◇°•「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 35 」•°◇

[Narrador/a POV]

La cabeza de Chosen latía con fuerza mientras intentaba enfocar su vista. Todo le parecía borroso, como si estuviera atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar. Sus brazos pesaban más de lo normal, y cuando intentó moverse, un sonido metálico le heló la sangre.

Cadenas.

Sus manos estaban atrapadas en gruesos grilletes de metal, cubriendo casi por completo sus dedos, impidiendo cualquier movimiento ágil. Intentó canalizar su poder, pero nada sucedió. Algo en esas cadenas lo bloqueaba por completo.

Su respiración se aceleró.

No sabía dónde estaba.

No recordaba cómo había llegado ahí.

El suelo bajo él era frío, áspero, como si estuviera en un lugar abandonado. Un fuerte olor a óxido y humedad lo envolvía.

Y entonces, lo escuchó.

Pasos.

Alguien se acercaba.

La figura emergió de la oscuridad con una calma escalofriante. Chosen sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando reconoció la silueta.

Victim.

—Vaya, qué sorpresa verte aquí, Chosen —su voz era suave, casi burlona—. ¿Te sientes cómodo?

Chosen apretó los dientes y forcejeó, pero su cuerpo no tenía fuerzas.

—¿Qué quieres? —gruñó, tratando de mantener la compostura.

Victim sonrió con tranquilidad, inclinándose un poco hacia él.

—Oh, no te preocupes. Solo quiero conversar… y ver qué tan roto estás.

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Victim dio un par de pasos más, su silueta recortada contra la tenue luz de una lámpara vieja colgando del techo. Sus botas resonaban en el suelo de piedra, cada paso un recordatorio de la vulnerabilidad de Chosen.

—¿Sabes? —empezó Victim con voz suave, como si estuviera charlando con un viejo amigo—. Siempre me pregunté qué era lo que te hacía especial. La gente te llama Chosen, el elegido, como si fueras algo más que un simple error del sistema. Pero mírate ahora. Atado. Débil. Completamente a mi merced.

Victim inclinó la cabeza y chasqueó la lengua.

—Debo decir, esperaba algo más de resistencia. ¿Dark nunca te enseñó a defenderte mejor?

El nombre de Dark le cayó como un balde de agua fría. Su pecho se contrajo al recordar lo que había sucedido. Recordó la pelea. La ira en los ojos de Dark. El golpe. La traición. Y luego… Freedom. La sensación de mareo. El desmayo.

—¿Dónde estoy? —preguntó Chosen, su voz más ronca de lo que esperaba.

Victim se arrodilló frente a él y le sostuvo el mentón con una mano fría, obligándolo a mirarlo directamente a los ojos.

—En un lugar donde nadie vendrá a salvarte —susurró con una sonrisa siniestra—.

Chosen se estremeció y apartó el rostro, pero Victim no lo soltó de inmediato.

—Tienes suerte, ¿sabes? —continuó Victim, como si estuviera contando un secreto—. Podría haberte dejado morir en la calle, pero me pareció más interesante traerte aquí. Quiero entender qué tiene él contigo.

—¿De qué estás hablando? —Chosen lo miró con desconfianza.

Victim se levantó y caminó en círculos alrededor de él.

—Dark. Ese idiota siempre se creyó superior a todos. Siempre siguiendo su código, cumpliendo con su deber. Mission.The_Dark_Lord=destroy(The_Chosen_One), ¿no? Qué ridículo.

El corazón de Chosen latió con fuerza.

—¿Cómo sabes eso?

Victim rió, un sonido bajo y burlón.

—Ah, Chosen. No te das cuenta de nada, ¿verdad? Dark no es el único con una misión. Yo también tengo la mía. Y, a diferencia de él, yo disfruto lo que hago.

El estómago de Chosen se revolvió.

—No me importa cuál sea tu estúpida misión —gruñó, tirando de las cadenas—. No tienes idea de lo que Dark y yo hemos pasado.

