🔪Level 27: Asesinar🔪
LEVEL 27
READY, PLAYER TWO?
Michael sería franco. No se arrepentía de lo que había hecho, tan solo se lamentaba por haber sido tan imbécil como para sacarle tanta sangre a Jeremy y recibir entonces la tarea de limpiarla. Todo ese show de maniático que había hecho le pesó más a él que al de pecas, y no bromeaba ¿Saben lo denso que es tener que asegurarse no solo de limpiar la sangre, sino de no dejar rastros de ella y lavar por segunda vez con agua oxigenada? Sus madres lo matarían cuando se enteraran de que había gastado todo, en especial si usaba la excusa de que la había derramado por accidente. Eso sí que era un gasto de dinero innecesario, pero era mejor que decirles que había amputado una mano.
Ya había bajado y subido las escaleras como cinco veces para vaciar y llenar el balde de agua, y lavar todo al final con el agua oxigenada. Sabía que valdría la pena para sacarse de encima un riesgo mayor que era la revelación de la sangre, por eso era tan cuidadoso y metódico, frotando con dedicación el filo de las armas utilizadas y el plástico que cubría el escritorio. Sin duda fue buena idea usarlo, habría sido más pesado tener que limpiar la madera.
En cuanto a la mano, pues... Hasta que supiera qué hacer con ella tendría que dejarla en una bolsa plástica de basura y esconderla. No le preocupaba tanto la misma, habría sido sencillo botarla en un río, sin embargo se había entretenido observándola fascinado ¿La piel de Jeremy siempre había sido tan suave? La sangre perdida de aquella extremidad tal vez había hecho que se resecara un poco y se volviese fría, sin embargo seguía siendo la misma sensación que recordaba nacer en su interior cada vez que entrelazaba sus dedos con los ajenos.
Oh, y hablando de su lindo pajarito sin alas... Él no había despertado desde que se desmayó, pero sabía que estaba vivo al escucharlo respirar. No quería que muriera, eso estaba claro. De no ser así no habría desinfectado y vendado la herida para detener la hemorragia y evitar infecciones. Al principio costó, sin embargo recordaba cada enseñanza de su madre en las cirugías hacia los animales, en especial la cauterización de heridas con calor o sustancias artificiales. Le fue útil y agradeció a su adorada madre veterinaria por enseñarle tantas cosas.
Todavía tenía un problema sin resolver, y era el tonto celular dando vueltas en quién sabe qué parte de la casa, pero ahora que estaba calmado y tenía la cabeza fría podía razonar consigo mismo y llegar a la conclusión de que tal vez no sería la clave para que lo descubrieran. Podía no saber mucho sobre rastreo, mas quería creer que no se tomarían la molestia de intentarlo con la posibilidad de que creyeran que esto fue un robo que terminó mal.
Ya saben lo que dicen... No camines durante la noche a casa sin compañía.
Suspiró al terminar, sentándose sobre la cama a pensar mejor las cosas.
Tenía que hacer algo con Jeremy. Sus madres habían avisado que llegarían mañana lo más pronto posible y no podía seguir reteniendo a Jeremy en casa si eso pasaba ¿Dónde demonios lo iba a esconder? ¿Cómo mierda lo iba a mantener en silencio? Cortarle las cuerdas vocales no era una opción por más tentadora que resultara ¡Con suerte pudo cortar una mano! ¿Cómo iba a llevar a cabo una cirugía tan compleja y riesgosa como esa sin los elementos necesarios y sin matar a Jeremy en el intento? Maldita sea, en momentos así odiaba ser un adolescente.
Estaba alterándose al pensar en ello. No le quedaban muchas horas ¡Y no podía matar a sus madres! Podría estar desesperado, pero nunca a ese punto de no retorno. Tenía que pensar en algo rápido.
-¿Uh? ¿Ya despertaste? -Murmuró en voz baja al sentir el movimiento de la cama, encontrándose con el pecoso entreabriendo los ojos e incrementando apenas su respiración, haciéndola más notoria pero no por ello dejando de ser parsimoniosa.
