Capítulo 11.
Nuevamente sus párpados tiemblan, la hora de despertar había llegado, el aturdimiento ni bien dio el primer parpadeo fue un asalto a su cabeza, se sentía mareado y cuando divisó su entorno en un ápice de suerte, se espanta. A su alrededor el cemento estaba inundado de sangre, espesa y también seca, tal panorama no era sino una clara señal de lo que le deparara una vez que a él llegaran los hombres que lo trajeron a ese lugar.
Observó cada ángulo de allí, cuando una ráfaga de viento lo azota y es ahí cuando se percata, su temor aumenta. Estaba esposado, unos grilletes sobre sus muñecas lo sobresaltan, y peor aún, su ropa, aquella indumentaria que le habían dado, ya no la tenía puesta. Tragó saliva.
Esto no era nada bueno…
…
Bien dicen que aquellos que carecen del pulcro pudor son los que hacen lo que sea, donde sea y cuando lo desean el acto mas indecoroso que sólo el hombre en toda la historia era capaz de hacer. Porque si hablamos de banalidades, el ser humano siempre a hallado las mil y un formas de convertir el mundo en una triste mueca de inconformidad existencial; cada pecado se muestra entre las sombras.
Pues, he allí, a mitad de una vasta vegetación, en plena lluvia torrencial, —en pleno frío de cagarse— un dúo apenas resguardados por las hojas de un gran árbol, sumidos y perdidos, en el auge del coito.
Los gruñidos de aquel activo se confundían con los resonadores de los truenos, y los gemidos, de ese quien se entregaba más que dispuesto, se mezclaban con el ruido de la tormenta. Sus cuerpos, gracias a sus capacidades físicas, no percibían ni una pisca de aquel frío de la noche, es más, contrarrestaban magníficamente al clima y al ambiente.
Después de todo, ¿Qué mejor método para oponerse a una gélida situación?
Desde lo profundo de la garganta aquel hombre, con sonidos roncos inarticulados, embestía furiosamente contra el cuerpo de su compañero, respirando notoriamente por la boca, y guiándose con el calor del momento.
Sus manos, estáticas en las caderas del otro, manejando a su antojo la movilidad y la intensidad de las penetraciones, escuchando los gemidos agudos que soltaba su amante, inevitablemente con ceño fruncido, se movía más con necesidad que por gusto; mientras que el, un poco más delgado, hombre bajo el imponente cuerpo del mayor se sujetaba con fuerza de la corteza del árbol en que estaba apoyado, sintiendo en primera mano la verdadera fiereza del otro en el placer mundano.
El único movimiento que se ejecutaba era de los violentos choques de sus pieles, no habían más intercambios, sólo vaivenes desenfrenados que no daban tregua a terminar.
Las sensaciones discreparon en ambos, desde el primer momento en que la primera follada dio lugar, y el desborde de las emociones fueron repitiéndose en varias oportunidades.
Una estocada, y su mano aprieta el hueso de la cadera izquierda, otra estocada y la acción se repite en la derecha, el cuerpo de quien recibía muy gustoso al mayor estaba adornado con tenues marcas sobre la piel, que a ninguno le parecía importante, pero que en cada encuentro no sólo ellas se quedaron marcadas sino que también varias cicatrices las acompañaba.
En ellos no existía la delicadeza, sólo una amplia sed por la lujuria que buscaba saciarse a como dé lugar y sin consideración.
Mientras más gotas los mojaban, la mente de uno se traslada a un momento incierto, tras cada embestida, recordaba una y otra vez, aquel hombre se hundía hasta lo más profundo del otro, no obstante, le era insuficiente, quería oírlo gritar, ansiaba poder doblegarlo, pero más aún, anhelaba tanto sentir la suavidad de su piel.
Los gemidos aumentaban, el mayor arremetía sin dudar al cuerpo de su compañero, oyendo los chasquidos de su unión, y los jadeos deseosos del menor, quien, sentía cosquilleos recorrer su anatomía, con la vista parcialmente nublada por el agua.
