Capitulo 44
Cuando la reunión término, Amelia les dijo que fueran a una de las habitaciones de la fortaleza, así podrían estar tranquilos y podrían hablar con Lucien. Los Reyes de Edoril agradecidos con la reina, estuvieron de acuerdo. Byron estaba sentado en uno de los sillones de la Sala, mientras que Eliza estaba a su lado de pie sosteniendo la mano de su esposo, asegurándose de que no se levantará. Su esposo se había esforzando demasiado al haber caminado a pesar de la condición de su pierna y sus heridas.
-¿Estás bien? - pregunto Eliza y Byron asintió.
-Lo estoy, querida. - le sonrió -No te preocupes, él aceptara - Eliza asintió, esperaba que su nieto aceptara la propuesta que tenían para hacerle.
Antes de poder decir algo, las puertas de la Sala fueron abiertas revelando tres figuras, Luke estaba hablando sobre algo con Aeron, quien tenía al niño en brazos, el cual estaba muy distraído jugando con una figura de madera, al parecer un caballo. Luke miro a sus abuelos y una radiante sonrisa se apoderó de sus labios.
- Abuela, Abuelo - hizo una leve reverencia y Eliza sonrió.
- Ven y abraza a tu abuela - Luke volvió a mirarla y corrió hacia ella, la mujer mayor soltó un suspiro de felicidad y alivio al sentir a dulce en sus brazos.
- Te extrañé - susurro el niño y Eliza acarició su cabello.
- Yo también mi niño, no sabes cuanto - se separó de él y dejó un beso en su frente
Cuando Eliza decidió soltar a su nieto, Luke miro a su abuelo y se arrodilló ante él, para quedar a su altura. Byron le sonrió a su nieto.
- ¿Por qué no me informaste? - le preguntó viéndolo y viendo el bastón a su lado. - Debiste haber enviado a alguien para que me informara sobre tu condición, he fallado como Nieto. Perdóname abuelo.
- No digas eso, muchacho. Eres el mejor nieto que tengo. No te informe sobre mi condición, porque no es tan grave. Tal vez no logre mover la pierna como antes, pero si puedo proteger a mi familia - Luke sonrió y Byron acarició su cabello.
- ¿Este es el pequeño Eirian? - Eliza se acercó a Aeron y al niño. El alfa bajo la cabeza en modo de saludo y Eliza le sonrió.
- Papá, ¿ella quien es? - pregunto Eirian y Aeron le sonrió.
- Ella es la abuela Eliza - Dijo Luke a su hijo poniéndose de pie y acercándose a ellos.
- ¿Ella es como la abuela Amelia? - pregunto el pequeño.
- Si, como la abuela Amelia - le respondió Aeron y el niño sonrió.
- Eres un niño muy curioso - dijo sonriente Eliza y miro a Byron - Él es tu abuelo Byron - Eirian sonrió y se quiso bajar de los brazos de su padre, Aeron lo dejó en el suelo con cuidado. Cuando los pies del niño apenas tocaron el suelo, fue corriendo hacia el hombre sentado.
- ¿Eres mi abuelo? - pregunta curioso y Byron asiente.
- Lo soy, y tú eres mi nieto - la sonrisa del niño se ensancha aún más.
- Mami Luke, dice que te gustan los...Emm - Eirian se queda en silencio al olvidar la palabra - Mami ¿cómo se dice? - Luke le sonrió.
- Barcos, cariño.
- Ah, si - sonrió y volvió a mirar a Byron - Mami dice que te gustan los barcos, a mí también me gustan los barcos, tengo uno de madera - un brillo apareció en los ojos de Byron al oír al niño. Oirían levanto su manito mostrando el barco de madera.
- Entonces, muchacho te contaré todo sobre ellos ¿te gustaría? - Eirian asintió rápidamente. Byron se movió un poco y cargo al niño para sentarlo en su regazo.
Por un momento, a Luke le vino un vago recuerdo a la mente de cuando su tío o a veces su abuelo lo sentaban en sus piernas y le contaban todo acerca de la flota, las mareas, los dioses de las aguas, su historia. Amaba esos momentos.
