Capítulo 22

Actualización en día random porque mi plan se vida es terminar la historia esta semana ✨️✨️✨️

Este cap tiene mucho drama(? Espero les guste 🙈❤️

Tengo amsiedá porque YA CASI NOS DESPEDIMOS DE ESTE PAR 😩... pero ya vieron que pronto tendremos otro par qué amar? 👀👀👀 Pronto las aventuras de Violetta e Izan, sigan sintonizando las pinguiaventuras de Dennise 🧐🧐
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AGUSTÍN

Entro a la empresa, con más valor que en los últimos años. La alegría y la tranquilidad que me da saber que entraré a firmar mi renuncia es algo que tenía casi diez años sin experimentar.

Ya han pasado tres días desde mi cumpleaños y he de admitir que han sido los mejores tres días de mi vida. Therine yo hemos estado saliendo a citas románticas maravillosas y también nos la llevamos en casa conviviendo de la mejor manera. Aunque ella crea que seguimos como hemos estado desde que llegamos de la playa, yo sé perfectamente que ahora todo es diferente, y, por supuesto, tan hermoso. Nuestra relación ha entrado en una fase que amo tanto como a ella.

—Agustín... —A mitad de recepción, Vera aparece de un pasillo. Anda hecha un desastre. Trae una coleta a medio hacer, está desmaquillada y no lleva los usuales vestidos de todos los días con el escote pronunciado que intenta ponerme en la cara. Lleva un pantalón azul y una blusa rosada—. Sé que es muy estúpido de mi parte, pero me quiero disculpar.

—Solo no quiero que te nos acerques —aclaro, firme y decido seguir caminando hacia el ascensor pero ella me sigue hasta entrar.

—Lo sé, y lo entiendo y respeto, solo quería decirte que me dejé llevar por la presión de complacer a mi padre. —Parece que va a llorar pero se aguanta. Yo procuro no estar cerca de ella cuando comienza a pasarse un mechón rebelde detrás de la oreja y se ríe sin gracia—. Siempre me ha tratado como una inútil por querer ser modelo en lugar de trabajar en su empresa, me obligó a rechazar muchas propuestas de agencias y yo pensé que, aceptando que me casara contigo lo haría feliz, y pues como no funcionó su plan, anoche me echó de casa.

—¿Estás viviendo en la calle? —Pregunto por inercia. Creo que entiendo un poco su apariencia tan distinta a como es ella, y, pese a que la odio por intentar dañar a mi mujer, entiendo también su punto. Yo también intenté complacer por mucho tiempo a mi padre.

—Oh, no, claro que no, mi mejor amiga me dio asilo unos días, pero me iré pronto a Monterrey para ver si una de esas agencias me quiere dar una segunda oportunidad, así que estoy ahorrando lo más que puedo. —Se mira la ropa y no analizo mucho el que probablemente vendió su ropa cara—. Sé que lo que hice estuvo muy lejos de ser lo correcto, y si me permites me puedo disculpar con tu prometida, yo no pensé las cosas en el instante, tu padre me pidió que te sedujera y todas esas cosas para llamar tu atención, pero poco antes de tu fiesta, papá me precionó con sus amenazadas de, si no lograba que aceptaras la estúpida condición esa, me echaría de la casa. Y, bueno, lo cumplió.

Está aguantando con todas sus fuerzas no llorar.

—Nuestros padres tienen una manera muy fea de querernos —Suspiro y ella asiente, riéndose con amargura—. Acepto tus disculpas.

En realidad no puedo aceptarlas tan fácilmente porque aún pienso en el momento y el dolor de pensar que pude haber perdido a Therine y a ese bebé, sigue ahí, pero sé perfectamente que Vera quiere escuchar eso para irse tranquila. Lo que ha pasado es horrible y obvio no se lo desearía a nadie.

—Fue muy valiente de tu parte renunciar.

—Ni tanto, ahora mismo iré a enfrentarme a las consecuencias.

—Espero que te vaya bien —Suena sincera—. Y te deseo lo mejor en tu matrimonio.

