◆°•『 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 24 』•°◆
Capítulo 24: Abuso Sexual
La habitación de Chosen estaba sumida en un silencio inquietante, iluminada apenas por la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas. La atmósfera era densa, impregnada de una mezcla de temor y deseo que Chosen no podía ignorar. Después de lo ocurrido, sentía que cada rincón de la casa lo observaba, como si las paredes pudieran comprender su lucha interna.
Justo cuando Chosen contemplaba la idea de salir a dar un paseo para despejar su mente, la puerta se abrió de golpe, golpeando la pared con un estruendo que lo hizo dar un respingo. Dark irrumpió en la habitación con una presencia imponente, sus ojos destilando una combinación de desafío y deseo oscuro. "¿Qué haces aquí, Chosen?" preguntó en tono suave pero venenoso, y la tensión en el aire era palpable.
"Solo... pensaba salir un momento," respondió Chosen, esforzándose por mantener la calma a pesar del nerviosismo que lo invadía. Su corazón latía desbocado, pero intentaba disimularlo.
Dark entrecerró los ojos, dando un par de pasos decididos hacia él. "¿Salir? ¿A quién intentas engañar? No tienes permiso para ir a ningún lado." En un movimiento brusco, Dark tomó el brazo de Chosen, apretando con fuerza, y lo arrastró hacia él.
"Dark... estás lastimándome," murmuró Chosen, sintiendo cómo el agarre de Dark dejaba marcas en su piel, pero Dark no parecía escuchar.
"Deberías estar acostumbrado a esto, Chosen," susurró Dark con tono burlón, su mirada oscura y posesiva. "Te he dicho que eres mío. ¿Por qué insistes en desobedecerme?" El agarre de Dark se volvió más violento, y, con un giro rápido, lo empujó contra la pared, sujeta sus muñecas sobre su cabeza, inmovilizándolo.
"¡Suéltame!" Chosen gritó, intentando zafarse, pero Dark era mucho más fuerte. La presión contra su pecho era aplastante, y el rostro de Dark estaba tan cerca que podía sentir su respiración cálida y amenazante.
"Calla," ordenó Dark, aumentando la presión en sus muñecas hasta hacer que Chosen se estremeciera de dolor. "No tienes derecho a quejarte." Apretó los dientes, deslizando su mano libre hasta el cuello de Chosen, sus dedos fríos rodeando su garganta con una firmeza que le cortaba la respiración.
"Dark, no... No hagas esto..." jadeó Chosen, luchando por liberar sus manos, pero la fuerza de Dark era implacable. Un destello de miedo brilló en sus ojos al ver que Dark no tenía intención de detenerse. "Por favor..."
"¿Por favor? ¿Por favor, qué?" Dark sonrió con crueldad, acercando su rostro aún más, sus labios rozando la piel de Chosen en un gesto casi burlón. "¿Vas a seguir rogando? Porque me encanta verte así, débil, bajo mi control."
Un susurro de desesperación escapó de los labios de Chosen, su mente en un torbellino de emociones, atrapado entre la necesidad de resistir y el miedo a las consecuencias de hacerlo. Cada palabra de Dark era como un golpe, y sabía que cualquier intento de huida solo intensificaría la furia de su captor.
Dark lo soltó repentinamente, y Chosen apenas tuvo tiempo de tomar aire antes de que lo empujara de nuevo, esta vez más fuerte, haciéndolo tambalear hasta caer al suelo. "Levántate," exigió Dark con voz autoritaria, y cuando Chosen no se movió de inmediato, Dark lo tomó del cabello, obligándolo a ponerse de pie de un tirón. La fuerza del tirón le arrancó un gemido de dolor.
"¿Vas a obedecerme ahora?" preguntó Dark, sosteniéndolo con una fuerza brutal mientras lo miraba con una mezcla de deseo y desprecio. Chosen apenas podía sostenerse, y el dolor pulsante en su cuero cabelludo le recordaba que estaba completamente a merced de Dark.
"Por... favor, Dark," imploró Chosen, su voz apenas un susurro. No quería ser débil, pero el miedo lo estaba consumiendo.
Dark se inclinó hacia él, y con una sonrisa burlona, deslizó sus dedos por el rostro de Chosen, trazando cada línea con una ternura que solo hacía que el momento fuera más inquietante. "Eres tan fácil de quebrar," susurró Dark, su voz llena de una oscura satisfacción.
"Te destruiré, Chosen," dijo Dark, sus palabras impregnadas de una amenaza tan intensa que Chosen sintió cómo el temor lo paralizaba.
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