☆ CIENTO DIEZ
Minho largó un extenso suspiro al oír masticar una manzana a Hyunjin, y se preguntó, por qué diablos no cerraba bien la boca para hacerlo. Y lo peor era que lo estaba mirando con su mejor semblante serio, pero él hacía como si no existiese, y eso provocaba cierto enojo.
Sacó un par de libros que necesitaría luego, mas que nada para estudiar química y matemática, necesitaba aprobar el último semestre para aprobar el año, sino, nunca saldría del infierno.
—¿Hay exámenes de...? —preguntó Changbin ni bien llegó.
—De todo lo que veas. Respira y hay exámen —resopló Hyunjin, cansado de absolutamente todo. A Lee no le quedó otra que asentir, ya que estaba de acuerdo.
Abrió una pequeña agenda que Jisung le había regalado, la excusa fue por aniversario de mes, pero sabía que la razón era que quería que fuese más organizado, así que ahora, agradecía la ayuda del rubio aquella vez en la que se sentaron a tomar chocolatada mientras le decía cómo organizarse. Ahora que tenía el cuaderno entre manos, podía ver que tenían tres exámenes en la semana, y cómo iba hacer con ellos, no sabía.
—No veo la hora de terminar el año, porque me declaro vago ahora, pero seré más vago el que viene, porque no tengo ganas de seguir una carrera —apuntó Seo, llamando la atención de sus dos amigos, quienes lo miraron con una ceja levantada—. ¿Qué? Solo digo lo que siento, quizás no estoy preparado aún, y el momento no es tan solo en unos cuantos meses. Si me tomo un tiempo para pensar, lo puedo decidir. Estoy bajo presión, entiéndame.
Minho iba a decir algo, por ende volteó. Sin embargo, al ver un rostro conocido, pero un poco cambiado por el exceso de maquillaje, prácticamente lo asustó, y él asustó a sus otros amigos que no entendían absolutamente nada de lo que estaba pasando, pero cuando lo vieron, se asustaron el doble; no esperaban la repentina aparición de la chica.
—¿Minho oppa? —el nombrado se quedó mirándola, pestañeando para recordar qué era lo que tuvieron en el pasado, y todo llevó a que solo fue una noche, ambos estaban embriagados y solo se dio.
—¿Qué sucede? —respondió, dejando la agenda adentro de la mochila, sin prestar atención a cómo la chica se acercaba a él.
—¿Puedes ayudarme con química? Se que te va muy bien en esa materia —dijo con voz coqueta, acomodándose el cabello detrás de la oreja.
—Lo siento, no hago tutorías, Wonyoung. Creo que en la pizarra de la entrada vi un par de números que te pueden ayudar.
—¿Y si solo quiero el suyo?
—Pues que Dios te lo consiga —cerró el casillero y colocó la mochila sobre su hombro, indicándole que ya era hora de terminar la conversación que no tenía sentido.
—¿No me ayudará con química entonces, oppacito?
Minho abrió en grande sus ojos, conteniendo las carcajadas, pero el hecho de que Hyunjin y Changbin estén golpeándose atrás para que ninguno de los dos se riera, lo empeoraba cada vez más.
—No puedo, lo siento. No soy tan bueno como crees, es la materia que más ayuda necesito.
—Oh, está bien. Adiós, oppacito.
Los tres se miraron, y rompieron en risas. Minho tuvo que morder su labio inferior para que estas pararan, pero las burlas de sus amigos no lo dejaban.
—¿Oppacito? —preguntó Hwang, recuperando el aire que contuvo estos segundos, hasta ya sentía su panza doler.
—¿Qué mierda fue eso? Lindo apodo, pero... No lo se, suena raro —habló Seo, limpiándose las lágrimas de los ojos. Minho negó y procedió a tomar agua, tratando de no ahogarse en el proceso.
—Ella y yo tuvimos sexo, no fue más que eso y solo una noche. Debe saber que Jisung me llama hyungcito, entonces intentó hacer lo mismo. Por Dios, que horrible sonó —comenzó a reír de nuevo.
