Capítulo 54

— No vas a cortarle la cabeza al gobernador.

— ¿Vas a golpearme para evitarlo? ¿O vas a atarme?

— No me provoques mocoso.

Liam no negaría que las dos opciones eran buenas y malas al mismo tiempo y por distintos motivos.

Se habían enterado que habían ciertos rebeldes que planearon bloquear los caminos de comercio. Pero que el gobernador de la ciudadela había dado la autorización para hacerlo e incluso muchos de esos rebeldes trabajan para él. El problema de la sal, la azúcar y la seda había sido creado por el gobernador y algunos rebeldes. También por culpa de ellos los ingresos no llegaban muy bien a la ciudadela y las personas por el hambre.

— Dame razones para no cortarle la cabeza a ese maldito buitre — espeto el albino molesto.

— Primero lo primero, madre se molestaría y preocuparía si actúas impulsivamente. Segundo, Lucien no puede sufrir ningún tipo de preocupación o estrés si quieres que no sufra alguna recaída y los té hagan efecto. Tercero, te recuerdo que Eirian te espera, no creo que quieras que sepas que su padre mató a un hombre solo por especulaciones — El alfa albino todo los ojos al escuchar a su hermano mayor,

— Idiota...

— Puedes insultarme todo lo quieras pero sabes que es verdad. Si no quieres preocuparlos, no actues impulsivamente, aun tenemos tiempo para resolver este caso — Aeron volvio su vista a su Copa de vino a medio tomar, había una sensación extraña en su pecho, algo que realmente era difícil de descifrar.

Luego, levanto la mirada de su Copa y miro a Liam, su hermano estaba sentando en uno de los sillones chippendale que decoraban la Sala alejada que habían pedido los príncipes. El alfa de cabellera negra mantenía un semblante serio como si algo estuvieran pensando, Aeron conocía esa mirada, esa actitud, su hermano estaba preocupado por algo.

— Habla — dijo Aeron y se acercó a él para volver a verter vino en la Copa vacía de plata tallada.

— ¿Sobre que...?

— Hay algo que te esta preocupando o tal vez molestando, así que habla — Aeron volvió a sentarse y puso toda su atención en él.

— No hay nada que me preocupe...

— Si lo hay... — insistió el menor

— Dije que no.

— Si.

— No.

— Aeron — advierte

— Liam — el menor imitó su acto.

Ambos guardaron silencio; su hermano mayor mantenía ambos ojos fijos en el fuego de la sala sin parpadear, su semblante era serio.

Ambos no tenían la mejor relación de hermanos, pero si eran envidiados. Nunca habían tenido la mejor relación la porque Liam siempre había tenido intereses demasiado opuestos a los de su hermano menor y en algunas de las oportunidades, sus opiniones distaban mucho de coincidir. Aún así, Aeron lo amaba simplemente porque era el maldito idiota con quien se había criado, con quien había compartido todas las cosas buenas pero sobre todo, las malas.

Había algo que los príncipes compartían y eran su rencor hacia el rey, Liam porque su padre jamás le dio el afecto que necesito y por obligarlos a cosas que ninguno quería. Aeron porque su padre jamás lo vio realmente como su hijo, él creen que es por su cabello, pero muy en el fondo sabe que es mentira.

Las ganas de Aeron de asesinsr a su hermano por este ser tan terco se diluyeron al ver la expresión en el rostro de su hermano mayor, una mezcla de dolor, odio y resignación que no estaba listo para presenciar.

No era la primera vez que veía todo aquello reflejado en el rostro de Liam, pero sí la primera vez que lo percibía tan miserable en su existencia. Realmente estaba mal, no era una exageración. Desde hacía meses estaban en ese círculo sin final y por algún extraño motivo, Aeron sentía que Liam pedía una ayuda de una manera que nadie más podía interpretar correctamente salvo él.

En ocasiones como aquella podía comprender por qué a su madre le resultaba tan difícil negarle sus vicios.

— ¿Sabes lo que dicen de mi? — pregunto el principe llamando la atención del menor

— ¿Que defendiste las fronteras con honor y valentía?

— No, dicen que hubiese sido mejor si hubiese muerto allá. Que de esa forma la familia Delroy podría deshacerse de una mancha — El príncipe heredero río irónicamente — Perdonan a miles de personas, ladrones, abusadores, esposos golpeadores, corruptos, hombres que luchan por su propia ambición y que están dispuestos a acabar con su familia — Liam recargo su cabeza sobre el sillón.

— Liam...

