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Desde mi regreso a la universidad, las cosas habían estado más tensas que nunca. El estrés se había apoderado de mí, abrumándome con la presión de pagar la escuela, prepararme para los próximos exámenes, cumplir con mis responsabilidades en el trabajo y mantener mi relación con Saeed a flote.

Cada día era una batalla contra el reloj, tratando de equilibrar todas mis obligaciones mientras sentía el peso de las preocupaciones acumulándose sobre mis hombros. La ansiedad me mantenía despierto por las noches, torturándome con pensamientos intrusivos y preguntas sin respuesta sobre el futuro de nuestra relación.

Intentaba mantenerme fuerte, pero a veces me sentía como si estuviera al borde del colapso. La tensión entre Saeed y yo era palpable, y aunque tratábamos de ocultar nuestras preocupaciones bajo una capa de normalidad, sabíamos que algo estaba mal.

Cada discusión, cada silencio incómodo, era un recordatorio constante de la fragilidad de nuestra situación. Y mientras nos aferrábamos desesperadamente el uno al otro en busca de consuelo, sabíamos que el tiempo se agotaba y que nuestras vidas estaban a punto de dar un giro irreversible.

A pesar de nuestros esfuerzos por mantener la calma y la normalidad, la distancia entre nosotros parecía aumentar cada día. Las risas que solíamos compartir se volvían menos frecuentes, reemplazadas por miradas cargadas de preocupación y palabras que se quedaban atrapadas en el aire, sin ser pronunciadas.

El peso del silencio se volvía cada vez más abrumador, y a veces me encontraba anhelando desesperadamente una salida, una forma de romper la barrera que se interponía entre nosotros. Pero, al mismo tiempo, temía lo que podría suceder si abría la puerta a nuestras preocupaciones y miedos más profundos.

Entre el estrés de la vida diaria y la tensión en nuestra relación, me sentía atrapado en un ciclo interminable de ansiedad y desesperación. Cada día era una lucha para mantenerme a flote, para encontrar un rayo de esperanza en medio de la oscuridad que amenazaba con consumirme por completo.

Saeed

Últimamente, he sentido como si estuviera caminando sobre una cuerda floja, tratando de mantener el equilibrio en una relación que parece deslizarse entre mis dedos. Cada intento de acercarme a Endrike parece tropezar con una barrera invisible, una pared que él construye a su alrededor, manteniéndome a distancia.

He tratado de hablar con él sobre lo que siento, sobre cómo su comportamiento ha cambiado en las últimas semanas, pero cada vez que intento abordar el tema, él se aleja un poco más. Es como si estuviera luchando contra sus propios demonios, y yo soy simplemente un espectador impotente en su mundo turbulento.

Skandar intenta tranquilizarme, asegurándome que todo está bien, que estoy exagerando las cosas. Pero no puedo evitar sentir que hay algo más detrás de la fachada que Endrike presenta al mundo. Un presentimiento inquietante se ha apoderado de mí, susurrándome que las cosas no son tan simples como parecen.

Me pregunto qué es lo que Endrike está ocultando, qué secretos guarda bajo esa máscara de normalidad. ¿Es miedo lo que lo mantiene alejado de mí, o hay algo más oscuro acechando en las sombras de su mente? Me siento como si estuviera en un laberinto sin salida, tratando de encontrar una salida a la oscuridad que amenaza con devorarnos por completo.