Capítulo 30 🎻

Raven

Son los minutos más largos de toda mi vida porque me cuesta mucho reaccionar. El pánico me engulle inmediatamente y soy incapaz de defenderme. Estoy tan aterrada que me encuentro paralizada sin suficiente aire que llegue a mis pulmones.

Esto no puede estar pasando...

El callejón se cierra cada vez más, dejándome indefensa y a merced de los monstruos. Un cuerpo aprisiona el mío y me retuerzo debajo de él, ahogada en el terror absoluto. Nunca me encontré en un escenario igual y el instinto de supervivencia es inmenso. Mi pecho arde por la falta de oxígeno y mis ojos se cierran por el pensamiento de que esto podría ser todo. Él no me escucha y nadie vendrá a salvarme.

Nadie...

Soy mi propio héroe.

Tengo que encontrar una manera o una salida. No me rendiré, ni haré que las cosas sean fáciles para ellos. Se arrepentirán de haberme subestimado. Soy una Karlsson, futura reina de Arkos y porto la nota de la muerte. No terminará conmigo destruida y rota. No les daré nada.

—Tienes un buen cuerpo, ¿no es así? —Se burla y una mano huesuda toca mi mejilla —. Ahora entiendo porque el rey te mantiene solo para él en su castillo. Krestel Markovic siempre ha sido un bastardo egoísta con su pueblo. Tan mezquino y tacaño.

Sacudo mi rostro lejos de su alcance, pero el anciano se frustra y aprieta su agarre en mi piel. Las lágrimas empiezan a caer y sollozo. Dos enredaderas sujetan mis muñecas y mis piernas para evitar cualquier intento de escapatoria. Me sube el vestido por los muslos, lamiéndose los labios pálidos y finos.

—Vamos, no tengas miedo. Haremos que la experiencia sea agradable —Me inhala el cuello y ríe cuando ve la marca de dos colmillos en mi piel—. Oh, él ya ha dejado claro que eres suya. Pagaría por ver su reacción cuando vea que he roto su lindo juguete.

Sus manos me capturan de nuevo, atrayéndome tan cerca que me estremezco de dolor y angustia. Su aliento a putrefacción sube a mi nariz y cierro la boca cuando intenta besarme. Mi negativa lo enfada porque me da una fuerte bofetada que parte mi labio. Puntos invaden mi visión y al instante me mareo.

—Esto sucederá sin importar lo mucho que te resistas. De hecho, me gusta cuando luchan.

Por el rabillo del ojo veo a alguien desabrochar sus pantalones en un movimiento descuidado y las arcadas vienen a mi garganta. No, no, no.

—Apresúrate, Kix. Queremos nuestro turno.

—Cierra la maldita boca. Soy el líder y tengo derecho a tomarme mi tiempo con esta puta —rompe mi escote con sus garras—. No he visto a alguien tan lindo como ella en años. Un gaxa disfruta a su presa.

Son los gaxas...

La clase más baja de vampiros que tienen la habilidad de manipular a las mentes débiles, niños como Kiro que se prestó a este plan macabro. Ellos no solo se alimentan de la sangre. Son caníbales que han matado a miles de hadas a lo largo de los siglos y no tienen permitido vagar libremente por las calles de Arkos. Son prófugos de la corona.

—Suéltame ahora —Mi voz es un susurro tembloroso—. Déjame ir o será el peor error que cometas en tu vida.

Sus colegas estallan en sonoras carcajadas. No hay nadie más excepto nosotros. La magia que ha usado es demasiado fuerte para pasar desapercibidos. ¿Dónde estás, Krestel? ¿Por qué no me escuchas?

—Te dije que no me importa, estúpida puta—El peso de su cuerpo aplasta el mío y muevo las piernas desesperadamente. Sacudo la cabeza de un lado a otro y grito con la garganta en carne viva. No soporto su tacto o su aliento. Todo de él es asqueroso y repulsivo—. Ya no tenemos nada que perder. Él ha destruido nuestro hogar y se llevó gran parte de nuestra magia. ¿Por qué no quitarle algo que aprecia?

Su lujuria incrementa mientras pongo más resistencia y solo será cuestión de segundos antes de que me robe un pedazo de mi alma. No puedo permitirlo. No puedo. No puedo.

No puedo...

—Kix, hijo de puta. Apresúrate.

—¡Que te calles!

Es como si finalmente alguien me escuchara porque sucede algo inesperado. Pequeñas chispas rojas flotantes me rodean y una melodía siniestra resuena en el aire. Ese tintineo abrumador rompe la mano del abusador y retrocede con un grito estremecedor y se tapa los oídos rebosantes de sangre.

—No... —Los demás dan un paso atrás, la conmoción clara en sus pálidos rostros—. La nota de la muerte.

La melodía suena de nuevo y la adrenalina sube a mi sangre. El arco del violín es engañosamente tranquilo y desconcertante. La colisión de notas es elegante, escalofriante y venenosa.