Victim se detuvo, su sonrisa se desvaneció un poco.

—Oh, pero sí lo sé. Sé lo que pasó entre ustedes. Sé que lo amaste. Sé que te traicionó. Sé que intentaste escapar, pero nunca serás libre.

Chosen sintió un nudo en la garganta, pero no iba a darle la satisfacción de verlo afectado.

—Si realmente lo supieras, entonces sabrías que él no es como tú.

Victim se rio otra vez, pero esta vez había algo más oscuro en su expresión.

—Eso crees. Pero dime, ¿qué hará Dark cuando se entere de que estás aquí? ¿Vendrá por ti? ¿O aprovechará la oportunidad para acabar contigo de una vez por todas?

Chosen sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Dark… ¿vendría por él? ¿O realmente lo dejaría a su suerte?

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El sonido de las cadenas resonaba en la habitación oscura mientras Chosen trataba de moverse. Sus manos estaban atrapadas en gruesos grilletes de metal que le cubrían como guantes, bloqueando sus poderes. Su respiración era pesada, y un dolor punzante en su cabeza le recordaba que no estaba en un sueño.

Frente a él, Victim lo observaba con una sonrisa ladina, caminando a su alrededor con lentitud, como si estuviera disfrutando de cada segundo.

—¿Sabes qué es lo más curioso de todo esto, Chosen? —dijo con voz melosa—. Que todavía piensas que alguien vendrá por ti.

Chosen apretó la mandíbula y evitó mirarlo.

—Dark vendrá —susurró, más para convencerse a sí mismo que para responderle.

Victim se rió en voz baja y negó con la cabeza.

—¿Dark? ¿Ese mismo que te golpeó? ¿El mismo que te echó de su casa sin pensarlo dos veces? No seas ingenuo.

La sonrisa de Victim se amplió al notar que sus palabras estaban logrando el efecto que quería.

—Dime, Chosen, ¿alguna vez te preguntaste si en verdad le importaste a Dark?

Chosen sintió un escalofrío recorrerle la espalda, pero no dijo nada.

—Tal vez, solo tal vez, fuiste su juguete. Alguien con quien distraerse cuando estaba aburrido. ¿No lo has pensado?

Los puños de Chosen temblaban, pero no podía hacer nada con esas cadenas pesadas que lo mantenían inmóvil.

—No es cierto… —murmuró.

Victim sonrió aún más y se inclinó hasta quedar a su altura.

—¿No lo es? Piénsalo. Te tuvo cerca todo este tiempo, pero nunca te dejó libre. Te mantuvo bajo su control, asegurándose de que nunca tuvieras una vida lejos de él. Y cuando por fin te dejaste llevar… ¿qué pasó? Te desechó.

Chosen sintió su corazón latir con fuerza en su pecho. Todo lo que Victim decía… ¿era cierto? Dark lo había echado sin dudarlo, incluso lo golpeó. Lo dejó ir sin ninguna intención de detenerlo.

Victim notó la duda en su rostro y continuó, con una expresión de falsa compasión.

—¿Realmente crees que Dark va a arriesgarse por ti? ¿Que va a cruzar la línea entre la vida y la muerte solo para salvarte? Vamos, Chosen… sabes la verdad en el fondo de tu corazón.

Chosen tragó saliva con dificultad. Su mente se llenó de recuerdos. Dark mirándolo con frialdad. Dark diciéndole que ya no le importaba. Dark dejando que se fuera sin decir una sola palabra de despedida.

Victim susurró cerca de su oído, con una voz cargada de veneno.

—Nunca te amó.

El pecho de Chosen dolía. Era como si todas las fuerzas que le quedaban se desmoronaran en un instante.

Victim se separó, satisfecho con su trabajo.

—Ahora dime, Chosen… si Dark no vendrá por ti, ¿qué harás? ¿Esperarás aquí hasta que yo decida qué hacer contigo?

Chosen no respondió. Su mirada estaba clavada en el suelo.

Victim sonrió.

—Eso pensé.