— Yo solo me enamore Aeron. Se que ella no era un Ángel mucho menos la mejor persona del mundo ¿Pero entonces quien lo es? Solo me enamore de ella, quería estar con ella incluso hasta formar una familia. Destruiría el mundo si me lo pidiera, yo renuncie a la corona cuando ella me dijo que estaba embaraza, renuncie a todo solo por ella — Liam sintió como las lágrimas amenazaban por salir — Pero me la arrebataron de la formas más cruel que existe. Solo por amar a una mujer y aliviar mis penas en alcohol ¿Soy lo peor? ¿Soy peor que los abusadores, corruptos y ladrones?

— Jamás serás como ellos ¿Oiste? — Aeron deja la Copa sobre la mesa y se acerca a él — Eres mejor, eres conocido como el príncipe rebelde en todos los reinos de Rothnia, ni el nombre de nuestro padre es tan conocido como el tuyo — el pelinegro sonrio un poco ante la absurda broma de su hermano.

— Odio estar aquí.— susurró Liam y, por algún extraño motivo, a Aeron le dio la impresión de que no le hablaba a él — Odio ser rey, odio no poder huir. Quiero irme, hermano.

— No puedes hacerlo.

— Ya lo sé. No puedo escapar, no de mi destino.

De nuevo, el silencio los envolvió a ambos durante un lapso de tiempo indeterminado, quizás infinito; Liam permaneció con los ojos cerrados mientras Aeron observaba las llamas a su lado intentando descifrar qué era lo que encandilaba tanto a su hermano mayor.

— ¿No quieres casarte? — Liam asintió — Tampoco quieres ser rey — Liam volvió a asentir — ¿Entonces que quieres?

— Libertad.

Aeron suspiro, su hermano era un alcohólico, un libertino al que le daba igual los rumores acerca de él o llegar siempre apostando a alcohol al Consejo. Pero él no quien para juzgarlo, Liam había sufrido y Aeron lo había visto en sus peores situaciónes, no estaba de más decir que su madre, Grace y el intentaron de las mil maneras ayudarlo para que dejara de beber y volviera a la realidad, pero Liam se rehusaba a hacerlo. El principe heredero podía tener todo, pero lo cierto era que detrás esas puertas de Palacio y ser miembro de la familia real lo que uno menos tenía era libertad, por más rebelde que uno fuera.

— Solo un poco más — susurro el alfa de cabello plateado — aguanta solo un poco más y prometo que algún día viajaremos junto con nuestra hermana por todo el mundo, tendremos aventuras, suficientes para contar por años, conquistaremos tierras, beberemos los mejores vinos y haremos fortuna — Aeron decía cada palabra como una promesa, como si realmente algún día lo harían.

— ¿Lo prometes, almendra?

— Lo prometo Limón — ambos sonrieron bobos por sus ridículos apodos.
— Entonces prometeme, que pase lo que pase en el futuro, seguiremos juntos, apoyándonos y bebiendo vino — Aeron asintió.

— Lo prometo.

Los cielos y los dioses fueron testigos de que era un hecho de que ambos hermanos habian hecho su primera promesa, una promesa que debía volverse valida, una promesa que podría o no ser cuestionada por los mismos líos de la vida.

Detrás de cada promesa, sueño o pesadilla, hay un secreto o una historia oculta. Un miedo o un deseo...

Dándole una última vuelta a la cucharita de metal, Lucien contuvo la respiración y juntó fuerzas para llevarse la taza humeante a los labios; cuando el líquido caliente ingresó en su boca, tragó rápidamente para evitar que el mal sabor que el té de fresno tenía para él le causara una arcada y terminara vomitando lo que sabía tenía que ingerir por necesidad, no por gusto.

Jadeó cuando logró tragar la mitad del contenido de la taza de una sola vez; inhalando el aire  ya con lo que quedaba del té sobre la mesa, no pudo evitar que aquel aroma que detestaba se filtrara a sus fosas nasales y le generara rechazo. Era increíblemente irónico como en cualquier otra circunstancia olfatear las hojas de fresno molidas apenas le hubiese causado alguna sensación desagradable y ahora, con los sentidos agudizados y susceptibles, le dieran ganas de vomitar.

— Dioses — maldijo haciendo una mueca.

Hace cinco días que había estado tomando supresores para atrasar su período de celo, Leysa le había dicho que le habían enviado un cuervo al príncipe Aeron para informarle sobre la situación, pero era muy difícil poder contactarse con alguien de la ciudadela incluso aunque fuera por un cuervo.