El ascensor se abre y yo soy el único que salgo. Vera se despide, dándome las gracias por perdonarla y yo solo le hago un gesto con la mano.

Bueno, espero no volverla a ver nunca, pero también espero que pueda ser feliz con lo que más quiere.

—Agustín, viniste. —Es lo primero que escucho de mi padre cuando entro a su oficina, suena desesperado.

—Hola, cariño. —Mamá también está con él. Para que ella esté aquí, papá debe estar tan mal con mi desición.

Siento una pequeña satisfacción pero intento no demostrarla.

—Vine oficialmente a firmar mi renuncia. —Acomodo mi traje, fingiendo que estoy siendo firme y decidido y me acerco a su escritorio, sentandome en la silla que queda enfrente. Mamá disfruta del espectáculo en uno de los sofás alojados ahí—. ¿Berlín ya te la dio? La llamé para decirle que la redactada, ya debe estar para poder firmarla.

—No puedes renunciar. —Suspira y también se sienta en su silla.

—Sí puedo. Lo estoy haciendo.

—Ese puesto es muy importante, ¿cómo vas a mantener a mi nieto?

Confundido, miro a mamá en busca de entender ese cambio tan radical en él. Ella me sonríe como hacia tiempo no lo hacía, es una sonrisa de ilusión y más felicidad de la usual.

Intento no flaquear por la inesperada situación y sigo firme.

—Conseguiré otro trabajo —Me acomodo mejor en la silla—. Yo no tengo la capacidad para ese puesto, te lo he dicho ya, Arturo es el mejor capacitado, yo sé hacer planos, pero no soy tan bueno como él.

—Mi nieto no puede vivir en otras condiciones, este es un buen trabajo que deja el dinero suficiente para mantener a una familia.

—¿Te preocupa tu nieto? ¿Por mi familia? —Me burlo—. Si ese es el caso, ¿cuándo te preocuparon las condiciones de Ramón y Martina? Ah, espera, seguro ni siquiera te dignaste a saber que así se llaman los hijos de Arturo. Viven en una casa que muy estructural no es, tu hijo trabaja como maestro albañil de obra, que aunque es un respetable y honrrado trabajo, su sueldo es denigrante para su capacidad.

Avergonzado, mira hacia otro lado.

—Yo conozco a Ramón y Martina, de hecho, estuve ahí cuando nacieron.

Vuelvo a mirar a mamá, más confundido y ella asiente.

—Fui el primero en cargarlos, les pagué a unas enfermeras para que me dejaran verlos sin decirle a nadie.

Entiendo menos.

—El trabajo de Arturo lo eligió porque intenté que fuera el arquitecto capacitado para que trabajara con los de la competencia, Héctor Dossel me contó que llevó solicitud ahí y rápido le pedí que lo aprobara, que valía la pena tenerlo como arquitecto, pero Arturo se enteró de que metí mano y se negó, fue cuando Marisol tenía seis meses del embarazo de Ramón.

Mamá de repente hace un ruidito y la veo limpiarse las lágrimas que le comienzan a salir.

—¿Ahora resulta que eres el padre del año? —Molesto, me levanto para alejarme unos metros de él—. ¿Ahora resulta que fuiste un buen padre con Arturo?

—Agustín. —Suspira. La vergüenza en su rostro es una cosa tan nueva para mí que la disfruto, pero no la comprendo mucho—. Sé que no he sido capaz de manejar bien las cosas, pero ver la preocupación en tu rostro cuando Vera estaba por cometer esa locura, me hizo replantearme mi vida entera. No voy a negar que he sido un mal padre, pero estoy dispuesto a cambiar si aceptas quedarte.

Pongo los ojos en blanco.

—Y sigues condicionando cosas —Me quejo, pero entonces lo enfrento como lo he querido hacer desde hace tiempo—. ¿Sabes qué? Vamos hacerlo así, yo te voy a condicionar cosas. Regrésale el puesto a Arturo, acepta a Marisol y yo pensaré en seguir trabajando para ti y te dejaré conocer a mi hijo.

Sorprendiéndome a mí mismo, asiente con la cabeza.

