017. Yaknog! Come Get Your Yaknog!

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━━ chapter 017
yaknog! come get your yaknog!

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AQUELLA NOCHE NO hubo bailes, ni cánticos, ni vítores de Snoggletog. El Gran Comedor estaba lleno de preguntas desesperadas sobre dónde habían ido a parar todos sus dragones. Los niños se fueron a la cama sin ninguna celebración previa a Snoggletog, moqueando y llorando dentro de su lecho. Valkyrie tuvo que lidiar con el llanto de Erik porque su Terrible Terror ya no estaba, y le dio un fuerte abrazo antes de que se fuera a la cama con su madre y el resto de sus hermanos. Asrifth se quedó, queriendo escuchar la conversación. No se encontraba de muy buen humor, pues ya echaba de menos a su Gronckle. Valkyrie ya echaba terriblemente de menos a Zephyr.

A medida que todos los adultos conversaban alrededor de la mesa grande, tratando de entender lo que había sucedido, los adolescentes se sentaban en las sombras detrás de ellos, compartiendo juntos su propia miseria. Valkyrie tenía un brazo alrededor de los hombros de Asrifth, frotándolos mientras él miraba sombríamente al suelo.

—Volverán —intentó asegurarle—. Seguro que solo estarán lejos por poco tiempo... —no estaba segura, pero odiaba ver a sus hermanos menores molestos. Su habitual postura estoica se desvanecía si eso sucedía.

Asrifth simplemente se alejó, frotándose la nariz y sollozando.

—Creo que me iré a la cama y me saltaré toda la charla. Nos vemos mañana, Val... —se alejó pesadamente, con la cabeza gacha y los hombros caídos. La chica lo vio irse, jugueteando con sus pulgares y deseando poder mejorarlo todo.

Algo cayó sobre sus manos y parpadeó para ver que era un pétalo de su corona de flores. Su corona de flores a juego con Zephyr. Giró el pétalo azul entre sus dedos y sollozó.

—¡¿A dónde fueron?! —escuchó a su padre exigir.

—¡Snoggletog está arruinada! —gritó Mulch a Bucket.

—¡No está arruinada! —Stoick el Vasto subió a la gran mesa redonda. Los vikingos lo miraron en silencio. Exigía una presencia muy fuerte. Todos lo escuchaban y lo seguían, tenía ese efecto. Valkyrie lo veía en Hiccup también; era pequeño, todavía estaba creciendo, pero estaba allí—. ¡Somos vikingos! ¡Hemos celebrado completamente felices sin dragones durante generaciones! ¡Y no hay razones para no hacerlo de nuevo!

Valkyrie permaneció jugueteando con el pétalo y sintió que Astrid le ponía una mano reconfortante en el hombro. Tuff apoyó sombríamente la barbilla en los brazos que cruzó sobre el respaldo de la silla en la que se sentó, con el casco caído. No hizo ningún esfuerzo por arreglárselo. Incluso Snotlout estaba deprimido y lo demostraba, lo que resultaba extraño de ver. Cada uno de ellos estaba destrozado por sus dragones. El único que no parecía demostrarlo era Fishlegs, que observaba el intercambio entre el jefe y el poblado con un impaciente arrastrar de pies. (Y Hiccup, pero estaba destrozado por todos ellos).

—No sabemos adónde se han ido —continuó Stoick—, pero debemos tener fe en que volverán pronto. ¿Tengo razón?

Hubo algunos murmullos de acuerdo. El más ruidoso, sin embargo, fue Gobber, quien levantó una mano cubierta de adornos (muy parecidos al resto de su atuendo; los cuernos de su casco, sus brazos, su cinturón...)

—¡Tienes razón! ¡Somos vikingos! ¡Somos duros! —vio las miradas de incredulidad hacia su atuendo y Gobber hizo una mueca tímida—. Casi siempre...

Snotlout se burló, y con un codazo a Tuff, guió al resto de los adolescentes a la salida. Valkyrie arrastraba los pies al caminar, dejando huellas duraderas en la nieve. La caminata en el frío transcurrió en silencio y sombría, llena de suspiros y mocos mientras los adolescentes regresaban a casa. Hasta que, finalmente, Tuffnut dejó escapar un débil:

—Ha sido la mar de deprimente...