Ahora se encontraba sentando en la gran Sala de la fortaleza sintiéndose abrigado por el cálido fuego de la chimenea. Había asuntos en el pueblo que debían resolverse, aunque estaba teniendo muchas disputas con el Consejo, pues lo consideraban muy pequeño e inexperto por tener diecisiete años e incluso lo consideraban inadecuado para hablar durante las reuniones. A pesar de los múltiples enfrentamientos que estaba teniendo con el Consejo, los constantes recuerdos de Leysa de que no debe preocuparse porque podría enfermar al menos lograban tranquilizarlo al igual que los bellos detalles de su niño. Lucien podría decir que su habitación era un jardín por todas las flores que el niño le traía.

Miro la taza de porcelana viendo aquella agua teñida de verde con hierbas flotando, odiaba los supresores sobretodo los te que atrasaban su celo, sabía que después habria un momento en el que ya no podrán hacer efecto y se terminaría descontrolando por completo.

Estaba absolutamente convencido de que durante su período de necesidad, el único compañero y alfa que quería y necesitaba su cuerpo era a su alfa, su omega estaba inquieto y el igual, todos sus celos desde que se habían casado lo habían pasado juntos y el simple hecho de que su esposo no estuviera con él es estos momentos, erradicación aterrador.

— Mamá — Eirian entró corriendo a la Sala con su barco de madera en manos y Leysa siguiéndolo detras, antes de que el niño se acercara del todo al omega Luke le puso un alto con la mano.

— Lo lamento mi León, mamá no puede abrazarte hoy, estoy enfermo y temo contagiarte — le mintió el omega, su olor era insoportable y si abrazaba a su hijo podría impregnarlo y no quería eso.

— ¿No me puedes abrazar? — pregunto el niño haciendo puchero

— No cachorro, no puedo — el niño nego.

— ¿Pero si me puedes dar un besito? — pregunto feliz e ilusionado con la esperanza de que su mami omega no estuviera tan enfermo.

— Si, cachorro. Si puedo darte un besito — Eirian sonrió aún mas, la sonrisa del niño se ensancha cuando siente los labios de su madre en su frente.

Lucien se sentía fatal. No sólo la fiebre había empeorado sino que la molestia en su bajo vientre se había intensificado al punto de transformarse en un dolor sordo, fastidioso.

— Leysa, llevalo a su habitación — pidió el omega a la joven que avivaba el fuego de la chimenea.

— Como órdene Alteza — ella sonrió y se acercó al niño agarrando su mano — Vamos príncipe, hay muchos cuentos que leer.

— ¿mama estara bien? — escucha que su hijo le preguntaba a la joven mientras se aleja

— lo estará, solo necesita descansar...

A pesar del frío del día invernal, Lucien estaba ya sudando, los tes no lograban conseguir el efecto esperado en su cuerpo, Arwen le había dicho que se mantenga cerca del fuego, pero Lucien sentía que era el que estaba ardiendo y no la madera.

Lucien cerro los ojos intentando controlar su temperatura pero era prácticamente imposible.

— Alteza — Lucien abrió los ojos y miro al caballero de armadura que se encontraba cabizbajo.

— ¿Que sucede? — pregunta.

— Hay una persona que quiere hablar con usted, esta esperandolo en la sala del trono— Luke asintió ante la información e hizo una señal para que el soldado se retirara.

Los pasillos de la fortaleza estaban, como mínimo, sospechosamente silenciosos y desiertos. Podía contar tres o cuatro soldados haciendo guardia en distintos puestos cuando la última vez que había estado allí al menos habían sido unos treinta.

Cuando el omega entró a la Sala del trono, no veía a nadie allí, estuvo por darse la vuelta e irse pero una vos lo detuvo.

— ¿Luke? — el omega volteó al oir su nombre. Liam estaba subido en los escalones de la escalera de piedra que conduce al trono del Tritón y lo observaba desde la altura, sonriéndole. Lucien le sonrió y lo saludó con la mano.

— Wow, detente ahí.— Liam levantó ambas manos a la defensiva cuando Lucien ya estaba a unos cinco o seis metros de distancia. El Omega lo vio fruncir el ceño y luego, arrugar la nariz — Hueles pero…espantoso.

— Lo sé.

Ambos guardaron silencio, sólo interrumpido por el viento que azotaba las ventanas. Los dos miraron al cielo cuando un trueno lejano pero bastante sonoro se dejó oír entre las nubes negras. De repente, Liam jadeó y se cubrió la boca con una mano; luego, al destaparla, mantenía la boca abierta y parecía balbucear algo que no terminaba de salir de sus labios.

— ¡Estás en celo, verdad! ¡Es por eso que me pediste que le avisara a mi hermano tan rápido!