No estoy sola.

El peso de su presencia crece y una risa histérica me abandona. El violín... Soy su portadora y eso la convierte en mi protectora. Las notas perturban la mente de mis atacantes, las enredaderas me sueltan y después soy libre con una fuerte explosión que destruye los muros que me mantienen prisionera.

—¡¡Corran ahora!!

La suave luz me abraza y la melodía tintineante me hace brillar. Notas rojas se deslizan en una corriente que aturde y paraliza a los gaxas perdidos en la melodía. Me asalta una visión espeluznante: Una chica tocando el violín durante una guerra y cientos de cuerpos apilados alrededor de ella.

Estoy bien.

Estoy bien.

Estoy bien...

Me tiemblan tanto los dedos que los froto contra mi vestido roto, pero no consigo calmar los escalofríos que me sacuden. El violín se interrumpe y luego vuelve a empezar. La melodía cambia, convirtiéndose en una canción deprimente que suaviza el nudo de mi garganta. Pasa mucho tiempo antes de que controle las lágrimas y me anime a abrir los ojos.

Hay cadáveres cerca de mis pies. Tres para ser exactos, pero uno está vivo con la mirada perdida y la sangre corriendo de sus oídos. Es Kix.

—Oh, dioses...

La melodía se detiene y los destellos de luz flotan como luciérnagas alrededor de mi cuerpo. Poco a poco me vuelvo consciente de la destrucción que acabo de provocar. Muros caídos, polvo y personas gritando mientras corren sin mirar atrás. ¿Pero otros? Están arrodillados mientras tiemblan y piden clemencia. ¿Piensan que voy a lastimarlos?

—La nota de la muerte —susurra alguien en shock.

Miro de golpe a la persona que pronunció las palabras y me abrazo a mí misma, sintiéndome muy expuesta. Necesito salir de aquí o voy a colapsar. No estoy segura si debería estar orgullosa u horrorizada. Y cuando pienso que no puede ser peor, algo viscoso impacta en mi cara y jadeo. Mis dedos tocan la sustancia y casi vomito por el olor nauseabundo.

Es un tomate podrido.

—¡No queremos a otra tirana! —Los gritos provienen desde las ventanas de viviendas —. ¡Fuera!

—¡Fuera!

—¡Liberen a Arkos!

—¡Zorra!

—¡Fuera!

Los ataques verbales siguen al igual que los golpes. Me lanzan tomates podridos, piedras y objetos filosos como cristales y hierros. Me defiendo con los brazos, buscando desesperadamente protección. Mirko y Serenity me encuentran después de minutos. Los soldados levantan sus escudos y advierten que serán ejecutados por este insulto.

—¡Raven! —grita Serenity con dolor y los ojos llenos de lágrimas —. Lo siento tanto, cariño.

Mi corazón se hunde mientras asimilo la escena. El día empezó siendo maravilloso, pero acaba de ser arruinado. Pensé que confiarían en mí y no me juzgarían tan pronto. Pensé... Detengo la miseria y miro a la multitud acumulada dispuestos a matarme. Sauna y sus hermanas están entre ellos, sonriendo triunfales. Una oleada de rabia y vergüenza me punza los brazos. Soy una estúpida. La herida de la traición apuñala mi pecho y contengo las lágrimas que quieren salir. No. Ellos no lo merecen.

—Atrás todo el mundo —gruñe Mirko con su espada envainada y los soldados me protegen —. El siguiente que da un paso será enviado directo a la horca.

Una risita burlona me pone la piel de gallina y mi furia va en aumento cuando Sauna abre la boca. Pensé que mi amenaza más temprano fue suficiente, pero volví a equivocarme. Ellos no me respetan y no lo harán.

—No respetaremos a una sucia humana —escupe cerca de mis pies —. Alguien que porta la nota de la muerte tiene un solo propósito en Arkos. Ella es otra tirana que vino aquí para someternos.

Quiero darles explicaciones y convencerlos de que soy diferente, pero me ahorro cualquier comentario. Mis palabras no demostrarán nada ahora. Mis acciones sí en el futuro. Me siento humillada, herida y triste. Estuvieron a punto de violarme y me atacaron sin detenerse un segundo para ver cómo me encuentro.

No existe la humanidad aquí.

Es un reino de monstruos.

—Tus insultos no serán perdonados la segunda vez, Sheila —amenaza Serenity, pero ya no escucho.

Observo hacia el cielo dónde las enormes alas de un murciélago gigante cubren con sombras los callejones y cada vivienda. Una brisa impaciente agita mi cabello y lo poco que queda de mi destrozado vestido. Nadie es capaz de moverse. La presencia de Krestel los mantiene suspendidos como maniquíes. Saben que huir es inútil porque va a cazarlos a donde sea que vayan.

La conmoción late a fuego lento y mis latidos rugen como mil tambores. Mis pulmones se sienten apretados y mi respiración es superficial mientras un estallido hace volar restos de ladrillos y destruye algunas casas cuando Skar aterriza con sus garras levantando polvo y partículas.