Cierra los ojos, sin poder esperar y sin querer aguantar más, toma su miembro entre sus manos y se masturba con ahínco, casi desesperado, pues el orgasmo estaba cerca para él.
En exhales roncos, percibiendo su propia disconformidad y negándose ante sus pensamientos, penetra con brutalidad al otro, buscando su clímax, adentrándose tanto como se le permitía y saliendo tanto como podía, sintiendo la estrechez de ese agujero pero con la pizca de cierta diferencia, sin perderse de esos sonidos que emitía la garganta ajena y sin dar chance a que los músculos se le contrajeran.
Tocaba los glúteos con un fuerte tacto, y dando un golpe bruto, sin recibir respuesta, gruñe, puesto que esperaba lo contrario, así que con la máxima de sus capacidades arremete al maltratado cuerpo frente a él. No aceptando la traición consigo mismo, deja que la lluvia se lleve sus pensares mientras que su pelvis lo guiaba al anhelado éxtasis.
Fue ahí, cuando escucha un gemido alto, maquinando en el deseo, se pierde ante la imagen, sintiendo la respiración entrecortada y una frustración inimaginable, el mayor después de varias embestidas, termina fuertemente dentro del otro, quien, no tardó segundos en acabar junto a él.
El mayor no demoró ni un minuto en salir del cuerpo contrario, vistiéndose al instante, al mismo tiempo, viendo como su compañero se erguía e imitaba sus acciones, aún jadeante, y muy probablemente con el semen escurriendo entre sus piernas, perdiéndose entre la tela de sus pantalones.
Resopla irritado, bajo la analítica mirada de su mano derecha.
–Knight, creo que…
–No me interesa lo que creas.– Determina severo.– Iremos por él… y lo voy a encontrar.– Finaliza, para luego darse la vuelta y marcharse entre las penumbras.
Así, sin más, se va a sabiendas que el otro lo seguiría pero no dando la relevancia de haber dejado a un muy anonadado Park JiMin, estático, casi boquiabierto. La incredulidad asalta al menor, cavila por un momento y, al cabo de unos minutos, va tras su líder con una ensombrecida expresión.
….
Su mente era un caos.
Sentía la piel de sus muñecas ser desgastada por los grilletes, le dolía pero era soportable, tenía frío aunque tampoco era importante, lo que sí, es que estaba terrible e irrevocablemente asustado. Fue peor cuando oyó a la lejanía el sonido de pisadas acercándose.
JungKook empezaba a hiperventilar, tenía miedo, no quería morir. No así. Se mordía los labios del pánico mirando hacia el lugar proveniente de los sonidos. Tenía que haber una forma de escapar, pero, ¿Cuál?
Inmediatamente regresa la vista a las metálicas ataduras, desesperado, busca la manera de zafar sus manos de las esposas, escociendo su piel por la fuerza, y lastimándose en el proceso. Las pisadas se oían con más eco, estaban más cerca.
Vuelve a jalar sus muñecas para tratar de zafarse, no hay caso, sigue intentando, su carne comenzaba a agrietarse y surcos de sangre emergían de sus nacientes heridas.
No. Maldita sea, no. ¡Él no iba a morir de esa manera! ¡No en esas condiciones!
Tan concentrado estaba, que no se percató de que las pisadas ya no resonaban. Tampoco de que ahora había alguien parado detrás de él viéndolo detenidamente. Mucho menos se dio cuenta de quien era, hasta que decidió hablar.
–No importa cuánto intentes soltarte.– JungKook se paraliza.– Jamás podrás escapar.
Lentamente, el menor se gira para ver a quien hablaba. Sus ojos se agrandan. Sus pupilas se dilatan. Su respiración se corta. Y sus labios se entreabren. Exhalando en un susurro inentendible.
–Yoo-YoonGi hyung.– Lágrimas se agolpan en sus orbes.