—Arturo va a rechazar la oferta —Suspira—. Me odia, y sé que lo merezco, pero de verdad quiero remediar las cosas.

—Entonces habla con él, deja que opine, deja que sea feliz a su modo, así quizá seas la mitad de buen padre que es él.

La pena en su rostro reluce cuando me mira y vuelve asentir.

—Voy a disculparme también con Therine y Marisol, tampoco es como que sea el suegro modelo —propone—. Pero me gustaría que no renunciaras ahora, tenme paciencia.

—Te he tenido mucha.

Mamá ahora se levanta y se acerca a calmarme.

—No hay ser con más paciencia que yo, los he aguantado a los tres por treinta y nueve años —dice y me hace sentarme en el escritorio—. Yo solo quiero que mi familia sea tal como lo he deseado: unida y grande. Mis nietos son mi adoración, incluso el que viene en camino ya lo amo muchísimo, por eso yo soy la que les va a pedir que las cosas se arreglen de una buena vez. Por eso llamé a Arturo.

Y, como si el destino nos hiciera el favor de poner las cosas en su lugar, el ascensor suena y a los segundos la puerta se abre, mostrándonos a Arturo con su habitual ropa de trabajo.

—Creí que sería más humillante que no me dejaran entrar en recepción, pero resulta que la recepcionista sigue enamorada de mí y me reconoció a pesar de mi atuendo —comenta, para mi sorpresa, tranquilo y con algo de humor. Papá se levanta, como con una clase de ilusión a solucionar fácilmente las cosas—. No iba a venir, Marcos.

Eso le detiene la intención de ir a él para, supongo, abrazarlo.

—Pero tengo una esposa muy bondadosa que me pidió venir a hablar contigo a solucionar nuestros problemas o me haría dormir en el suelo.

Se ríe sin gracia.

—¿Y bien? —Hablo yo—. ¿No tienes algo que decirle a mi hermano, papá?

Él asiente. La situación es una total locura inesperada pero en serio estoy disfrutando de esto. Solo espero que de verdad mi papá esté arrepentido de todas las cosas que ha hecho.

—Perdóname —dice y se rasca la nuca—. Tu hermano me está dando un buen jalón de orejas y acaba de renunciar a su puesto para dártelo a ti.

—No lo quiero —dice Arturo, fingiendo que no le emociona la oferta. Yo sé que ama todo esto, pero tiene un orgullo que admiro.

—Y yo sabía que dirías eso —Se levanta y camina hacia nosotros—. A lo largo de mi vida, siempre he deseado darles a mis hijos todo lo que creo que merecen, lo que deseo que tengan y que se coman el mundo si ellos quieren, por eso trabajé tan duro que muchas veces sufrí las consecuencias de no pasar tiempo con ustedes.

Mi estómago empieza a tener una reacción extraña, sintiendo lo que dice. Hubo veces en las que nosotros, siendo apenas unos niños, queríamos tener tiempo de caridad con él pero siempre estaba en reuniones o en la oficina adelantando cosas y llegaba cuando nosotros ya dormíamos. Mamá siempre estuvo al frente.

—Tomé decisiones equivocadas y creí que su felicidad y éxito dependería de que hicieran lo que yo quería. —Con temor, pone una mano en el hombro de Arturo. Mi hermano se tensa y me ve en busca de ayuda. Yo en el fondo deseo que papá le dé un merecido abrazo—. No les pido que me perdonen ahora, sé que tengo que ganarme eso y tengo que hacer muchas cosas para lograrlo, pero quiero empezar diciéndoles que tú, Arturo, eres un gran padre que lucha por la felicidad y tranquilidad de sus hijos y su esposa, y tú, Agustín, eres un gran hombre que sé que será un gran padre y esposo. Estoy orgulloso de ustedes por ser justo todo lo contrario a lo que yo quería que fueran.

—Gracias —dice Arturo, bajito—. Tú has sido un buen padre a tu modo, para qué negar que gracias a ti, nunca nos faltó nada, pero hay cosas que me gustaría que hubieran sido distintas.

