⛓ 26 ⛓

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Nos fuimos deslizando tranquilamente en su plan de naturalidad.

El domingo por la tarde, a las tres en punto, Yoongi me ordenó que subiera a mi habitación y me vistiera.

Y como yo ya me había ocupado de preparar el desayuno y la comida, dijo que la cena era cosa suya.

Comimos en la cocina, mientras mirábamos caer la nieve.

Me sentía raro estando vestido.

Casi como si me estuviera escondiendo.

Después de cenar, llamé a Tae Hyung para asegurarme de que estaba a salvo con JungKook.

Pareció incomodarle un poco que me preocupara por su seguridad, pero yo
sabía que para él significaba mucho que lo hubiera llamado.

Cuando colgué, me fui a mi biblioteca y pasé la noche solo.

Yoongi se quedó en el salón.

Y aunque no estuvimos juntos, me sorprendió mucho lo cómodo que me sentía en su casa.

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Lo primero que hice la mañana del lunes fue llamar a Martha al móvil para explicarle mi situación.

Me dijo que, de todos modos, la biblioteca estaba cerrada por culpa de la nieve y que me mantendría informado.

No quería pasar el día inactivo, así que utilicé la cinta de correr de Yoongi después de desayunar.

Tenía que reconocerlo:

Él acertó de pleno con mi plan de ejercicio.

Estaba empezando a notar mejoría en mi tono muscular, la fuerza y la resistencia.

Después de algunas semanas, no sólo estaba más delgado, también estaba en forma.

Quizá fuera consecuencia de haber pasado todo el fin de semana desnudo, no estaba seguro, pero no tenía prisa por quitarme la ropa de deporte.

Bajé la escalera sintiendo el fluir de las endorfinas por mi cuerpo.

No tenía ganas de volver a la biblioteca, así que decidí limpiar.

Era evidente que Yoongi tenía
personal de limpieza, pero quien fuera que se ocupara de ello, no podría ir a la casa con aquella tormenta.

En la cocina encontré un armario lleno de productos de limpieza. 

Exploré hasta que encontré lo que buscaba:

Un plumero.

Miré a mi alrededor, no había ni
rastro de Yoongi.

Crucé el salón, coloqué mi teléfono en el reproductor de él y subí el volumen.

Busqué entre mis canciones hasta que encontré una que Tae Hyung había descargado para limpiar.

Los dos estábamos de acuerdo en que no nos importaba hacerlo si podíamos bailar al mismo tiempo.

Cuando empezó la música, comencé a dar vueltas y a moverme.

Me desplacé por todo el salón agitando el plumero y limpiando todas las superficies.

Al final, eché la cabeza hacia atrás y me puse a cantar.

Después examiné la habitación, asentí satisfecho y me di la vuelta para salir.

Yoongi estaba en la puerta, mirándome.

Ups.

— Jimin —dijo, con mirada divertida— ¿Qué estás haciendo?

Yo hice girar el plumero.

— Limpiando el polvo.

— Yo ya le pago a una persona para que se encargue de esas cosas.

— Sí, pero seguro que esta semana no podrá venir, ¿no?

— Supongo que no. Aunque, si insistes en hacer algo útil, podrías lavarme las
sábanas.

Sus ojos se burlaron de mí.

— Alguien las ensució mucho el pasado fin de semana.

— ¿En serio? —pregunté con fingida incredulidad— ¡Tendrás cara de...!

Él se dio media vuelta, se detuvo y me miró por encima del hombro.

— Por cierto —dijo— creo que voy a quitar el yoga de tu plan de ejercicios.

«Jamás nadie dijo unas palabras más dulces»

— ¿Ah, sí? —pregunté.

— Sí. Lo voy a cambiar por limpiar el polvo.

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Yoongi preparó ensalada de pollo para cenar.

— No es tan buena como la tuya —comentó, dejando mi plato en la mesa de la cocina— Pero servirá.

Yo ladeé la cabeza.

— ¿Te gusta mi ensalada de pollo?

Se sentó.

— Eres un cocinero excelente. Ya lo sabes.

— Es agradable oírlo de vez en cuando —bromeé.

— Sí.

Sonrió abiertamente.

— Es cierto.

«¿Qué?»

— Tú también eres muy buen cocinero —afirmé.

¿Nunca se lo habían dicho?

— Gracias. Pero ya elogiaste mi pollo en una ocasión.

El ambiente se relajó un poco después de eso, como si hubiéramos saltado alguna especie de obstáculo al admitir que a los dos nos gustaba cómo cocinaba el otro.

— Me estaba preguntando —le planteé entre bocado y bocado— si me dejarías sacar a Apolo esta tarde.

Había dejado de nevar, por lo menos de momento.

Apolo estaba sentado junto a él y levantó la cabeza al oír su nombre.

Yoongi reflexionó unos segundos.

— Creo que sería una buena idea. Necesita salir y parece que le gustas.

— ¿Cuál es su historia? Si no te importa explicármela, claro. SeokJin mencionó algo en Tampa que me hizo pensar que había estado enfermo.

— Apolo es un perro rescatado —explicó, estirando el brazo para acariciar la cabeza del perro— Ya hace más de tres años que lo tengo.

» Sufrió abusos de cachorro y eso lo convirtió en un perro hostil. Aunque contigo nunca ha demostrado tener ningún problema. Quizá tenga alguna clase de sexto sentido para la gente.

— ¿Y de qué iba eso que SeokJin dijo?

— Se pone nervioso cuando está separado de mí durante demasiado tiempo.

Acarició de nuevo al perro.

— Estamos trabajando en ello.

