☆ SESENTA

Jisung bebió del último trago de jugo de manzana que quedaba en la botella. La observó con un pucherito, como si estuviese pidiendo que de la nada, haya más jugo. Minho lo vio y rió por aquel acto, así que le quitó la botella vacía para buscar otra en su mochila y dejársela en sus manos. 

—¡Hyung! —exclamó de la felicidad, sus ojitos brillaron y se abrieron de par en par. 

—¿Qué? Compré dos, si te lo tomas como si no hubieses tomado jugo en dos mil años. 

—No sea malo, es rico, ¿quiere? —le ofreció y Minho negó—. ¿Por qué no? 

—Porque es tuyo, tómalo tú. 

—Pero le estoy convidando —dijo con un pucherito, no podía creer que alguien le esté diciendo que no al jugo de manzana. Nunca antes visto. 

—Y te agradezco bebé, pero no quiero. En serio, gracias, pero no —finalizó con un beso en su mejilla. 

No lo iba a decir, pero amaba darle besos allí, no sabia que tenía, pero eran tan esponjosas que las apretaría todo el tiempo, y así lo hizo, le apretó una después de dejarle un beso, en modo de juego, para luego escuchar las risas del más bajo. 

—Mañana jugamos un partido amistoso, ¿vienes? 

—¿Por qué no me lo dijo antes? —preguntó, ladeando su cabeza para poder verlo—. Mire si ya tengo un plan para mañana y no podía ir a verlo... 

—¿Tienes un plan para mañana? 

—No... 

—¿Entonces? 

—Ahora no iré, prefiero ver a Song Kang actuar. Chausito. 

Se cruzó de brazos logrando una perfecta mueca de indignación. Lo ignoró y pegó sus ojos en la pantalla, viendo la película que le había dejado de prestar atención. 

—Ya, no te enojes. No te lo dije antes porque le pedí al entrenador estar en la banca, y no te voy a pedir que vayas a ver un partido en donde no estoy jugando, pero el titular no puede jugar, así que entro yo en su lugar. 

—¿Por qué no quiere jugar?—Simplemente falta de ganas, pero como me necesitan, jugaré. 

—Oh, Minho hyung el héroe del partido —se burló con una mueca que hizo reír al mayor. 

—Algo así, niño. Changbin y Hyunjin también jugarán, así que Felix yJeongin irán... o eso supongo. 

—Tampoco lo sé... hemos hablado de muchas cosas hoy, pero nadie mencionó el partido... 

—¿Y de que hablan? —preguntó Minho, ansioso por la respuesta. 

Alzó su ceja, ¿tanto tenía que pensar? Es decir, ¿de tanto hablaban que ni se acordaba? No sabía por qué, pero comparó su amistad con Changbin yHyunjin, ellos solo hablaban de dos temas y después, cada uno con lo suyo. Era totalmente diferente al trio arcoíris –nombre que le puso a Jisung, Felixy Jeongin apenas comenzó el año–.Estaba feliz por ello, que Jisung tenga personas en las que confiar, que sabe que no lo juzgarán por nada. 

Todo lo contrario a lo que fue él desde el primer día. Minho largó un suspiro ante ese pensamiento, debía disculparse bien, pero no sabía cómo. 

—Bueno, en realidad, hablamos de muchas cosas, no sé qué podría decirle... 

—¿Hablas de mi?—Sí, mu... no —se corrigió, viendo enseguida la sonrisa en el rostro de Minho—. ¡Ah, hyung, no se vale! 

—Así que... hablas de mí... —dijo con una sonrisa, notando como el rostro ajeno se volvía cada vez más rojo. 

—No, está sordo —atacó. 

—Escuché perfectamente bien.

—¡Su cerebro hizo cortocircuito y te envío mi respuesta mal! 

Minho largó una carcajada. Lo tomó de la cintura y como si pesara igual a una pluma, lo levantó para sentarlo sobre sus piernas. Dejó un beso en su mejilla para luego susurrarle: 

—Yo también hablo de ti, mucho.

Aquella confesión hizo sonreír en grande al rubio, quién lo abrazó enseguida. 

—Mañana estaré en el partido, no lo dude —le susurró de nuevo, dejando un tierno beso en la mejilla del mayor.

