EXTRA: Tu recuerdo no se va... (*)

 [1980]

Tipo de narrador: Tercera persona

La pequeña niña rubia corría por aquel parque mientras que reía a más no poder

En esos meses había aprendido a sonreír y a reírse con más frecuencia

Después de que él matrimonio Mortenson la encontrará, empezó unos trámites para que ella fuera legalmente hija de ellos. Después de una prueba de ADN descubrieron que la pequeña era esa niña que robaron de su madre a apenas unas horas de nacida. Biológicamente era su hija y ahora también legalmente

Ahora era una niña feliz que tenía una familia feliz que amaba y que la protegería de todo y de todos. Además que se encontraba muy feliz debido a que su madre le iba a dar un hermanito en los próximos meses

Aún así ningún hermano podría reemplazar a los que dejó en aquel infierno que solía llamar casa, nunca se iba a perdonar el no haber podido salvar a sus hermanas, abandonarlas

La pequeña siguió caminando hasta que llegó a un tipo parque, había como 3 niños jugando, pero ella se fue hacia los columpios. Amaba los columpios desde que su padre se los enseñó hace unas cuantas semanas, y mientras que su madre compraba unas cosas en el supermercado de junto, ella se subió al columpio empezando a balancearse por este

—¡Oye! — la pequeña se sobresaltó cuando una niña mucho más alta que ella se paró enfrente— ese es mi columpio, quítate.

—Yo llegue primero— la rubia apretó el agarre en la cadena del columpio

—No me importa, es mío— la mayor volvió a señalar el columpio

—No me voy a quitar

—Te quitas o te quito

—No.

La niña mayor se acercó a la pequeña tomándola del cabello haciendo que ella se quejará mientras que la arrastraba fuera del columpio tirándola al suelo donde varias piedras se pegaron en sus rodillas y codos haciéndola sangrar levemente

La pequeña empezó a soltar pequeños sollozos por el dolor en sus rodillas mientras que veía como la niña se colocaba en el columpio donde ella había estado sentada y la miraba con una sonrisa de victoria

—Te dije que te quitaras, niña fea— le dio una mirada de superioridad mientras empezaba a balancearse en el columpio

Era la primera vez que algo así le pasaba, aunque a decir verdad era algo un poco común, a pesar de que tenía ocho años, ella parecía ser más pequeña en comparación a los demás niños de su edad, era más bajita, más delgada, y su voz era muy bajita y aguda, por lo cual era común que niños más grandes trataran de aprovecharse de ella

Solo que los demás niños no podían hacer lo que ella

Se alejó, mirando a la niña con una mueca enojada, mientras que se alejaba rumbo al arenero, fijándose que nadie la viera, alzó sus manos apuntando a la niña que cayó al suelo de bruces, esto la hizo sonreír por un segundo, pero no le duró mucho la alegría cuando vio a la niña con las rodillas raspadas y la nariz y la boca llena de sangre a la par de que comenzaba a llorar

Eso la hizo sentir mal

Se terminó de sentar en el arenero mientras que veía sus pequeñas manos asustada

Le asustaban sus manos, y hasta cierto punto le llegaba a tener asco, y al ver como la niña seguía llorando a unos metros de ella, más le hizo sentir mal, tal vez se lo merecía, pero le hacía sentir mal lo que había provocado

No pudo evitar empezar a llorar en el arenero mirando sus manos, soltó un pequeño sollozo un poco más grande mientras enterraba las manos en la arena y apretaba de estas bajo la arena

—Hola 

La pequeña casi se cae cuando frente a ella se le apareció un niño de cabello castaño, casi de su edad

—Hola— respondió con muchos nervios

Esperaba que ese niño le dijera algo feo, o que la quisiera correr también del arenero, casi se estaba preparando para cualquiera de las dos, por lo que se sorprendió cuando le extendió un camión rojo con una sonrisa

El rojo era su color favorito

—Es para ti— siguió extendiendo el camión con una sonrisa amable, que no pudo negar que la hizo sentir bien, era el primer niño que era amable con ella

—Pero es tuyo— miro su mano extendida algo preocupada

—Es para que dejes de llorar y de estar triste— explicó aún con la mano extendida— tú debes tenerlo, tú lo necesitas más que yo.

La rubia tomo el camión algo dudosa, ese pequeño gesto junto con sus últimas palabras hizo su mundo un poquito menos feo

—¿Puedo jugar?— preguntó el niño señalando un espacio en el arenero

—Si

El niño tomó asiento a lado de ella mientras que ella empezaba a trazar en la arena un camino donde empezó a arrastrar aquel camión rojo

—¿Cómo te llamas?

—Dith— respondió con una mueca

La pequeña aún no sabía pronunciar bien su nuevo nombre, y decir que se llamaba Twelve no era una opción, ya que odiaba ese nombre y todo lo que conllevaba, pero aún no sabía cómo pronunciar Elideth, así que solo decía sus últimas cuatro letras, intercambiando una, ya que aún no sabía bien cómo decir la "E"

El silencio entre ambos niños era mucho, pero este se rompió cuando otro niño que también parecía de su edad y que tenía el cabello negro se les acerco

—Creí que nos veríamos en el pasamanos— el pelinegro miro algo confundido al castaño

—Sí, se me olvido, lo siento— el castaño se encogió de hombros y luego señalo a la niña a su lado que había dejado de llorar y tenia su camión rojo entre sus manos— ella es Dith

—Hola— el pelinegro le regaló una pequeña sonrisa a la niña rubia que estaba sentada a unos centímetros de su amigo

—Hola, ¿Quieres jugar?— preguntó con una pequeña sonrisa hacia el de cabello negro

—Si— el nuevo niño se sentó frente a ambos niños en el arenero

—¿Cómo se llaman?— la rubia miro a los dos chicos recordando que no sabía sus nombres

—Soy Mike y él es Will— hablo el niño de cabello negro y luego miro a su amigo— ¿Te gustan los trenes?

