50: "Crush"
Luna
Llegamos hace una hora. Bajamos del avión y buscamos nuestras maletas, luego fuimos por algo de comer porque nos estábamos muriendo por una hamburguesa y ahora estamos frente al hotel de la mamá de Sol.
Sabía que el hotel era lujoso por las fotos, pero, madre mía, en persona es mucho más que lujoso.
Parece de esos tipos de hoteles donde se hospedan la elite y los presidentes. Para mí siempre fue bastante extraño venir a estas cosas, para Sol es lo más normal porque siempre vivió en este mundo.
Un hombre nos espera afuera y, como en las películas, agarra nuestras maletas y las lleva a nuestro cuarto. Yo miro tan pasmada a mi alrededor que no me doy cuenta cuando Sol me abraza de atrás.
—¿Te gusta?
—Parece el palacio de la Reina Isabel—le respondo viendo el lugar.
—¿Así que no te gusta?
—Por supuesto que me gusta, pero no estoy acostumbrada a tanto lujo. Es...extraño. Si voy al caso, jamás salí de vacaciones en la vida.
—¿En serio? Pues que suerte que yo sea tu primer acompañante. Sobre el lujo, no te preocupes, hay hoteles más lujosos que los de mi mamá.
¿Más? ¿Eso se puede lograr?
Entramos al lugar y mi cara de niña pobre sorprendida aumenta cuando veo la recepción.
Hay una alfombra roja y los sofás son de un color cálido que combina con todo el lugar. Un candelabro cuelga del techo iluminando el lugar, dándole un aspecto más lujoso. También hay muchos cuadros y adornos que me dan miedo tocar.
Sol me lleva hasta donde se encuentra el recepcionista y pide la llave de nuestro departamento, resulta que no es una llave, sino una tarjeta y está la opción de reconocimiento facial.
Este lugar no para de sorprenderme.
Los elevadores no se quedan atrás, está lleno de espejos y la música es una bastante aburrida. El piso de este está tan reluciente que tranquilamente se puede hacer pasar por otro espejo.
—Mi mamá me ofreció el departamento vip, así que nos alojaremos en primera clase—me dice Sol mirándose en el espejo.
¿Es posible que esto vaya mejorando cada vez más?
Cuando el elevador se abre, la rubia sale casi corriendo con sus maletas, yo la sigo para no quedarme atrás. Corremos hasta que llegamos a la lujosa puerta blanca que dice: "Departamento Vip". Sol abre la puerta con una sonrisa y ahora sí, las dos quedamos pasmadas al ver el lugar.
Al entrar te reciben dos columnas de color blanco y luego te encuentras con el living. El sofá se parece a los de la recepción, solo que más grande, y la televisión parece una pantalla de cine. Hay una ventana que cubre toda la pared y te lleva al balcón con vista a la playa.
El cuarto es igual de lujoso, también hay vista a la playa y tiene un armario con un espejo enorme. La cama perece que fue diseñada para un gigante por el tamaño y está llena de almohadas.
Me siento al borde de la superficie blanda viendo todo como si fuera un sueño. Al notar esto, Sol toma carrera y me taclea haciendo que mi espalda choque con el colchón, ella quede arriba mío riéndose.
—¿Te gusta? —me pregunta luego de besarme.
—Me encanta.
Sol se aparta y busca las maletas.
—Si quieres cuando termine de ordenar podemos ducharnos y pasear un poco por el centro. ¿Te parece?
—Sí, en especial la parte de ducharnos juntas—Sol niega con la cabeza, le tiro un beso como contestación.
Ella se pone a guardar la ropa en el armario mientras bajo a la recepción por un batido, vi una máquina cuando entramos. Cuando voy de vuelta a nuestro departamento me encuentro con un batido en cada mano y le ofrezco uno a Sol.