Esto provocó una exclamación indignada de Astrid.

—¡Ya ves! —levantó las manos, frustrada—. Yo tenía muchísimas ganas de pasar las fiestas con Stormfly.

Valkyrie suspiró y se cruzó de brazos. Sus cejas se fruncieron mientras su mente se alejaba, deseando que Zephyr estuviera aquí para envolverla en su cuello y acariciar su mejilla con su cuerno para hacerla sonreír. Su hundimiento en la miseria fue interrumpido por el silbido de Fishlegs.

Inmediatamente, su rostro sombrío se convirtió en una mirada dura, mirando más allá de Astrid y Tuff para fruncir el ceño a Fishlegs que caminaba dando saltos. No fue la única. Tuffnut entrecerró la mirada hacia el chico que estaba a su lado, sospechoso.

—¿Y tú por qué estás tan contento? ¿No echas de menos a Meatlug?

Fishlegs detuvo su marcha feliz y abrió mucho los ojos.

¿Meatlug? —soltó, sorprendido. La comprensión cruzó sus rasgos—. ¡Ah, sí! —de repente, lanzó un grito triste y se secó las mejillas secas como si hubiera lágrimas. El ceño de Valkyrie se hizo más profundo—. ¡Lo echo mucho de menos! —gruñó y luego volvió a estar bien—. Hala, buenas noches.

Se internó en la noche; la mejor carrera que pudo hacer Fishlegs. Los demás se quedaron mirándolo, perplejos ante su extraño comportamiento. (Bueno, más extraño...) Quizá Valkyrie hubiera dicho algo al respecto, pero súbitamente, como si alguien la hubiera golpeado en la cabeza con una maza, se le ocurrió una idea, y la extraña reacción de Fishlegs desapareció de su mente. Soltó un jadeo agudo que hizo saltar a los demás.

Volviéndose para mirarlos a todos, la habitual Valkyrie con cara de piedra volvió a su yo alegre de Snoggletog para sonreír y extender los brazos.

—¡Tengo una idea, chicos! —sobre las puntas de sus pies, se llevó las manos al pecho vertiginosamente para decir—. ¿Y si inventamos nuevas tradiciones festivas? Ya sabéis, ¡para enterrar la tristeza!

Tuffnut y Ruffnut la miraron fijamente casi con disgusto. Compartieron una mirada.

—Me gusta más la Valkyrie enfada y de mal humor —le dijo Tuff a su hermana.

—Sí —estuvo de acuerdo Ruff—. Esta da más yuyu.

—Oh, callaos —les dijo, devolviéndole la mirada e Hiccup intervino rápidamente.

—Pues la idea de Val me parece buena —se paró junto a ella, y la sonrisa de Val volvió al darse cuenta de que estaba de su lado.

—Claro que te parece buena —refunfuñó Tuff—. Tu dragón no puede ir a ninguna parte sin ti —le hizo un gesto al Night Fury que aún estaba de pie en el borde del acantilado helado, mirando a lo lejos en busca del resto de los dragones con un gemido solitario escapando de su garganta.

Ruffnut se burló, siguiendo a su hermano, quien continuó el viaje de regreso a casa.

—Debe ser genial...

Snotlout le siguió, dejando a Valkyrie y Astrid con Hiccup. Ante el sentimiento de culpa que de pronto se dibujó en su rostro, Val se mostró más decidida que nunca a arreglar este Snoggletog. Por sus hermanos, sus amigos y por Hiccup. Tendrá su baile. Tendrá un buen Snoggletog. Y así, unió sus brazos a los de Astrid y la arrastró hacia la noche.

—¿Se te ocurre alguna idea? —dijo, sacudiendo a Astrid ligeramente—. ¿Algo que funcione como nueva tradición?

Astrid lanzó un suspiro triste.

—Val, me parece fantástico que quieras hacer esto... Sé lo mucho que Snoggletog significa para ti. Pero... el atractivo de este año era que sería una celebración de paz, de amistad recién encontrada.

Valkyrie frunció el ceño.

—Pero si conservamos la alegría y la positividad, ¡podremos conseguir que la felicidad continúe! Mi madre siempre me dice que la gente se alimenta de las emociones de los demás. Si están tristes, están tristes. Si están felices, están felices.

—Me da que así no funciona...

