[Pᴀʀᴛᴇ ₄﹕ Oᴊɪᴛᴏs ʙᴜsᴄᴏɴᴇs]
Celebrar el cumpleaños de Youngsoo en Seúl había sido una buena idea. Jungkook estaba disfrutando sus vacaciones, resaltando que no había tenido unas en mucho tiempo.
Su madre había organizado un pequeño recorrido a varios lugares que deseaban visitar; Primero visitaron un parque acuático donde Soo se paseó con delfines y buceo en un pequeño arrecife.
Jungkook se alteró al principio porque el niño era muy pequeño todavía, pero la seguridad del lugar era buena, y el arrecife no estaba profundo.
Aunque eso no evitó que lo envolviera en salvavidas.
Ni siquiera podía pensar en nadar cuando su hijo iba de un lado a otro, quejándose porque Jungkook no le permitía ir más lejos del chapoteadero. Todo parecía de repente muy peligroso y aterrador.
Hasta que la tía Hye tomó al niño y subió los peldaños hacia los toboganes mientras Jungkook estaba distraído comprando limonada.
Cuando llegó y no vio al niño por ningún lado casi le explota el corazón.
"¿Cómo lo permitieron?"
"Es muy peligroso"
"Díganle que me regrese a mi hijo"
Jungkook sintió que su presión daba altibajos, incluso se le secó la boca al ver a su tía prepararse para bajar por uno de los toboganes más altos con su hijo en brazos.
Estaba histérico, pero toda su ansiedad se disolvió en cuanto vio a Youngsoo empapado y con una sonrisa inmensa en el rostro.
Entonces tuvo que llevarlo varias veces, debía admitir que estuvo muy nervioso y apretó a Soo fuerte contra su pecho la primera vez, luego simplemente lo disfrutó.
Hoy visitarían un restaurante extranjero que la tía Hye propuso, según ella, la comida era una delicia. Youngsoo iba sentado en su regazo comiéndose una paleta, tenía las mejillas y las palmas llena de dulce.
—Tío Jun, ¿podrías pasarme la pañalera?
Su tío interrumpió la conversación con su padre para alcanzarle la maleta azul donde tenía las cosas del niño. Una vez en sus manos buscó las toallas húmedas para bebé y limpió todo rastro pegajoso fuera de su hijo.
— Quiero comida.
Jungkook sonrió al notar cómo su lengua se trababa al pronunciar la D haciendo que sonara como una L. Era muy dulce.
—Ya casi llegamos algodón.— Besó su frente y el niño se acurrucó contra su pecho.
Minutos después su padre estacionó frente al local.
El lugar parecía viejo, con aire rústico. Las paredes de roca hacían un contraste salvaje con las enredaderas verdes subiendo por todos lados y arremolinándose sobre la enorme puerta de madera gruesa.
Saliendo del auto Jungkook tomó en brazos al niño que ya estaba medio dormido. Se veía muy tierno intentando mantener los ojos abiertos, su hambre era más grande que sus ganas de dormir.
Se estaba chupando el dedo pulgar mientras sujetaba sus dedos con la otra mano. En un momento se sacó los dedos de la boca y manoteó contra el rostro de Jungkook, riéndose.
—¡Soo! – Dijo Jungkook frunciendo la frente, aleja con cuidado el brazo de su hijo pero entran en una mini pelea de empujones porque Youngsoo volvía a arremeter los dedos ensalivados contra su rostro —Que asco Youngsoo.
La risa juguetona del niño lo contagió. Seguían en su burbuja hasta que su madre se acercó mirándolos seriamente.
—Cállense ustedes dos, van a sacarnos por su culpa.— Ordenó la mujer.
En silencio siguieron a todos hasta la mesa. En cuanto estuvieron acomodados, Jungkook pidió al mesero una silla para bebé. Observó al mesero ir a través del salón para tomar la silla de madera y girarse de regreso, chocando con un chico al momento de girarse.
El chico fulminó al mesero que parecía estar redactando toda una disculpa, sin embargo el chico simplemente siguió su camino hacia la barra a unos metros de ellos.
