𝐅𝐎𝐔𝐑. karate vs bullying


𝐂𝐔𝐀𝐓𝐑𝐎. ❛ karate contra acoso escolar ❜




—HEY JOHNNY, ¿HOY HAY YOGA?—Preguntó Melody mientras recogía las pelotas que Miguel ya era capaz de desviar perfectamente.

Resulta que el hombre alquilaba el dojo mientras no tenía más alumnos que le ayudaran a pagar el alquiler.

—No, cuando acabéis de recoger avisarme y os llevo a casa—La chica asintió y continuó recogiendo mientras el hombre se iba al que era su despacho.

—Ey Díaz. Pilla—La castaña le lanzó un par de pelotas haciendo que ella se quedara con cuatro en las manos.

Mientras Miguel recogía las últimas bolas que estaban esparcidas por el lugar, Melody comenzó a hacer malabares por el aburrimiento.

—Wow. ¿Puedes hacer malabares con cuatro pelotas?—Preguntó el chico con asombro.

—Puedo hacerlos con cinco. Lanzame una—El pelinegro obedeció y miró a la chica con las cejas alzadas de la impresión.

—¿Qué te parece si te añado una?—La castaña lo miró confusa durante un segundo para luego volver a concentrarse en las bolas.

—Ni se te... ¡Díaz!—Gritó la chica al ver que una bola más se dirigía hacia ella.

Ni ella sabía cómo, pero fue capaz de cogerla y darle vueltas cómo a las demás.

—¡Lo estás haciendo!—Animó el pelinegro mientras la castaña reía levemente.

Johnny asomó la cabeza por la ventana del despacho con una mirada confusa al no saber qué estaba pasando.

Pero esa mirada se ablandó dibujando una sonrisa en su cara al ver a ambos jóvenes divirtiéndose con unas simples bolas de béisbol.

—¡Ahí va otra!—Anunció el chico.

—¡Espera!—Gritó Melody pero ya era tarde.

Cuando intentó coger la pelota, el resto se habían caído al suelo.

—Lo siento—Dijo Miguel mientras arrugaba la nariz y la chica negó con la cabeza.

—No pasa nada—Segundos después los dos comenzaron a reír mientras seguían recogiendo.





(...)


LOS OJOS DE MELODY RECORRÍAN LAS ESTANTERÍAS DE LA BIBLIOTECA DE SU INSTITUTO mientras buscaba un libro necesario para un trabajo que debería acabar en diez días.

Sonrió satisfecha al encontrar lo que estaba buscando y cuando se giró se chocó con alguien.

—Ten cuidado Peters. Luego te haces daño en las rodillas de nuevo—Melody frunció el ceño con confusión.

—¿Robby?—La castaña miró hacia ambos lados asegurándose de que nadie veía al chico y lo llevó a una zona apartada—. ¿Qué demonios haces aquí?—Gritó en un susurro para no alertar al resto de la biblioteca—. Como te vean...

—Necesito hablar contigo—Melody suspiró y se mordió el labio inferior mientras se volvía a asegurar de que nadie los veía juntos.

—Está bien. Espérame en el aparcamiento, voy en unos minutos. Tienes suerte de que ya no tenga más clases—Robby asintió y sonrió.

La castaña se dió la vuelta para pedir prestado el libro pero se escondió detrás de una estantería al ver a Kyler junto al resto de sus amigos dirigirse hacia ella.

—Cambio de planes—Le dijo a Robby que la miró confusa—. ¿Por dónde entraste?—El chico le hizo una señal con la cabeza y ella lo siguió.

Se metieron por una puerta que daba a una especie de almacén con libros y luego salieron por una que daba hacia la parte de atrás del instituto.

—¿Cómo sabías que eso estaba ahí?—Cuestionó Melody con el ceño fruncido.

—No lo sabía. Simplemente vi una puerta...—Robby cerró la puerta después de que la castaña pasara y esta pudo ver el letrero que decía "prohibido el paso''— que tenía una señal de prohibido. Y ya sabes que estas son las más interesantes—El chico sonrió orgullosamente para luego comenzar a andar.