—Si— la niña sonrió al ver como Mike sacaba un tren muy bonito en color azul

Perdieron la cuenta de cuánto tiempo estuvieron jugando con esos trenes, se estaban divirtiendo mucho haciendo sus vías imaginarias en la caja de arena, imitaron voces jugando con sus carritos y con la arena, se rieron y pasaron así quién sabe cuántas horas, mientras que a unos metros de ellos, las mamás de los tres niños miraban con una sonrisa al ver a sus hijos divirtiéndose

Hasta que el parque se quedó a oscuras debido a que había empezado a nublarse dando a entender que la noche estaba por caer

—Mike— una señora de cabello castaño ondulado se acercó hacia donde estaban jugando y riendo los niños— tenemos que ir a casa, tú papá ya debe haber llegado del trabajo

—Está bien— el pelinegro se levantó del suelo y tomó dos trenes que eran de él, luego miró a sus dos amigos— adiós Will, adiós Dith— se despidió por última vez de sus amigos, ellos le devolvieron el gesto

Después de que Mike y su madre se fueran, a los pocos segundos se acercó una mujer de cabello castaño y con facciones muy parecidas a las de Will

—Will, tenemos que ir a casa, ya es tarde— la mujer le sonrió a la niña, ella le devolvió el gesto

—Está bien— el pequeño se levantó del arenero quitando los últimos rastros de arena de su ropa

Detrás de ella se acercó la madre de la rubia, que al verla sabía que ya era hora de irse, por lo que también empezó a levantarse de la caja de arena

—Cariño, nos tenemos que ir, ya es tarde— le dijo amablemente su madre, ella solo sonrió y se terminó de levantar

—Adiós— la pequeña rubia se despidió del castaño antes que se fuera con su madre

—Adiós, podemos jugar otro día, Dith— el castaño sonrió antes de irse con su mamá

La pequeña sintió algo de pena debido a que sabía que no iba a volver a jugar con ambos niños, jamás

Hace unos días sus padres habían tomado la decisión de mudarse del pueblo donde quedaban tantos recuerdos dolorosos, a ella no le molesto por que no había nada que le gustara del pueblo para quedarse

Hasta ahora...

—¿Cómo está mi princesa?— la niña corrió hacia el hombre rubio que la esperaba al lado del auto, cuando termino de llegar, él la alzó en los brazos dándole varias vueltas en el aire que la hizo reír 

—Muy bien, papá— la pequeña abrazo con fuerza al hombre 

El fue el hombre que la hizo volver a confiar, cuando él le dijo que le podía decir papá, ella se negó al momento diciendo que ya tenía un papá, sin embargo él era muy diferente a su anterior papá, se fue ganando su cariño por como la trataba y la cuidaba, y de repente un día, ya había empezado a llamar papá a Alex Mortenson

Sonrió al ver a su mamá acercarse al auto, le dio un beso a su marido que hizo que la niña se cubriera los ojos ya que siempre decía que no quería ver. Mientras su papá ayudaba a subir las compras a su auto, ella se puso del lado de su madre poniendo su cabeza en un lado de su barriga de 7 meses de embarazo

—¿Ya comieron?

—No, y él ya tiene hambre— la pequeña trazo pequeños círculos sobre el estomago de su mamá, lo que hizo que los adultos compartieran una mirada 

Desde el primer momento se dijo que su hija no iba a ser como los demás niños, era un milagro que hubiera sobrevivido ya que nació prematura y con problemas en el corazón, pero lo que decía era otra cosa

Desde que la sacaron del bosque no tardaron en darse cuenta que era cierto, su hija era especial, varias veces decía cosas que ellos pensaban pero nunca hablaban, podía hacer que las personas a su alrededor cambiaran su estado de animo y lo que mas los sorprendió fue como se le quedo viendo a una de las figurillas de porcelana que flotaba en el aire, algo que parecía por completo imposible 

Pero en vez de hacerla sentir rara, buscaban inculcarle que su niña no era un problema, sino especial 

—¿Es un niño?— la mujer se inclinó levemente a la altura de su pequeña mientras que acariciaba su barriga, la rubiecita asintió frenéticamente 

—Si, será muy revoltoso— sus palabras le sacó una sonrisa a los adultos

—Un niño— Alex acaricio el estomago de su mujer también emocionado por la información que le acababa de dar su niña— ¿Oye, que es eso?

—Mira— la rubia le mostró a su madre el camión rojo que su nuevo amigo Will le había regalado— mi nuevo amigo me lo dio porque estaba triste

—Qué lindo— la rubia mayor le dio un pequeño beso en la coronilla a su pequeña haciendo que ella riera

—Si quieres, antes de irnos podemos venir otro día, tal vez con suerte puedes volver a jugar con ellos— las palabras de su padre la emocionaron, ya que pensó que jamás los iba a volver a ver

—Si— le regalo una sonrisa emocionada a la mayor, nada le hubiera hecho más feliz

Sin embargo, a los pocos días volvió al parque, pero no se volvió a encontrar a sus nuevos amigos, lo que la hizo sentir algo desanimada, era la última oportunidad y no pudo volverlos a ver

Esos dos niños habían hecho que no se sintiera como un bicho raro en mucho tiempo, se sentía como una niña normal de su edad, y ahora jamás los volvería a ver

O eso creía...

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Mike y Liz solo se llevaron bien de fetos XD

—Ellis

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