Su rostro era un poco familiar, Jungkook le estaba mirando con insistencia porque de verdad sentía que lo había visto antes. Bastó verle los ojos verdes para reconocerlo, era el chico que había visto en la tienda de zapatos el día de cumpleaños de Soo.
Parecía agotado, su semblante frío parecía incomodar a la cajera que había evitado el contacto visual en todo momento.
El chico espero unos minutos hasta que le entregaron un paquete para llevar. Hizo una reverencia y salió del lugar sin mirar a nada ni nadie, dejando un hilo de tensión en el aire.
O quizá solo fue él quien lo sintió así.
Sin embargo incluso después de dejar el lugar Jungkook no pudo apartar su mirada de él. Le observó cruzar la calle y entrar en lo que parecía un hotel.
Debía trabajar allí. Eso supuso Jungkook, el chico vestía un uniforme negro, era muy obvio.
Jungkook sacudió la cabeza despejando sus ruidosos pensamientos, dándose cuenta que estaba interesándose de más en algo que no le debería importar.
A veces era muy entrometido.
Mejor se enfocó en alimentar a su bebé. Acercó el cuecharon con sopa hacia Youngsoo observando sus ojos verdes, y de nuevo estaba pensando en aquel chico. Por alguna razón sintió que lo veía a través de los ojos de su hijo, no había visto a nadie más con ese color.
Su mente comenzó a imaginar situaciones poco probables. En primera, porque había encontrado a Youngsoo en Busán, y segunda, ese chico lucía demasiado joven para ser padre.
—¿Todo bien Jungkook? – Escuchó a su padre decir– ¿Pasa algo?
— Ah...si, todo bien. Estaba pensando en cosas del trabajo, perdón.
—Tranquilo cariño, es obvio que estés alerta, eres un oficial. — Comentó con orgullo su tía.
Luego de eso se obligó a seguir la conversación, hablaron del trabajo, de Youngsoo y sobre su vida de padre. Apenas pudo responder porque su tía acaparaba la conversación, parecía entusiasmada.
Luego de una larga hora por fin estaban subiendo al auto para regresar a casa. Youngsoo había comida postre hasta hartarse y ahora le estaba llorando para que lo tomara en sus brazos y dormir durante el camino.
La tía Hye había impuesto la regla de salir en familia desde que habían llegado a Seúl.
Literalmente.
Si alguien mencionaba la sola idea de querer salir, todos los demás estaban abordo en menos de cinco minutos. Jungkook fue la excepción a tal propuesta, no había cosa que apreciara más, después de su hijo claro está, que la privacidad.
Algo que no estaba obteniendo mucho desde su llegada.
Hoy querían hacer un pícnic. Su madre y su tía habían parloteado toda la mañana sobre ir al rio Han y llevar comida preparada para pasar la tarde. Según la tía Hye, había muchas exposiciones de arte y lugares al aire libre.
Así que enviaron a los hombres por las compras mientras ellas preparaban lo que necesitarían. Su tía incluso había invitado a otros parientes que tenía tiempo sin ver.
Jungkook se sintió extrañamente melancólico mientras hacían planes en familia, por un momento deseó que Yugyeom estuviera allí también. Además, Youngsoo preguntaba por el casi todos los días cuando veía la fotografía que Jungkook había colgado en la pared de la sala.
—¿De quién es este piecito?– Preguntó Jungkook sujetando la planta de Youngsoo mientras empujaba el carrito– ¿De quién?
—Mio.— Respondió Soo sonriendo, tenía las mejillas enrojecidas.
—Y... ¿está pancita gordita?— Pico su estómago y el niño se carcajeó.
— Mía, mira.
Youngsoo sujetó el borde su camisa y la alzó mostrando su estómago. Luego apuntó con un dedo el lugar mirando a Jungkook con diversión.
Jungkook lo picoteó una vez más haciendo que el niño gritara una carcajada. Sintió su pecho apretarse y una enorme emoción le quitó la respiración, de verdad era su hijo y era precioso.
Iba tan distraído que no se percató cuando alguien se detuvo delante de ellos, fue consciente hasta que lo arrolló con la parte delantera del carrito y lo escuchó quejarse. Jungkook se enderezó con rapidez viéndose cara a cara con el chico.