Victim dejó escapar un suspiro teatral mientras se cruzaba de brazos, mirándolo con una mezcla de burla y lástima. Dio un par de pasos, como si estuviera pensando sus palabras, y luego volvió a clavar su mirada afilada en Chosen.

—Debe ser difícil, ¿no? —dijo con un tono suave, casi comprensivo—. Darlo todo por alguien. Creer que esa persona te ve como tú la ves… solo para descubrir que fuiste una fase pasajera en su vida.

Victim se inclinó un poco hacia él, como si estuviera contándole un secreto.

—Primero te dice que eres importante. Que sin ti no sabe qué haría. Que eres especial, que nunca te dejará. Y tú… —soltó una risa baja—. Tú te lo crees. Te aferras a esas palabras como si fueran reales, como si fueran lo único que te mantiene de pie.

Su voz bajó de tono, volviéndose más oscura.

—Pero un día, sin previo aviso, todo cambia. Dejas de ser lo primero en su mente. Sus mensajes se vuelven más cortos. Su voz se vuelve más fría. Y cuando intentas aferrarte, cuando tratas de recordarle lo que una vez te dijo…

Victim sonrió con crueldad.

—Te hace sentir como un estorbo.

El silencio entre ellos se volvió pesado, como un peso muerto en el pecho de Chosen.

—Dime, Chosen —continuó Victim, con una falsa ternura en su tono—, ¿cómo se siente amar a alguien que nunca te amó de verdad? ¿Cómo se siente ver cómo su interés en ti desaparece, cómo se aburre de ti?

Chosen apretó los dientes, sintiendo su corazón latir con dolor en su pecho.

—¿Cómo se siente depender de alguien que puede desecharte como si nunca hubieras importado? —su voz era un susurro venenoso—. Porque eso es lo que eres para Dark. Algo que tuvo su momento… y que ahora ya no necesita.

Victim se irguió de nuevo, observando cada reacción de Chosen con satisfacción.

—No necesitas depender de nadie, Chosen —su tono sonaba casi paternal—. Porque al final, las personas siempre pierden el interés. Siempre cambian de opinión. Y lo peor de todo…

Victim inclinó la cabeza con una expresión calculada.

—Nunca podrán amarte como tú los amas a ellos.

El golpe fue directo al corazón de Chosen. Su respiración tembló, sus manos apretaron las cadenas con fuerza, y su mirada se perdió en el suelo.

Victim sonrió.

—Dime, Chosen… ¿qué se siente saber que siempre fuiste el único que sintió algo real?

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El silencio que siguió fue tan denso que parecía llenar todo el espacio alrededor de Chosen. Su respiración era inestable, y un nudo se formó en su garganta. No quería creerlo. No podía. Pero las palabras de Victim se clavaban en su mente como agujas.

Dark… ¿realmente nunca lo había amado?

Las dudas lo consumían. Recordó cada mirada, cada momento, cada beso compartido con Dark. ¿Fueron solo mentiras? ¿Fueron solo formas de manipularlo?

Victim notó su conflicto y sonrió con satisfacción. Se agachó frente a él, apoyando una mano sobre una de las cadenas que lo sujetaban.

—Duele, ¿verdad? —susurró—. Saber que todo lo que sentiste fue un engaño. Saber que te usaron y luego te dejaron tirado.

Chosen sintió un ardor en el pecho, una mezcla de enojo y tristeza que lo ahogaba. Su mirada se nubló con lágrimas que se negó a dejar caer.

—Eso no es verdad… —susurró con voz débil, más para convencerse a sí mismo que a Victim.

Victim soltó una risa baja, condescendiente.

—¿No es verdad? —repitió, ladeando la cabeza—. Entonces dime, ¿por qué te dejó ir? Si tanto te amaba, si de verdad significabas algo para él, ¿por qué no luchó por ti?

Chosen apretó los puños, sintiendo cómo la desesperación lo envolvía.

—Porque no me quiere retener a la fuerza —intentó justificar, pero sonó más como una súplica que como una certeza.