—¡¡El rey está aquí!!

Entonces veo la amenazante figura de Krestel descender de su mascota y la multitud empieza a temblar. Mi futuro esposo no se ha tomado la molestia de arreglarse. Es la imagen de elegancia desaliñada con el cabello rizado alborotado y los ojos rojos destellando pura ira. Unas botas negras suben por sus piernas, ajustándose a unos pantalones de cuero. La camisa blanca está desabrochada y deja al descubierto la mayor parte de su fuerte pecho. Su rostro es exquisitamente letal y empeora cuando me mira.

Dios... quiero morirme.

—Qué espectáculo tan bochornoso —Su voz seductora merodea mi piel y se lame los labios —. Y una muy desagradable, por cierto.

La multitud se dispersa para dejarlo pasar. Camina hacia mí con calma, pero cuando estamos cara a cara sus manos acunan mis mejillas y verifica que cada parte de mí no esté herida. Me quedo callada siendo objeto de su escrutinio y protección.

—Amor...

Las puntas de los dedos se precipitan, frías y reconfortantes mientras mira el resto de mi cuerpo. Se detiene en mi labio partido y la furia cubre sus rasgos.

—Krestel...

No me escucha. El velo de una niebla roja nos cubre con un silbido angustiado y furioso. Un simple chasquido y la multitud se queda quieta como un maniquí. No pueden mover los miembros excepto los ojos. Dioses... No he visto ni la mitad de los poderes de Krestel, pero me aterra que cometa una locura. No puedo permitir que mate a más inocentes. La reacción del pueblo no estuvo bien, pero una parte de mí los entiende. Vivieron reprimidos durante siglos y están a la defensiva porque no conocen nada más que odio. Ellos necesitan aprender a confiar.

—Los culpables están justo ahí —Señalo el callejón detrás de mi espalda —. Yo pude defenderme a tiempo.

Un músculo palpita en su mandíbula y sus pupilas se endurecen.

—Eso no borra lo que te han hecho pasar, Raven. Mira cómo estás —Su garganta se mueve bruscamente con cada palabra—. Ellos sabían exactamente lo que hacían cuando te atacaron.

—Fueron los gaxas...

Su expresión pasa a la conmoción, la confusión y luego una devastación que me rompe.

—¡Ellos apoyaron cada puto acto! —Corre una mano por el pelo —. ¿Sabes lo que harían si estabas sola? Te quitarían la maldita ropa y luego abusarían de ti hasta que se sientan satisfechos.

Las lágrimas pinchan mis ojos porque una imagen violenta viene a mi cabeza. Le hicieron exactamente lo mismo a su madre.

—Lo siento.

—No te atrevas a cuestionar mi forma de protegerte. Si ellos no reciben un castigo otros creerán que tienen el mismo derecho de atacarte.

—¡Lo sé! —Me precipito a decir y lo miro con los ojos llenos de lágrimas —. Entiendo que quieres protegerme, pero no es la forma. No podría vivir con el hecho de que mataste a estas personas por mi culpa.

El calor de la rabia baila en su mirada.

—¿Tu culpa? Jamás, ellos te lastimaron.

—No fueron ellos y no me conocen. Puedes imponer un castigo, pero la muerte no. Tenemos a los culpables y están justo ahí —Señalo el callejón detrás de mi espalda —. Haz lo que quieras con esos monstruos y llévame a casa. Por favor... —sostengo su mano y le suplico que me mire a solo mí —. Llévame a casa.

Me aprieta contra su pecho sin importar la suciedad de mi ropa. Me abraza tan fuerte y yo le devuelvo el gesto con la misma intensidad. Uno de los dos va a partirse por la mitad, pero no podría importarme menos. Estoy a salvo en sus brazos.

—Hicieron llorar a mi mujer y no lo dejaré pasar. Ni ahora ni nunca.

Las lágrimas se acumulan bajo mis párpados cerrados.

—No valen la pena.

—Tú sí —insiste él —. No merecen respirar el mismo aire que mi reina.

Mis brazos rodean sus hombros y miro sus hermosos ojos. El atardecer hace que adquiera un tono más suave y acogedor. Cuando me contempla no hay odio ni rencor. Un sentimiento que no me atrevo a pronunciar aún.

—Por favor, llévame a casa.

Evalúa a los soldados con la cabeza gacha. Serenity no ha dicho nada, pero la culpa es evidente en su expresión. Mirko mantiene el mentón en alto asumiendo cualquier responsabilidad y quiero abrazarlo. Yo fui la tonta que se alejó demasiado cuando me advirtieron que no lo hiciera.

—Lleva a los prisioneros en una celda —ordena Krestel —. Y todos aquellos que participaron en esta cobardía serán ejecutados en la horca.

Un sonido quebradizo y horrorizado sale de mí mientras me tambaleo.

—Krestel, escúchame. No los mates, por favor.

