21. Catastrófico

Jimin observó el rostro del pelinegro dormido. Hacía media hora había caído en un sueño profundo. Su boca estaba un poco abierta y su mejilla presionada contra la almohada. Su cuerpo estaba desnudo y desparramado cerca de su cuerpo, había estado abrazado a él por un buen rato hasta quedarse dormido.

Se quedó meditando un tiempo mientras le veía dormir. Por su lado, el sueño jamás llegó, su mente estaba demasiado despierta, sus ojos no dejaban de recorrer las facciones del menor y su cuerpo inocentemente desnudo e indefenso a su lado, buscando la calidez de su cuerpo en sueños.

- Jimin, ¿Tu primera vez fue con alguien especial?

- Sí, muy especial. Me cuidó tanto como yo a ti.

- ¿Qué edad tenías?

- Trece años.

- ¿...Trece? Pero... eras un niño...

- No hay una edad indicada para hacerlo, Jungkookie. Sólo la persona indicada.

- ¿Quién era?

- Alguien muy importante para mí.

Aquella conversación de hacía una hora había vuelto a su mente.

Se sentó sobre el colchón y se puso de pie, poniéndose su bóxer para ir al baño.

Una vez dentro abrió el gabinete tras el espejo arriba del lavabo y sacó de allí su frasco con pastillas. Lo abrió, dejó caer una pastilla en su mano y se la llevó a su boca. Bebió agua del grifo para tragar y luego de lavarse el rostro con agua bien fría se secó con una toalla y se sentó sobre la tapa del inodoro.

Con sus codos sobre sus piernas escondió su rostro en las palmas de sus manos. Respiró con tranquilidad –intentó- porque su respiración estaba demasiado pesada. Su cabeza parecía enfrascada en tantos pensamientos como el frasco lleno de pastillas en el gabinete.

Sus manos ya habían comenzado a sudar a la vez que su estómago se sentía extraño. Esperaba que la pastilla le hiciera efecto pronto, porque no soportaba sentirse fuera de control. No le gustaba notar cómo su cuerpo iba cambiando, sintiéndose diferente como si de repente estuviese en otro cuerpo, como si no cupiera dentro de su piel. La sensación siempre escalaba dentro si no se medicaba. Las noches no eran las mejores para nadie, pero para él particularmente eran demasiado agobiantes, no le gustaban. Intentaba ignorarlo ya que no había una razón en específico, quizás eran las pesadillas, o tal vez la oscuridad silenciosa e inquietante.

Sin embargo, en ese momento sí tenía claro qué era lo que le estaba atormentando.

Pasó sus manos por su rostro repetidas veces, se masajeó los ojos y luego peinó su cabello hacia atrás, enterrando sus dedos en él y soltando el aire atascado en su diafragma entumecido por los nervios.

Se puso de pie, salió del baño y volvió a su habitación. El silencio era absoluto, y muy superficialmente se oía la respiración tranquila del menor, aún dormido en su cama.

Volvió a acercarse y le miró con atención. En ese momento podía sentir a su mente romperse, destruirse por el conflicto dentro, incluso aunque por fuera pareciese imperturbable, la guerra dentro de él se desataba.

Se mordió el labio y contuvo la mirada un poco más.

El peso era demasiado grande al igual que la confusión. Si se quedaba allí sentía que terminaría por volverse loco. Necesitaba aire urgente, necesitaba irse.

Cinco minutos pasaron y Jimin dejó la habitación con su bolso en mano para abandonar la casa en ese instante.

Cuando el sol fue lo suficientemente insistente, Jungkook fue despertado por la luz sin poder evitar soltar una queja por ello.

Además, su cuerpo estaba adolorido, pero no se contuvo a estirarse y desperezarse a pesar de que sus piernas y sus caderas estaban algo resentidas por lo que había sucedido la noche anterior. Había tenido relaciones con Jimin. Había tenido su primera vez, su primer sexo con el chico que hacía un tiempo había admitido le gustaba.

Todo lo que había durado aquello el mayor le había tratado como si fuese la pieza de cristal más frágil del universo, no habría podido sentirse más bien en toda su vida. Había sido realmente increíble, no sólo por lo placentero, sino también por lo afectuoso. El pelinaranja tenía tantas facetas y, sin dudas, le sorprendía en cada una de ellas.