Melody lo siguió mientras ponía los ojos en blanco y sonreía. En ese momento agradeció llegar su skate con ella, porque no tenía pinta de que iba a volver al instituto aquel día.

—Así que... ¿Qué querías decirme?—Preguntó mientras giraba su cabeza para mirar a Robby.

El chico suspiró y le indicó con la cabeza que se sentaran en un banco.

—¿Recuerdas cuando teníamos nueve años y me contaste que tu padre era un malnacido?—Melody asintió mientras colocaba un mechón de pelo rebelde detrás de su oreja—. ¿Y también recuerdas cuando te dije que el mío era igual?—La castaña volvió a asentir sin apartar los ojos de su amigo que soltó un suspiro—. Pues hoy me enteré de que le sugirió a mi madre que yo me fuera a vivir con él. Ya sabes que está... un poco desesperada por encontrar al tío perfecto y por eso no está en casa la mayoría del tiempo.

—Bueno, si te pidió otra oportunidad... puede que no sea tan capullo como me contaste—Robby bajó la mirada hacia el suelo mientras asentía lentamente—. Además, ¿que pierdes? Al menos no te quedarás con el gusanillo del "qué hubiera pasado". Y, si algo sale mal, te dejo que me eches la culpa—El castaño soltó una risita y Melody sonrió—. Después de todo no somos amigos.

Robby miró a la chica que tenía los ojos clavados en el suelo un poco apenado, se arrepentía de haberle dicho eso el otro día

—Tienes razón, no lo somos. Por eso estabas conmigo cuando se me cayó el primer diente de leche—Melody alzó su vista hacia el ojiazul mientras escuchaba atentamente—, por eso me regalabas una postal con una pulsera cada día de mi cumpleaños, por eso te quedaste conmigo hasta tarde en la biblioteca municipal para ayudarme con matemáticas, y por eso vengo a pedirte opinión sobre una decisión que podría cambiarme la vida. De verdad te aprecio Melody, aún no sé cómo me aguantas cuando soy un capullo contigo. Creo que eso es lo que te hace tan especial, que cuando te intento apartar, vuelves en el momento adecuado para ayudar a que yo me levante—Peters se abalanzó sobre su amigo y rodeó su torso con sus brazos.

El chico tardó un segundo en reaccionar pero cuando lo hizo apretó a Melody con todas sus fuerzas como si esa fuera la primera vez que se vieran en meses. Depositó un beso en su coronilla antes de separarse y ambos se sonrieron.

—Supongo que soy insistente.

—Y que lo digas—Los dos soltaron una carcajada.

—Bueno, debo irme, he quedado. Nos vemos Robby—La chica se despidió con una sonrisa y un movimiento de mano.

Keene observó cómo depositaba el skate en el suelo y se alejaba patinando. En ese momento se dio cuenta de que Melody era lo único constante en su vida, ni siquiera su madre pasaba tanto tiempo con él ya que estaba ocupada teniendo citas, y no podía estar más agradecido por ello.



(...)


MIGUEL DABA ENÉRGICOS PUÑETAZOS Y PATADAS CONTRA LAS MANOS DE JOHNNY que tenían unos pequeños amortiguadores mientras Melody estaba sentada en una silla con sus piernas reposando en otra que tenía situada enfrente.

Eso hacía últimamente, observar los entrenamientos.

A veces se ponía a hablar con Liam por mensajes de texto, pero solo cuando Johnny no la miraba, ya que una vez la atosigó a preguntas sobre su novio.

Novio. Qué bien sonaba esa palabra.

La verdad es que las cosas con Liam iban bastante bien, quedaban de vez en cuando después de clase o en algunos descansos provocando las quejas de Demitri. Pero a Melody no le importaba, ella era feliz.

—El camino del puño, lección dos.

—Pegar duro—Contestó Miguel mientras lanzaba una patada contra el mayor.

—Eso es. Solo hay un motivo para pegar: hacer daño—La castaña ladeó la cabeza reprimiendo una risa, no sabía por qué pero los comentarios de Jhonny a veces le resultaban cómicos—. Pegar duro significa darlo todo.

La campanita de la puerta sonó llamando la atención de los tres integrantes.