—Oh, venga ya —Valkyrie caminó hacia atrás, tratando de perseguir a su mejor amiga—. Te lo voy a enseñar —decidida a demostrar que estaba equivocada, la naturaleza competitiva de Valkyrie entró en juego y volvió a entrelazar su brazo con ella. Comenzó a saltar en círculo y Astrid frunció el ceño.

—¿Qué haces? —Intentó alejarse, pero Valkyrie no la dejó y continuó bailando.

—¡Vamos! —se rió y cambió de brazo, yendo en dirección contraria—. Siente la felicidad, sabes que quieres.

Astrid dejó que diera vueltas bajo las luces que colgaban sobre ellas desde las casas del pueblo, burlándose con incredulidad de sus acciones.

—Estoy empezando a estar de acuerdo con Ruffnut, das miedo cuando estás tan alegre.

—Empezaré a cantar si no te alegras conmigo

Esto hizo que sus ojos se agrandaran.

—Espera, ¿qué?

Valkyrie volvió a intercambiar brazos y saltó más rápido, arrastrando a Astrid. Con una respiración profunda, abrió la boca y comenzó:

I'll swim and sail on savage seas...

—Para, Val —al darse cuenta de lo que estaba haciendo, Astrid levantó la cabeza molesta.

With ne'er fear of drowning...

—¡Es una canción de compromiso!

And gladly ride the waves of life...

—Para, me estás avergonzando.

—¡Pararé si te ríes! If you would marry me...

Astrid no pudo aguantar más, soltó una carcajada y detuvo a Valkyrie. Las dos mejores amigas se rieron en la noche, y Astrid sacudió la cabeza ante las payasadas de Val. Victoriosa, Val levantó la barbilla y dijo:

—¿Me crees ahora?

Su mejor amiga puso los ojos en blanco. Le dio un puñetazo en el hombro y Valkyrie volvió a reírse.

—Como quieras, vale. Tienes razón. Pero si en serio crees que vamos a cantarle una canción de compromiso a toda la aldea...

—¡Por supuesto que no! —dijo Valkyrie, y las ideas comenzaron a formarse en su cabeza—. Mañana te enseñaré lo que tengo en mente. ¡Feliz Snoggletog! —soltó mientras continuaba saltando el camino a casa.

Astrid la observó, aún moviendo la cabeza con incredulidad. La Alegre Valkyrie de Snoggletog era ciertamente algo muy curioso.

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LA DESESPERACIÓN que se había apoderado de la población de Berk la noche anterior era aún peor por la mañana. Los niños salían a las calles, haciendo sus amigos reptiles con nieve, árboles, fruta y viejas banderas como alas. Pero Valkyrie estaba allí para devolver la alegría. Caminaba por las calles nevadas con una enorme sonrisa en la cara y un escudo lleno de alegría de Snoggletog esperando a ser repartido.

Y claro, puede que su familia lo odiara y que sus hermanos lo escupieran, y que Erik vomitara al olerlo, pero es que son unos aguafiestas. Los demás sin duda amarían su casero...

—¡Yaknog! ¡Coged vuestro Yaknog! —gritó a la gente de Berk. Los niños que hacían sus dragones de nieve le fruncieron el ceño al pasar, arrugando la nariz ante el hedor de su bebida—. ¡Vamos, coged vuestro espumoso y delicioso tarro de alegría!

Vio a sus amigos caminando por la calle, ignorantes de la alegría que estaba a punto de traerles. Con una sonrisa feliz, se acercó lo más rápido que pudo, con cuidado de no derramar el Yaknog que había preparado temprano esa mañana. Al escucharla, los gemelos, Snotlout y Astrid miraron hacia atrás. Al ver su expresión, Astrid elevó una rápida plegaria a los dioses por lo que se les venía encima.

—¡Eh, chicos! —saltó al paso con ellos, levantando el escudo más alto contra su pecho. Se detuvieron y se volvieron hacia ella—. ¡Probad la rica bebida que inventé para las fiestas!

Tuffnut se acercó con curiosidad, antes de alejarse.

¡Eurgh! ¿Qué es ese olor tan asqueroso? —se volvió hacia su hermana—. ¿Eres tú? —la empujó lejos de él.

