• XXII •

Título: ¿Bienvenido a la familia?

Personajes: Hayato Gokudera, Krista Günther (Oc)

Shipp: Hayato x Krista.

Advertencia: Tal vez leve OOC de algún personaje.

Tipo de escrito: Longfic.

Cantidad de palabras: 1307.

Hayato y Krista llevaban cerca de dos meses de relación. Y aunque compartían tiempo casi todos los días e incluso se enviaban mensajes, eran pocas las veces que lograban ahondar en sus vidas privadas.

Existían tantas cosas que ella deseaba saber y conocer de su pareja, pero no quería molestarlo o abrumarlo con preguntas. Por eso, cuando el cenizo le decía algo referente a aquello, Krista se sentía un poco más cercana a él.

—Hayato... —llamó al momento de estar juntos en el parque que solían visitar al salir de la escuela.

—Hmmm, ¿sucede algo? —preguntó al tiempo de verla.

—Quisiera saber... Si aceptarías ir a mi casa para conocer a mi familia —dijo levemente.

Aquello tomó por sorpresa al chico, quién no se esperaba algo como eso. La fémina logró percatarse de ello y estaba a punto de retractarse cuando él contestó.

—Por supuesto, me encantaría...

Ella sonrió y se abrazó a él, sintiendo como el corazón ajeno latía con cierta fuerza.

—No negaré que me da algo de nervios.

—Yo estaré contigo. Y si crees que es muy pronto, podemos...

—No —la interrumpió tomando su mano derecha—. Quiero conocerlos, quiero saber más de ti, de tu entorno —dijo previo a besar el dorso de su mano con suavidad—. Tú sólo dime cuando.

Krista se sentía emocionada por aquella respuesta y reacción, que no pudo evitar acercarse para dejar un beso cálido en su mejilla.

—Viernes en la noche, ¿te parece?

—Perfecto, ahí estaré.

Gokudera no podía negar que se sentía algo ansioso mientras iba de camino a la casa de su novia. Él conocía perfectamente el trayecto, la había acompañado varias veces.

Decidió pasar por una florería y comprar dos ramilletes de flores, uno para su amada y el otro para la madre de ésta, como un gesto atento de su parte.

Una vez frente a la casa, dió un par de respiraciones antes de animarse a tocar el timbre. Escuchó cierto movimiento tras la puerta antes ver como esta era abierta.

Su expresión cambió rápidamente a una de desconcierto puro, encontrándose con aquel sujeto que sabía, era pareja de su profesora de historia.

La reacción ajena tampoco pasó desapercibida para Hayato, pues el hombre lo miraba con el ceño fruncido, visiblemente confundido.

—¿Qué haces aquí? —preguntó estoicamente.

—Más bien, ¿tú qué haces aquí?

—Ésta es mi casa, mocoso.

—No puede ser...

En ese preciso instante, Krista se acercó a la puerta, había escuchado el resonar del timbre y se apresuró al lugar, llegando visiblemente tarde.

—Papá, te dije que yo quería abrir la puerta —se quejó la chica al tiempo de apartar al susodicho.

—¿Pa-Papá? —Hayato estaba en shock—. ¿Él es tu papá? 

—Por supuesto. Y tú aún no me dices qué haces aquí.

—Él es nuestro invitado papá, te dije que te presentaría a mi novio.

—¡¿Qué?! ¿Este delincuente es tu novio?

—Oiga, viejo...

—¿Delincuente? ¿De qué hablas, papá? —inquirió la fémina confundida, saliendo a colocarse junto a su pareja.

—No, de ninguna manera señorita. No permitiré qué...

—Cariño, ¿qué sucede? —interrumpió Robin al momento de acercarse al umbral de la entrada.

—Nada, mi vida. Sólo despachando a...

—Hayato, ¿qué estás...?

—Él es mi novio... —declaró Krista a mitad de la pregunta de la mujer.

Ella no pudo evitar el asombro que cubrió su expresión ante la afirmación de su hijastra, logrando entender la reacción de su esposo y el pequeño tumulto que se había generado.

—Por favor, vamos todos adentro. Hayato, eres bienvenido. Pueden ir a la sala o a tu cuarto si lo desean, querida —habló Robin al momento de apartarse y hacer lo mismo con el hombre.

—Pero... —Toji iba a protestar, más la severa mirada de su esposa logró detenerlo.