—¿Qué demonios?—Murmuró el rubio—El yoga es a las 17:00—Melody se levantó de la silla y se acercó a Miguel al reconocer la silueta de Aisha entrando al dojo—. No importa cuánto lo necesites.

—La verdad es que estoy aquí por el karate—Informó tímidamente la chica Robinson—He visto la web. Se supone que hoy había una clase.

—Agradezco el interés, pero no aceptamos chicas en Cobra Kai—Miguel y Melody se miraron con el ceño fruncido.

—¿Y yo qué se supone que soy?—Preguntó la castaña cruzándose de brazos.

—¿Un chico con mal peinado?—Bromeó el rubio, sin embargo Melody se limitó a alzar una ceja—. Estoy bromeando. Tú eres una chica guay, me refiero... tienes un skate. Eso es de tía dura—Johnny pareció orgulloso de su argumento.

—¿Por qué no aceptan chicas?—Preguntó Aisha.

—Por lo mismo que en el ejército, no tiene sentido.

—Sensei, quiero comentarle algo en privado—La castaña miró a Miguel y el chico entendió la mirada—. Queremos—Corrigió.

Los tres se dirigieron al despacho después de hacer el clásico saludo de karate.

—No me deis la charla mierda del sexismo, ¿vale? Las mujeres no están hechas para pelear. Tienen huesos frágiles.

Melody no pudo evitar rodar los ojos a la vez que Miguel suspiraba.

—Huesos frágiles y aún así aguantamos tonterías como esas.

—¿No quería alumnos?—Preguntó el latino.

—Sí, pero no enseño a tejer. esto es un dojo—La castaña tuvo que reprimir sus ganas de lanzarle la primera cosa que encontrara,

—En el instituto se burlan de ella—Informó Melody con lástima.

—Pues que deje de zampar pastelitos.

—Es hija de Isaiah Robinson—Dijo Miguel después de soltar un bufido, ganándose una mirada confusa del mayor—. Fue jugador de línea de los Chargers—Informó el latino indignado.

—O sea, ¿que lo de zampar le viene de familia?—Melody se masajeó las sienes, no sabía si reír o llorar.

«No sé por qué te sorprende, no sabía lo que es el rincón del vago.»

—Su familia está forrada. Es una cliente que pagará—Explicó el chico intentando no perder la paciencia—. Pero ya no necesita el dinero, ¿verdad?

—Bien—Johnny se levantó y volvió a pisar el tatami con los dos adolescentes detrás, chocando sus puños—. Fuera zapatos. Sube al tatami—Aisha obedeció y se colocó delante de su nuevo sensei—. Después de pensarlo, he decidido aceptar mujeres. Pero no puedes comportarte como una chica—Melosy se tapó la cara con las manos mientras suspiraba.

—¿A qué se refiere? ¿Cómo actúan las chicas?

—Corta el royo. Ya sabes: lloran, hablan alto y se quejan. Te interrumpen—Enumeró el hombre.

—Pues yo conozco a chicos que...

—¡Silencio!—El grito hizo sobresaltar a Aisha—. Mi alumno y asistente me dicen que te acosan en clase.

Melody frunció el ceño.

«¿Asistente? ¿Dónde está nuestro dinero entonces? Yo no trabajo gratis, y tú menos.»

—Sí. Sobre todo por internet. Me mandan mensajes y correos—El corazón de la castaña se encogió, Aisha no había tenido tanta suerte como ella—. Hace que no quiera ir a clase.

—¿Quién te envía los mensajes?

—La mayoría son anónimos. Se crean cuentas falsas y me dicen cosas como que soy fea y que debería suicidarme—Melody la miró con pena, sabía que Aisha no quería su compasión, pero no podía evitar sentirse mal por aquella chica.

—Madre mía. ¡Vaya panda de maricas!—La exclamación del rubio pilló a los adolescentes con sorpresa, excepto a Melody, que lo conocía bastante bien. Típico de Johnny—. En mi época, te burlabas de alguien a la cara. Se llamaba honor. Respeto—Peters ladeó la cabeza pensando que no había mucho respeto en insultar a alguien o pegarle una paliza—. Esos frikis se esconden tras sus ordenadores. Qué caguetas. ¿No les tendrás miedo?

—No.