El mayor mira paulatinamente al chico, escaneándolo detalladamente. Bastaron unos minutos para que ese YoonGi se aproximara, caminó alrededor del menor con las manos en sus bolsillos, revisándolo con la mirada de pies a cabeza. Se detiene, nuevamente, a sus espaldas.
–Dime tu nombre.– Suelta casi en una orden. Jeon traga saliva.
–Jung-JungKook.– Tartamudea nervioso.
Aquel hombre se dedicaba tan solo a verlo, incomodando de sobre manera al maknae. Después de todo, estaba completamente desnudo frente a él. El silencio era demasiado para el menor, y no pudiendo soportarlo más, habla.
–¿Do-dónde está mi ropa?– Soltó en un murmullo. El mayor extrañado, lo mira a la cara.
–¿Ropa? No traías nada cuando te trajeron.– Respondió simple.
Eso le sorprendió, y como si un rayo de luz apareciera sobre su cabeza, lo recuerda, ¿Cómo fue capaz de olvidarlo? Él no llevaba nada puesto cuando aquellos tipos lo golpearon y también a…
Parpadea varias veces, espabilándose, ahora que recordaba, él tampoco estaba solo cuando fue golpeado, <¿Qué pasó con…?>. Temía preguntarle, pero visto que no había tardado en responder, tal vez, sólo tal vez, el mayor le daría respuestas. Iba a preguntar algo de nuevo, sin embargo….
Una mano que se posa sobre el costado de su cuello le hace dar un respingo, la misma, baja lentamente y se detiene en su espalda. Gira su cuerpo de lado para ver al mayor un poco temeroso, viendo de malas a primeras que ése Min YoonGi lo veía con un brillo en sus ojos, relamiéndose un poco los labios y mordiéndolos al poco rato. <No puede ser…>
La mirada de Min se sitúa en su rostro, ahí, el menor notó que ese hombre era igual que el otro HoSeok. JungKook correspondió al gesto, mirándolo fijamente también, cuando de repente, los ojos del mayor destellaron en un tono intenso de naranja rojizo. E inconscientemente sus músculos se relajan.
Una extraña sensación comienza a invadirlo, semejante al sudor resbalando sobre su piel, tan desconocida y en crecimiento. Rebajando la consciencia y apaciguado las intranquilas aguas de su mente.
Pasaron algunos segundos de observación mutua, una a la expectativa, otra bajo retención propia. Cosa que no duró mucho, puesto que ese Min YoonGi parecía un depredador sumamente hambriento, y la presa delante de él era demasiado tentadora.
El mayor parecía casi desesperado por tocarlo. Se dio el lujo de llevar ambas manos hasta su espalda, tocando su piel, delineando su cintura y acariciando sus nalgas con la punta de sus pulgares. Tomó cada segundo de caricia sobre esa zona, la cual llamó su atención dado el intenso morado en ellas, con gran deleite carnal, y poco después libra al cuerpo de su tacto.
Dio tres pasos hacia adelante, quedando al frente del otro, miraba su pecho con detalle, para luego enfocarse nuevamente en el rostro ajeno, alzando su diestra, roza levemente la palma por sobre la mejilla del chico, y maldijo a quien osara haber marcado toda su piel con semejante brutalidad.
Dejarle tales moratones en esa tersa piel, debía ser un pecado. Focalizó la vista en los orbes del chico, embelesado por su color, si bien su cabello también era motivo de atención, aquellos ojos sobresalían por mucho las razones de apreciación. El brillo que irradiaban, jamás había visto algo semejante, ningún ser humano podría tener esa mirada siendo de su parecido. Pero he allí, un hombre con sus rasgos, y con los ojos del cielo en ellos. El… era…
–Ómorfi(*1).– Susurró. JungKook, confundido por lo dicho, parpadea varias veces. Todo bajo la atenta mirada del mayor.
–¿Mm?– Escapa de su garganta. Min levanta la comisura de sus labios. Se acerca hasta el oído del menor, rozando los belfos sobre el contorno de la oreja, y le dice.