Alcanza mi mano, pero la aparto y me frunce el ceño. No seré cómplice de tales crímenes. Yo no soy así. El rencor no me llevará a ningún lado y prefiero enfocarme en lo positivo. Más temprano fui recibida con cordialidad y dulzura. Tengo cinco bolsas llenas de regalos. En esta multitud hay padres, hermanos, hijos. Si Krestel los mata nunca podré vivir con esa responsabilidad.

—Mírate —reprocha él —. Estuvieron a punto de matarte a piedrazos. ¿Crees que merecen piedad?

—Sí —respondo sin dudar —. Ellos no me conocen, pero estoy segura de que con el tiempo verán quién soy realmente. Han conocido solo odio desde hace siglos y no saben cómo actuar.

—Tú no eres una amenaza.

—No, no lo soy y quiero demostrárselos —musito —. Quiero ser una reina conocida por sus buenos actos y por traer la paz en Arkos. Quiero que recuerden mi nombre con una sonrisa como sucede con tu madre.

—Mi madre pagó muy caro su bondad.

—Dijiste que tú y yo seremos una historia diferente.

Nos miramos el uno al otro. La confusión filtra la arrogancia de sus rasgos y sacude la cabeza. Cuando pienso que ignorará mi petición se dirige a la multitud asustada y arrodillada. Todos ellos ruegan piedad cuando recuperan la movilidad. Hay una mujer que abraza a su hija y me rompe el corazón. No me arrepentiré de mi decisión. Sé que no.

—Esta será la última vez que verán piedad de mi parte. Denle las gracias a mi reina que acaba de salvar sus patéticas vidas —gruñe Krestel—. Recuérdenlo cada maldito día o desearán no haber nacido.

Y cuando me extiende la mano por segunda vez, no lo rechazo y permito que me lleve a la seguridad que proporciona las alas de Skar.

🐇

El cielo nocturno se extiende en el techo abovedado cuando ingreso al baño y me desnudo rápidamente. Necesito limpiar la suciedad de mi cuerpo y cada mal recuerdo que he pasado. Dudo que lo olvide en mucho tiempo. Ha sido una experiencia traumática y no quiero pasar por lo mismo nunca más.

Paso bajo la cascada de agua tibia y agarro una barra de jabón con aroma a menta. Lo froto por mi piel lastimada mientras Krestel permanece parado contra el marco de la puerta, mirándome con una especie de melancolía. No es necesario que exprese con palabras cómo se siente porque percibo sus emociones a flor de piel. Lamenta no haber llegado lo suficientemente rápido y no darme acceso a sus pensamientos.

Si me escuchaba a tiempo quizás...

—No —me detengo y lo miro con los párpados húmedos por la ducha —. Nadie aquí es responsable excepto esos demonios. Ni siquiera tus hombres o Serenity.

—Di órdenes estrictas y no la cumplieron.

—Yo no escuché, Krestel. Fue mi culpa.

Su mandíbula cruje.

—No, no fue tu culpa. No merecías ser atacada de esa manera por dar un paseo. ¿Crees que volveré a confiar en tu seguridad? Quiero encerrarte en una caja de cristal.

Sonrío a pesar del dolor.

—No te atrevas, Markovic.

Se mete bajo la ducha sin quitarse la ropa. No hay nada sexual aquí. Solo una profunda necesidad de cuidar a su compañera.

—Pensé que nunca volvería a sentirme tan impotente y aterrorizado como hoy —confiesa, sus dedos recorren mi mandíbula —. Estoy aterrorizado de ti, Raven. Tienes el poder de controlarme a tu antojo y romper mi corazón. Si te pasa algo malo yo...

—¿Qué?

—No sobreviviría.

Se me corta la respiración y todo lo que puedo hacer es besarlo. Me sentí de la misma forma cuando fue secuestrado y no regresó por horas. Lo amo y estoy segura de que él también. Solo que aún no estamos listos para decirlo con palabras.

—No me sueltes esta noche —suplico —. Quiero dormir en tus brazos y olvidar lo que ha pasado.

Me acaricia el cabello mientras el agua cae sobre nosotros.

—Nunca te soltaré, amor.

🐇

Krestel

Cuando alguien la lastima me vuelvo más cruel y despiadado. Puede que haya accedido a su petición de perdón, pero no olvidaré lo que ha ocurrido. Mi intención era masacrarlos a todos y recordarles quién es su reina. Me detuve porque ella cargaría la culpa en su consciencia y no lo olvidaría.

Será mi esposa y debo tener en cuenta sus elecciones. Quiero que nuestro matrimonio se base en el respeto mutuo. Con el tiempo se marchitará si no calmo al monstruo que habita dentro de mí. La quiero radiante y feliz. La chica que sonríe cuando estamos en una misma habitación y no teme a decir lo que piensa.

La luz del sol cae sobre la mejilla de Raven y se acurruca más cerca de mi cuerpo. Anoche la noté inquieta mientras dormía y le recordé por medio de nuestro lazo que no está sola. Preferiría cortarme las manos antes que volver a exponerla.