— Eh…sí.— Lucien percibió el calor en las mejillas al ser expuesto de aquella manera. Sin embargo, no podía decirle nada considerando que Liam había sido el intermediario en aquella oportunidad.

— Vas a tener un bebé con Aeron, ¿verdad?

— Por los Dioses, Liam. ¡No lo sé!

— ¿Cómo que no lo sabes? ¿Y a qué viene mi hermanito, sino? ¿Para que lo necesitas con tanta necesidad? — el príncipe heredero mordió su labio al ver al niño sonrojarse aún más, avergonzar a sus hermanos y cuñado era lo que más disfrutaba.

— ¿Tu que haces aquí? — pregunto el omega cambiando de tema

— Aeron me pidió que viniera, aunque en realidad debo volver a casa, tengo que informarle al rey sobre la malversación de bienes — le informó y Lucien asintió.

El Omega sabía que sus feromonas lo estaban poniendo nervioso y fue ese el único motivo por el que no se aproximó a abrazarlo.

— Cuídate, Liam.

— Cuidate, Luke — el príncipe mayor bajo los escalones y fue hacia la puerta oculta por donde había entrado, él no debería estar aquí, debía estar en la ciudadela, además sabían que siempre había alguien espiandolos, ya sea Verner o Bernard.

— Es mejor que Eirian no sepa que estoy aquí, estoy seguro que no me dejara ir — Bromeó el príncipe y Luke sonrio viendo como su cuñado se escabulle por la puerta oculta detrás del trono.

Lucien miro a su cuñado y le sonrió hasta que se fue mientras comenzaba a sentirse un poco inestable, la fiebre ascendiendo.

Aparte de la visita loca de su cuñado, le había llegado un cuervo de sus abuelos, diciéndoles que volverían pronto y que se habían enterado de las oposiciones de la Corte, Lucien les aseguró que estaba bien que él mismo se encargaría, que ellos cuidaran bien de Astrid y al bebé.

Lucien prácticamente escalaba los escalones en el esfuerzo que le requería subir hasta su cuarto, la tormenta había estallado con furia en el exterior; el viento fuerte e intempestivo ingresaba por debajo de las puertas y ventanales cerrados produciendo un chillido siniestro que movía las maderas, los truenos resonando sobre su cabeza cada vez con mayor intensidad. Al llegar al piso en donde se hallaba su recámara, Lucien divisó el exterior por uno de los ventanales.

El día se había transformado en una noche casi cerrada por la tormenta del cielo en un abrir y cerrar de ojos.

Al ingresar a su cuarto cerrado, jadeó por el alivio que le provocó ingresar a un lugar seguro y conocido para él. El aroma de la ropa de Aeron seguía en el ambiente de forma suave pero presente, el alfa le había dado varias prendas para que se llevará pues le había prometido volver pronto. Sin embargo, el consuelo le duró relativamente poco. Al cabo de unos minutos, la ansiedad comenzó a atacarlo de nuevo junto a los demás síntomas y antes de pensar en lo que estaba haciendo, se descubrió a sí mismo revolviendo en los cajones en busca de la ropa que Aeron le dio y que aún conservara sus feromonas en ella.

Por suerte, la búsqueda no fue infructuosa y al cabo de una hora, se encontraba recostado en la cama que tendría que compartir con el alfa rodeado de las ropas de éste sobre las almohadas y a un costado de su cuerpo; el refugio improvisado que se había construido para calmarse a sí mismo funcionaba parcialmente pero se sentía ahora capaz de afrontar el tiempo que tuviera que esperar. Al cabo de otra hora más, Lucien había tenido que deshacerse de la mayoría de sus prendas porque el calor de su cuerpo ya le resultaba sofocante, sumándose también a la acumulación de camisetas y pantalones que había amontonado en forma desordenada.

Recostado y hecho un ovillo con el rostro hundido en una camisa blanca de Aeron, Lucien comenzó a contar las horas para la noche mientras se preguntaba en qué momento llegaría y cuánto tiempo más tendría que esperar al Alfa. Las preocupaciones anteriores con respecto al Consejo, uno que otro problema en su pueblo como seguir ayudando a los necesitados por una antigua guerra Civil y lo que ocurría con su esposo allá en la ciudadela se volvieron lejanas, muy lejanas al tiempo que eran reemplazadas por la urgencia de estar con Aeron, demasiado potente y desesperante.

Cayó en una incosciencia tranquila en varias ocasiones; cada vez que volvía a abrir los ojos, la habitación estaba más y más oscura, pero Lucien era ya incapaz de coordinar su cuerpo para encender una lámpara o alguna vela.