–Puedo hacer que te suelten.– Pronuncia seseante.– Sólo debes complacerme.– Respira sobre esa zona, causando que la piel de Kook se erizara.– ¿Qué respondes? – Emite con voz ronca.
Meditó unos minutos en qué decirle puesto que su raciocinio parecía estarle fallando, se sentía invadido y hasta, extrañamente, caliente, eso no era normal. En lo que el otro, reanudaba las caricias con los labios sobre su oreja, susurrándole. Había algo, algo distinto en todo eso.
– Te haré sentir muy bien, tan bien, que no querrás que me detenga… nunca.– El aliento caliente del contrario era una lluvia de emociones nuevas para JungKook.
Su primera vez no fue nada a comparación con esa situación, sólo y literalmente fue un mete y saca y ya estuvo, casi y ni lo disfrutó, recordando vagamente lo ocurrido con el maldito-innombrable hyung, y ahora que lo pensaba creyó recordar que le gustó pero se sintió más como sueño húmedo que realidad así que no contaba mucho, aun cuando le dolió el trasero al día siguiente… sin mencionar que se sintió ultrajado por el desgraciado. Y mucho más cuando después lo violó para luego ser suave con él… Tal vez.
– Te puedo enseñar muchas cosas pequeño pero no te obligaré si no quieres.
Bien, recalculemos, desnudo, esposado con unos metales altamente bien fabricados, con una erección formándose entre las piernas, con un hombre (en la piel de su abuelo hyung) dispuesto a pasar barreras y adentrarse por la puerta de su desvirgado culo. Mmm… reflexionó sus palabras y se quedó atónito, es decir, ¿escuchó bien?
–¿De-de verdad? ¿No… no lo hará? ¿No me… obligará?– Cuestionó aún más sorprendido.
–No, prefiero el disfrute mutuo que lo sado.– Sonrió tranquilo, y de cierta manera, eso generó en Kook mayor confianza.
Pero… él jamás, de los jamases, había pensando en su hyung en forma romántica, menos de manera sexual, entonces, ¿Por qué rayos estaba excitado?
Tenía leves temblores, su piel seguía erizada, su respiración se entrecortada y su erección crecía al paso del reloj. No podía negar que ese hombre que veía era extremadamente sexy, incluso más que el que él rememoraba, a ciencia cierta, era más corpulento, más alto y se notaba más atractivo. Fue inevitable.
Decir que estaba caliente, es quedarse corto, eso fue la cúspide de lo insano, la cumbre del límite ardiente de sus hormonas alborotadas por el calor que comenzaba a esparcirse por toda su anatomía.
Sin nada que agregar, se muerde el labio inferior y asiente, afirmando con un sonido gutural. YoonGi sonrió, llevó la zurda al costado del cuello del otro, e inmediatamente se abalanzó a la boca del menor, quien, correspondió con necesidad, estaba excitado y quería, no, deseaba ser penetrado por su hyung con todo lo que conlleve a eso, eso y más. Se separó del beso improvisado por un segundo para decirle.
–Sí, enséñeme.– En respuesta recibió una sonrisa pícara y otro beso ardiente, lleno de una desbordante pasión que no había sentido con alguien más, en su corta experiencia sexual claro, la ferviente adrenalina que empezaba a emanar de su corriente sanguínea era tan repentina como fascinante, le provocaba sensaciones nunca antes experimentadas por JungKook.
–Ahora sí bebé, conocerás quien es tu amo.– Dijo antes de deslizar y colocar ambas manos en las caderas de JungKook, alzándolo, haciendo que el menor se pusiera recto y con las piernas separadas por la pierna derecha de Min.
Se veían fijamente, respirando por sus bocas, manteniendo un contacto tan caliente y provocativo, sintiendo el aliento del otro.
El mayor pegó su cuerpo al del maknae, subiendo y bajando sus palmas, dando caricias suaves, una sensación inquietante y a la vez irresistible se concentraba en lo más profundo de su pecho al continuar viendo los oscuros ojos de ese Min YoonGi. ¿Cómo era posible que su hyung pudiera hacerlo sentir así sin haberlo profanado?