—¿Vas a permitir que sigan así?

—No.

—Bien, porque cuando acabes les estarás mandando un mensaje, pero no con el teclado. Lo harás con tus puños—Aisha sonrió levemente y se quitó la chaqueta que llevaba, preparándose para comenzar a entrenar.

Le tendió las gafas a Melody para que se las guardara y se colocó frente a Miguel.

—Bien, veamos que tal, señorita Robinson. De lado. Saludo—Los jóvenes obedecieron—. De frente. Saludo—De nuevo—. Señor Díaz, enséñele lo que sabe.

Los tres adolescentes miraron a Johnny con confusión.

—No creo que sea buena idea, sensei—Habló Miguel.

—¿Por qué no?

—Se me ocurren muchas razones ahora mismo como que Aisha no sabe nada de karate—Resaltó Melody señalando a la novata con la mano.

—Es una chica. No...—La castaña miró a Miguel con la ceja alzada.

«Este es tonto. ¡Aisha dale con ganas!»

—¿Y? ¿No son iguales que los hombres?—Rebatió Johnny.

—No me refería a eso. Me refería a que...

—Cómo somos iguales, enséñale lo que sabes—El rubio señaló a la chica con la mano y Melody se agarró el puente de la nariz con los dedos.

—Solo quería recordaros que este es mi primer día.

—A tus enemigos no les importa que día sea. Huelen el miedo—La castaña apartó la mano de su nariz mientras suspiraba y se cruzó de brazos—. Para vencerlos, tienes que superar tus miedos e ir a por ellos. ¿Lista, señorita Robinson?

—Eso creo—Respondió la chica, no muy segura.

—Señor Díaz—Miguel abrió la boca, dubitativo pero Jhonny no le dejó hablar—. ¡A luchar!—Los dos adolescentes miraron al sensei, aún estando poco convencidos con el asunto—. No os quedéis ahí parados, ¡a luchar!

—Lo siento—Dijo el pelinegro antes de darle una patada a la chica que tenía en frente en la boca del estómago, provocando que esta cayera al suelo—. Dios mío. Aisha, ¿estás bien? Perdóname. Levántate—Indicó Miguel mientras se acercaba a ella con cuidado.

Sin embargo, Robinson se levantó acompañada de un grito y le hizo un placaje al latino, dejándolo en el suelo para después saltar sobre él clavándole las rodillas en las costillas.

Johnny sonrió al ver el talento de aquella chica, que tenía una sonrisa orgullosa en la cara. Sin embargo, Melody tuvo que taparse la boca para reprimir una risa.

«A ver si así aprende a no subestimar a las personas.»

—Mis costillas—Se quejó Miguel mientras se retorcía en el suelo y se sujetaba la zona dañada.

—Eres una auténtica cobra—Le dijo el rubio a Aisha, que seguía sonriendo.

Aquel momento fue interrumpido por unos gritos en el local de al lado, que llamaron la atención de Melody y Johnny.

—Vale, quedaos aquí. Diaz, estás a cargo. Peters, estás a cargo de Díaz—Ordenó el hombre al ver la condición del chico y luego abandonó el local.

—¿Quién actúa como una chica ahora, eh?—Preguntó Melody sin poder ocultar la sonrisa que adornaba su cara y tendiéndole una mano a su amigo para ayudar a que se levantara.







(...)


—HOLA PERDEDORES—MELODY BAJÓ DE SU SKATE y se lo colocó bajo el brazo a la par que llegaba junto a sus amigos, que la esperaban en las columnas de la entrada del instituto—. ¿Qué hay?

Los cuatro caminaron hacia el interior del edificio, charlando sobre el trailer de Black Panther, película que planeaban ir a ver el día de su estreno, pero su charla se vio interrumpida por el saludo general de Liam al pequeño grupo.

De vez en cuando, el ruloso se unía a ellos en la hora del almuerzo o por los pasillos, ya que todos se llevaban bien entre ellos.

Melody dio un paso hacia su novio para dejarle un corto beso sobre los labios, haciendo que un bufido sonoro saliera de Demitri.

—No comáis delante de los pobres, gracias—Protestó el chico, sacándole una sonrisa a la castaña, que abrazó a Anderson por su torso.

