(🏕) ━━ OO : prologue

—¿Puede ir Jaehyun con nosotras? —Preguntó Hyojun a sus dos mejores amigas mientras tomaba asiento frente a las que se encontraban ya en la cafetería comiendo en silencio.

Seolha arrugó el entrecejo y abrió la boca para oponerse cuando Jina la interrumpió.

—¡Claro! Sungho también va, puede que se entretengan hablando entre ellos —Dijo casi desinteresada.

—Oh, entonces le diré que sí.

—¿Por qué no nos habías dicho que tu novio iba? —Seolha interrumpió finalmente intentando no sonar irritada.

—Se me había olvidado, estaba conmigo mientras hacía la reservación de los boletos, no pensé que te molestaría —De repente Jina pareció percatarse del tono de Seolha y frunció los labios—. Pero si prefieres que no vaya, puedo decirle que se quede en casa.

—No, no es eso —respondió Seolha rápidamente, sintiéndose de pronto culpable por su propia reacción—. Es solo que... bueno, éramos nosotras tres, ¿sabes?

Jina y Hyojun intercambiaron una mirada que Seolha no supo descifrar. No era hostilidad, pero sí algo parecido a la incomodidad.

—Seguimos siendo nosotras tres, tonta —rió Hyojun, intentando aligerar la tensión—. Solo que ahora... tenemos compañía extra. Pero eso no cambia nada, ¿cierto? —dijo, mirando a Jina en busca de confirmación.

—¡Exacto! —Jina asintió enérgicamente—. No es como si Jaehyun y Sungho fueran a ocupar tu lugar. Te queremos igual, Seolha.

Las palabras de sus amigas eran sinceras, y Seolha lo sabía. Pero por mucho que lo intentaran, no podían evitar el cambio que se había instalado en el grupo. Antes, las conversaciones giraban en torno a las bromas internas, los planes improvisados y los dramas escolares. Ahora, los temas parecían siempre incluir a los novios: Jaehyun dijo esto, Sungho hizo aquello, ¿has visto cómo se ven juntos?

Era como si Seolha se hubiera quedado varada en una etapa anterior, mientras las otras dos avanzaban a un ritmo que ella no podía igualar. Por supuesto, ella quería a sus amigas, tanto como siempre. Pero cada vez que salían las cuatro —Jina, Hyojun, Seolha, y ahora, inevitablemente, uno de los novios—, la sensación de ser un extraño en su propio grupo crecía un poco más.

"No es su culpa", pensó, mirando cómo Hyojun hablaba animadamente sobre un plan que Jaehyun tenía para sorprenderla. "Solo es que... quizá yo soy el problema."

Seolha apretó los labios en una fina línea y trató de sonreír. A fin de cuentas, eran sus mejores amigas, y si para mantenerlas cerca tenía que acostumbrarse a ser la tercera rueda... bueno, podría soportarlo.

Seolha tomó un sorbo de su bebida, tratando de enfocar su atención en la conversación que sus amigas mantenían con tanto entusiasmo. Pero, aunque lo intentaba, su mente se desviaba una y otra vez hacia la misma idea: el tiempo que compartían ya no era exclusivamente de ellas. Y aunque odiaba admitirlo, ese hecho la hacía sentir más incómoda que triste.

No era algo fácil de expresar, y mucho menos algo que pudiera reprocharles. Después de todo, ¿quién era ella para decirles cómo vivir sus vidas o con quién compartir su felicidad? Las dos se veían radiantes cuando hablaban de sus novios, y eso bastaba para que Seolha decidiera tragar su incomodidad y seguir adelante.

—¿Estás bien, Seolha? —La voz de Hyojun la sacó de sus pensamientos.

—¿Qué? Claro, ¿por qué no lo estaría? —respondió con rapidez, acompañando sus palabras con una sonrisa forzada.

—Pareces distraída. —Jina la observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—Es solo... estoy pensando en un trabajo de la escuela. Nada importante. —Seolha desvió la mirada, evitando que sus amigas pudieran leer más allá de su respuesta.

Hyojun y Jina no insistieron, pero sus miradas dejaron claro que no estaban completamente convencidas. Afortunadamente, el sonido de un mensaje en el teléfono de Jina desvió la atención. Ella revisó rápidamente la pantalla y sonrió.

—Es Sungho. Está emocionado por el viaje. Me pidió que te preguntara, Hyojun, si Jaehyun prefiere una cabina con ventana o sin ella.

—¡Oh! Creo que con ventana. Siempre dice que le gusta ver el paisaje. —Hyojun sacó su propio teléfono para enviar un mensaje.

Seolha sintió cómo la conversación se alejaba de nuevo, arrastrándola a una esquina invisible donde solo podía observar. En esos momentos, el vacío en su pecho se hacía más pesado. No era solo que se sintiera excluida, sino que también empezaba a dudar si sus amigas notaban siquiera su desconexión.

Pero las quería. Por encima de todo, las quería, y eso era suficiente para seguir sonriendo y fingir que todo estaba bien.

