𝐱𝐯. 𝐭𝐡𝐚𝐭 𝐛𝐨𝐲 𝐥𝐨𝐯𝐞𝐬 𝐲𝐨𝐮
(gif: cherry avoids jess)
Cherry había estado evitando a Jess.
Incluso él había logrado darse cuenta con tan solo un par de días. Primero notó cuando Cherry no había aparecido en la cafetería en todo el día. La rubia siempre tomaba una comida, merienda, desayuno, ¡lo que sea! pero allí. Jess lo dejó pasar; podría haber una explicación razonable para ello. Sin embargo, los días fueron pasando y él podía sentir aún más la ausencia de la rizada.
La primera nevada cubrió el pueblo entero con un manto blanco, y Jess había empezado a usar suéteres debajo de su chaqueta de cuero, con los guantes que Cherry le había tejido la navidad pasada en sus bolsillos. El recuerdo trajo una suave sonrisa a su rostro, la comisura de sus labios ligeramente, a pesar del hecho de que unos dedos del guante eran mucho más largos que otros.
Jess detuvo su caminar, el Festival de Invierno frente suyo. Puestos con diferentes actividades se dispersaban en el centro del pueblo, el bullicio de la gran multitud rodeándolo. Le había dicho a Rory que podría pasarse por allí, pero estaba dudando. Descubrió que no quería pasar la noche fingiendo sonrisas mientras reflexionaba sobre la razón por la que su mejor amiga lo estaba evitando de repente.
En cambio, giró sobre sus talones, de espaldas al festival mientras se alejaba, tomando su decisión. Con el camino memorizado, Jess caminó en dirección a la casa de Cherry; el frío le picaba la cara cuando llegó allí, la punta de su nariz roja. Golpeando con los nudillos la puerta pintada de azul, se frotó las manos mientras esperaba una respuesta. Después de un rato, volvió a levantar la mano.
Sin embargo, la puerta se abrió, con el puño de Jess colgando en el aire cuando se encontró con la sonrisa de Kirk. Ligeramente sorprendido, Jess dejó que su brazo cayera a un lado.
—¡Mariano! ¿Qué estás haciendo aquí?
—Yo... —Jess murmuró, sacudiendo la cabeza. —¿Está Cherry en casa? Necesito hablar con ella.
—¡Oye, Beth! —Kirk gritó al interior de la casa, su cabeza desapareciendo detrás de la puerta monetariamente. —¿Está Cherry aquí?
La voz de Bethany Doose fue haciéndose más nítida conforme el sonido de sus tacones se acercaba, apareciendo a lado del hombre castaño, sacudiendo la harina de sus manos.
—¿Por- Oh, ¡Jess! ¿Cómo has estado, cielo?
La amistosa familiaridad hizo que Jess se sintiera un poco agradecido; la mayoría del pueblo lo trataba con hostilidad, excepto un grupo de personas que podía contar con los dedos de una mano.
—Bien, solo me preguntaba si Cherry estaba aquí.
—¡Ay, Cherry! Mencionó ir al Festival de Invierno. —respondió Bethany, y Jess alzó las cejas, ¿Cómo es que no pensó en eso? Por supuesto que ella estaría allí. —¿Quieres pasar, tomar un vaso de chocolate caliente? Hace frío ahí fuera.
Apretó los labios en lo que esperaba que pareciera una sonrisa.
—No, gracias señorita Doose. Mejor voy a buscarla.
—Puedes llamarme Bethany. —un tono cálido en su voz, entregándole una pequeña bolsa. —Ten, toma unas galletas. Recién salidas del horno.
—Gracias... Bethany. —muy pronto, Jess estaba caminando por la entrada de las Doose. Al final de la cuadra, se detuvo, mirando la bolsa. No pudo evitar sonreír, tal vez debería hacer visitas más a menudo.
En el Festival de Invierno, Cherry veía los puestos. La chica se había rendido al tratar controlar sus rizos, dejándolos libres de volar con la suave y fría briza del invierno. Había querido salir de casa, en un intento de distraerse, y alejarse de su madre y Kirk, quienes habían estado en una fase de luna de miel los últimos días. Aún así, su mente no dejaba de dar vueltas a la misma cosa. O persona, para ser más específicos.
Jess Mariano era irritantemente bueno para meterse en la mente de Cherry.
La rubia supuso que siempre había sido así, pero desde que se dio cuenta de que le gustaba, se dio cuenta de cuánto pensaba en él y lo odiaba. Odiaba pensar en él. Odiaba tener que evitarlo para quizás distanciar sus sentimientos. Pero es verdad cuando decían que la distancia hacía crecer el cariño.
Buscando una distracción, cualquier cosa, sus ojos azules se posaron en un canto púrpura, con letra dorada. 'El Hogar de los Adivinos'. Inclinando su cabeza, caminó en la dirección. Ella supuso que era tan bueno como cualquier cosa.
El hedor del incienso de sándalo y jengibre hizo que Cherry apretara la nariz en un intento de evitar que el olor se infiltrara en su sistema. La tienda estaba, a primera vista, vacía, un tono púrpura tiñendo su entorno. Solo una mesa parece ser el único mueble del espacio, con una típica bola de cristal en el centro.
Entrando torpemente, alguien más irrumpió en la tienda, haciendo que Cherry lo mirara con los ojos muy abiertos.
—¿Jess? ¿Qué estás haciendo aquí?
El chico de cabello oscuro se quitó los copos de nieve de su cabello y la miró a los ojos.