Victim negó con la cabeza lentamente, como si hablara con un niño ingenuo.

—No, Chosen. No luchó porque nunca fuiste importante para él. Porque te cansaste de mendigar su amor y simplemente lo aceptaste.

El pecho de Chosen se contrajo con fuerza. Sus recuerdos de Dark se mezclaban en su mente: la pasión, las peleas, los momentos en los que sintió que sí le importaba… pero también las veces que Dark lo apartó, las veces que lo hirió sin remordimiento.

Victim se inclinó más cerca, su voz apenas un susurro venenoso en su oído.

—Sabes que tengo razón. Sabes que si Dark te hubiera amado, nada de esto habría pasado. No habrías estado aquí, encadenado, roto. No habrías tenido que irte.

Chosen cerró los ojos con fuerza. No quería escuchar más. No quería aceptar que tal vez… todo era cierto.

Victim sonrió, sintiendo cómo sus palabras hundían más a Chosen en la desesperación.

—Dark no vendrá por ti —sentenció con frialdad—. Porque nunca fuiste suficiente para él.

Y con esas palabras, Victim se puso de pie y se alejó, dejando a Chosen solo con su dolor.

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La habitación era fría y oscura, apenas iluminada por una tenue luz azul que parpadeaba de vez en cuando. Chosen respiraba con dificultad, su cuerpo debilitado, su mente atrapada en un torbellino de pensamientos que lo atormentaban. Las palabras de Victim seguían repitiéndose en su cabeza como un eco inquebrantable.

"Dark no vendrá por ti… Porque nunca fuiste suficiente para él."

Sentía que su pecho se cerraba, que su garganta ardía con la necesidad de gritar, de negar todo… pero, ¿para qué? Cada argumento que intentaba formar se desmoronaba al recordar el momento en que Dark lo dejó ir sin luchar.

Victim, aún de pie frente a él, lo observó con una sonrisa satisfecha.

—Sabes, no soy tan cruel como parezco. De hecho, tengo un regalo para ti. Una sorpresa.

Chosen no respondió. No tenía fuerzas. Apenas levantó la mirada cuando escuchó pasos acercándose.

De entre las sombras, emergió un hombre envuelto en una túnica azul oscura, con el rostro oculto bajo una capucha. Chosen lo reconoció al instante, y su cuerpo se tensó involuntariamente.

Era él.

El mismo que semanas atrás le había inyectado aquel virus, el que lo había condenado a una agonía indescriptible, el que había causado la debilidad que aún lo atormentaba.

Su respiración se volvió errática, pero ya no sabía si era miedo lo que sentía… o si era simplemente dolor.

El hombre de la capucha se detuvo frente a él y, sin decir palabra, sacó una pequeña jeringa de entre sus ropajes. La luz parpadeante iluminó el líquido oscuro en su interior, un tono casi negro con un leve resplandor violeta.

Victim sonrió con diversión al ver la expresión de Chosen.

—¿Recuerdas lo que se siente? —preguntó con tono burlón—. Recuerdas ese dolor que quemaba cada fibra de tu cuerpo, ¿verdad?

Chosen no respondió. No quería darle la satisfacción de ver su miedo… pero el temblor en sus manos lo delató.

El hombre de la capucha se inclinó un poco, sosteniendo la jeringa frente a los ojos de Chosen.

—Esta vez, será diferente —susurró, con una voz fría y sin emoción—. Esta vez, no habrá cura.

Chosen sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—¿Por qué…? —su voz salió débil, apenas un murmullo.

Victim se cruzó de brazos, inclinando la cabeza con fingido interés.

—¿Por qué? Oh, querido Chosen, porque quiero verte romperte aún más. Porque quiero que entiendas lo que es perderlo todo, hasta el último fragmento de esperanza.

El hombre de la capucha tomó el brazo de Chosen con firmeza, acercando la jeringa a su piel.

—Esta vez, el virus no solo destruirá tu cuerpo… sino también tu mente.

