre rojos y bien cuidados. Seonghwa era un hombre tan atractivo que hasta yo lo consideraba guapo, tenía un montón de pretendientes pero él no las tomaba en cuenta.
Seonghwa aparte de su trabajo, él solo ocupaba su tiempo libre para estar con su piano... y conmigo.
Sentí su respiración caliente contra mis mejillas, y mis ojos se conectaron con los suyos mientras sus manos acunaban mi cintura con un cariño palpable que me hizo apegarme a él.
"¿Qué estamos haciendo?", pregunto yo, tan ensimismado por la belleza de Seonghwa sin notar que me voy acercando a él cada vez más.
"No lo sé, pero tú definitivamente me haces sentir cosas que no son normales", susurró nuestras narices rozándose en un suave contacto que me hizo desear más.
Dios, esto no podía estarme pasando, yo no podía estar cayendo por un hombre, claro que no, ¿qué dirían los demás? Si alguien se enterase seríamos la burla de todos.
Pero en ese momento dejé de pensar en todo aquello cuando Seonghwa se impulsó lo suficiente como para unir nuestros labios en un suave beso que me hizo sentir una explosión en el estómago, olvidándome de la música, de lo moral, de lo correcto.
Y yo le devolví aquel beso con más ganas, sin darme cuenta de que en mi interior había un fuego tan caliente que también lo deseaba, fuerte y potente que me arrinconó y me hizo girarme un poco más y acunar su mejilla entre una de mis manos. Un beso suave, de movimientos arrullantes entre nuestros labios algo tímidos, pero tan fuerte que llegó a marearme un poco y lo único que sentía era el contacto de Seonghwa sobre mi, sus dedos apretando mi cintura, sus labios moviéndose sobre los míos y la vaga música entrando por mis oreja y saliendo por la otra en un instante.
Inconscientemente me sonrojé, siempre lo he hecho al recordar ese momento porque fue muy vergonzoso y bonito a la vez. Fue algo tan mágico, algo que jamás había sentido con nadie más en mi vida, con ninguna chica con la que antes hubiese estado.
Me acuerdo que luego de aquello yo me había puesto tan nervioso y tímido que me puse a llorar entre sus brazos e intenté escapar de allí. Demasiado avergonzado para verlo a la cara y sintiendo que Seonghwa solo lo había hecho para burlarse de mi, porque claro, siendo un hombre con una fortuna envidiable y futuro prometedor con miles de mujeres a la cola para poder casarse con él, ¿cómo se fijaría en un escuálido niño bajito que trabajaba para sobrevivir y que aparte ambos vivían en una sociedad tan homófoba como aquella?
Bueno, me había equivocado.
Tragué saliva y le quité todo lo posible el polvo con mi mano, parecía no haber sido tocado en años, al igual que todas las cosas que estaba allí.
El lugar estaba tan desolado, tan vacio y frió, no era el mismo lugar en donde pasé cada tarde junto al amor de mi vida. Pareciera como si este lugar no haya vuelto a la vida desde que me marché.
Solamente por querer, y sin esperanzas de que funcionara, abrí la pequeña compuerta de la radio no sin antes desempolvarla un poco, y puse el casette dentro con todo el cuidado del mundo, en todo caso era una reliquia que si vendiera a un coleccionista obtendría muchísimo dinero por la antiguedad.
"Vamos a ver...", dije susurrando hacia la nada, sorbiendo mi nariz mientras quitaba un par de lágrimas de mis mojadas mejillas y me desordenaba el cabello negro.
Cuando todo estuvo en orden, apreté el botón de play con nula esperanza, las baterías de aquella radio debieron haber dejado de funcionar hace décadas atrás, pero esa simple acción me hacía volver allí.
Y definitivamente no me esperé que funcionara, pero lo hizo.
Solté un gritito alarmado cuando el casette comenzó a correr, mi corazón en la boca y mi mandíbula desencajada cómicamente al sentir el tardío comienzo de la cinta.
La radio funcionaba.
Me llevé las manos a la boca al escuchar los acordes del piano provenir de la máquina antigua, encogiéndome en mi mismo para llorar desconsoladamente y cerrar los ojos con fuerza, rogando, deseando, anhelando con toda mi alma que al abrirlos estuviese en 1952.
hwalight | 201031
Me da mucha pena escribir este fic pero sin duda amo como va quedando 😭😭
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