No la ayudo mucho guardando la ropa, solo me quedo tirada a un lado con mi batido de chocolate. Mi intención sí era ayudar, pero odio guardar la ropa y a Sol no parece desagradarle.
Cuando por fin termina nos metemos a la ducha a besos y nos quitamos la ropa.
—Luna, que no me vaya a entrar a los ojos. —me advierte Sol mientras paso shampoo en su cabello.
—Tú confía en mí y calla.
Mientras sigo mi labor ella se queja y yo solo me puedo reír. Luego Sol hace lo mismo con mi corto cabello y noto como se tiene que poner un poco de putas de pies porque no llega.
—Oye, pon el agua más caliente—me pide.
—Na, me gusta fría.
—¿Tú quieres que me muera de hipopotermia?
—Hipotermia, Sol. Y no hace frio.
—¡Pero el agua está muy fría!
—¡Está perfecta!
Ella se acerca a la temperatura del agua, la cual se cambia con un botón, y pone una temperatura más alta. Claro, yo no estoy de acuerdo y la bajo.
—¡Luna!
—No me pienso calcinar porque a ti se te ocurre que el agua está muy fría.
—¡Me estoy muriendo de frío!
—Aguántatela—le digo metiéndola bajo el chorro de agua fría para empezar a enjuagar su cabello.
Suelta un grito bastante ridículo y yo me rio mientras le hago masajes en su cabeza así se le va el shampoo. Sol me insulta, pero al rato se calla cuando se acostumbra al agua.
Luego las cosas se van poniendo más calientes a medida que los besos se van descontrolando y nos olvidamos de que nos estamos duchando.
Digamos que gastamos más agua de la necesaria.
Al salir nos secamos y cambiamos. Yo estoy lista en cinco minutos, pero Sol está una eternidad. Primero porque se tiene que pasar no sé que crema por el cuerpo, luego otra para el cabello y secárselo. Cuando termina de hacer todo eso, recién empieza a maquillarse y luego está mil años para decidir que ponerse.
Yo solo agarré una remera y un short, ni siquiera me sequé el cabello porque me da pereza.
Escucho como Sol se acerca a mí por sus pantuflas de pato que hacen cuac cada vez que pisa. Me doy vuelta a ver que quiere y siento que me hecha algo en la cara.
—¡Sol! ¿Qué...?
—Ponte esto en el cabello. Te lo deja más brilloso—me dice mientras me sigue echando eso.
La alejo con mis manos. Esa cosa tiene una olor a rosas horrible y no para de echármelo.
—Ya deja de molestar y cámbiate—le digo al ver que sigue en bata.
—Luna, ¿tú te cuidas el cabello?
Ruedo los ojos molesta.
—¿Tú dejas de ser ridícula una vez? —ella frunce el ceño—. Ve a cambiarte o terminaremos saliendo tarde.
—Es que te vi el cabello mientras dormías en el avión y lo tienes pajoso, sin vida y las puntas están abiertas.
Me tapo la cara con cansancio.
—Mira, Sol. Tengo veintiún años de vida y creo que solo he pisado la peluquería tres veces.
Ella abre la boca espantada, como si le hubiera confesado que soy parte de un gran plan para destruir al planeta.
—¡Luna, eso está muy mal! Debes de cuidar tu cabello. Cuando lleguemos a casa te llevaré a una peluquería, o si encuentro una aquí.
—Primero prefiero llevarme bien con tu madre—Sol parece no escuchar mucho lo que dije, empieza a enumerar las ideas para mi cabello.
—Te harán un baño de crema y te cortarán las puntas asquerosas que tienes. Podrías hacerte un corte desmechado, queda bien con tu tipo de cabello—empieza a agarrarme mechones mientras parlotea sobre lo que me harán, suspiro cansada de sus ideas.
—Bueno, ya. Luego vemos que mierda me harán en el cabello. ¿Te puedes ir a cambiar por favor?