—Menos mal que me lo dices, ahora lo haré más a menudo—Las palabras de Melody fueron acompañadas de la leve risa de Liam.

La atención de la castaña se clavó en Samantha Larrusso y las miradas que la gente le daba, acompañadas de susurros indiscretos.

—¿A qué viene todo eso?—Preguntó Peters sabiendo que no era la única que se había dado cuenta.

—Ni idea, pero algo me dice que no tardaremos mucho en enterarnos.

Liam no se equivocaba, a la hora del almuerzo, los cinco amigos se dirigían a la mesa en la que Aisha estaba sentada cuando escucharon la voz de Kyler resonar en la cafetería.

—¡Eh, escuchad! ¿Habéis visto el cartel con una polla? Sam sigue el ejemplo de su padre—Melody clavó la bandeja en la mesa sintiendo su sangre arder de la rabia.

«Yo lo mato, te juro que lo mato.»

Era cierto que Sam no era la mejor persona del mundo, pero nadie se merecía aquella humillación por culpa de unos estúpidos rumores.

Antes de que ella pudiera reaccionar, Miguel se le adelantó.

—Eh, Kyler—El pelinegro tiró la bandeja en la mesa y se acercó al asiático—. ¿Por qué no te callas y dejas de ser un gilipollas?

—¿A que te meto una hostia?—Kyler empujó a Miguel—. A ver tu karate de mierda—En ese momento, Melody supo que aquella había sido la gota que colmó el vaso.

—No es karate de mierda—Miguel bloqueó el puñetazo que el otro chico le había lanzado de la misma forma que había entrenado durante meses—. Es Cobra Kai—El puño del latino impactó contra la nariz de Kyler, haciendo que sangrara y que aquella pelea estallara.

El asiático tiró a Miguel contra la mesa que estaba detrás suya y luego contra otra para después asfixiarlo.

Melody se mordió el labio expectante—Vamos, Diaz—Murmuró.

Y, como si el chico la hubiera escuchado, le dio un codazo a Kyler en las costillas para a continuación retorcerle el brazo, darle un puñetazo en la cara y luego una patada en la espalda, causando que el asiático se comiera el borde de una de las mesas de la cafetería.

—¡Sin piedad!—Animó Aisha, mientras Peters aguantaba la respiración inconscientemente. Sabía que Miguel podía con ellos, pero la imagen del chico tirado en el vestuario lleno de heridas no dudó en aparecer en su mente.

La pelea continuó, Miguel esquivaba los golpes de los amigos de Kyler de la misma forma que lo hacía con las pelotas de tenis y también le devolvía los puñetazos y patadas con mucho gusto.

El latino rodó sobre una mesa, cogió una bandeja y con la ayuda de una silla derribó a otro chico para después encargarse del resto con ayuda del trozo rojo de plástico que acababa de coger.

Sin embargo, mientras Miguel se peleaba con tres a la vez, Melody vió cómo Kyler se levantaba y se dirigía hacia el latino, dispuesto a atacar en su punto ciego.

Normalmente no le preocuparía, pero Diaz estaba ocupado librándose de los tres adolescentes. Así que decidió hacer algo.

Se plantó delante del asiático e intentó realizar el primer movimiento de karate que se le pasó por la cabeza. La patada de gancho.

Giró sobre su eje para, a continuación, sentir su pie impactar en la cara de Kyler.

Miguel la miró impresionado, justo después de derribar a los otros adolescentes y la castaña soltó una risita, estando un poco en shock. Era la primera vez que lo hacía y le había salido perfecto, tal vez ella también era una una cobra por naturaleza.

—¡Cuidado!—Advirtió Peters al ver al gordito dirigirse hacia Miguel con decisión.

El pelinegro esquivó sus golpes y lo tiró al suelo empleando la bandeja que aún sostenía en las manos. Sus ojos se abrieron alarmados al ver a Kyler levantarse y dirigirse a la espalda de Melody, así que apartó a la chica y luego se subió a la mesa más cercana para darle una patada y un golpe en la cara, finalizando así la pelea.

Vítores y aplausos resonaron por todo el lugar alabando al chico. Miguel miró a Melody sorprendido por aquella ovación y la chica se encogió de hombros riendo y sumándose a los aplausos.