- Los perdimos. Tu abuelo no lo soltará hasta que se quede sin voz - Bromeó Eliza y Luke sonrió, Aeron solo sonrió ladino.
Eirian parecía muy entretenido escuchando lo que su abuelo tenía para decirle. Lucien estaba feliz, le alegraba el saber que sus abuelos aceptaban a ese niño. Sintió una mano agarrar la suya y miro a su esposo.
- Te dije que todo estaría bien - Le susurro Aeron y Luke asintió.
Eliza sintió algo en su pecho al ver a su nieto ser feliz con aquel alfa. Pero ella sabía que sin importar cuan feliz fuera su nieto, algún día la verdad llegaría a saberse y tal vez, el niño dulce al que conoce ya no esté.
- Me gustaría salir de aquí y caminar - Dijo Eliza llamando la atención y Luke rápidamente se puso a su lado enganchándose a su brazo.
- Acompaña a tu abuela, los dejaré para que hablen - Aeron estaba a punto de irse, pero la voz de la mujer lo detuvo.
- No se vaya, mi príncipe. Necesito hablar con usted y mi nieto - la pareja frunció el ceño ante las palabras de la mujer.
- ¿Realmente quieres que viajamos a Rothnia? - pregunto la mujer cepillando el cabello de su hija.
- No debes ir si no quieres, esposa - respondió el hombre restándole importancia. Realmente no era necesario la presencia de su esposa, pero tampoco quería que ella sospechara.
- Prometí acompañarte - dijo la mujer terminando de trenzar el cabello de su hija - Solo espera unos días más, déjame arreglar todo aquí y podremos irnos - El hombre la miro y asintió.
- Papa ¿yo también puedo ir? - pregunto la niña de años pregunto y Cassian miro a su hija.
No estaba seguro de llevarla con ellos, la quería, sí. A pesar de que él esperaba con ansias un heredero, quería a su hija, amaba a su hija. Y sabía que cuando llegará a Rothnia, las cosas no serían fáciles, tenía que llevar a cabo su plan. Miro a su esposa, Juliet solo acaricia su vientre, esperaba que fuera un niño.
- ¿Quieres ir? - ella asintió - Entonces irás con nosotros, pero debes prometer que obedecerás a tu madre y harás todo lo que ella diga ¿entiendes? - Alexandría asintió, feliz de que su padre le permitiera ir con ellos, con él.
- Alexandría, ven - Juliet se levantó con un poco de dificultad debido a su vientre de seis meses. La niña se apresuró a ir hacia su madre y agarrar su mano.
Cassian ignoro a su esposa e hija y se concentró en la carta que estaba leyendo antes de que su esposa hablará. Habían llegado noticias de Ciudad De Bronce, noticias que lo molestaban. Su omega, su niño, el niño al que amaba, había adoptado a un bastardo, un bastardo que se volvió hijo de su omega y de aquel estúpido alfa. Otra razón para viajar a Rothnia lo más antes posible, debía volver antes de que Lucien lo olvidará.
Juliet vio como su esposo apretaba con fuerza la carta, carta que solo él podía leer, pero ella aun así lograba saber de quién hablaba. ¿Después de tantos años de esfuerzos a eso se había reducido su matrimonio? ¿A palabras cortantes de parte de su esposo? ¿A cartas anónimas que hablaban de otra persona? De otra persona que aceleraba el corazón de su esposo y hacía que sus ojos brillen cada vez que leía aquellas malditas cartas.
Ella se odiaba, se odiaba por no ser lo suficientemente buena, porque si lo fuera su esposo no pondría sus ojos en alguien más, no anhelaría los brazos de alguien, tampoco desearía sus besos, sus caricias, el poder despertar a su lado cada día. No hacía falta que su esposo se lo digiera, se podía ver en su mirada, cuando la miraba a ella y aquel brillo de amor que su esposo tenía cuando leía las cartas no era el mismo.
Juliet sabía que su esposo jamás le admitiría lo que siente por aquel joven de cabello rizado y ojos verdes. Pero ella también sabia que necesitaba hacerle solo una pregunta, sola una y el silencio y la mirada de su esposo le dirían todo lo que ella ya sabía.