Suspiró con plena satisfacción, su corazón estaba que latía de felicidad. Sin embargo, su sonrisa matutina se esfumó cuando se giró y notó que en su cama efectivamente no había nadie más que él. Frunció el ceño, tocando las sábanas y notando que estaban frías a su lado. Jimin no estaba hacía ya un rato. Tampoco estaba en su cama, le hubiera sorprendido que se hubiese cambiado en medio de la madrugada, pero quizás estaba incómodo compartiendo un colchón de uno y medio.

Decidió vestirse rápidamente, era sábado y la realidad era que Jimin solía seguir durmiendo para esa hora, era extraño que no estuviese. La intriga le estaba matando, quizás estaba desayunando o algo.

Pero no le encontró en la sala, ni tampoco en la cocina, ni si quiera en el jardín. Eran las diez de la mañana y al parecer todos estaban durmiendo. Entonces, ¿Dónde se había metido Jimin?

Caminó incluso por los pasillos, fue a la biblioteca que había en el fondo de la casa en el piso superior, se asomó por todas las ventanas habidas y por haber por si llegaba a verle caminando fuera o por la calle llegando de algún lugar. Nada.

Absolutamente nada.

Escuchó el sonido de la puerta delantera y como un perrito que espera a su dueño se apresuró, cruzando los pasillos y bajando las escaleras rápidamente.

Se decepcionó enormemente cuando vio que quien había llegado no era el pelinaranja, sino Ten y Taeyong con unas bolsas de supermercado en manos. Le saludaron, Ten con una gran sonrisa y Taeyong con una suficiente elevación de sus comisuras para no ser descortés. El chico siempre era así, ya no esperaba otra cosa de él.

Jungkook también les saludó fingiendo una sonrisa, pero la realidad era que una gran preocupación dentro de él iba creciendo al pasar los minutos. Jimin siempre estaba en casa los sábados, siempre estaba en su habitación a esa hora. ¿Por qué esa mañana era la excepción? ¿Por qué le había dejado solo en la cama?

Soltó una exhalación temblorosa, no le gustaba lo que estaba sintiendo.

- Por casualidad... ¿Saben dónde está Jimin?

- ¿No está durmiendo? – Ten cuestionó con una expresión extrañada, y el menor negó con la cabeza – Qué extraño, quizás salió ayer por la noche y no volvió aún.

- No, él... estuvo en nuestra habitación, durmió allí pero no sé en qué momento se fue.

- Bueno, supongo que ya vendrá.

El tono tranquilo de Ten no hacía otra cosa que ponerle más nervioso. El chico fue con su novio a guardar las cosas en la cocina y Jungkook permaneció caminando de un lado a otro en la sala, yendo en ocasiones al hall, siendo perseguido por pensamientos y preguntas.

¿Dónde estaba? ¿Por qué se había ido sin avisar? ¿Le había ocurrido algo? Jimin todas las malditas mañanas amanecía en su habitación. Siempre estaba allí.

Se quedó parado en medio del pasillo del hall, mordisqueando con nerviosismo el pellejo de su pulgar, sus ojos bien abiertos y temblando de un lado a otro sin poder contener la ansiedad a pesar de estar parado y tieso en su lugar.

Se llevó las manos a la cabeza y negó, soltando el aire e inhalando nuevamente.

Tranquilo. Debe haber una buena razón para esto. Todo estará bien. Él ya vendrá.

El domingo llegó y Jimin no apareció.

A pesar de que había pasado un día, Jungkook lo había sentido como una semana, sin exageración. Las esquinas de sus dedos tenían marcas de sangre seca por los mordiscos. No dejaba de tronarse sus dedos sudorosos ni tampoco de caminar por toda su habitación. No había dormido en toda la noche, de hecho, se había quedado despierto con la esperanza de que el mayor llegase de la nada y le dijera que sentía haber desaparecido así pero que le había surgido un inconveniente. O lo que fuera. No le importaba, quería ver a Jimin.

Su noche en vela fue peor cuando a eso de las cuatro de la mañana le había enviado un mensaje. Nunca lo hacían, porque básicamente se la pasaban todo el tiempo juntos, tenían suficientes momentos a solas en su habitación como para saciarse de hablar con el otro sin necesidad de enviarse mensajes.

No quería recurrir a eso, pero la desesperación fue más grande.

"¿Dónde estás?".

A los quince minutos le envío otro. "¿Está todo bien? Estoy preocupado".

Cinco minutos más tarde. "Por favor, llámame en cuanto puedas".