— Eso realmente dolió – Dijo el chico mirándolo con una mueca — No puedes ir por allí emboscando personas amigo.
Ni siquiera permitió a Jungkook disculparse cuando ya estaba dándose la vuelta enfurruñado después de tomar unos paquetes de pasta. Parecía totalmente ofendido, y Jungkook se sintió algo culpable por no prestar atención.
Youngsoo miraba atento al chico.
—Es tu culpa. — Dijo Jungkook al niño.
Entonces Youngsoo volteó rápido mirando sorprendido a su papá.
— Es tuya.— Respondió rápidamente apuntándole con el dedo.
Jungkook sonrió.
—Vale, fui yo – Revolvió su rizado cabello miel –. Debemos ser cuidadosos algodón.
Tras encontrar todo lo de la lista que su madre les había dado se encontró a su padre en la fila para pagar. Miraba desinteresado la banda plástica transportar los alimentos hacia la cajera cuando una charla ajena a sus espaldas llamó su atención.
—Te lo digo Min, ese tipo literalmente me arrolló y ni siquiera se disculpó. Ya no hay respeto por nada.
Ni siquiera me dejó disculparme ¿cómo puede difamarme asi?
Jungkook suspiró con pesadez girando levemente la cabeza hacia atrás. Observó con cuidado al par de chicos a unos cuantos pasos de él, debía estar en sus veintes, podía ser incluso un adolescente, no había otra razón para su actitud impulsiva, todos eran así.
Con ese pensamiento ignoró olímpicamente al chico y se concentró en responder el mensaje de Namjoon que le acababa de llegar. Aunque estuviera tomándose unas mini vacaciones le gustaba estar informado sobre lo que sucedía en su ciudad.
Esperar en la fila les tomó una eternidad, la cajera parecía odiar su trabajo. Cuando finalmente les cobró tomaron las bolsas y salieron directamente al auto. Jungkook puso al niño en la silla de seguridad mientras su padre y su tío acomodaban las compras, pero fue a ayudar con lo último cuando el niño estuvo asegurado.
Listo para irse llevaba medio cuerpo dentro del auto cuando sus ojos se movieron como imanes en dirección a un chico a unos cuantos autos de ellos. Estaba acompañado por el chico al que golpeó anteriormente, su semblante sombrío fue familiar a estas alturas; era el chico del restaurante.
Como si lo hubiera gritado, el chico miró en su dirección y aunque Jungkook no pudo asegurar que le estaba mirando directamente a él, se sintió observado a profundidad.
La extraña conexión desapareció en cuanto su padre le riñó para que subiera rápido y pudieran irse de una vez.
Más tarde por fin se encontraban sentados sobre una manta gigante que los separaba del césped. El sol quemaba sus piernas y cubrió el pequeño cuerpo de su hijo con protector solar.
Hoy se veía muy adorable con un shorts de mezclilla y camisa azul. Jungkook amaba el azul, así que en cuanto pudo fue a comprar mil cambios de ropa de ese color para su hijo.
Ahora entendía como se sentían las niñas al vestir a sus muñecas, era muy divertido.
—Muy bien algodón, ya puedes ir a jugar con Renjun.
Jungkook señaló al niño de pie mirando fijamente a Youngsoo. Tenía un lindo overol amarillo y parecía muy pequeño, era hijo de su prima. Youngsoo no espero otro segundo para girarse en dirección al niño y correr por el alrededor tras una pelota.
Sin quitarle los ojos de encima alcanzó un sándwich del contenedor de plástico a su lado. Ver a Youngsoo convivir con otro niño era lindo, en casa lo pasaba un poco solo ya que no había niños de su edad por la colonia.
— Quien diría que te convertirías en papá.
Su primo Jinyoung se acomodó a su lado tomando un sándwich también.
—Eras tan torpe antes que es un milagro que el niño no se te haya caido de las manos... ¿no se te ha caído cierto?
— Claro que no.
— Es que tienes este récord de asesinar la vida de la que eres responsable; recuerda a tu conejo, el pez, y pelusa.
— Lo de pelusa no fue mi culpa.
—Tu arrogaste su muñeco Jungkook.