¿Ya era de noche, o simplemente era la oscuridad generada por el temporal de afuera que en vez de detenerse parecía empeorar?

Al cabo de un rato, un trueno especialmente fuerte volvió a despertarlo. El estallido del rayo había sido tan fuerte que el vidrio de la ventana había vibrado y los cabezales de la cama habían temblado sutilmente, casi como si el relámpago hubiese caído justo en alguna torre del castillo. Resoplando, se acomodó mejor entre las sábanas y la montaña de ropa sintiéndose cada vez peor.

Una sensación de preocupación y ansiedad estaba comenzando a surgir en su pecho, no eran sus emociones, no...él estaba todo menos preocupado y ansioso.

Con la respiración agitada y el corazón latiendo rápidamente en su pecho, Luke se dio cuenta de algo...

Aeron volvió....

La mujer camino hacia el estudio de su esposo acariciando su vientre de cinco meses. Había intentado de todas las formas tener un varón para complacer a su esposo, pero solo le había podido dar una niña.

Juliet vio como unos sirvientes que seguramente eran sus informantes le susurraban cosas, las expresiones en el rostro de su esposo le daban a entender que no eran cosas que el quería escuchar. Antes de poder entrar por completo a la habitación la Copa de plata se estrelló contra la pared a su lado, asustandola y sorprendiendo a su esposo al verla.

— ¿Que haces aquí, Juliet? Deberías estar descansando — Cassian se levantó de su asiento y se acercó a su esposa.

El embarazo de su esposa era peligroso, pues la mujer habían tenido múltiples abortos espontáneos antes de poder dar a luz con suerte a Alexandria, ahora al volver a quedar embarazada era más arriesgado sobre todo por su salud.

— Quería informarte que todo está listo para que viajemos a Rothnia, podremos hospedarnos en la mansión de mi hermano, él no estará por temas de negocios. — le explicó la mujer acariciando su vientre.

Cassian tenía la esperanza de que fuera un niño, alguien que heredera su fortuna y títulos, su madre era princesa, prima de un viejo rey, por lo que él era principe. Su hija, Alexandría, quien era su primogénita debería ser la heredera, pero él se negaba a que eso pasara, pues tenía planes para la joven niña de cuatro años.

Cassian no podía volver a Rothnia, al menos no en estos momentos, la información que le había llegado era de que Lucien no se encontraba en Rothnia y que estaba en Edoril, pero él no podía a Edoril, cuando su familia canceló su matrimonio con Lucien, los señores de Edoril junto con Maximilian habían dicho que era mejor que Lucien rompiera lazos.

— Pospondremos nuestro viaje unos días más, han surgido nuevos problemas que debo de resolver — explicó rápidamente y Juliet asintió.

Ella no insistiría, si no pueden ir es mejor, ella sabe perfectamente quien es la persona que se encuentra en Rothnia, fue por esa misma razón que cuando su esposo le pidió que se encargará del lugar donde se hospedarian, Juliet eligió el lugar más apartado de Ciudad de Bronce, cruzando el puente que daba entrada a la ciudad.

— Alexandria estaba muy entusiasmada, pero si dices que aún tienes asuntos que resolver, entonces calmare a nuestra hija — dijo dándose la vuelta para ir en busca de su hija.

— No debes hacer ningún esfuerzo — dijo Cassian poniéndose a su lado y sosteniendo su mano mientras la acompañaba — Tu y nuestro hijo deben descansar — el corazón de la mujer se encogió cuando escucho la palabra hijo, eso solo confirmaba lo que su esposo quería; un heredero.

— ¿Que te asegura que sea un niño? Tal vez podría ser otra dulce niña, una princesita más que le haga compañia a nuestra hija — dijo suavemente con dulzura.

— Lo sé, pero espero que no sea otra niña. Me gustaría un varón, un niño al cual pueda enseñarle todo lo que sé. ¿No crees? — Juliet trago en seco ante el tono amenazador de su esposo.

— Si...seria lindo. — ella sonrió nerviosamente.

Ella sabía que las posibilidades de darle un heredero eran casi nulas, lo mismo había pasado con su madre, su madre le había dado a su padre cinco niñas y en sus últimos dos embarazos le había dado a su padres dos niños, pero su madre había muerto tras el último embarazo. Juliet sabía que podía pasarle lo mismo, pero también sabía que a su esposo no le importaba.

Si Cassian quería un heredero, un heredero iba a tener costará lo que costará. Y eso...le aterraba.

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