—Me estoy proponiendo remediarlas de la mejor manera, por eso quiero que ambos trabajen aquí y les den un futuro mejor a sus hijos, principalmente quiero que tú, Arturo, tomes mi puesto.

—¿Qué dices? —Arturo casi lo grita.

Eso no se lo esperaba ni mamá que lo ve con los ojos bien abiertos pero con una emoción que evidentemente tiene al saber la noticia.

—Ya estoy viejo para esto y sé que ustedes sabrán manejar la empresa bien.

De pronto, le da un abrazo a Arturo que hasta lo hace pegar un brinco y mirarme con un miedo evidente, después comienza a llorar y también lo abraza. Feliz, me uno también al abrazo y mamá nos abraza a los tres.

No sé qué tan cierto sea su cambio, solo espero que las cosas mejoren y papá sepa de verdad valorar las cosas, especialmente a sus nietos que sé perfectamente que va a a adorar.

***

Arturo dijo que le agradecía la oferta, pero que lo hablaría con Marisol y también quería consultarlo con la almohada. Desayunamos los cuatro en la oficina de papá y hablamos de muchas cosas. Nos reímos y para mi sorpresa, Arturo habló con toda tranquilidad sobre los niños con papá, hasta le mostró fotos y él le contó lo que me dijo a mí sobre pagarle a las enfermeras para conocerlos cuando nacieron. Incluso hizo una broma sobre el nacimiento de mi hijo y que esta vez las enfermeras no tendrían ni un solo peso para que lo dejasen verlo.

Sonriendo, llego a casa.

—¡No! Se suponía que la puerta tenía seguro. —Therine alza las manos de lo que está haciendo cuando se queja y corre hacia mí a taparme los ojos—. Creí que tardarías más y aún no he terminado.

Suena desilusionada, por lo que lentamente le bajo las manos de mis ojos y le doy un beso.

—Lo que sea que estuvieras haciendo, puedo ayudar, amor.

—Pero era sorpresa, cariño. —Hace un puchero pero se hace aun lado para mostrarme la mesa con velas que ni encendidas están—. Te estaba preparando la comida y Caballero no estaba siendo de gran ayuda así que me estaba demorando demasiado, iba a poner la mesa y todo, ni siquiera me he bañado. Pero la comida ya está lista.

—Gracias por esto —La abrazo por los hombros para ver juntos la mesa—. Yo termino de poner la mesa, tú ve a darte un baño y comemos, ¿sí? Tengo que contarte todo lo que pasó.

Ella acepta emocionada y, una vez que sale de la ducha y que yo termino de acomodar la mesa, nos sentamos a comer. Hizo arroz con pollo en crema de chipotle. Las habilidades culinarias de Therine han dado en el clavo en los últimos días y estoy amando todo, amo su comida y a ella, esto no podría ser mejor.

También amamos a su hijo, así que sí podría ser mejor. Que ella dejara que ese bebé llevara mi apellido.

—Marisol estará feliz de la buena noticia —comenta, emocionada. Ya le conté absolutamente todo, hasta de mi madre llorando de felicidad porque las cosas aparentemente se están arreglando—. Aun sigo sorprendida de que tu padre haya cambiado de parecer.

—También yo, aunque la verdad para mí está a prueba, todavía falta que Arturo acepte y se integre como nuevo presidente de Construcciones Margo.

—Yo digo que Marisol le pedirá que acepte, ella más que nadie quiere que él haga lo que lo hace feliz.

—¿Y tú, campanita mía? ¿Tú quieres que yo haga lo que me hace feliz?

Sonríe y asiente.

—Por eso te escribí un guión y planeo escribirte muchos más, chance y nos volvemos coautores de libros infantiles ilustrados.

Que lo diga me hace tan feliz y confirmo que definitivamente ella sabe cómo hacerme feliz.

—Te amo. —Le lanzo un beso al aire.

—Yo también te amo. —Ella se inclina y me lo da en la boca.

En serio, soy feliz, solo falta que ella acepte que ese bebé sea nuestro hijo y me convertiré en el hombre más feliz y afortunado del mundo.

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