—Yo no... El fue... ¿viniste a molestarme o a ver a Soo?— Preguntó enojado cruzándose de brazos.
—Ambas. ¡Ven aquí, Soonie!
Jinyoung se puso de pie luego de terminar su comida. Avanzó hasta su hijo quien al verlo acercarse le sonrió en grande, logrando que sus ojos desaparecieran en dos medias lunas.
Jungkook sonrió, por muy molesto que fuera su primo, tenía razón. En su adolescencia fue todo un caos, no había nada que no rompiera, todo se le resbalaba de los dedos como si estos fueran de matequilla o aceite.
Jamás había conocido a otra persona más torpe que él, hasta Namjoon, entonces supo que podían existir casos extremos.
Habían tenido que ocultar las cosas que pudieran romperse fácilmente y algunos objetos de valor. Llevaba en su lista unos cuantos emblemas de la comisaría que no iban a poder ser reemplazados, también una alcancía de colección que Jungkook consiguió en una apuesta.
La cual no había pagado aún, volviendo a Busan mataría a Namjoon por destruirla.
Luego de unas horas llamaron a todos para comer. El lugar estaba lleno de gente pero aún era agradable, Seúl era ruidoso ya que era mucho más grande que Busan, pero hoy parecía congeniar con su humor.
Cuando Youngsoo llegó a su lado rechazó al instante el sandwich que le había preparado, prefiriendo la sopa helada. Jungkook quiso insistir pero bastó con que Youngsoo pusiera ojos de cachorro triste para que accediera a sus peticiones, como siempre sucedía.
Decirle que no era difícil. Estaba tan enamorado de su hijo.
Cuando finalmente estaban cargando el auto con todo lo que trajeron, el cielo ya se estaba tornando de color rosa por el atardecer. Todos se despidieron entre abrazos y promesa de otro paseo muy pronto.
En el auto Youngsoo no soportó el cansancio y terminó dormido en el regazo de Jungkook, quien sintió lástima porque al llegar a la casa tendría que despertarlo, iba a darle un baño porque estaba cubierto de tierra y no permitiría que se durmiera así.
. . .
Por la mañana Youngsoo se despertó más temprano de lo usual. Fue directo hacia Jungkook y mientras se comía su desayuno dijo haber visto a una persona cuando estaba durmiendo. Jungkook sintió que se le salía el corazón pero mantuvo la calma para interrogar a su hijo.
— ¿Dónde viste a esta persona, Youngsoo?
— En mi sueño.
Casi como un mecanismo encendido, Youngsoo trajo de vuelta aquel comportamiento extraño que le ponía los bellos de punta. Los siguientes días simplemente se mantuvo hablando sobre esa persona con ojos verdes.
— Así, muy bonitos.
Había dicho apuntando sus propios ojos.
A Jungkook se le revolvió el estómago cuando la imagen del chico del supermercado nadó por sus pensamientos. No había encontrado a otro asiático con ese color de iris, era demasiado raro.
Parecía una coincidencia muy bien planificada, no le estaba gustando el rumbo de sus pensamientos así que se convenció de que era una simple similitud y estaba haciéndose ideas tontas.
Si, debía ser eso. Estuvo mucho tiempo obsesionado con la idea de encontrar a los padres de Soo, una espina dentro suyo que le pedía exigirles una explicación, un porqué al menos y restregarles en el rostro al hermoso hijo que ahora le pertenecía.
Pero siempre terminaba enterrando esos pensamientos.
— ¿Por qué debo usar uno de estos feos suéteres?
Jungkook veía con desagrado la ropa con temática de amor por toda la tienda. Su tía había convencido a su madre para que todos vistieran atuendos a juego porque irían al Parque Cheonggyecheon; el lugar tenía un arroyo a lo largo del camino así que mucha gente lo visitaba, había puestos de venta y una zona verde llena de flores, así que la ciudad tendría un evento por San Valentín.
Si tía lo había obligado diciendo que ya tenía mucho tiempo haciendo trabajo manual. Jungkook quiso esconderse bajo la tierra cuando su madre estuvo de acuerdo y comenzaron una animada charla sobre su vida íntima.