Sin embargo, no volvió a ver la película que estaba en la pantalla, sino que se quedo allí, abrazando al mayor hasta que sorpresivamente, el sueño inundó su cuerpito.

Su corazón comenzó a palpitar con desespero y sintió como el calor golpeó toda su anatomía de repente, estaba seguro que sus mejillas estaban rojas, pero no le importaba. Su garganta comenzó a secarse, tenía mucha sed y parecía que no podía escuchar lo que Felix le decía. 

Sus manitos ardían por estar pellizcándolas. Nunca pensó que habría tantas personas y eso lo abrumaba. Sentía todas las miradas sobre él, y por más que intentó estar allí, no podía. Los oía susurrar mientras sus ojos juzgadores se ponían encima suyo, para luego reírse. No podía, no con esa gente que ni siquiera disimulaba para hablar mal. 

La presión era mucho más grande, tanta, que la respiración se le fue y no pudo ser capaz de soportar ni una hora, ni siquiera por Minho, quién en la mañana, con una gran sonrisa, le dijo reiteradas veces cuánto ansiaba verlo allí. 

¿Por qué no fue un poco más inteligente? Se conocía a la perfección, odiaba estar junto a multitudes por muchas razones y no fue capaz de conectar dos neuronas, porque, en serio, se creyó capaz de superar todos sus problemas, para tratar de ser un chico normal y de disfrutar de las cosas que hacen los chicos de su edad. Pero no podía ir ni siquiera a un partido de básquet, ¿cómo diablos seria normal? 

—JiJi, por favor, respira —pidió Felix, algo asustado. 

Los hermanos pudieron sacar a Jisung de la cancha y lo llevaron a un salón vacío para que pudiese estar tranquilo, pero no fue así. Intentaban con todo el amor del mundo poder calmarlo pero no podían hacer nada. Así que, como último intento, para que Jisung al menos deje de pellizcárselas manos, llamaron a Minho. Sabían que no debían, porque el partido estaba a unos veinte minutos de comenzar, pero allí estaba, ingresando en el salón totalmente preocupado. Changbin y Hyunjin también iban detrás de él, y en cuanto vieron a sus novios, los sacaron rápidamente de ahí, para que ambos estén solos. 

—Ey, bebé, ¿qué sucede? —preguntó, con su corazón también palpitando a mil por hora. 

Minho lo vio, estaba acurrucado como bolita en el suelo, mientras pellizcaba sus manos y las lágrimas caían como cascadas. Se colocó en cuclillas delante y llevó sus manos hacia su rostro para limpiarlo y luego, tomó sus muñecas para tomar las manitos y así impedir que siga haciéndose daño. 

—¿Minho? —preguntó cuando lo vio. 

Pensó que ya estaba jugando y odiándolo por no estar ahí, cuando se lo había prometido. 

—L-Lo siento, pe-pero no puedo... no puedo estar ahí... no —sus lágrimas salían sin parar y Minho, nuevamente, estaba en blanco—. E-Entiendo si me odia, pero... pero. 

—No te odio —fue lo primero que soltó—. Te quiero y quiero que estés bien. No importa el partido Jisung, me importas tú. 

Lamió sus labios, no tan convencido de que esas palabras pudiesen calmarlo. Pero, sus pensamientos dieron un vuelco cuando Jisung rodeó su cuello con sus brazos, abrazándolo con necesidad. 

—¿Me perdona, hyung? —preguntó en un susurro, logrando no tartamudear. 

—No hiciste nada malo, bebé. Me quedaré contigo, podemos ir... 

—Hyung, tiene que ir a jugar —dijo, un poco más calmado, aún así, sentía el corazón de Jisung palpitar como loco contra su pecho—. ¿No se molesta si yo... me quedo aquí? 

—No me molesta, para nada. ¿Seguro no quieres que te lleve a casa?

—S-Sí... es que... no pensé muy bien cuando le prometí asistir, lamento haber roto la promesa.

Susurró de nuevo, la vergüenza le ganaba. Minho sonrió mientras acariciaba el cabello rubio, sintiendo sobre su hombro como las mejillas se calentaban aún más. 

—Estas aquí, no veo que hayas roto ninguna promesa —sonrió nuevamente, importándole muy poco el partido. 

Solo quería quedarse allí, acariciando su suave cabello, sabiendo que estaba bien.

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