—Quien lo diría, los apodos gay suenan mejor —afirmó Hyunjin, recibiendo un mensaje por parte de su novio, que en menos de un minuto se encontrarían, así que se dio la vuelta para esperarlo, ya que sabía por dónde venía.
Lo mismo con Minho, solo que él no recibió ni un mensaje desde que Jisung se fue a su taller de lectura, para entregar el trabajo que hizo con Sunghoon.
Debía decir que se sentía un poquito celoso, solo un poco. Pero al fin y al cabo, aquel chico resultó ser lo contrario a lo que pensaba, al menos eso le contaba Jisung cuando iba a recogerlo, que era bueno, amable y lo mejor de todo, que nunca se burló de él. Así que Lee estaba feliz por ello, y por no tener que gastar su energía en golpes.
—¡Hyungcito, hyungcito! —llamó una conocida voz, la cual emocionaba sus días. Lo esperó con los brazos abiertos, y una vez sintió su cuerpo unirse con el suyo, lo abrazó fuerte.
—¡Bebé! —lo recibió de la misma manera, balanceando ambos cuerpos de un lado a otro, disfrutando del abrazo—. ¿Pudiste entregar tu trabajo?
—Sip, dijo que estaría para la semana que viene, pero realmente, a los profesores ya no les creo nada, es más factible que digan para el mes que viene.
Minho rió. Condujo sus manos al rostro ajeno, para acunarlo y dejar un leve beso en los labios rosas, lleno de ese labial que le encantaba. Sin embargo, se separó de aquel beso, cuando por su cabeza pasó la palabra de la que antes se estaba riendo, e hizo un breve análisis.
En resumen, hyungcito sonaba mejor, en todos los aspectos que pudiesen existir.
Jisung fruncia sus labios en un pequeño pico, esto lo hacia cuando no podía entender, y cuando por fin se daba por vencido ante el problema, mordía su labio inferior e inflaba las mejillas, ahogando el exhausto suspiro que quería soltar.
O eso era lo que pensaba Minho, que dejó de estudiar química cuando por inercia, noto los labios en punta, y de allí no dejo de verlos. Sin embargo, a pesar de que siempre fue lo mas transparente y sincero con el menor, sentía que le ocultaba algo. Como si la aparición de Wonyoung hubiese despertado el recuerdo de esa noche, y consigo, un sentimiento de culpa que no sabia de donde provenía, porque todas las aventuras que tuvo con chicas fueron antes de su relación. Puede ser que alguna que otra noche la haya pasado con alguna persona, ya habiendo conocido al rubio, pero era cuando ellos aún no acentuaban nada, ni siquiera sentimientos mutuos.
Y podía afirmar, y reafirmar de nuevo, desde que ambos se besaron en el balcón, Minho cortó toda clase de aventura. Entonces pudo saber con exactitud, desde cuando se enamoró del menor.
Jisung notó que estaba siendo observado, así que dirigió su mirada hacia el pelinegro, ladeó su cabecita y colocó sus manos en las mejillas ajenas, acunando el rostro.
—¿Qué sucede, hyungcito? ¿Se siente bien?
Minho escuchó las preguntas con claridad, pero el hecho de no poder pensaren nada más que le estaba ocultando algo, le hacía sentir algo más. Asintió, para luego acomodarse frente suyo y deslizar ambas manos para atrapar su adictiva cintura.
—Solo pienso en algo que pasó hoy y quiero hablarlo contigo —dijo pausadamente, quería sonar tranquilo, pero pudo notar que sus labios estaban resecos, estaba nervioso por algo de lo que no tenía que estar.
—¿De nuevo se peleó? ¿Dónde lo lastimaron? ¿No le pegaron en la cabecita, o si? El doctor dijo que no era bueno que reciba golpes ahí —Jisung se acercó un poco mas, tratando de buscar algún moretón o herida en el rostro ajeno, pero no encontró nada y eso lo hizo dudar—. Hyungcito, no quiero que reciba golpes en su cabecita, puede provocar algo grave.