"Tengan algo de vergüenza"
Había dicho Jungkook sintiendo el rostro en llamas. No necesitaba que ventilaran su vida privada por toda la tienda. No lo dejaron tranquilo hasta que accedió a usar un simple suéter rojo con un corazón bordado en el lado del pecho izquierdo.
—¿Qué es lo que quieres? Recuerdo bien lo que pediste Taehyung.
Jungkook observó de reojo al chico que había entrado recién a la heladería. Luego se encontró a su hijo viendo exactamente en la misma dirección. El niño parecía hipnotizado, mirando fijamente a ese chico sin intención de parpadear.
—¿Algodón? — No se inmutó.
En su lugar, se deslizó con dificultad de la silla y emprendió un viaje decidido hacia el extraño. Jungkook saltó rápidamente de su asiento para alcanzar a su hijo, sujetando con firmeza cuando intentó alejarlo.
Jungkook se sintió desubicado al ver la reacción de Youngsoo ante el chico que ni siquiera se había percatado del alboroto. Antes de que su hijo hiciera un berrinche lo levantó en el aire y salió del lugar olvidando las paletas derretidas sobre la mesa.
Solo perder de vista al chico pareció traer de vuelta a Youngsoo, que lucía ciertamente desorientado.
—¡Jungkook! Ahí estabas.— Su madre llegó antes de que pudiera hablar.
— Mi paleta papi. — El niño se quejó con un puchero, dejando estupefacto a su padre por tal cambio de actitud.
Observó al niño unos segundos más, alerta por si volvía a enfrascarse en esa actitud de hipnotismo.
—Vamos, debemos regresar a la casa para arreglarnos.— Dijo su tía emocionada.
Las dos se adelantaron guiando el camino al auto enfrascadas en una conversación que simplemente no le importaba en estos momentos. Algo inquieto echó un último vistazo a la heladería, donde el chico iba saliendo con el teléfono aún contra su oreja.
¿Qué demonios había pasado allí dentro?
. . .
En la casa todo mundo comenzó a alistarse, Jungkook había tomado un baño de burbujas a petición de Youngsoo. Luego se vistieron con la ropa que si madre había escogido para ellos; El suéter rojo para Jungkook y un conjunto a juego con muchos corazones para Youngsoo.
Aunque estaba intentado disfrutar el día, la mayor del tiempo su mente divagó de regreso al encuentro con el chico del restaurante. Había una incomodidad en su pecho que no le dejaba tranquilo, encontrarse tantas veces con una persona era sumamente extraño a menos que... A menos que fuera intencional.
Jungkook sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.
¿Podría aquel chico estarlos siguiendo?
Hizo una mueca ante la idea, no lo creía capaz. Era bueno leyendo a las personas incluso de lejos, y aquel ojiverde no parecía siquiera saber que existían.
Casi siempre era él quien se daba cuenta de su presencia, a no ser que el chico fingiera no verlos... Eran demasiadas posibilidades, demasiadas coincidencias, un gran dolor de cabeza.
No ayudó que el parque estuviera infestado por la multitud. El lugar de veía cálido; luces con forma de corazón colgadas en todo el camino, globos de corazón, dulces de corazón, corazones por todas partes.
—¿Por qué tenemos que venir? No hay buena música, me duelen los pies y muero de hambre.
Jungkook sonrió al escuchar a su padre quejarse.
—¿Cómo que por qué? Jeon Chunghee, ¿acaso no piensas regalarle nada a tu esposa en san Valentín?— Su madre gruñó con las manos en las caderas.
—Te he comprado medio Busán y ni así te callas.— Murmuró rodando los ojos.
— ¿Dijiste algo?
— Nada. Anda, vamos a recorrer y ver qué te gusta.
Sus padres se alejaron entre alegatas y sus tíos se quedaron viendo un puesto de peluches donde una pareja de adolescentes jugaba a encestar aros en botellas.
Jungkook bajo al niño para que caminara a su lado mientras recorrían el lugar. Había bastantes niños alrededor y Youngsoo parecía querer correr tras ellos, era lindo verlo agitar su mano a modo de saludo.