Nuevamente unieron sus bocas, JungKook movía sus labios con impulsividad irrefrenable mientras YoonGi se deleitaba con el tacto de la piel del menor, demasiado suave para ser la de un hombre, más encima, el aroma que desprendía, provocaba ansias de devorarlo y corromperlo hasta que esa angelical apariencia se torne la de un digno ser lascivo.
Lentamente, entre tanto lo besaba de la misma manera, coló su lengua en la boca de JungKook saboreando cada milímetro de éste con deseo, sus dedos trazaban un camino con la intención de llenar cada parte de su piel de marcas como prueba de que ese joven ya estaba bajo el dominio de un Aske.
Con todos esos toques que sentía Jeon no podía evitar dejar escapar jadeos opacados por los labios contrarios que inundaban su boca de saliva, comenzaba a sudar de la excitación, quería más, su cuerpo deseaba más. Y en la bruma cierta imagen aparece en su mente, era…
De repente, el mayor detuvo todo accionar. Desestabilizando al menor, quien lo miró confundido, al mismo tiempo que ve como este sonreía divertido y caminaba hasta volver a quedar detrás de él. Posa sus manos sobre JungKook, una en su espalda, la otra en su cadera, y lo incita a levantar la cola un poco, para dejar su gran trasero bien accesible. Además de bien posicionado para verlo en todo su esplendor.
Y en esos precisos instantes, otra vez la imagen reaparece, haciéndolo fruncir el ceño y apretando los ojos luego. A la mente de JungKook parecía gustarle joderle la conciencia. Pues porque sí. Sabe que esa excitación no es en absoluto normal, y que muy en el fondo no quiere sentir lo que siente pero la necesidad de sexo le hacía mella en su fuerza de voluntad.
Escucha la respiración del otro acercarse a su rostro. Su palma se posa sobre su mejilla y le oye decir.
–Abre esos párpados, y muéstrame la belleza de tus ojos aguamarina.
Como si fuera un encanto, indudablemente, los abre. Y, nuevamente, ese destello naranja rojizo es visto en los orbes ajenos. JungKook había caído.
YoonGi vuelve a sonreír, suelta su moflete y camina otra vez hasta quedar en su posición anterior. Se para atrás de esas voluminosas nalgas, y JungKook ladea el cuerpo para poder verle, avistando como empieza a desprender su pantalón, bajándolo con lentitud.
El maknae, en contrariedad ante su negativa de entrega, agacha la cabeza, y como si fuera un impulso del inconsciente, levanta más el trasero en su dirección, meneándolo un poco, con claras intensiones de provocarlo, y permitiendo leves roces sobre la entrepierna de YoonGi, quien, al ver eso, se muerde el labio encantado con ese movimiento.
Eso fue más que suficiente para tirar de su pantalón, sin titubeos, quedando total y completamente expuesto, además de dispuesto, a penetrar aquel increíble cuerpo que se traía ese hermoso chico.
Colocó una mano en su cadera, mientras la otra la llevaba a la boca de JungKook, indicándole que lamiera tres dedos, éste lo hizo, durante el tiempo que al mayor le pareció lo adecuadamente mojado.
Luego, dirigió impaciente esos dígitos, preparándolo, que sólo cuando lo sintió bien abierto, los saca, toma su prominente miembro y lo pone frente a ese apetitoso orificio, y por fin, alinea el glande e ingresa despacio en él. Se dio unos segundos para que el menor se fuera acostumbrando en el proceso y se detuvo cuando tocó el límite.
Esperó por lo menos unos cinco minutos, contados, para dar comienzo un vaivén acompasado, tan lento que enardecía a ambos, YoonGi entraba y salía sumido en esa magnífica sensación de estrechez que cubría su pene, tan deliciosa, tan enloquecedora. Por otro lado, JungKook, sentía como el pene del mayor rozaba con suavidad su interior, apenas habiendo empezado y ya le estaba excitando tanto.