—Estaremos en mi habitación —dijo Krista al momento de tomar la mano de su pareja y llevarlo al sitio mencionado.

Toji y Robin se desplazaron a su cuarto para charlar, mientras que Krista guiaba a Hayato a su habitación. Recibió los ramilletes y los dejó en su escritorio para luego indicarle que podían salir al pequeño balcón del sitio.

—¿Conoces a mi papá? —preguntó ella, sin rodeos.

—Tuvimos un malentendido una vez —dijo viéndola a los ojos—. Jamás pensé que él podría ser tu padre.

Ella suspiró con pesadez tras escucharlo, acercándose a abrazarlo. Hayato dio un leve respingo ante esa acción, pero no tardó en corresponderle el gesto.

—Lamento que hayas pasado un mal rato —su voz sonaba apagada.

—Hey, no estés así. Todo está bien.

—Pero... —se apartó a verlo.

—Pero nada, no quiero verte triste —habló al momento de acariciar su mejilla.

Ella le sonrió dulcemente y él imitó aquel gesto, sus miradas se conectaron y la distancia poco a poco fue desapareciendo entre ellos, más no lograron concretar el beso que estaban a punto de darse debido a unos golpes en la puerta que lograron interrumpir el momento.

Se separaron al tiempo de regresar al interior del cuarto, momento en el que la fémina dio la indicación de que podía pasar la persona fuera de este.

El hermano mayor de la chica ingresó al lugar, teniendo las manos en los bolsillos, viéndola primero y luego a su acompañante.

—Buenas noches —saludó el recién llegado—. Hola Kris.

—Buenas noches —replicó el cenizo.

—Hola Megumi —contestó con suavidad—. Te presento a mi novio, Hayato Gokudera.

Al momento de escuchar su nombre, el azabache extendió la mano, misma que fue recibida por el contrario quién la estrechó de manera firme.

—Un gusto conocerte. Vine para saber quién ha causado el enojo de mi padre —pausó al instante de verlo—. No pareces un mal tipo.

—No lo soy —dijo con firmeza Hayato.

—Aún así quiero decirte algo —Megumi seguía estrechando la mano del contrario, misma que comenzó a presionar con más fuerza cada vez más—. Espero que no hagas llorar a mi hermana o siquiera te atrevas a romperle el corazón, de lo contrario te las verás conmigo.

—Megumi... —replicó Krista.

—No tengo intenciones de lastimarla, sólo quiero que sea feliz, a mi lado —contestó con una gran convicción.

Ambos se soltaron y en aquel instante entró el último integrante de la familia, quien sin perder tiempo subió a los brazos de la chica.

—¿Tú eres el delincuente que se quiere llevar a mi hermana? —soltó sin pena alguna.

—¡Ray! —exclamaron los mayores rápidamente.

—¿Qué? Papá, estaba diciendo eso —contestó con inocencia.

—Y tú no debes repetirlo. Hayato es un chico agradable —habló ella suavemente.

—Él es Ray, el más pequeño de la casa. Como te darás cuenta, un niño algo imprudente —indicó Megumi.

Ray se abrazó a su hermana, viendo con cierto recelo al cenizo. Megumi tomó a Ray, tardando unos segundos en cargarlo debido a que éste se negaba a ello, besó luego la frente de Krista antes de ir hacia la salida.

—Bienvenido a la familia, Hayato —dijo Megumi desde el umbral de la puerta—. Lamento si parte de la misma está algo loca —soltó marchándose.

Ella suspiró nuevamente y volteó a ver a su novio, su mirada no tenía el brillo que a él le gustaba.

—De verdad, lamento todo esto. Entenderé si ya no quieres que sigamos con la relación.

—¿Qué? ¿De qué hablas, Krista? —contestó colocándose frente a ella, sujetando sus hombros—. No creas que por ellos te voy a dejar de lado. Esta es nuestra relación, somos tú y yo —pausó un instante—. Mi familia ni siquiera llega a ser como esto, ellos son más despreciables —sujetó el rostro de la chica entre sus manos—. Tú me quieres a mí y yo te quiero a ti. Sólo eso debe importar.

Hayato cortó la distancia y depositó un beso suave en los labios ajenos, los cuales no tardaron en corresponderle al momento en que ella se apegaba un poco más a él, disfrutando ambos de aquella unión tan significativa y especial que compartían.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top