Sabía que si veían algo demasiado puro querrían romperlo y no me equivoqué. No importa cuánto tiempo pasen. Ellos seguirán siendo las mismas escorias que atentan contra mujeres inocentes. Lo hicieron con mi madre. ¿Por qué serían diferentes con Raven? Cansado de pensar, me aparto de su cuerpo sin despertarla y recojo mi pantalón del suelo.

Tengo que poner en orden mucho caos. No solo por el disturbio de ayer, también encontrar más sombras que invaden mi reino y cuidar los portales. Ava me habló sobre la melodía mortal que debemos encontrar para matar a Baltor. Tantas cosas que hacer...

Después de una breve ducha para aligerar mi mente, vuelvo al dormitorio. Mientras me deslizo bajo las sábanas, los ojos azules de Raven se abren y me saluda con una sonrisa perezosa. El cabello rojo se siente como seda en mis dedos.

—Buenos días —digo entre suaves besos.

Cuando la suelto, me atrae a ella y suspira feliz. Su seguridad nunca volverá a estar amenazada. Menos en un reino dónde deberían adorarla. Fueron bendecidos con su presencia y se atrevieron a insultarla. ¿Cómo pudieron? Hijos de puta...

—Te estás alterando de nuevo.

Sacudo la cabeza.

—Prometí que mantendría mis pensamientos en ti y fallé. Yo solo...

—No estás acostumbrado a compartir una parte de ti —toca mi pecho y sonríe —. Ya me gané a tu corazón. ¿Por qué tu mente no?

Me muerdo el labio.

—Presumida.

—Hueles muy bien —Traza los músculos de mis brazos y me mira bajo sus largas pestañas —. ¿Qué haces despierto tan temprano?

—No podía dormir.

Su sonrisa cae.

—Si es por lo sucedido...

—También están pasando muchas cosas. Los portales están siendo manipulados con algún tipo de hechizo y las sombras aumentan.

Se tensa.

—Quiere invadir Arkos.

—Me quiso como aliado, pero cualquier pacto que tuvimos alguna vez está roto —Le explico con cuidado —. Nikov cree que el rey de sombras planea algo para ayudar a Baltor ya que no cuenta con mi apoyo. ¿Por qué no unirse al enemigo de su enemigo?

El miedo la acecha y busca a tientas mi mano.

—Tiene mucho sentido que busque otros medios para sus propósitos. Si matas a Baltor él podría revivirlo con su control hacia los muertos.

—Exactamente —Me aparto con un gemido frustrado—. Solo hay un modo de acabar con él para siempre sin correr riesgos de que usen su alma para otros fines.

—La melodía —Raven me mira con detenimiento.

—El problema es que no sabemos dónde está.

—Eso será fácil —Se encoge de hombros —. No hay nada que escape de nuestras manos.

Mi chica lista. Vuelvo a la cama, arrastrándome sobre ella para besarla.

—Tú y yo vamos a encontrar un tesoro en Arkos. ¿Lista para nuestra próxima aventura?

Ella se ríe en la almohada cuando alcanzo su hombro desnudo, inclinándome cerca. Mis labios trazan su piel suave antes de hundir mis colmillos en él. Gime despacio, acariciándome el cabello mientras me alimento de mi plato favorito. Está muy cerca de la adicción, pero mi autocontrol es admirable. No podría herir a lo único que me importa en este mundo.

—Te necesito —Se presiona contra mí, desenredando la poca contención que tenía. Soy débil con esta chica —. Krestel...

—Espera, Raven. Pensé... —Me detengo. Sus ojos azules dicen mucho y no voy a discutir. Ella quiere que borre el tacto de esas escorias en su piel. El recuerdo —. Te daré lo que quieres.

Baja la prenda que cubre mi cuerpo y su mano rodea mi pene rápidamente. El calor que emana me deshace y es vergonzoso admitir que me tiene de rodillas. No puedo negarle nada.

—Te necesito.

Una sonrisa malvada me parte la cara y pongo una distancia entre nosotros, lamiéndome los labios.

—He creado a un monstruo.

—Y estás orgulloso de ello.

—Déjame demostrarte cuánto.

Las siguientes dos horas, definitivamente lo hago.

🐇

Ava y Karrie están decorando un gigantesco árbol cuando llegamos al salón. Nikov tiene a la niña sobre sus hombros que intenta colocar unos globos brillantes en las ramas. Raven suelta mi mano para unirse y sonríe ampliamente. Pensé que después de lo sucedido estaría deprimida, pero volví a subestimarla. Ella es más dura de lo que creía. Aunque si quisiera llorar, no dudaría en acompañarla el resto del día.

Mirko me informó que los responsables fueron lanzados a una celda, incluido un mocoso traidor que será ejecutado en la horca. No me importan sus razones. Lanzó a Raven dentro de un nido de serpientes y no voy a perdonarlo.