–Ahhh… mmhh.– Se retorcía del gusto.– H-hyung~ mmm.
–Que rico sabes nene.– Susurró sobre su oreja.
–Mmmh … ahh..– Kook apretaba los párpados, los dedos de los pies y sujetaba con fuerza las cadenas.
–Jaja ¿Tenías ganas, eh?– Dijo al notar como éste se iba agachado en cada embestida.
No tardó mucho en acelerar los movimientos volviéndolos fascinantes y algo bruscos, aun así, JungKook sentía que se derretía por dentro con esa estimulación casi palpando el orgasmo y ni siquiera llevaban quince minutos de sexo. Hasta que tocó su próstata con uno de sus vaivenes, gimió tan alto y agudo de completo placer, era realmente delicioso.
La forma que se perdía en su profundidad golpeando certeramente ese punto que lo llevaba al delirio por el puro placer que sentía no se comparaba a nada. No podía acallar sus gemidos. Aunque ¿Para qué lo haría?
–Ah ah mmm… m-más fu-fuerte hyu-ung.– Se mordía los labios, cerraba los ojos y arqueaba la espalda deseoso por más.
El mayor lo mira, ve al menor hecho un desastre de jadeos y contracciones. Sonríe satisfecho y vuelve a susurrarle al oído.
–Dilo más alto.– Dicho esto, mermó las oscilaciones.
–Ahhh… n-no.– Volvió a retorcerse pero de la desesperación, trató de menear el trasero otra vez en busca de que lo incentivara.
Él previó eso, y le sujetó las caderas muy firmemente, impidiendo toda opción de continuar con el deleite, en su lugar, lo dejaba con una frustrante y sobretodo desesperante sensación de lujuria a medias.
En la necesidad, Jeon, agarró las cadenas y se impulsó hacia arriba, buscando que las penetraciones toquen otra vez su próstata, pero YoonGi de nuevo lo impide, presionando sus manos para dejarlo quieto. No obstante, JungKook se resiste soltando tenues quejidos de inconformidad.
–Vamos bebé, súplica para tu dueño.– Los vaivenes seguían siendo tortuosamente lentos. Su miembro estaba hinchado y comenzaba a dolerle, quería que se moviera de una maldita vez.
–J-jode-me.– La idea no era decirlo así…
–Jajaja no.– Chitó en desaprobación.– Debes esforzarte más, nene. Dilo como si realmente lo quisieras.– Dio una estocada dura.
–Ahhhhh… mmmg ah.– Se agitó, mierda, le encantó.– O-otra vez.– Murmuró extasiado.
–¿Qué?– Otra más.
–Ahhhhmmg mierda.– Cerró sus ojos, le gustaba, pero en serio quería que lo jodiera.
–Estoy esperando hermosura.
–P-por fa-vor.
–Dime.
–Mmmh.– Ahí fue donde la cordura de Jeon se fue por un tubo directo al drenaje.
–Jódeme… amo.– Se sonrojó por eso pero ya nada le importaba si de una vez se movía el maldito.
–Así me gusta bebé.– Sonrió complacido, reanudando los movimientos rápidos.
Sus cuerpos chocaban, uno imposibilitado de moverse con las ganas que tenía y el otro tomando todo el mando gustoso. El ritmo se tornó desenfrenado, las pieles resonaban en cada encuentro, la presión en sus muñecas se hacía más fuerte y la intensidad de como entraba y salía del cuerpo de JungKook también.
Las esposas sonaban como campanas, los gemidos y jadeos se alzaban, el olvidado miembro de Kook permanecía duro, como adolorido, aunque su dueño tan centrado en el descomunal placer en su próstata parecía haber pasado por alto ese detalle. YoonGi aceleró más, los chasquidos sobresalían, estaban cada vez más cerca de terminar.
Una. Dos. Tres. Cuatro estocadas bastaron para que los dos terminaran al mismo tiempo y con un sonoro agudo gemido por parte de Jeon y otro grave del mayor, ambos completamente satisfechos.