"Tal vez es solo una fase", se dijo mientras terminaba su bebida. "Tal vez todo volverá a ser como antes... o tal vez encontraré mi propio lugar en esto."

Aun así, mientras las risas de sus amigas llenaban el aire, Seolha no podía evitar preguntarse si eso sería posible.

El sol de la tarde ya empezaba a descender, tiñendo el cielo con tonos anaranjados mientras Seolha atravesaba el sendero que llevaba al campo de lacrosse. Era un día como cualquier otro; las clases habían terminado, y ahora le tocaba ir a buscar a su hermano mayor, Riwoo, que seguramente estaría recogiendo su equipo después de otra de sus intensas prácticas.

Al acercarse a la entrada, el sonido de silbatos y risas masculinas llenaba el aire. Seolha avanzaba distraída, revisando su teléfono, cuando de repente chocó de frente con alguien.

—¡Oh, lo siento mucho! —dijo, dando un paso atrás y levantando la vista rápidamente.

Frente a ella estaba un chico que no recordaba haber visto antes. Era alto, delgado, y tenía el cabello oscuro ligeramente despeinado. Sus ojos, profundos y serios, se encontraron con los de ella por un instante que pareció más largo de lo que realmente fue.

—No, no, fue mi culpa —dijo él, con voz suave pero firme, mientras se ajustaba una mochila al hombro.

El silencio entre ambos se alargó incómodamente. Seolha sintió un extraño calor subiendo a su rostro, y el chico, como si también hubiera sentido algo similar, desvió la mirada rápidamente.

—Bueno... —murmuró él, inclinando ligeramente la cabeza en señal de disculpa—. Perdón otra vez.

Antes de que ella pudiera responder, el chico salió corriendo hacia la salida, dejándola allí, inmóvil, con el corazón latiéndole más rápido de lo normal.

"¿Quién era?", pensó, mientras trataba de recuperar la compostura y continuaba su camino hacia donde Riwoo terminaba su entrenamiento.

Cuando lo encontró, su hermano estaba sentado en un banco junto al resto de los jugadores, guardando sus cosas en su mochila.

—¡Riwoo! —lo llamó, caminando hacia él.

—¡Hey, hermanita! —respondió él con una sonrisa—. ¿Ya terminaste de quejarte de tu día?

—No empieces —dijo Seolha, poniendo los ojos en blanco mientras se sentaba junto a él—. Por cierto, ¿quién era ese chico que salió corriendo? Creo que nunca lo había visto antes en el campo.

Riwoo levantó la vista, confundido al principio, pero luego pareció entender a quién se refería.

—¿El de cabello oscuro? —preguntó, mientras sacudía su casco para quitarle un poco de tierra.

—Sí. Chocamos en la entrada.

—Ah, él es Han Dongmin. Acaba de entrar al colegio hace poco. Hoy vino a hacer las pruebas para el equipo.

—¿Pruebas? —repitió Seolha, arqueando una ceja.

—Sí, el entrenador dice que es bueno. Aunque no habló mucho, parece de esos tipos que no quieren llamar la atención. Pero quién sabe, tal vez tengamos un nuevo defensa pronto.

Seolha asintió lentamente, dejando que la información se asentara en su mente. Han Dongmin. El nombre era nuevo, pero la sensación de aquel cruce de miradas todavía estaba presente, como una ligera carga eléctrica que no lograba sacudirse.

—¿Por qué tanta curiosidad? —bromeó Riwoo, levantándose con su bolso al hombro.

—No es nada —respondió ella rápidamente, poniéndose de pie—. Solo me llamó la atención.

Riwoo la miró con una sonrisa burlona, pero no insistió.

—Bueno, vámonos antes de que mamá nos dé un sermón por llegar tarde.

—Tú eres el lento, no yo —dijo ella, caminando por delante.

Mientras avanzaban juntos hacia la salida, Seolha intentó apartar de su mente aquel encuentro, pero algo dentro de ella le decía que Han Dongmin no sería tan fácil de olvidar.

El sonido del motor llenó el silencio en el interior del auto mientras Riwoo y Seolha se dirigían a casa. La luz anaranjada del atardecer bañaba las calles, y el tráfico era lo suficientemente ligero como para que Riwoo pudiera conducir con una mano, mientras con la otra tamborileaba distraídamente sobre el volante.

—Entonces, ¿qué tal va la organización de tu famoso viaje con tus amigas? —preguntó de repente, rompiendo el silencio.

Seolha, que estaba mirando por la ventana, soltó un suspiro antes de girarse hacia él.

—Va... bien, supongo —respondió, encogiéndose de hombros.

Riwoo arqueó una ceja.

—Eso suena más como un "no tan bien". Vamos, suéltalo. Sabes que soy un gran oyente.

Ella dejó escapar una pequeña risa, aunque sin mucho entusiasmo.

—Es complicado. Jina y Hyojun están emocionadas, pero ahora sus novios también van.