—No —Valkyrie puso los ojos en blanco—. ¡Es Yaknog! —se lo tendió y los gemelos y Astrid dieron un paso atrás, disgustados. Completamente ajena a todo, Valkyrie les sirvió un tarro y Tuff frunció el ceño.

—Urgh —se tapó la nariz con la mano—, ¡pero si con solo olerlo ya dan ganas de vomitar!

Valkyrie lo miró entrecerrando los ojos. Levantó el puño.

—¿Prefieres probar mi puño en tu cara?

Astrid arqueó una ceja.

—¿Esta era tu idea para difundir la alegría de Snoggletog? ¿De dónde sacaste la leche de yak, de la granja de Mildew?

—Oh, ja, ja —dijo Valkyrie—. No. ¡La cogí del viejo escondite de mi padre! ¡Ya estaba fermentada! —volvió a levantar la bandeja con orgullo.

Ruff olió la bebida y retrocedió de nuevo.

—¡Gah! —ella tosió—. ¿Desde cuándo? ¿El principio de los tiempos?

—Qué graciosa —puso los ojos en blanco—. ¿Cómo se te ha ocurrido? Pensé que no quedaba nada en tu cabeza para siquiera pensar en un insulto coherente.

Ruffnut se arregló el casco con enojo.

—¡Eh! ¡Sabes que se me ocurren muy buenos insultos!

Snotlout pasó junto a ellos e hizo crujir sus nudillos.

—Valkyrie, seguro que está de muerte. Quiero probarlo.

Cogió un tarro y Valkyrie sonrió. Envió una mirada engreída a los demás mientras Snotlout se lo bebía todo de un solo trago. No lo vio casi vomitar la bebida; se llevó la mano a la boca y los ojos de Snotlout se llenaron de lágrimas mientras intentaba tragarla, obligándola a bajar por su garganta y llegar a su estómago.

—Oh —soltó con voz ronca, devolviéndole la taza. Valkyrie volvió a mirarlo a los ojos, sonriendo—, ¡sí que se puede saborear el yak!

—¡Oh! —Fishlegs corrió hacia ellos y vio la bandeja que sostenía Valkyrie—. ¡Mm, mmm! ¿Qué es eso?

Valkyrie jadeó, feliz de que alguien más estuviera ansioso por probar su bebida. Le tendió el escudo al muchacho.

—¿Quieres probar un poco? Te encantará. Es la nueva bebida tradicional que hice yo misma, ¡con mi propia receta y todo!

—Eso lo explica todo —Astrid tosió en su mano.

Snotlout rápidamente sacudió la cabeza a sus espaldas hacia Fishlegs y el vikingo hizo una mueca.

—¡Oh! —dio un paso atrás y se rió nerviosamente—. Ehm... creo yo que ya, súbitamente, cambié de opinión.

Entrecerró los ojos y Fishlegs le lanzó una sonrisa forzada. Valkyrie apretó los labios, ¿por qué a nadie le gusta su bebida? ¡A ella le gustaba!

—Bueno... no sabes lo que te pierdes —declaró. Poniendo el escudo en el lateral de su cadera, se volvió hacia la armería—. Apuesto a que a Hiccup le encantará esto —dijo, y continuó su camino.

Tan pronto como ella se fue, Snotlout se dobló y se sujetó el estómago, con arcadas. Astrid arqueó una ceja, se cruzó de brazos y se rió entre dientes.

—¿Estás llorando?

Y entonces echó la pota en la nieve.

—¡Ay, qué asco, Snotlout!

Presurosa en la herrería, Valkyrie oteó a su alrededor en busca de la familiar figurita como la espina de pescado de un chico, con el corazón repentinamente decidido a acelerarse. De verdad quería que a Hiccup le gustara su bebida, no sabe exactamente por qué, pero sólo quería... una parte de ella se cuestionaba si tenía algo que ver con el hecho de que ella había querido invitarlo a bailar para las fiestas de Snoggletog. Como amigos... obviamente...

—¿Hiccup? —llamó a la pequeña tienda—. ¿Estás por aquí?

—Sí —escuchó su voz desde la parte trasera del culto—. Estoy aquí, Val. ¡Ya voy!