- Cassian - el hombre levanto la mirada al escucharla, confundido de porque todavía estaba allí.
- ¿Qué ocurre?
- ¿Tú me amas? - un silencio se hizo presente en la habitación.
Él... si la quería, adoraba a la hija que le había dado y al bebé que estaban esperando. Le gustaba su compañía, sus chistes, su sonrisa cuando lo veía, le gustaba su compañerismo y además llevaban cinco años casados, claro que la quería, se había casado con su mejor amiga. Pero... ¿Él la amaba? ¿O únicamente la quería?
Vio como Juliet esperaba pacientemente su respuesta, pero él no podía decírselo. No podía decirle que la amaba, porque ella... Ella no era aquel joven de cabello rizado que amaba, no era aquel joven que aceleraba su corazón cara vez que lo veía o escuchaba de él, no era la persona que amaba.
- Yo...
- Lamentó haberte molestado - dijo rápidamente la mujer arrepentida de haber pregunta, pues la mirada y el silencio de su esposo le dijeron más cosas que sus labios.
Antes de que pudiera decir algo, la mujer sostuvo la mano de su hija y salieron de la habitación. La niña sin poder entender nada, podía notar la tristeza de su madre. Había días en los que su madre le hacía esa extraña pregunta a su padre, pero este no respondía y eso entristece a su madre.
Pero... ¿Qué era el amor? ¿Y por qué lastimaba?
Aeron y Luke caminaron en silencio, siguiéndole el paso a Eliza, la cual se había mantenido en silencio desde que salieron al jardín. Buqué estaba nervioso, no sabía sobre qué quería hablar su abuela y sabía que su esposo estaba impaciente.
Detuvieron su andar cuando la reina consorte de Edoril, también conocida como la señora de las mareas se detuvo y los miro fijamente, especialmente a Lucien.
- Abuela...tú...
- Tu abuelo está grave - soltó sin rodeos Eliza y vio como el rostro de su nieto palideció. Sabía que a su nieto las cosas se las debían decir con cuidado, pero en estos momentos ella no podía pensar en nada más que en el futuro de su familia y la guerra por un pedazo de metal y piedra que llama "trono" - Necesitamos adelantar tu coronación, debemos coronarte lo antes posible, o de lo contrario, alguien podrían atentar contra ti, cuando tu abuelo... cuando él... - las palabras se le hacían difícil de pronunciar. No todos los días debías informar que el amor de tu vida, el padre de tus hijos y el hombre que dio todo por ti, esta por morir.
- Antes de que él nos deje - terminó la oración Aeron, al ver que la abuela de su omega no era capaz de decir las palabras. Eliza lo miro y asintió.
- ¿El abuelo esta de acuerdo? - Ella asintió.
- Por eso hemos venido, antes de que nos hayan informado de que decidiste adoptar a Eirian, tu abuelo quería venir y proponerte que viajes a Edoril, vallas a la península y cumplas tu deber como el señor de las mareas - Lucien se sentía extraño, sabía que su abuela y abuelo lo adoraban, pero su abuelo aún estaba sano, podía verlo. ¿Por qué la prisa? Sí, había muchos que querían el trono del Tritón, pero él apenas tenía diecisiete años, le hacía faltar cumplir un año más.
- Sigo siendo menor, si asumo mi papel como señor de las mareas, como el papel de rey, alguien tiene que tomar el cargo de ser mi regente hasta que cumpla dieciocho ¿No es así? - Eliza asintió, no lo había pensado. - Siendo ese el caso ¿Quién gobernaría? - la mujer suspiro, sabía a donde estaba yendo esa conversación
- Luke...
- Cuando asuma el papel como el nuevo señor de las mareas, cuando cumpla con mi deber, cuando sea coronado, la Corte de la Velarís, se negara por el simple hecho de que no cumplo con la mayoría de edad. Puedo tener el amor del pueblo, de los soldados, puedo ser querido y admirado por la gente de Edoril, sí. Pero ¿Es eso suficiente? - le pregunto el omega a la mujer siendo atentamente escuchado - La corte se negará, y aprovecharán que sigo siendo menor para intentar gobernar sobre mí - el niño se acercó a ella y tomó sus manos - Abuela, la esposa de mi padre querrá ser regente, mi padre, Darren, y en los peores casos, Verner, se ofrecerán para gobernar ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres coronarme y permitir que los buitres de nuestra familia y el Consejo se aprovechen? - Eliza soltó las manos de su nieto y se sentó en el banco de piedra.