—Yo podría preguntarte lo mismo. ¿Estás tan desesperada por evitarme que estás visitando a un adivino?
Una mezcla de diversión y juicio brotaba de su voz, haciendo que Cherry cruzara los brazos sobre el pecho.
—El mundo no gira a tu alrededor, Mariano. Además, no estoy evitando seguro.
—Claro, y el cielo es rojo.
Cherry enarcó las cejas. —Realmente-
—Cierra la boca. —Jess se quejó. —Necesitamos hablar. —cuando Cherry fue a replicar una vez más, él la interrumpió, con un ceño fruncido dibujado en su rostro. —En serio.
El pavor se introdujo dentro de Cherry mientras cambiaba de posición. —Bueno... ¿no me dejarás que me lea la palma de la mano primero?
Él levantó una ceja. —¿En serio?— cuando vio que Cherry no se movía, gruñó por lo bajo, hundiendo las manos en los bolsillos. —Bien. Estaré esperando afuera. No te vas a alejar de mí.
Una vez que se fue, Cherry dejó escapar un suspiro de alivio. Estaba a salvo, por el momento.
—Ese chico te ama. —Cherry se volvió sorprendida por el sonido de una voz ronca. Una mujer ahora estaba sentada frente a la bola de cristal, con el cabello teñido de púrpura recogido en rulos pasados de moda. Su declaración hizo que Cherry la mirara fijamente, perpleja con esperanza, tomando asiento cuando la mujer le indicó que lo hiciera, queriendo que Cherry entablara una conversación.
Cherry se quitó el abrigo rojo y las palabras se hundieron mientras negaba con la cabeza.
—¿Y qué si lo hace? Está con alguien más.
—Probablemente sea lo mejor. —respondió la mujer, exhalando el humo del cigarrillo que colgaba de su labio inferior. —Él sólo te traerá problemas.
—Ya lo hace. —murmuró la rubia, sin notar más que ternura en su voz.
La mujer la miró, como si tratara de descifrar a Cherry. —Ven acá. Te mostrare.
Dudando, Cherry empujó su silla hacia adelante y le ofreció su palma. En una inspección más cercana, se presionó una etiqueta en el pecho de la mujer: Miranda, decía. Cherry nunca había sido una persona extremadamente espiritual, pero ahora la curiosidad había aumentado su interés. Miranda señaló la línea que corría desde su muñeca a través de su palma en una curva con su uña.
—Tienes mucha pasión, y mucho amor por ese chico. —Cherry se mordió el interior de la mejilla, no queriendo confirmarlo; parecía haber algún tipo de trato indescriptible una vez que lo dijo en voz alta. —La relación no será fácil. Le romperás el corazón y-
—Suficiente. —Cherry se apartó de inmediato, ligeramente sin aliento. —Esto es ridículo. Yo nunca... —se detuvo, sacudiendo la cabeza mientras sus rizos rebotaban. —Lo que sea. Me voy de aquí.
Agarrando su abrigo, Cherry salió furiosa de la tienda, la ira y la vergüenza palpitaban en sus venas cuando Miranda gritó desde atrás.
—¿Qué pasa con mi dinero?
Sin poder evitarlo más, Cherry se acercó a donde estaba Jess, esperándola con un cigarrillo colgando de sus labios, las palabras de la mujer golpeando en su cabeza.
Le romperás el corazón.
—¿Tienes uno de sobra? —la voz de Cherry hizo que Jess levantara la mirada sobresaltado, refiriéndose a su cigarrillo. Sin una pregunta o una respuesta, Jess encendió uno para ella y se acercó para entregárselo.
Él la observó con atención, cómo sus suaves labios rosados inhalaban el humo con facilidad.
—¿Dijo algo de interés?
Ella encontró su mirada. Oh sí. Estoy enamorado de ti, y puedes corresponder esos sentimientos, pero solo nos traeremos el desamor el uno al otro. En cambio, decidió darle otra respuesta.
—Realmente no. Ya sabes lo que es, pura mierda.
Él resopló, no dispuesto a llevar más lejos el asunto.
—Entonces... ¿por qué me has estado evitando? —cuando Cherry abrió la boca, evitando su mirada, saltó. —Y nada de evitar el tema. No nos guardamos secretos.
—Bien. —Cherry resopló, ligeramente molesta. —Entonces tienes que hablarme de ese libro que estabas escribiendo. —cuando Jess la miró boquiabierta, sonrió. —¡Ves! Algunas cosas son privadas.
Jess se retorció en su lugar. —Esto es diferente. ¿Es algo que hice?
Su pregunta hizo que la sonrisa de Cherry se desvaneciera y su corazón se encogiera. Lo último que quería era hacerle sentir que él era el problema. Era ella, por tener que arruinar su amistad con estúpidas emociones y estúpidas mariposas y estúpido todo lo que venía con las relaciones.
—No, yo... mira, es complicado. ¿No puedes confiar en mí? —ante su mirada poco convencida, ella le apretó la mano. —Prometo no evitarte más.
—¡Ajá! Así que admites que me estabas evitando.
Cherry rió, relamiéndose los labios. —Cierra la boca.
—Ahora estamos llegando a algo.
N/A: Hola! lamento mucho no haber actualizado el día de ayer, tuve unas complicaciones, pero aquí se encuentra ahora y espero les guste mucho!
Chao! Nos leemos en el próximo capítulo, el cuál puede ser más temprano de lo que creen!
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