Su caminata no duró mucho cuando Youngsoo divisó un puesto de caramelos. Entusiasmado tiró de él y luego corrió mientras señalaba el lugar.
— Papi, dulces, dulces.— Pidió.
—Mm... No lo sé, convénceme — Dijo alzandolo en sus brazos.
El niño lo abrazó por el cuello apachurrando sus mejillas juntas.
— Dulces, ¿si?
— Agh, eres demasiado lindo para decirte que no.
Youngsoo ordenó una manzana caramelizada que devoró solo tenerla entre las manos.Jungkook agradeció con un reverencia sutil para seguir paseando por los puestos.
Todos parecían muy entretenidos con los juegos de arcade, los snacks y la pequeña exposición de arte junto al arroyo. Hubo un momento donde algunas personas se acercaron para elogiar a su hijo con la excusa de que era demasiado adorable.
También una pareja de ancianos le había obsequiado un peluche a Youngsoo, la mujer apretó la mejilla del niño y después la suya antes de marcharse.
Jungkook pidió en silencio que nadie hubiera visto eso.
Siguió observando su alrededor y por un momento todo el alboroto de San Valentín le hizo pensar en cómo sería tener una pareja de nuevo. Todos parecían tan enamorados y felices por tener alguien a su lado, Jungkook extrañaba las charlas íntimas y despertar con alguien a su lado.
Había tenido propuestas en el pasado pero nadie pudo llamar su interés lo suficiente como para querer llevarlo a lo seguro. Además que siempre había un cambio de actitud cuando mencionaba que tenía un hijo, eso le molestaba, no estaría con alguien que despreciara a Youngsoo.
Tras seguir deambulando encontró a su familia frente a una tarima, la música provenía de allí mientras tres chicas bailaban a un estilo contemporáneo, parecido mucho al ballet a su parecer. Cada una vestía un traje negro con olanes que creaban ondas mientras se movían.
También tenían mucho maquillaje con brillos.
Se detuvo junto a su madre para apreciar la presentación. Aunque no era su estilo de pasatiempo, estaba siendo una tarde agradable.
Hasta que todo se puso raro otra vez.
Jungkook se percató de unos ojos profundos y fríos al otro lado de la tarima. Su frente se arrugó con confusión mientras asimilaba la situación.
¿En serio? ¿podría ser una coincidencia de verdad?
El chico estaba atento a la presentación, y por primera desde que lo había visto, sonrió. Jungkook se quedó sin aire al ver la bonita sonrisa que tenía, era muy guapo.
Una de las bailarinas corrió hacia el para abrazarlo. Comenzaron una charla que parecía entusiasta mientras otro chico y una pareja mayor se les unía.
Jungkook estaba luchando consigo mismo para apartar los ojos de él. No comprendía porque estaba tan curioso, se sentía intrigado. A regañadientes se giró y siguió a paso acelerado a su familia, dándose que venían en su dirección.
El chico pasó frente a él sin mirarlo, hablando sobre el baile.
Fue entonces que la situación se volvió todavía más extraña. Youngsoo se tensó en sus brazos, mirando a su alrededor como si buscara algo. Jungkook se quedó sin aliento al darse cuenta que era alguien y no algo lo que su hijo buscaba.
De nuevo, todo se debía a ese chico.
Jungkook comenzó a inquietarse porque no podía ser normal pero tampoco podía hallar una explicación. Necesitaba respuestas, así que bajó a Youngsoo permitiéndole hacer lo que quisiese, incluso si eso significaba ir detrás de un completo extraño.
El niño caminó directamente al chico y en cuanto lo tuvo enfrente llevó sus manos al vaquero que vestía y tironeó insistente hasta captar su atención.
Ansiedad pura recorrió el cuerpo de Jungkook mientras veía al chico mirar a su hijo. Se le apretó el corazón cuando notó una mueca parecida al desagrado.
Eso no le agradó, sin embargo tuvo que quedarse en su lugar para ver hasta dónde podía llegar su hijo con todo esto.
El niño estiró los brazos al cielo, sonriendo hasta hacer sus adorables ojitos desaparecer. Una sonrisa inmensa, una especial, una que no estaba dirigida a él, si no a un extraño.
—Oh... Hola tu.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top