El mayor salió de Kook con poco cuidado para inmediatamente poner en orden su ropa, mientras que el maknae sentía la extraña sensación desdeñada congelarle el cuerpo pero sobretodo sintiendo un vacío en su estómago, tanto que cierra los ojos pensando, o mejor dicho escapando de ese momento, quedándose dormido tiempo después.
….
En plena oscuridad de alguna mazmorra en alguna parte…
Hyeok: ¿Qué creen que estén haciendo el jefe y su perro?
Nam: ¿Por qué lo preguntas?
Hyeok: Ya se están tardando.
Nam: ¿Por qué debería importarme?
Jin: Tiene razón…– Se queja.– Después de como nos dejaron… mejor que no regresen pronto.
Todos quedan en silencio…
Hyeok: ¿A caso insinúas que…?
Jin: No insinúo nada, sólo que estoy cansado, adolorido y molesto.
Nam: Al menos seguimos respirando, ¿no?
Hyeok: ¿Es en serio?
Nam: Sí, algo es algo. Si quisieran matarnos lo hubieran hecho.
Jin: Tiene un punto.
Hyeok: ¿Por qué siempre son tan positivos?
Jin: En la vida sólo hay un momento para ver con claridad y muchos otros para estar en la oscuridad, depende de cada quien elegir su perspectiva de las cosas.
Nam: Ni yo lo hubiera dicho mejor.
Hyeok: ¡Ja!– Resopla con fastidio.– Sólo ustedes para pensar de esa manera.
Tae: ¿Cómo estará el chico?– Susurra.
Todos miran en dirección hacia el más joven.
Jin: ¿Estás preocupado por el mocoso que nos causó esto?
Tae: No lo culpo por temer al líder y querer huir.
Jin: Sí, pero si no fuera por él el jefe no nos hubiera hecho esto.
Tae: ¿Dices que sí se hubiera quedado a ser el esclavo del líder no estaríamos así?
Jin no responde.
Tae: ¿Seguro recordarás lo que le pasó al último?
Silencio.
Nam: Jaja puntos para el Melk.
Jin: ¡Cállate!
Tae: ¿Seguirá vivo?
Hyeok: Tiene pocas probabilidades de sobrevivir solo en éste mundo.
Nam: Sin mencionar que es débil y delicado…
Jin: Yo digo que tres horas de haberse alejado se encontró con algún Murderous(*2) o peor un Uccisore(*3) de quién sabe que gremio.
Hyeok: ¿Dónde quedó tu positivismo? ¿Ah?
Nam: Porqué siento que a ti también te preocupa…
Hyeok: ¿Preocupado? ¿Yo? Sólo me burlaba JAJAJA
Tae: espero que esté bien.– Susurra.
Hyeok: Hoho ohh parece que alguien le echó el ojo a la nueva puta del jefe.– Se burló.
TaeHyung se dedicó a pensar ignorando las tonterías del otro.
Nam: ¿De verdad te gustó Melk?– Cuestionó interesado.
Tae no dijo nada.
–Al parecer si… y mucho.– Se responde así mismo.
Jin: Muero de hambre.– Sujetó sus tripas.
Nam: Tendrás que esperar a que el efecto pase.– Opinó.
Hyeok: ¿Por qué esos dos tenían que ser Weise? Ya con uno bastaba y sobraba.
Eso fue lo último que TaeHyung escuchó cuando sus ojos se cerraron y el sueño le ganó a su cuerpo.
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Significado de palabras:
Ómorfi(*1): Hermoso en griego.
Murderous(*2): soldados del clan Ingnerssuak.
Uccisore(*3): Mercenarios contratados de varios gremios de razas.
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Ojalá les haya gustado!
Cualquier pregunta que tengan ya saben que hacer, los leo en los comentarios 🤗
Y quiero que sepan lo feliz que me hace que, aunque sean pocos los que leen esta historia, les agradezco muchísimo desde el fondo de mi corazón que la lean💞💕💘
💜Que tengan una hermoso día!💜😘
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