— Debió de ser duro al principio —aventuré.

— Sí, pero la recompensa ha hecho que el sacrificio valiera la pena.

— Hum —reflexioné, pinchando más ensalada— Hay un lugar especial en el infierno para las personas que maltratan a los animales.

— Vaya, Jimin, no sabía que fueras tan radical.

— No soy muy amante de los perros, aparte de Apolo, claro.

Me comí un trozo de pollo, mastique y tragué.

— Pero cuando se trata de alguien que hace daño a un ser indefenso... Bueno, supongo que eso saca lo peor de mí.

— O lo mejor —apuntó él con una sonrisa que dejaba entrever que
comprendía exactamente cómo me sentía.

— Supongo que ése fue el motivo de
que decidiera donar mi médula ósea... Para ayudar a los indefensos.

La médula ósea.

— Tenía curiosidad por saber cómo habrías llegado a hacer una cosa así.

— Era el proyecto favorito de Suran. Nos pidió a todos que firmáramos el
registro. Yo nunca pensé que encajara con nadie. Pero un día me llamaron. 

Se encogió de hombros.

— ¿Qué otra opción me quedaba? Tenía el poder de salvarle la vida a alguien. No hay mucho que pensar en esas circunstancias.

— Hay mucha gente que no pensaría igual.

—Me gusta creer que yo nunca he sido «gente»

— Lo siento, Señor —dije nervioso— No quería decir...

— Ya lo sé —me cortó con suavidad— Te estaba tomando el pelo.

Yo miré mi plato.

— A veces me cuesta diferenciarlo.

— Quizá la próxima vez debería hacer alguna señal.

Me levantó la cara con el dedo.

— Preferiría que no escondieras los ojos cuando me hablas. Son muy expresivos.

Me sostuvo la mirada y por un momento casi tuve la sensación de poder leer sus pensamientos.

Quería zambullirme en aquellos profundos ojos verdes.

Deseaba hacerlo tan profundamente que no tuviera que salir jamás.

Apartó la mano y hablamos un rato más sobre el chico que había recibido su médula ósea, HoSeok.

Yoongi se unió mucho a él tras la donación.

Lo invitaba a algunos partidos de béisbol en verano y tenía intención de llevarlo a la Super Bowl.

— Pero se puso enfermo y no pudo venir —añadió— Quizá el año que viene.

— Tae Hyung me comentó que JungKook quería retirarse. ¿Crees que jugará el año que viene?

— Supongo que sí, pero podría ser su última temporada. Ya está preparado
para sentar la cabeza.

Me miró con aquella sonrisa suya que siempre me derretía el corazón.

— Siempre que Tae Hyung esté dispuesto, claro.

— ¿Estás preparado para aceptar que él se convierta en un miembro de tu
familia?

— Lo haré por JungKook —dijo— Además, su mejor amigo es alucinante.

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Después de comer, me puse algo de ropa de abrigo que encontré en la habitación de invitados y salí con Apolo.

Había dejado de nevar y el viento había apilado la nieve en altísimas montañas; yo jamás había visto nada parecido en todos los años que llevaba viviendo en Seúl.

Apolo y yo caminamos hasta un prado.

Aunque sería más correcto decir que yo caminé y él corrió.

Cuando llegamos, hice algunas bolas de nieve y las lancé.

Me entretuve observando cómo corría tras ellas y sacudía la cabeza incrédulo cuando se desmenuzaban y desaparecían.

Me reí y Apolo me miró y me ladró, moviendo la cola para pedirme más.

Entonces hice más bolas y se las lancé.

— Estás confundiendo a mi perro —dijo Yoongi apareciendo de repente
detrás de mí.

— Pero si le encanta —repliqué, lanzando otra bola de nieve.

Me reí cuando Apolo se lanzó a por ella.

— Creo que lo que le encanta es la persona que se las lanza.

Yoongi lanzó una bola también.

— Me estás robando el juego —protesté, intentando no pensar en que
Yoongi acababa de insinuar que yo era un encanto.

Me daba igual que estuviera hablando de su perro.

Hice otra bola y se la tiré a él.

— Ahora Apolo no querrá jugar conmigo.

Yoongi esquivó mi lanzamiento.

— Oh, Jimin —dijo, acercándose a mí como un gato— Acabas de cometer
un gran error.

Ups.

— Por casualidad no llevarás ahora esa señal de la que me hablabas, ¿verdad? —le pregunté.

— En absoluto —contestó, pasándose una bola de nieve de una mano a otra.

Yo reculé (recular, sinónimo de retroceder) levantando las manos.

— Me has tirado una bola de nieve.

Seguía balanceándose desde delante hacia atrás.

Observándome.

De delante a atrás.

— He fallado —dije.

— Pero lo has intentado.

Echó el brazo hacia atrás para tirarme la bola de nieve, pero en el último
momento se volvió y se la tiró a Apolo.

Yo, por supuesto, no lo vi y grité como un niño asustado.

Me di media vuelta y corrí.

Tropecé con mis propias botas y me caí de boca en la nieve.

«Maldita sea...»

— ¿Estás bien? —se interesó Yoongi acercándose a mí y ofreciéndome una
mano enguantada.

— Sí, sólo me he lastimado el orgullo.

Estaba cubierto de nieve y todo mojado.

Me puse a temblar de frío.

Le cedí la mano y me ayudó a levantarme.

— ¿Volvemos dentro? Entraremos en calor junto al fuego.

Fuego.

Calor.

Yoongi.

Cuenta conmigo...

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⚘ Atte. ⚜☦ Ðҽʋιℓ Ɱιɳ ☽⋆

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