En cuanto al gaxa sobreviviente, ha sido enviado directamente al bosque de los lamentos. Malditos inservibles. En el pasado atacaron mi castillo y colgaron a mi madre desnuda en un árbol. Han sido perseguidos desde entonces y me han dado razones para negarles la retribución. No descansaré hasta que cada uno de ellos esté muerto.

—¿Qué hacen?

Karrie salta en los hombros de Nikov y él no se inmuta. La mocosa también supo afrontar sus problemas a pesar de las tragedias. Su madre fue enterrada en un templo y su padrastro fue sentenciado a la horca. Nunca volverá a ser un problema en su vida.

—Navidad —responde Ava —. Es dentro de veinte días y es una hermosa tradición decorar el árbol. ¿Ya pensaste en el bendito regalo?

—Tengo ideas —acepto.

Mira a su hermana con una ceja arqueada. Sé que anoche quiso hablar con nosotros, pero respetó el espacio de Raven. Ava me intimida a pesar de sus catorce años porque ha visto cosas que me generan intriga e incertidumbre. Confío más en sus visiones que las aguas de Morana.

—¿Podemos hablar después?

Raven asiente.

—Sí.

—Bien, ayuden con los globos o váyanse a un sitio privado.

Suena como un buen plan y no me importaría. Raven rueda los ojos.

—Karrie tendrá el honor de poner la estrella.

Karrie salta de nuevo en los hombros de Nikov.

—¡Sí!

—Ven aquí, Krestel —ordena Ava—. Ocúpate de las guirnaldas.

Nikov se burla.

—Hazlo, Kres —imita el apodo de Raven. Idiota.

Miro el suelo con varios paquetes de cosas extrañas. He visto algunas decoraciones en Rosetown.

—¿No sería más fácil terminarlo con magia?

Ava me dedica una mirada aburrida.

—¿Dónde quedaría la diversión? Tu espíritu navideño apesta totalmente.

Raven se ríe por el comentario de su hermana y agarra algunas bolsas. Después me indica qué cosas debo hacer y me siento como un ridículo complaciendo a tres mujeres que quieren decorar un árbol sin sentido. Nikov, por el contrario, está muy complacido y aporta más ideas.

—¿Qué más se hace en navidad? —pregunta Nikov.

—Cocinamos un delicioso pavo con patatas y bebemos ponche —contesta Ava —. Mi mamá horneaba muchas galletas de jengibre y colgaba los calcetines en la chimenea.

—¿Colgaremos calcetines? —Karrie está más que emocionada y Nikov le despeina el cabello.

—Claro —sonríe Ava.

—El muérdago es mi parte favorita —añade Raven.

—¿Por qué? —inquiero.

—Dicen que si besas a tu pareja soñada bajo el muérdago el amor será eterno.

Tonterías sin sentido... Ella no necesita que haga esas ridiculeces para demostrarle lo mucho que significa en mi vida. Cuando la decoración está casi completa, Karrie coloca la estrella justo en la punta del árbol y abraza a Nikov.

—No quedó mal —digo.

Raven me da un pequeño codazo.

—Es hermoso, pero espera a que llegue la fecha. Te encantará probar el pavo que voy a cocinar.

Sonrío.

—¿Es igual de buena que la pizza?

—Mucho mejor.

Sacudo la cabeza y vuelvo a mirar el árbol. Sin dudas, puedo acostumbrarte a esto.

🐇

Ver a Raven tocar el violín es un espectáculo conmovedor y alucinante. Sus dedos vibran sobre las cuerdas, haciendo que la melodía estremezca los copos de nieve. A su alrededor, los árboles brillan de un tono rojo como si fueran tranquilizados por las notas. Varias rosas agitan sus pétalos hacia el sonido adictivo. Tan hermosa y cautivadora.

Su pasión por la música es deslumbrante y la nota es desgarradora. Me inunda el estómago y relaja mis músculos tensos. Verla en mejor estado de ánimo es gratificante. El vestido plateado destaca su figura femenina y tenso los dedos alrededor del vaso. Pronto voy a cumplir mi fantasía de recibir un concierto exclusivo con ella desnuda. No hay nada en esta mujer que no me hechice.

Quiero todo de ella, incluso el tipo de atención que le da al violín.

—Pensé que no tendrías el valor de buscarme —murmuro cuando siento su presencia.

—Me conoces mejor que eso, Krestel.

Me aclaro la garganta y aparto mi atención de Raven. Mi tía Serenity cierra lentamente la puerta mientras bebo otro trago de vino. Estoy molesto con ella y lo sabe. Le advertí que no presione a Raven ni trate de hacer las cosas a su modo. Mi mujer fue atacada por el pueblo y es la responsable.

—Lo siento.

Mi mandíbula se endurece por la inútil disculpa. Sus ojos oscuros son duros, pero con rastros de arrepentimiento. Ha llegado demasiado lejos.