—Bebé, no es eso, no me peleé con nadie y mi cabecita está bien —cortó la poca distancia que había para dejarle un beso en la mejilla—. Solo que...antes de que llegaras de tu club de lectura, una chica se nos acercó. Ella quería que le enseñe química, pero no es solamente eso lo que quiero decirte, ¿tú sabes que yo he estado con personas antes de ti? —el rubio asintió, prestando atención a todo lo que decía—. Bueno, una de esas personas, es esa chica, Wonyoung. Solo fue una noche, no hubo sentimientos de por medio y fue mucho antes de que me enamorara de ti... sentia la necesidad de decirte.
—Hyungcito... estuvo con media escuela —dijo finalmente, alzando sus hombros en señal de indiferencia.
—¿Qué?
—Ay, fue muy directo y sonó feito. Quise decir, que antes de que estemos juntos, siempre escuchaba los rumores, que estuvo con ella, con otra y con otra... y así. Pero me gusta que sea sincero conmigo, por eso yo soy sincero contigo.. —tomó su rostro de nuevo con ambas manos y lo miró directo a los ojos, respirando profundamente—. Me comí su sandwich.
Minho cerró sus ojos, llevó sus manos hasta su corazón y se tiró hacia atrás, fingiendo un ataque, mientras Jisung trataba de no reírse y hacerle alguna clase de RCP mal hecha.
—No se muera, hyungcito, no hemos terminado de ver los Ositos Cariñositos ni las películas de Rocky.
Lee paro de fingir y se dejó ayudar por su novio para volver a sentarse, sonriendo en cuanto vio la sonrisa preciosa del menor.
—Me alegra que comas, últimamente te vi comiendo muy poco. Así que si ves algo y lo quieres comer, solo dime, ¿sí?
—Sí, hyungcito —el menor le dejó un breve, pero fuerte abrazo—. Volviendo a lo otro, no se preocupe, yo sé que estuvo con más personitas y que tiene más experiencia que yo en todos los ámbitos posible, pero se lo que siente por mi y que me ama mucho. Por eso si quiere decirme cositas de su pasado, es bienvenido, pero quiero que sepa que no me voy a poner mal. Aunque si me entero que hizo algo estando juntos...
—Ni hables de eso, no haría nada para perder lo que tenemos. Esto es simplemente maravilloso y no querría arruinarlo.
—Era una bromita. Sé que no haría nada para lastimarme, así como yo no haría nada para lastimarlo, su corazón vale mucho, hyungcito, no quisiera romperlo.
—Qué diablos, si te meto en un concurso de quien es el más lindo, tú ganas, ¿no crees? Y no me refiero a lo físico. Ven déjame besarte —tiró de él levemente para llenarle el rostro de besos—. Quería ser sincero contigo, eso es todo —le sonrió.
Se acomodó para ver la televisión, apoyando su espalda sobre el sofá, dejando que el rubio se sentara entre sus piernas, así pudiendo abrazarlo por la cintura y dejar que el ajeno acomodara las manos arriba de su pancita, para luego envolverlas con las suyas, a la vez que todo el cuerpo contrario se dejaba caer arriba suyo.
—Mi bebé —susurró, besando la mejilla un poco roja por los otros besos y ocasionándole cosquillas—. Eres increíble.
—Ambos... Ambos lo somos —afirmó mientras asentía. Miró para un costado hurgando en su cabecita todos los recuerdos de las charlas que tenía con su madre—. Mamá decía que una relación siempre se basa en la comunicación y comprensión. Pero que ninguna de ambas partes debía abusar de aquello, porque si bien se podía comunicar todo, y sobre todo, comprender lo que estaba pasando, no significaba volver. Tú me comunicaste lo de esa chica y yo lo comprendí, pero no significa que vas a volver con ella, o a repetir lo que hiciste. Ahora, si una de las partes comunica muchas cositas dolorosas en distintos tiempos y la otra parte comprende lo mismo todas las veces, pero la primera sigue volviendo a lo mismo y la otra sigue comprendiendo y perdonando, es volver a algo que lleva por un mal camino a la relación. ¿Me explico, hyungcito? Puede hablarlo con mamá, ella me enseñó eso, pero a veces no me puedo desenvolver muy bien a la hora de hablar y termino diciendo cosas que solo yo entiendo.