Luke sabía que sus abuelos no tenían esa intención, lo menos que querían era la caída de la casa Thorne, pero no podía evitarlo. Le había prometido a su tío protegerlos y si para hacerlo debía posponer su ascendencia al trono del Tritón lo haría, primero protegería a su familia, luego pondría una corona en su cabeza. Su tío abuelo, Verner, era el principal aspirante al trono del Tritón, sabía que si rechazaba su puesto, Verner gobernaría por ser el hermano de su abuelo, pero tampoco era una opción.
Al principio, mientras Aeron estaba en la guerra, su tío abuelo había sugerido que se renombrara al heredero del trono. Pero para evitar eso, Luke le pidió ayuda a Astrid y ambos fingieron estarse cortejando, lo que a muchos les pareció correcto, ya que aseguraban que el trono del Tritón tendría descendientes legítimos. Mientras que a Lucien y Astrid les daba asco la absurda costumbre de casarse con los miembros de la familia, incluso en una estúpida y asquerosa ocasión, su tío abuelo de sesenta y cinco años había propuesto casarse con Lucien, puesto que él era un alfa y Aeron no había mostrado indicios de interés en Lucien. Pero rápidamente Eliza, Katherine y algunas personas del Consejo se había negado, diciendo que Lucien ya estaba comprometido con Aeron, incluso la reina Amelia se había puesto en contra de esa descabellada idea. Tal vez no le tenía mucho afecto al niño, pero sabía lo que era que te obliguen a casarse con alguien que te duplicaba la edad, en el caso de Verner, le triplicaba la edad.
- ¿Qué propones que hagamos Luke? Estoy desesperada y a pesar de que tu abuelo, me diga que todo está bien, yo sé que es mentira - Lucien volvió a acercarse a su Abuela cuando vio que a la mujer le comenzó a temblar el labio, estaba aguantando las ganas de llorar.
- Puedes buscar el apoyo de las casas del Norte, sur, oriente y Poniente - las palabras del alfa albino captaron la atención de la señora de Edoril y de su esposo.
-¿Qué quieres decir? - inquirió Eliza.
- Desde que usted y su esposo nombraron a Lucien como su heredero lo mantuvieron encerrado en la fortaleza del Tritón, para que aprenda como gobernar. No se ofenda, Lady Eliza y se lo digo con todo el respeto que puedo darle, por ser la reina de Edoril y abuela de mi esposo. - Eliza miro con atención al alfa - Usted y su esposo, mantuvieron a Luke lejos de todo, lo nombraron su heredero, le enseñaron la historia sobre las aguas. Pero no le enseñaron cómo ganarse el apoyo y el respeto de los demás. Tal vez, si pudo ganar el afecto del pueblo y de los soldados por haber participado y defendido a su gente durante la guerra civil. - Sintió como su omega le tomaba la mano - Pero desde entonces no han hecho nada, para que logre obtener el apoyo de las casas más bajas y altas de todo Sur, Norte, Poniente y Oriente.
- Aeron...
- Usted, Lady Eliza. Mantuvo a mi esposo lejos y cuando lo soltó, fue para casarlo conmigo. Él no sabe lo que piensan, no sabe lo que quieren ni muchos menos sabe cómo vive cada Lord de bajo y alto rango. ¿Quiere proteger a su familia? ¿Quiere que él cumpla con su deber? Bien, puede hacerlo. Pero luego no quiero que tu Consejo de Buitres y algunos miembros de tu familia, acuse a mi esposo de no ser un buen gobernante o pongan su vida o la de mi hijo en peligro ¿Entiende? - Eliza sonrió al ver al alfa hablarle de ese modo. Había que tener agallas para hablarle de esa manera a la reina consorte de Edoril, también conocida como la señora de la guerra, por haber defendido a su esposo estando embarazada de su segundo hijo y luchando a su lado cuando fueron emboscados.