—Tus disculpas no sirven de nada, el daño está hecho. Conocías los riesgos y decidiste asumirlo. ¿Sabes dónde llegó tu terquedad? Mi mujer estuvo a punto de ser violada y fue apedreada por una multitud.

Agacha la cabeza.

—Lo siento —repite —. No fue mi intención exponerla, Krestel. No esperaba ese desenlace.

Quiero regresar a la capital y masacrar a todos aquellos que le hicieron daño. Maldita sea, verla tan indefensa y asustada con el vestido roto me hizo pedazos. Su bondad le impidió ver la maldad que oculta esas ratas. Se dejó conmover por un chico que trabaja con los gaxas y maneja el glamour.

—A partir de ahora tienes absolutamente prohibido intervenir en las decisiones o rutinas de Raven. Ella irá al pueblo cuando quiera y es la única con la obligación de decidir cómo serán los preparativos de nuestra boda. No darás consejos que nadie pidió. ¿Entiendes? Y dame las gracias porque pude ser mucho más duro después de lo que hiciste.

—Solo quise ayudarla.

—No, la presionaste —corrijo —. Y ella no tuvo más opciones que aceptar para que la dejes en paz. ¿Crees que no lo sé? Le repites constantemente todas las buenas acciones que hizo mi madre por Arkos antes de morir y tratas de convertirla en una copia, pero no sucederá.

—Krestel...

—Esta vez no vas a discutir, ¿me oyes? Vete porque tengo mejores cosas que hacer.

Su boca se abre y la cierra de nuevo. Sabe que discutir sería inútil. Estoy cansado y no le conviene verme molesto. Soy capaz de dejarla fuera de otros proyectos y le dolerá mucho más.

—¿Me llamó, alteza?

Mi tía se pone de pie al ver a Morana parada en la puerta. Hace una reverencia y le da una mirada hostil antes de desaparecer. Ayer y hoy fueron días estresantes. Ni mil litros de sangre van a calmar este estrés que sigue en aumento.

—Cierra la puerta —ordeno.

Morana capta la orden y permanece de pie. Su cabello azul se ondula en un moño despeinado. Un vestido caoba envuelve su alta figura, con un elegante escote que desciende modestamente por la espalda. Tendría el aspecto de una damisela delicada, si no fuera por el tipo de poder que maneja. He visto las cosas atroces que hizo en el pasado y nunca la consideraría frágil. Ella es una gran amenaza.

—Conoces las debilidades de Baltor mejor que nadie —Tomo asiento con mis piernas sobre el escritorio —. Sé que está intentando revivir y el rey de sombras pretende ayudarlo.

Su rostro es una máscara de indiferencia y me confirma que ya lo sabía.

—¿En qué puedo ayudarte esta vez? Pensé que la chica médium era suficiente.

La observo con una sonrisa lánguida. Ava es muy lista, pero no conoce Arkos como la palma de su mano. Morana sí.

—Nunca desperdiciaré la oportunidad de atormentarte y llevarte al límite —Dejo el cáliz en la mesa —. Me gusta ver como intentas vencerme desesperadamente. Es estúpido.

Exhala.

—No confías en mí. ¿Por qué aún buscas mi ayuda?

—Porque... —Hago una pausa —. Quizás no seas la misma tonta arrastrada que busca amor de un monstruo que le arruinó la vida y mató a los únicos que una vez se preocuparon por ella. Quizás pienso que una parte de ti aún es leal a la familia que te dio un hogar y no quieres ver libre a Baltor. ¿Sabes lo que hará si logra salir del bosque? Te convertirá en una esclava. Siempre fuiste su premio de consolación.

Mi juego mental provoca justo el efecto deseado porque las emociones son visibles en su rostro.

—¿No es igual a lo que tú estás haciéndome? Soy tu esclava, Krestel.

—Sí —admito —. Pero no eres mi puta ni vendí tu cuerpo al mejor postor como lo hizo él contigo. ¿No es así? ¿Ya olvidaste que te lanzó a su manada para que cada licántropo te follara como gratitud por ayudarlo en la guerra?

Me muevo lejos del escritorio y la rodeo como una presa. Su pecho sube y baja con el pequeño sollozo que deja salir. Di en el clavo.

—Tú solo quieres ser amada, Morana. Si me das lo que busco tal vez... —Toco el collar alrededor de su cuello—. Te ganarás tu libertad tan ansiada. Podrás ir a otros reinos y vivir como siempre soñaste.

—¿Qué quieres a cambio?

Mi boca se inclina en una sonrisa.

—Dame la ubicación de las notas musicales que matará a Baltor para siempre y consideraré la oferta de liberarte. Tú decides.

🐇

Raven

Mis dedos bailan sobre las cuerdas mientras la suave melodía provoca vibraciones en mi cuerpo. Han pasado más de dos horas y no puedo dejar de tocarlo. Ayer me salvó la vida y quiero conocer todas las historias que ocultan las notas.

Y esa visión...