Al no recibir respuesta a ninguno de sus mensajes se rindió, desatándose en él un temblor lleno de temor que no sabía de dónde venía, sólo podía sentirlo brotar desde su interior, de su mismísimo pecho que ahora se sentía flagelado.

¿A Jimin no le había gustado acostarse con él? ¿Jimin no quería hacerlo?

Esas preguntas le llenaron la cabeza sin dejar lugar a nada más y la falta de sueño le hizo sentir aún más enfermo y perturbado. El llanto no tardó en llegar y hacer que sus ojos se volviesen rojos e hinchados. Lloró recostado en su cama, abrazándose a sus sábanas y dejándose ahogar por el recuerdo de la otra noche donde Jimin y él habían estado tan unidos como nunca había imaginado. Habían conectado tanto física como mentalmente, también sentimentalmente, o al menos eso había pesado.

Jimin había sido tan dulce, tan afectuoso. Había sido la experiencia más linda e increíble, el sentirse deseado y que le gustaba a alguien le había llenado cada pequeño hueco vacío de aquella personalidad débil incapaz de llamar la atención de alguien.

Pensó que finalmente había logrado encontrar a ese "alguien" que tanta gente buscaba. Pensó que había comprendido lo que tantos decían de encontrar su media mitad. ¿Era demasiado quizás? No sabía cómo había sucedido, pero Jimin había plantado una semilla en su interior en algún momento y ésta brotó en sentimientos que desconocía, pero sabía se basaban en la razón por la cual siempre miraba al mayor, la razón por la cual siempre admiraba su sonrisa, su rostro, y por la cual siempre quería hablar y pasar tiempo con él. Esos sentimientos eran la razón por la cual Jungkook quería que Jimin le besara y tomara su cuerpo. Eran la razón por la cual había decidido que quería entregarse a él por completo sin dudar.

El pelinaranja le había dicho que quería hacerlo suyo y así lo hizo. Pensó que eso tenía algún significado, pero ahora no estaba seguro.

- Yo también te quiero

Eso le había dicho Jimin.

No, no podía ser que algo estuviese yendo mal. Lo había escuchado de sus labios, incluso le había sonreído con lo que él sentía que era sinceridad. No podía ser que algo hubiese salido mal y que Jimin hubiese huido de él, porque eso sentía. Ese temor, ese miedo infundado y ensordecedor se debía a que sentía que algo mal había hecho para que Jimin no sólo no durmiese con él, sino que también desapareciera sin decir nada.

Quizás lo estaba exagerando. Quizás algo más había sucedido, porque no tenía sentido, ¿cierto? Jimin parecía quererle en serio y no parecía el tipo de chico que diría que le quería sólo porque sí.

Se mordió los labios repetidas veces porque nada en su cuerpo podía mantenerse sereno y quieto. Chequeó su celular varias veces, el sol había salido nuevamente y él no había pegado ni un ojo. Estaba cansado, pero era más por el llanto y la agitación de la angustia que por no dormir.

¿Cómo era posible que había pasado de sentirse plenamente feliz a estar desesperanzado? Había sido suficiente con que Jimin se fuera de su radar para hacerle perder la cabeza.

Y todo empeoraba, porque cuando vio que en los mensajes del chat que le había enviado, su hyung se había conectado, pero no omitió respuesta a sus mensajes. Las pocas esperanzas de Jungkook se fueron al demonio.

Quería que apareciera y hablar con él, lo necesitaba. No quería que se quedase con alguna mala idea de él, quería explicarle, explicarle lo que fuera que Jimin había notado en él y que no le había gustado. Quería saber qué había ocurrido para poder cambiarlo, necesitaba saber qué le había disgustado y cambiaría por él.

¿Había sido su inexperiencia? ¿Tal vez esa tonta inocencia que no excitaba a nadie? ¿Tal vez era porque Jimin había tenido que hacer todo el trabajo? ¿Y si le había dicho que le quería sólo por compromiso? No tendría que haberse dejado llevar y decirle que lo quería.

Estúpido. Eres un maldito estúpido. Todo lo arruinas. Todo lo haces mal.

Los insultos no le bastaban, lloraba y le agarraban rabietas para consigo mismo. Dejaba su celular a un lado y a los dos segundos lo volvía a tomar para chequear si había obtenido respuesta, quizás Jimin no podía responder en el momento que le había leído.

Pero nada.

Las horas pasaban y nada.