Por suerte esta vez si se cambia y termina su ritual de belleza. Al cabo de unos 30 minutos estamos en la playa caminando por la oriya.
El agua choca nuestros pies y amago mil veces con mojar a Sol, ella sale corriendo desesperada porque no quiere que le moje la ropa.
—¡Ya basta, Luna! —exclama.
—Okey. Está bien. Paro—me acerco agarrándole al mano y ella me mira con desconfianza— ¿Tú venías muy seguido con tu papá?
—Sí, casi todos los veranos. Nos encantaba ir a la casa que teníamos antes y nos pasábamos horas en la piscina o en la playa. Era muy divertido.
—¿Crees que yo le agradaría a él? —le pregunto con curiosidad—. Como se ve que no le agrado a tu madre tal vez a él tampoco le agradaría.
—Mamá sí te quiere. Solo es un poco fría.
¿Un poco? Es el Himalaya.
—Y mi papá te amaría, estoy segura. Le encantaría tu cabello y que seas tan rebelde. Además, a él le encantaba la literatura, siento que ustedes se sentarían a charlar de libros y todas esas cosas.
Ahora me dieron ganas de conocer al papá de Sol y desaparecer a la arpía que tiene de madre.
—¿Y tú mamá está por aquí?
—Sí. Tiene que cerrar un par de negocios con los padres de Júpiter y demás cosas aburridas—me dice—. Sabes, a veces la miro trabajar y me doy cuenta de la buena decisión que fue enfrentarme a ella. No me imagino a mí misma sentada en un escritorio y sacando cuentas.
—Ni yo. Desde el primer momento en que me dijiste que querías estudiar contabilidad supe que no era para ti y que ni querías eso.
—Tú antes de conocerme ya sabías donde tengo una cicatriz que ni se ve. Quieres que sea sincera, siempre consideré que me espiabas.
—Ya te lo he dicho, me gusta analizar a las personas. Lo hago todo el tiempo y tú en la secundaría eras alguien muy visible—le explico.
—Lo sé, pero me analizabas más de lo común, ¿o me equivoco?
Me quedo un rato en silencio, veo como los ojos de Sol me piden una respuesta con ansiedad.
Vale, lo confesaré.
—Puede que ya te haya tenido fichada mucho antes de que te viera estrellarte con una puerta—le digo suspirando—. ¿Recuerdas cuando en primer año de secundaria lloraste por qué un niño robó tus lápices pasteles?
—Cómo olvidar a ese maldito desgraciado que robó mis hermosos lápices pasteles. ¡Eran mis favoritos!
Veo a Sol con una sonrisa. Ella entiende todo.
—¡Tú fuiste ese maldito desgraciado! ¡Luna, robaste mis lápices!
—Lo sé y no creas que me arrepiento.
—¿Por qué lo hiciste?
—Había una niña que me molestaba siempre por ser pobre. Siempre se burlaba de mi ropa, de que era huérfana y que no tenía para comer, y recuerdo que ese día me harté y me peleé con ella. Le arranque los pelos. Cuestión que el profesor Orión se enteró y quería ponerme en detención y yo estaba asustada porque me dijeron que si me metía una vez más en problemas me echarían de la escuela. Luego te vi a ti y a tus lápices de niña adinerada, se me ocurrió la gran idea de robártelos para presumirle a la niña esa de que no era tan pobre y hacerle un dibujo al profesor Orión para que me perdone.
—Sabes, ahora ya no te odio más por habérmelos robado—me rio de su comentario.
—En fin, luego vi como hacías el drama de tu vida por esos lápices y desde aquel momento jamás pude sacarte los ojos de encima. No se lo dije a nadie, pero cada vez que pasabas por el pasillo se me hacía imposible apartar la mirada de ti, o cada vez que había un partido siempre decía que iba porque Marte me obligaba, pero en realidad iba para verte a ti—veo como aboza una sonrisa—. Siempre estuve pendiente a ti, y toda mi vida dije que te odia porque eras presumida e insoportable, pero en realidad estaba enojaba porque jamás notabas mi presencia y eso me decepcionaba.