Con una fresca sonrisa en la cara, se metió dentro y se reunió con él a mitad de camino junto a la mesa de trabajo de madera. Los ojos de él se iluminaron al verla, sorprendido por su alegría cuando el resto estaba sumido en el estupor. Hoy ella lucía flores brillantes en el pelo, pétalos rojos mezclados con helechos verdes, y con aquella enorme sonrisa, le tendió su bandeja-escudo de Yaknog.

—Aquí tienes. Felices Fiestas de mí para vos, Su Alteza.

Él sonrió y cogió un tarro.

—¡Gracias, Milady!

Dejó la bandeja a un lado, mirando lo que podía adivinar que era la cola de Toothless; de alguna manera, era diferente. Valkyrie no conocía los detalles, pero podía decirlo. El color en sí estaba en marcado contraste: todo negro, muy parecido al otro extremo de su cola.

—¿En qué estás trabajando?

Con una mano sosteniendo su Yaknog y la otra libre para sus diversos gestos, Hiccup explicó:

—Escucha, sé que vas a decir que estoy loco —Valkyrie inclinó la cabeza, dándole una mirada que decía que ya lo estaba—, pero no pude dejar de pensar en lo que dijo Tuffnut anoche —suspiró, y la mirada divertida de Valkyrie desapareció—. Toothless no puede ir y venir como los otros dragones, y no me parece justo. No pude dormir y creo que se me ocurrió la solución —tocó la nueva cola frente a ellos con una sonrisa triste.

Terminada su explicación, le dio un trago al Yaknog. El sabor le golpeó casi de inmediato y estuvo a punto de vomitarlo, pero aguantó, sin querer ofender a la chica que le gustaba y que estaba a su lado, completamente distraída con la cola como para darse cuenta.

—Wow... —ella murmuró, inclinándose hacia la cola para tocarla y mover la palanca. La cola se expandió y volvió a replegarse—. ¿Le has fabricado una cola nueva? Eso quiere decir que podrá volar sin ti, ¿no?

¡Hmhm! —Hiccup asintió, con la boca llena de Yaknog.

Ella aún no se había dado cuenta. Esbozó una sonrisa, asombrada por la amabilidad de Hiccup. El vínculo que mantenía con Toothless era algo mucho más especial que cualquier cosa que ella hubiera visto; lo sabía desde el principio, pero seguía asombrándola. Al igual que Hiccup, que seguía sorprendiéndola cada día con su bondad, su altruismo y su enorme corazón, haciéndola desear que le hubiera dado una oportunidad mucho antes. Hacía que Valkyrie quisiera ser mejor persona, y quizá parte de su determinación de hacer que todo el mundo se sintiera mejor en este Snoggletog provenía de la buena influencia que él había ejercido sobre ella... Darse cuenta de eso hizo que se le encendieran las mejillas.

Rápidamente, para concentrarse en otra cosa, Valkyrie se aclaró la garganta y asintió hacia la cola.

—Es un gran regalo.

Hiccup tarareó de nuevo, asintiendo.

—Pero... ¿y si jamás vuelve?

Se dio cuenta de que no debería haber dicho eso, escuchando el triste murmullo proveniente de su boca llena de Yaknog. Valkyrie hizo una mueca, ¡ay, boba! ¡No debes hacerlo sentir peor!

—Uh, uh, quiero decir —se rió entre dientes nerviosamente, metiéndose el cabello detrás de las orejas—, ¡pues claro que volverá! —antes de avergonzarse más, Valkyrie volvió a tomar la bandeja—. Bueno, de todos modos, uh, ¡voy a repartir más alegría! ¡Eres increíble!

Huyó con rapidez de la incómoda situación en la que se había metido. En cuanto estuvo lo bastante lejos como para que Hiccup no la oyera, alzó la mirada al cielo y gimió.

—¡Uf! ¿Por qué me odian los dioses? Oh, Valkyrie, ¿cuál es la mejor forma de conseguir que el chico que te gusta se sienta mejor? ¡Oh! ¡Ya sé! ¡Dile que su mejor amigo nunca volverá! ¡Qué gran idea... ugh! Estúpida, estúpida, estúpida...

En la forja, Hipo escupió todo el Yaknog al suelo.

¡Eurgh! —se sacudió, limpiándose los restos de la bebida de la boca—. Nota mental, Hiccup, no vuelvas a aceptar bebidas de Valkyrie en lo que te queda de vida...

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