Las horas pasaban como garrotazos a su cabeza y a su corazón. Estaba hecho trizas. Dos días pasaron y estaba hecho un trapo de piso. Ni si quiera había querido hablar con sus compañeros hasta que alguien tocó su puerta el lunes.

- ¿Jungkook? – Taehyung se asomó al abrir un poco la puerta para dar un vistazo. El menor estaba sentado en el suelo con su espalda contra su cama y su teléfono celular entre sus manos. Éste estaba a punto de resbalarse porque estaba cabeceando por el sueño y sus manos se aflojaban por momentos – Hey, Kookie, ¿Estás bien? – Jungkook parpadeó rápidamente y abrió grandes sus ojos observando al mayor – Te ves terrible – se acercó y se agachó frente a él – No has bajado por dos días, ve y come algo. ¿Qué haces aquí encerrado?

- No tengo hambre...

- Pero te vas a poner mal, recuerda la última vez cuando no comiste, te desmayaste.

Cierto, recordaba esa vez. Había sido la misma vez que había visto a Jimin besar a ese chico Sungwoon. Le había besado y supuestamente le había dicho que no gustaba de él. Luego se desmayó y despertó en su cama con sus hyungs a su lado acompañados de un médico.

Sungwoon. ¿Quién era exactamente para Jimin? ¿Era "sólo" un iniciado? Quizás se había ido con él, era probable. Quizás hasta se había ido con alguien más. Quizás estaba teniendo una orgía en ese mismo momento.

No pudo evitar llorar y esconder su rostro contra sus rodillas.

Taehyung miró a Jungkook sin comprender nada.

- Kookie, sea lo que sea, no puedes encerrarte aquí a llorar. ¿Por qué no comes algo? ¿Si quiera has bebido agua?

- No quiero hacer nada...

- Pues dime qué sucede, quizás pueda ayudarte.

- Sólo... extraño a mi mamá...

- Oh... lo siento mucho...

Claro que no le iba a decir qué sucedía en verdad. Sólo quería darle una respuesta y que se fuera, que le dejara solo. En ese momento no estaba receptivo para actos de caridad. No quería nada de nadie, sólo quería ver a Jimin, que le hablase y volviera a él. Quería saber dónde demonios estaba.

- Intenta no encerrarte aquí. Si quieres hablar aquí estamos, somos tus hermanos y queremos que confíes en nosotros – le restregó el cabello cariñosamente con su mano – Tu madre no querría que te quedases sin comer por ella... piénsalo – Se puso de pie y se dirigió hacia la puerta para irse.

- Taehyung... ¿dónde está Jimin?

- ¿Jimin? – arqueó una ceja y frunció los labios pensando – Él se fue unos días de campamento con otros Alphas. ¿No te lo dijo? – Jungkook parpadeó con las lágrimas aún en sus ojos.

- No, no me dijo nada.

- Pues sí, eso le dijo a Jackson.

- ¿Quiénes son esos Alphas con los que se fue?

- ¿Qué sentido tiene decirte quienes son? No les conoces – rió despreocupado – Vamos, Kookie, baja a comer, ¿Si?

Le dedicó una sonrisa fraternal y se fue cerrando la puerta.

Pensaba que saber dónde se encontraba Jimin le haría sentir algo más aliviado, pero nada había cambiado. No cambiaba en absoluto la esencia de la situación. Las dudas seguían pesando alrededor del mismo tópico; No importaba dónde estuviese Jimin, lo importante era la razón por la cual se había ido tan abruptamente. También la razón por la cuan no había ignorado sus mensajes.

Había pasado todo el lunes y sólo por la noche tuvo energías para lavarse un poco el rostro con agua fría. Se miró al espejo y se veía completamente fatal. Sus ojeras se extendían por debajo de sus ojos rojos y cansados, su piel pálida. Estaba triste. Tan triste que ni si quiera recordaba lo que era sentirse así por su madre. Sabía que siempre la extrañaría, pero en ese instante sólo podía pensar en el pelinaranja.

Si se había ido con Alphas a un campamento, ¿Habría ido con esos iniciados que había dejado esa noche por él? Pensó que era lindo el hecho de que hubiera decidido no justarse con ellos por quedarse esa noche en su habitación. Había sido un gesto que había agradecido al cielo y al infierno. Pero ahora no valía nada, luego de casi cuatro días esperándolo.

Le había roto el corazón tan fácilmente. Era patético.