Y antes de que Chosen pudiera reaccionar, la aguja perforó su piel.

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Viro estaba sentado en el sofá, su mente llena de preocupaciones. Desde que Dark se fue, su corazón había estado acelerado. Las palabras de su padre seguían resonando en su cabeza, y no podía dejar de pensar en el peligro que Chosen podría estar enfrentando. La incertidumbre lo estaba consumiendo, y el miedo por lo que podría pasar lo mantenía en vilo.

Con manos temblorosas, había marcado el número de Hangman. Necesitaba a alguien, alguien en quien pudiera confiar. No podía enfrentarse a todo esto solo. La llamada había sonado varias veces antes de que Hangman respondiera, y Viro no pudo evitar sentir un atisbo de alivio al escuchar la voz de su amigo del otro lado.

—Viro, ¿qué sucede? —preguntó Hangman, su tono preocupado.

—Dark... —Viro pausó, tragando saliva. Su garganta estaba seca, y le costaba hablar. —Se fue. Creo que va a hacerle algo a Chosen. No sé qué hacer...

Hangman respiró hondo, entendiendo la gravedad de la situación. —Quédate en la casa, Viro. No salgas de ahí, ¿me oyes? Voy a ir a buscar a Dark, intentaré hablar con él y ver si hay alguna forma de detenerlo.

Viro asintió, aunque la duda lo seguía comiendo por dentro. Hangman tenía razón, quedarse era lo mejor. Sin embargo, la ansiedad seguía presionando en su pecho. No podía evitar preguntarse si realmente podía confiar en que Dark aún era capaz de salvar a Chosen, o si la oscuridad que lo rodeaba era algo de lo que nadie podía escapar.

—Voy a regresar pronto, Viro. No te preocupes. Quédate tranquilo, todo va a estar bien.

Hangman colgó antes de que Viro pudiera decir algo más.

Quedó solo en la casa. La soledad en la que se encontraba lo hacía sentir más vulnerable que nunca. Miró por la ventana, la luz del atardecer bañando la ciudad con un brillo cálido y reconfortante, pero algo en su interior sentía que el tiempo se estaba acabando.

En medio de esa quietud, una presencia se sintió cerca. Viro no podía identificarla con claridad, pero su instinto le decía que algo no estaba bien. No pudo evitar volverse hacia la puerta, sintiendo una creciente incomodidad en su pecho.

De repente, algo cambió en el aire. No era solo la sensación de estar observado, era más profundo, algo en su piel, en el aire que respiraba. Los agentes...

El sonido de un coche estacionándose a lo lejos le dio una pista, y la forma en que la figura se movió por la calle parecía demasiado calculada para ser casual. Desde la distancia, un par de figuras vestidas con trajes oscuros avanzaban, siguiendo una dirección que llevaba directamente hacia la casa.

Viro tragó saliva. No podía quedarse quieto, no podía solo esperar.

Miró la puerta de entrada, luego el teléfono en su mano. Hangman no estaba cerca, y ya no había tiempo para esperar. Con manos temblorosas, abrió la puerta con cautela y observó a través de la rendija. Los agentes estaban a punto de llegar. La presión aumentaba, y Viro sintió un sudor frío recorrer su espalda.

"¿Qué quieren de mí?" pensó con miedo, mientras comenzaba a moverse hacia las escaleras, esperando que las sombras lo cubrieran y lo mantuvieran a salvo. Pero sabía que, si esos agentes realmente eran quienes él sospechaba, lo que querían no era él en ese momento. Sin embargo, no iba a arriesgarse a esperar sin saber qué estaba pasando.

Lo peor, pensó, era que esos agentes probablemente no tenían nada que ver con Dark. Algo mucho más grande estaba ocurriendo, y Viro iba a ser solo una pieza más en su juego.

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Los gritos de dolor de Chosen resonaban en el oscuro cuarto, y la sensación de su cuerpo debilitándose se intensificaba con cada minuto que pasaba. Estaba atado, vulnerable, y la corriente helada de desesperación se apoderaba de él. El virus que se introducía en su sangre era un veneno directo a su alma, como si cada célula de su cuerpo estuviera siendo destrozada desde adentro.