- Increíble, Príncipe Aeron - Aeron la miro fijamente - Hay que tener agallas para hablarme de ese modo, aun sabiendo que ni tu padre ni tu querida madre podrán oponerse si pido tu cabeza por hablarme de ese modo.
- Abuela - Luke se levantó rápidamente poniéndose al lado de su esposo.
- Pero considerando que me has hablado con la verdad, y que mi nieto te ama. Lamento no poder pedir tu cabeza o lengua por hacerlo, sin evitar provocar una guerra entre los dos reinos y ganarme el odio de mi Nieto - Aeron puso una de sus manos en la cintura de su omega y sonrió.
- Sé que no lo lamentaría, Lady Eliza. Sé que disfrutaría verme sufrir o sin cabeza, si le hago daño a su nieto o a un miembro de su familia ¿No es así? - Eliza sonrió y el alfa también. Luke los miraba sin poder entender a donde estaba yendo aquella rara conversación, tampoco lograba entender la relación que su esposo y abuelos tenían.
- Te has vuelto más hábil con las palabras, mi Príncipe - Halago la reina.
- Tuve a una buena maestra - El alfa sonrió.
- Hum, ya lo creo - La mujer desvío la mirada hasta su nieto - Teniendo en cuenta las palabras de tu esposo y tus palabras, no adelantaremos tu coronación. Pero...- la mujer interrumpió antes de que su nieto pudiera hablar - Deberás viajar a Edoril, junto con tu esposo e hijo, deberás ganarte el favor de casa en la península y luego viajaras al norte a conseguir apoyo ¿Me entiendes? - Luke asintió en respuesta. - Tu abuelo y yo, vamos a acompañar a tu madre y hermana a Poniente, tu abuelo tiene asuntos que resolver allá y yo quiero estar en los primeros meses de embarazo de tu hermana ¿De acuerdo? - Luke volvió a asentir.
- Gracias abuela - Eliza se acercó a su nieto y acarició su cabello.
- Vete cariño, ve y busca a tu hijo - Luke dejó un beso en la mejilla de su abuela y soltó la mano de su esposo para ir en busca de su niño.
Cuando el alfa estaba apuntó de seguirlo, una mano suave y un poco arrugada lo agarro del brazo, prohibiendo su andar. El alfa miró a Eliza y vio la preocupación en los ojos de esta.
- Cuando lleguen a Edoril, cuando busquen apoyo, se enterara de muchas cosas, Aeron. - El alfa vio como los ojos de la mujer se cristalizaron - Debes estar aquí, debes apoyarlo, debes creerle sin importar que sea lo que escuchen, lo que les digan. Deben confiar el uno al otro ¿Está bien? - Aeron asintió confundido por las palabras de la mujer.
- Prometo estar ahí para él - Eliza asintió y soltó el brazo del joven.
- Aeron - el alfa la miro - Tú y él, serán unos buenos gobernantes - El alfa le sonrió a la mujer.
- La tenemos a usted como ejemplo, no nos gustaría decepcionarla - Eliza sonrió y el alfa le devolvió la sonrisa, antes de darse la vuelta para adentrarse a la fortaleza.
Eliza se preguntó, si su nieto cambiará cuando se enterase de la verdad, si el amor que Aeron y Lucien sentían por el otro, seguiría siendo el mismo cuando la verdad llegase a sus oídos. Se preguntaba si serían los mismos, cuando se enteraran de que había mucho más que ser el hijo de una cortesana y el haber sido envenenado en guerra. Quería saber si ellos cambiarán cuando se enteraran de que todo lo que dijeron fue una mentira, que había mucho más que lo que sabían, que su odio de niños no fue creado por ellos, que había alguien quien los incitaba, que su matrimonio no fue coincidencia, que su atentado tampoco lo fue y sobre todo, que había mucho más atrás de sus nacimientos que lo que ellos sabía.
Ella sabía que una persona cambia cuando recibe tanto daño que se ve obligada a dejar de ser quien era o puede que en realidad no cambie... Solo se convierte en lo que realmente desea ser. Ella sabía que la verdad podría destruirlos y que el dolor podría endurecer hasta el más puro de los corazones.
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