Patético. Eres patético y no es sorprendente que nadie te quiera.

Terminó durmiéndose entre lágrimas sobre su colchón, con su rostro hacia la cama vacía de Jimin. Sus párpados no aguantaron más vela y se dejó llevar por los días sin dormir.

Luego de cuatro días de espera y de sentirse más perdido sin saber en qué momento Jimin volvería, Jungkook decidió hacer una llamada. Las cartas bajo la manga se le habían acabado y no pensaba que tuviese otra cosa para hacer más que llamar a su mejor amigo, aquel que siempre había estado allí para él. Esperaba que pudiera calmar un poco esa angustia, hacerle entrar en razón y retomar el control sobre su cabeza porque Jimin le dejó hecho un desastre.

- Oh. No puedo creer esto.

La pesadez se mezcló con un tono de voz que claramente decía "¿Qué demonios ha sucedido?". Jungkook no podía culparle. Era una bomba, era una calamidad. Se la había lanzado a las manos de su amigo y hecho explotar en su cara.

Escuchó un bufido ronco, podía notar que estaba enojado.

- En serio, no puedo creerlo.

- ¿No hay nada más que puedas decir además de eso? – se atrevió a sugerirle, la verdad era que no quería ser rudo pero la situación no le hacía sentir nada mejor con su reacción.

- ¿Qué quieres que diga? La última vez que hablaste conmigo por teléfono sólo se trataba de Jimin siendo expresamente gay contigo y tú no parecías cómodo con la idea. ¿Y ahora resulta que has dejado que te metiera la polla en el culo? – el menor se sonrojó y soltó un quejido lamentoso – Y no tienes derecho a sonrojarte – le conocía tanto que hasta podía saber cómo se veía del otro lado de la línea - ¿Cómo demonios pasó eso? ¿Cuándo planeabas contármelo?

- No lo sé... simplemente pasaron muchas cosas... no sé cómo sucedió todo, cuando quise darme cuenta Jimin ya me gustaba.

- Increíble – soltó incrédulo – Lo único que supe de ti es que te habías ido a un campamento. Sólo me enviaste un mensaje, ni si quiera tu padre sabe mucho de ti.

- ¿Mi padre?

- Sí, me ha dicho que está preocupado, que no le llamas tanto como antes y no le envías mensajes, que incluso te olvidas de contestarle. Le dije que me haces exactamente lo mismo.

Jungkook no sabía desde cuándo su padre hablaba tanto con Yoongi. El hombre adoraba al chico, hasta que éste salió del closet. Para él había sido una decepción porque Yoongi era como su segundo hijo y los padres de éste como hermanos, había sido triste cuando se alejó de todos para abandonar la casa de Dios y seguir su camino, pero a pesar de ese sabor amargo en la boca de su padre por las preferencias sexuales de Yoongi, sabía que seguía queriendo al chico igual que siempre.

Se preguntaba si su padre podría seguir queriéndole incluso si se enteraba que había estado con un chico y que estaba con la cabeza sobre las nubes por él. Esperaba que sí, que siguiera mirándole con cariño y protección. ¿Y su madre? Su corazón se le encogía al pensar en que podría estar decepcionándola.

El alma no existe más que como energía. Es absurdo seguir atándolos a nuestro mundo luego de muertos. Déjale ir, Jungkook, ella no te está vigilando ni te castigues por ello.

Suspiró.

Era difícil explicarle a Yoongi lo que había sucedido. Eran demasiadas cosas, mucha información, y si bien se sentía algo mal por haberle dejado de lado a él y a su padre, ¿Qué más podía hacer? Había estado estudiando y dando lo mejor, y además haciendo sociales con sus compañeros de hogar como nunca lo había hecho. Estaba llevando la vida de cualquier universitario promedio, divirtiéndose. ¿Qué tenía eso de malo?

Estaba viviendo su propia vida, finalmente experimentando y decidiendo por sí mismo. Estaba perfectamente bien, vital y energético, incluso mejor que como estaba antes en casa de su padre y en la escuela.

Se lo dejó claro a su amigo, y éste lo entendió, aunque su tono seguía con un tinte de reproche, pero comprendía que pasar toda su vida en un ámbito cristiano ya había empezado a asfixiar la vida de Jungkook. De hecho, era lo que él le había dicho al principio, que disfrutara de su nueva vida, pero no le gustaba el hecho de que había dejado de hablarle.