—Okey, eso último me puso triste, porque la verdad es que jamás supe que existías hasta que me dijiste que me vía ridícula en la subasta—suelto una risita, ella continúa hablando—. Lamento no haberte hablado antes.
—Está bien, creo que no hubiera sido divertido si lo hacías.
Ella se pone delante de mí caminando marcha atrás, me sonríe con picardía y sus mejillas ruborizadas.
—Aaasí quee, siempre tuviste un crush conmigo—llega a la conclusión.
—No.
—Ya admítelo. Siempre te guste.
—Claro que no.
—Dijiste que siempre estuviste pendiente a mí.
—Eso no tiene nada que ver con...
—¡Ya admítelo!
—¡De acuerdo! ¡Sí! ¡Sol, siempre me gustaste!
Empieza a pegar brincos de alegría y yo me arrepiento rotundamente por mi confesión. Me torturará toda la vida con eso, genial.
Vamos al hotel cuando nos hartamos de caminar y pedimos unas pizzas a domicilio, porque Sol no tenía muchas ganas de estar en la calle y yo quería ver una película con ella.
Prendo el aire acondicionado y empieza la misma pelea de siempre.
—Luna...
—No lo pienso apagar.
—¡Tengo frío!
—Sol, hace calor. Además, puedes taparte con una manta.
Ella me mira mal y enfurruñada va a buscar la manta. Luego se sienta a mi lado tapándose como si fuera una oruga y me rio de ella.
—Ya basta, Luna.
—Es que pareces un gusano.
—¡No me digas eso! Los gusanos me dan asco.
—Pues lástima porque te pareces a uno.
Ella me insulta mientras me rio y luego la acerco a mí para besarla y abrazarla.
—Ah, luego de pelearme me besas. Besas a un asqueroso gusano.
—Jamás dije que fueras asquerosa—le digo dándole otro beso—. En mi opinión, eres el gusano más lindo.
—Luna, en serio, me da mucho asco. Ya para con eso.
—Vale, te dejo de molestar. ¿Qué película miramos? —cuando está por contestarme la interrumpo—. Nada de Barbie, por favor—cierra la boca y piensa otra película—. ¿Qué tal de suspenso?
—No, me dan miedo.
—¿Qué? ¿Cómo te pueden dar miedo?
—No lo sé. Siempre me asusto cuando pasa algo inesperado.
—¿Y de comedia?
—Oh, esa puede ser.
Miramos la película abrazados mientras comemos pizza y Sol se sigue quejando del aire acondicionado, pero yo ya no le doy atención. Al rato se queda dormida como siempre que vemos una película.
Me pregunto como estará Julieth, tal vez me esté extrañando.
En ese momento escucho vibrar mi celular, al agarrarlo noto que el pelado me envió una foto.
Pelado: foto.
Pelado: Para que veas que está bien.
-Dile que la extraño mucho.
Pelado: No le pienso hablar a un gato, Luna.
-Amargado.
Dejo el celular sonriendo. Abrazo más a Sol, quien no da rastros de conciencia alguna, dejo un beso en su cabeza y sigo con la película.
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⛅ Nota de la autora ⛅
Hello
Ahora entendemos porque Luna miraba tanto a Sol al principio, jeje.
Siempre estuvo enamorada de ella 💖
Y Sol fastidiándola es lo mejor, jaja.
Mañana se cumplirá un año desde que comenzó esta historia, así que como dije hace unos días habrá un extra 💙💙
Estén atentos 💖
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🐚 ¿Les gusta ver a las chicas juntas? 🐚
☁ ¿Sospechaban que Luna estaba interesada en Sol mucho antes de que hablaran? ☁
🌤 ¿Emocionados por el extra? 🌤
Los veo mañana 💙
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