Los ojos del latino se clavaron en Sam Larrusso, que le sonreía agradecida desde un punto en medio de todo el público.

—¡Oye, baja de ahí ahora mismo!—Gritó una profesora para después arrastrar a Miguel hasta el despacho del director.

Melody aprovechó la ocasión para agacharse al lado de Kyler, que gemía adolorido.

—Como vuelva a oír que has dicho algo parecido sobre cualquier otra chica, yo misma me encargaré de arrancarte las pelotas de ping-pong a las que tú llamas huevos. ¿Te quedó claro?—El asiático asintió con miedo, aquella patada había dolido más de lo que debería—. Bien. Espero que te pudras ahí mismo por todo lo que me has hecho a mí y a otra gente—La castaña se puso de pie y le dio una patada discretamente en sus partes nobles—, porque te lo mereces.

Durante ese momento se había olvidado del miedo que aquel chico le provocaba unos meses atrás, solo sentía la rabia que las palabras que había dicho sobre Sam le habían provocado, y también las ganas de poder pararle los pies definitivamente.

Se ajustó la sudadera que llevaba puesta y se peinó levemente el pelo para después dirigirse hacia sus amigos.







(...)


—¿A LOS CUATRO?—PREGUNTÓ JOHNNY SIN CREÉRSELO.

—Sí.

—¿Incluído al gordo?

—Todo fue muy rápido. Pasó sin más. Los bloqueé, me anticipé y repté—Explicó Miguel mientras Melody asentía a su lado, aún eufórica al recordar el momento.

—Y yo hice una patada de gancho—Dijo la chica orgullosa.

—¿Qué tú que?

—Hice una patada de gancho, Kyler iba a por un punto ciego de Miguel así que me planté y visualicé vuestros entrenamientos y le pateé la cara. Literalmente—El rubio alzó las cejas sorprendido—. No me mires así, soy una tía dura—Melody sonrió levemente al repetir las palabras que el hombre había dicho días atrás.

—Vuestras madres van a matarme—Se lamentó el sensei.

—Eso si se enteran. El instituto habló con mi abuela. Está super orgullosa. No dirá nada.

—Y a mí no llegaron a castigarme porque la profesora solo llegó a ver a Miguel. Así que todo bien.

—A ver si lo he pillado—Johnny se levantó y se plantó delante de los adolescentes, que se miraron un poco asustados—. ¿Has usado lo que te he enseñado para partirle la cara a esos gamberros? ¿Y tú has ayudado con una patada que no has practicado en tu vida?

—Sí, bueno—Respondieron ambos un poco cohibidos por el tono de voz del hombre.

—Venid conmigo—Los dos chicos se miraron confusos y luego siguieron al señor Lawrence hasta su coche—. Me lo puse en el 81 al entrenar para mi primer torneo—Dijo el rubio refiriéndose al gi que había en el maletero de su coche—. Quiero que lo tengas—Miguel miró a su sensei sorprendido.

—¿Seguro?—Preguntó mientras lo tomaba.

—Segurísimo. Te lo has ganado—Ambos hicieron un choque de manos mientras Melody observaba la escena con una sonrisa.

—Es lo mejor que puedo darte—Dijo el hombre un poco apenado, pero manteniendo su expresión de orgullo.

—Muchas gracias, sensei—Agradeció antes de abrazar a Johnny con fuerza.

—Ahora veamos qué puedes hacer—Le dijo a la chica después de separarse del latino.

Melody asintió enérgicamente y luego abrazó Miguel emocionada, quién no dudó en devolverle el abrazo con ganas. Ambos se dirigieron al interior del dojo hablando sobre el traje, bajo la furiosa mirada de Robby Keene.

No conocía a aquel chico, pero de alguna manera se las había apañado para tener mejor vínculo que él con su padre y con su mejor —y única— amiga. Así que solo quedaba hacer una cosa, tomar venganza.






Hola holaaa

Siento lo de la escena de la pelea, no sé si está bien escrita porque nunca había escrito ninguna y es más difícil de lo que parece, pero espero mejorar en eso.

Also Melody badass, we stan.


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