—Lo entendí a la perfección. Me encanta tu manera de explicar, ¿sabes? Me gustan tus expresiones. Ahora explícame el momento exacto en el que empecé a gustarte.
—Ah, se me olvidó decir que una de las partes también puede olvidarse de comunicar.
—¿Eso que tiene que ver? Me tienes que comunicar lo que te pedí, para yo poder comprender.
—Pero cuando una de las partes tiene que comunicar algo que tampoco comprende, ¿cómo lo hará la otra parte?
—¿No lo sabes, Han Jisung?
—Si, si lo sé, pero es privado —lo miró de reojo, y notó que Minho había ladeado su cabeza para mirarlo, así que devolvió su vista hacia la televisión.
—Te acabo de confesar algo de mi pasado que solo sabía yo.
—Y toda la escuela —acotó, sin saber para que lado mirar, porque aquello se le había salido sin querer.
—Mentira.
—¡Es verdad!
—Solo fueron rumores que poco a poco se fueron callando.
—Sí, hasta que nosotros entramos por la puerta con las manos enlazadas.
—¿Entonces? ¿Si me dirás cuando te enamoraste de mi? Esta parte la tiene que comprender, enano.
—Ufa.
—¿Por qué reprochas? ¿No lo sabes, verdad? No sabes el momento en que te enamoraste.
—Es que tengo miedo de decir un momento y que luego descubra que no fue ese.
—Aw.
—Pero si quiere... —Jisung se separó para darse la vuelta y así poder mirarlo a los ojos—. Cuando fuimos a la confitería, y tuve un ataque de pánico por el accidente, me ayudó a calmarme. No se burló o siquiera se rió luego, tampoco lo mencionó y le agradezco eso, no suelo hablar de mis ataques de pánico porque no me gusta. Además me compró dulces y nos dimos besitos —la mirada de Minho lo estaba matando, así que la bajó y siguió jugando con sus dedos, en clara señal de nerviosismo—. Ahí fue cuando mi corazón se sintió lleno de amor, porque era un Minho hyung gruñón, pero le dio la bienvenida al hyungcito que veo ahora... Lastima que también el fue el día en que mi corazoncito se rompió, porque si no hubiésemos ido, quizás su padre no se hubiese enterado de nosotros. Sin embargo, me sentí bien, feliz, a gusto... Enamorado —susurró.
Como no recibía respuesta alguna, decidió levantar la mirada con toda la valentía del mundo, obteniendo de nuevo los ojos de Minho sobre los suyos, podía decir que no estaba pestañeando. La timidez se volvió parte de él, así que no le quedó otra que esconderse en la curvatura del cuello ajeno, sintiendo las caricias propiciadas por el mayor en su cabello enseguida.
—Esta parte comprendió todo —fue lo único que pudo decir, ya que se encargó de ver la sonrisa de Jisung, mientras que su corazón palpitaba con locura, como si quisiera salirse de su pecho—. El mío parece cliché...Pero... No... No fue cuando nos dimos nuestro primero beso —mencionó, totalmente pensativo—. Fue cuando me quedé a dormir aquí por primera vez, era un idiota y no quería dejar tu lucecita prendida, estabas llorando y me acurruqué contigo para que no tuvieras miedo. Me fui temprano porque no podía parar de pensar en ti y en lo que estabas provocando en mi.
—Hyungcito —llamó en un susurro—. Esta parte también comprendió todo.
—Me alegra muchísimo, porque me cuesta mucho el tema de la comunicación, a veces no sé como explicarme y termino diciendo cualquier cosa.
—Lo amo mucho, ¿lo sabia?
—Claro que sí, te amo también —le dejó un beso en cada mejilla, para finalizar con uno en sus belfos—. Te amo.
Y allí, cada uno había comunicado que se amaban, pero sobre todo, comprendían el significado.
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