Jungkook le explicó el real propósito de su llamada; la desaparición de Jimin.

Nuevamente Yoongi no podía creerlo y expresó su enojo con total libertad.

- Es un idiota – espetó.

- No digas eso...

- ¡Jungkook! – el nombrado cerró los ojos por la amonestación – No me vengas con que no lo es. ¿Cuál es la maldita necesidad de ser así? ¿Sabes? Si tuvo que irse por alguna razón respetable, mínimamente podría haberte avisado. Un mensaje de texto sería lo mínimo, pero ni si quiera eso.

- Es que... no lo sé, no puedo enojarme con él. ¿Por qué se fue? Claramente algo hice mal. Él es alguien que está acostumbrado a tener sexo con otras personas... yo claramente no he sido su mejor experiencia...

- Ya, ya, ya. Alto ahí. Mira, Jungkook, si él hubiera querido divertirse ya hubiera seguido con esa cosa de los polvos casuales – recordó lo que una vez le había contado. Bueno, ahora el menor sabía que no eran simples polvos casuales, pero prefería no aclararle con detalles a qué se dedicaba el pelinaranja – No le faltan oportunidades para divertirse con personas que tienen experiencia. Si él dijo que tú le gustabas entonces podría ser que él quisiera realmente estar contigo a pesar de que quizás no fueras el tipo de chico que se acuesta con cualquiera, pero ¿Joderte y luego dejarte tirado sin una explicación? No, Jungkook. Eso es un "No" rotundo. Simplemente inaceptable.

Joderle y dejarlo tirado.

Eso había hecho, y aunque lo sabía y por eso dolía, escucharlo de forma tan cruda de los labios de su mejor amigo le había hecho arder el pecho como si le hubiesen echado ácido.

Apretó sus párpados y aguantó un sollozo. Era patético.

Estaba viviendo una de esas historias de amor fallidas –si se le podía llamar amor- de las que todo el mundo hablaba en la vida real e incluso en las películas.

- No puedes culparte por esto. Jimin claramente es un imbécil. Él sólo quería diversión y te engañó.

- Pero... - comenzó a llorar, su labio temblaba – Él me dijo que me quería...

- No dejas a alguien que quieres sólo y sin ninguna explicación. Lo lamento, Kook, pero él no te quiere, él te ha lastimado y si tuviese algo de compasión te hubiese respondido al menos un mensaje para que no te sintieras mal. Ahora escúchate, nunca te había oído tan desamparado, ni con la muerte de tu madre. Él te ha dejado así, con la cabeza hecha un desastre y se fue de campamento. Eso es ser hijo de puta.

- Pero yo le quiero... fue muy especial, pensé que estábamos bien. Él... él parecía diferente a esto...

- Lo siento, amigo, pero no eres el primero al que le sucede esto. Lo que él hizo no es bueno y no te mereces eso. Debes olvidarte de ello y dejar de perder tu tiempo y tu buen corazón en él.

Incluso aunque su amigo le decía lo que debía hacer, Jungkook seguía en una encrucijada. Estaba agradecido de poder hablar sobre ello con alguien, pero en realidad Yoongi seguía sin saber muchas cosas. Seguía sin saber cómo Jungkook había estado tan comprometido con la idea de estar con Jimin. No era un simple chico que le gustaba y ya. Él sentía a Jimin bajo su piel a todo momento, cada vez metiéndose más a fondo, escarbando entre su carne y poseyéndole. Porque le había poseído, él se había entregado para que le hiciera suyo y así sucedió.

No era extraño que aún pudiese sentir sus manos y sus besos por todas partes de su cuerpo. Escuchaba su voz susurrándole, diciéndole lo mucho que le gustaba. Y Jungkook en cada momento había pensado que era demasiado feliz, que se sentía demasiado bien el dejarse dominar y absorber por Jimin hasta el punto de estar seguro que era lo que más quería.

Había adorado cada muestra de afecto, cada porción de calor humano. Cada gramo de atención le había llenado, y no podía aceptar ser abandonado de esa manera. Temía al abandono. Le aterrorizaba.

Sí, Yoongi tenía razón y no era novedad, lo había notado incluso al segundo día de la desaparición del mayor. Le había dejado la cabeza hecha un desastre. Quizás desastre era poco. Era puras ruinas, era los restos luego de una explosión. Catastrófico.

El miércoles por la tarde, Jimin volvió a casa.

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