Me vi a mí misma tocando el violín alrededor de cadáveres y sangre. ¿Será el gran día? El momento que mi alma se pondrá a prueba y tendré que entregar todo a cambio. Dejar la vida en las notas musicales. Algo dentro de mí ha cambiado. Esa imagen me ha recordado que soy digna de este instrumento.

—Te vas a quebrar los dedos.

Mis ojos siguen cerrados y reduzco la velocidad del arco.

—Raven Aurora Karlsson.

Hago una pausa con el pecho agitado y miro a mi pequeña hermana. Sus ojos azules examinan los míos en señal de preocupación. Esta mañana fingí que estaba bien para no alarmar a Krestel. Si demostraba lo asustada que me sentía era capaz de regresar al pueblo y matarlos a todos.

—¿Qué?

—Detente un segundo y hablemos.

Me siento en la banca con las emociones agitándose en mi interior. El horror que sufrí en ese callejón sigue impregnado en mi cerebro y fue una mínima prueba de lo que vendrán los siguientes años. No le puedo agradar a todo el mundo y tendré que vivir con ello. El secreto es saber como lidiar con el conflicto.

—La melodía se adapta a tus emociones —dice Ava —. Me dolió escucharte.

Tomo aire.

—Lo de ayer aún duele.

—Lamento mucho que hayas pasado por eso.

Las lágrimas pican mis ojos y miro el cielo rodeado de nubes. ¿Será el comienzo de una hermosa primavera? ¿O debería resignarme al invierno?

—Me advertiste y no escuché.

—Eres demasiado desinteresada y noble, Raven. No es tu culpa que los demás se aprovechen de eso.

Mi rostro se arruga. Los sollozos sacuden mi forma, bastantes lágrimas derramándose entre nosotras. Ava me abraza y descanso la cabeza en su regazo.

—Si no lograba escapar...

—Hey, no —Ava me detiene—. Estás bien y ellos recibieron su castigo.

—No creo que lo olvide pronto, soy tan estúpida.

—Nada fue tu culpa, Raven. Entiende eso.

—Sé que no será fácil, pero me aterra no estar a la altura. Ellos necesitan a una reina fuerte y yo...

—Tienes un tipo de fortaleza en ti muy diferente al de los demás. No usas espadas y tampoco matas sin piedad, pero tienes algo que otros jamás podrán.

Las lágrimas se secan en mi piel.

—¿Y eso qué es?

—Humanidad, amabilidad y bondad. Aún puedes sentir y te da más poder de lo que imaginas. ¿Por qué crees que el violín te escogió en primer lugar? Fue atraído por tu aura. Sabe que lo usarás por una buena causa.

—Me lastimaron en el callejón porque fui una tonta.

—Aprenderás —dice ella —. ¿Crees que de la noche a la mañana serás una súper gobernante? Vas a fallar como cualquiera, pero aprenderás a levantarte.

—Eres mi soporte cuando la caída es demasiado dura.

Sonríe.

—Somos hermanas, ¿no? —Me tiende la mano —. Ahora vamos a comer unas deliciosas barbacoas y no hablemos del tema. Quiero pasar tiempo contigo antes de Krestel te robe el resto de la noche.

Me sonrojo.

—Él no hará tal cosa.

—Ni tú te lo crees —Se mofa —. Eres prisionera en su cama.

Mi piel se sonroja, un calor invasivo me atraviesa.

—¿Qué dije sobre el vocabulario?

Pone los ojos en blanco.

—No soy una niña ingenua, supéralo —dice—. Vamos que la comida se enfría.

Coloco el violín en su estuche.

—Dame unos minutos.

—Te espero en el comedor.

Ava se retira mientras pienso en sus palabras. Ella tiene fe en mí y se encarga de repetírmelo siempre que lo necesite. En el fondo de mi mente deseo aceptar la propuesta de Krestel y esconderme en una caja de cristal, pero nada tendría sentido. Estoy aquí para cumplir mi destino y hacer el esperado cambio.

Solo un empujoncito y todo estará bien.

Una oleada de alivio se apodera de mí y pongo el estuche bajo mi brazo. A través de mis párpados cansados distingo una extraña figura encapuchada oculta entre los árboles, más allá del bosque. Al principio culpo a mis emociones porque hoy he llorado bastante y la imagen es muy confusa, pero a medida que los segundos pasan demuestran que no estoy equivocada.

Definitivamente hay alguien espiándome entre las sombras. Mis ojos se adaptan poco a poco y doy un inestable paso atrás. No creo que haya llegado tan lejos, ¿o sí?

—¡Raven!

La voz de Ava interrumpe la tensión y aparto la mirada.

—Ya voy.

Cuando vuelvo a mirar la figura ha desaparecido y mi corazón truena contra mi caja torácica. Suelto una aguda inhalación y el pánico me obliga a mover las piernas lo más rápido posible. El castillo de Krestel no permitiría la entrada a criaturas peligrosas, pero su aroma es inconfundible.

Acabo de ser acechada por un licántropo.

🐇

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