—Ah... —Riwoo asintió lentamente, como si de repente todo tuviera sentido—. Y ahora te sientes como la tercera rueda, ¿no?

—Exacto. —Seolha jugueteó con la hebilla del cinturón de seguridad, bajando un poco la mirada—. Sé que no lo hacen a propósito, y sé que me quieren, pero... es raro. Ya no es lo mismo.

Riwoo apretó los labios, pensativo, mientras giraba el volante para tomar una curva.

—Te entiendo —dijo finalmente, con un tono más serio—. A veces las cosas cambian, incluso cuando no quieres que lo hagan.

Seolha lo miró de reojo, agradecida por su tono comprensivo. Riwoo no era de los que se burlaban cuando veía que algo le afectaba, y esa era una de las razones por las que siempre había confiado en él.

—Mira, Seolha —continuó él, sin apartar la vista del camino—. Si no quieres ir, no tienes que hacerlo. Nadie te obliga. Puedes cancelar el viaje y quedarte.

—¿Y quedarme en casa aburrida? —preguntó ella, tratando de sonar divertida, aunque no del todo convencida.

—No necesariamente. —Riwoo sonrió, dándole un pequeño golpe en el hombro con el dorso de la mano—. Podemos hacer algo juntos. Salimos al cine, a cenar, o hacemos un maratón de películas como solíamos hacer antes. Incluso puedo invitar a un par de amigos si quieres algo menos... familiar.

Seolha lo miró, sorprendida por la propuesta.

—¿Tú? ¿Cancelar tus planes para pasar el día conmigo? —bromeó, aunque en el fondo sabía que su hermano lo decía en serio.

—Claro que sí. ¿Qué clase de hermano mayor sería si no? —Riwoo le lanzó una mirada rápida antes de volver a enfocarse en la carretera—. Solo digo que no tienes que obligarte a ir a algo que no vas a disfrutar. La decisión es tuya.

Seolha sonrió suavemente, sintiendo un cálido aprecio por él.

—Gracias, Riwoo. Lo pensaré.

—Sin presiones. Solo recuerda que aquí estoy, ¿de acuerdo?

—Lo sé.

El resto del trayecto transcurrió en silencio, pero no uno incómodo. Era un silencio lleno de comprensión, de ese tipo que solo podía darse entre dos personas que se conocían a la perfección. Mientras las luces de la ciudad comenzaban a encenderse y el auto avanzaba hacia casa, Seolha sintió que, a pesar de todo, siempre podría contar con su hermano.

La habitación estaba en penumbra, iluminada únicamente por el débil resplandor de la lámpara en su escritorio. Seolha estaba sentada en su cama, con las piernas cruzadas y el teléfono entre las manos, repasando mentalmente las excusas posibles para no ir al viaje.

"Podría decirles que estoy enferma", pensó, aunque sabía que sería difícil de sostener si la veían en la escuela justo después. "O que mis padres no me dejan ir... pero Riwoo seguramente diría algo y arruinaría la mentira."

Dejó escapar un largo suspiro, dejándose caer sobre la almohada. La verdad era que quería ir, quería pasar tiempo con Jina y Hyojun como antes, sin sentir que algo faltaba. Pero cuanto más lo pensaba, más dudas surgían.

Mientras se sumergía en ese debate interno, una notificación en la pantalla de su teléfono captó su atención.

Notegram: @itstaesan ha comenzado a seguirte.

Frunció el ceño, incorporándose en la cama. El nombre del usuario no le resultaba familiar. Abrió la aplicación, curiosa, y fue directamente al perfil. La foto de perfil era sencilla: un cielo despejado con la silueta de alguien sentado en lo alto de un edificio. El nombre "Itstaesan" no le decía nada, pero al deslizar hacia abajo y ver las pocas publicaciones, todo encajó.

Era Han Dongmin.

Su corazón dio un pequeño vuelco. A pesar de que no había ninguna foto suya en el perfil, las publicaciones estaban llenas de frases enigmáticas, paisajes urbanos y algún que otro dibujo, pero lo que realmente confirmó su identidad fue una publicación reciente: "Primer día probando el equipo. Parece prometedor."

Seolha se quedó mirando la pantalla por un momento, sin saber exactamente cómo reaccionar. "¿Cómo encontró mi usuario?", pensó, llevándose una mano al cabello en un gesto de desconcierto.

La notificación seguía ahí, parpadeando suavemente como si la invitara a hacer algo. Seguirlo de vuelta, ignorarlo, o simplemente dejarlo pasar como si nada.

Finalmente, soltó una pequeña risa nerviosa, sintiéndose un poco ridícula por el revuelo interno que le provocaba algo tan simple. Apagó la pantalla del teléfono y lo dejó en su mesita de noche, tratando de convencerse de que no era gran cosa.

Pero mientras apagaba la luz y se arropaba, una ligera sonrisa permanecía en sus labios, y la última imagen en su mente antes de quedarse dormida fue la mirada intensa de Dongmin, la misma que habían compartido horas atrás.

N/A: Dios mío, que incómodo ser Seolha :")

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