La mirada de Chosen, nublada por el dolor, vagó por la sombra que se cernía sobre él. El sujeto que lo estaba sometiendo, que con cada movimiento lo hacía sentir más y más impotente, tenía una presencia que le resultaba familiar, pero no podía comprender por qué. Los recuerdos se amontonaban en su mente, y la niebla del sufrimiento no le permitía ver con claridad.

Con una voz rasposa, casi inaudible, Chosen logró preguntar:

—¿Quién... quién eres?

El sujeto, que hasta ese momento había mantenido su rostro oculto bajo una capucha oscura, se detuvo un momento. Los ojos de Chosen brillaban con desesperación, intentando entender lo que estaba sucediendo, por qué la figura que lo estaba torturando parecía tan... cercana. El hombre, impasible, bajó lentamente su capucha y retiró la máscara que cubría su rostro, dejando al descubierto una cara que Chosen conocía demasiado bien, una cara que lo hacía temblar de incredulidad.

La respiración de Chosen se detuvo por un segundo, y el tiempo pareció ralentizarse a su alrededor.

—No... —murmuró, el horror pintado en su rostro. El virus en su cuerpo seguía recorriéndolo, pero la revelación lo golpeó más fuerte que cualquier dolor físico.

Era Freedom.

El hombre que había estado a su lado, el que había mostrado amabilidad, el que lo había tomado de la mano y llevado por el parque. El que, en su corazón, pensaba que era su único escape de todo lo que había vivido. El hombre que, con dulzura, le había ofrecido consuelo y había intentado arrancarlo de su tormento emocional.

Ahora estaba allí, de pie frente a él, con la misma cara que había visto tantas veces... pero esta vez llena de una fría malicia. Freedom, el hombre que había hecho parecer que lo entendía, que le había dicho lo que Chosen necesitaba escuchar, había resultado ser parte de la pesadilla.

Freedom no dijo nada de inmediato. Solo observó a Chosen con una expresión implacable, casi distante, como si la persona que había sido antes ya no existiera. Finalmente, rompió el silencio.

—Te lo dije, ¿verdad? No puedes confiar en nadie...

Las palabras de Freedom eran afiladas como cuchillos, y su voz, que alguna vez había sido cálida, ahora sonaba vacía y cruel.

Chosen, con todo su ser paralizado por la sorpresa, intentó procesar lo que estaba sucediendo. El dolor del virus que recorría sus venas era insoportable, pero el choque de ver a Freedom convertirse en el peor enemigo que jamás habría imaginado era aún más devastador.

Freedom, con una mirada fría, se inclinó hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y furia reprimida.

—Lo siento, Chosen. Realmente lo siento... —susurró, con una frialdad que hizo que cada palabra cortara como el hielo. —Pero las cosas no pueden seguir como estaban.

Antes de que Chosen pudiera responder, Freedom dio un paso atrás y permitió que sus ojos recorrieran la escena, como si disfrutara de su sufrimiento.

—Tu vida, tu destino... está marcado. Y todo lo que creías saber, todo lo que sentías, solo fue parte del juego. Yo soy el que controla el final. No Dark, no nadie más. Solo yo.

La sensación de traición caló en lo más profundo de Chosen. Su mente giraba, tratando de encontrar algo de lógica, algo de esperanza, algo que pudiera romper esa oscuridad, pero no había respuestas. Solo el dolor, la traición y la desesperación se extendían a su alrededor como una niebla espesa.

Freedom, con una sonrisa sombría, dio media vuelta.

—Nos vemos pronto, Chosen. Y, por si acaso... —se detuvo un momento, dejando caer esas últimas palabras como una sentencia—, no esperes que alguien venga a salvarte.

Y con eso, Freedom desapareció, dejando a Chosen con su sufrimiento, su confusión y su horror.

---

[Continuará...♡]

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