Siempre le había gustado observar a Jeremy dormir, era algo que hacía desde que tenía memoria. Todo en él le resultaba relajante de ver y escuchar. Su respiración rítmica y calmada, los rizos cobrizos colgando sobre su rostro y hombros, las pecas sobresaliendo del borde de la camiseta y robando espacio en su cara, y la cereza del pastel: Esos ojos azules que, antes lucían vibrantes y vivos, pero que ahora le desilusionaba que fueran opacos y sin brillo alguno. No recordaba que fueran así hace unas horas.
Al no conseguir una respuesta del aludido, se limitó a jugar con su cabello y volver a suspirar con agotamiento. -Ay, Jeremy... No sé qué haré contigo. Estoy teniendo tantos problemas para mantenerte aquí ahora... Que tendría que buscar más opciones ¿Tú qué crees? -Preguntó, solo para interactuar un poco más con él, pero solo obtuvo más silencio y un par de parpadeos pausados. No se extrañó por ello. No sería extraño que el pobre chico tuviese la mente perdida o el cansancio aplastándolo luego de lo de hace rato.
No se equivocaba del todo. Jeremy al despertar no sentía nada.
Es decir, sí, su brazo dolía como nunca pero... Las lágrimas simplemente ya no surgían, el miedo ya no le nacía. Sentía que habían abusado tanto de sus nervios que no había forma de darles un uso emocional. Era como si su propio cuerpo y mente hubiesen hecho corto circuito, dejándolo inerte y vacío.
No estaba asustado, no podía sentirse así ahora que había aceptado las cosas que ocurrían.
-Me encantaría deshacerme de todos para quedarme a tu lado ¿Lo sabes? -Seguía diciendo Michael. Podía fijarse en el cariño en sus palabras y sentir cómo lo abrazaba y besaba, y aun así su corazón no le daba una respuesta común. Era como una muñeca, sin emociones y sin movimiento, permitiendo sin el más mínimo rechazo que hiciera con él lo que deseara. -Encontraré una solución, no te preocupes, cariño. -Prometió, tomando su rostro amorosamente para volverlo a besar. -Te amo... ¿Tú me amas?
Finalmente, el de pecas levantó la mirada hacia él. Sus ojos entrecerrados y vacíos delineados por ojeras y hundidos sobre su pálida piel no le entregaban ningún mensaje. Tan solo lo miraban, y eso era todo.
-No puedo decir eso. -Su voz en un susurro casi inaudible descolocó a Michael un poco.
-¿Uh? ¿Por qué no, cariño? -Se rió entretenido, aludiendo tan extraña respuesta a la función deficiente de la mente de Jeremy tras la pérdida de sangre. Lo que escuchó después hizo que su risa se cortara bruscamente.
-No sé quién eres. -Murmuró. Su mano se levantó temblorosa y acarició el rostro de su captor, quien le miraba asombrado y confundido. -Suenas como Michael... Y te ves cómo él... Pero no sé quién eres.
-Jeremy, no digas tonterías. Claro que soy Michael.
-No es cierto. -Volvió a contrariar. Sus labios se curvaron en una débil sonrisa. -Michael murió hace mucho tiempo.
Puede que el filipino estuviese en lo cierto al creer que Jeremy ya había perdido la cabeza por la falta de sangre, pero no era tan así.
Jeremy no solo había perdido la cabeza, había perdido todo lo que tenía. No encontraba su mente, no sentía su propio corazón, si estaba respirando entonces no se daba cuenta, y si el dolor físico todavía lo inundaba pues lo estaba ignorando por completo. Ya no sentía nada. Y le pesaba, porque si ya no experimentaba el dolor ¿Cómo volvería a conocer a la felicidad?
Aquel chico que lo abrazaba podía parecerse a su Michael tanto como él deseara, pero en el fondo él sabía que no eran la misma persona. No había forma de que el mismo Michael que tan feliz lo hizo en el pasado fuera esta bestia descorazonada que se había encargado de quitarle todo de su interior.
-Q-Qué... ¿De qué estás...?
-Tú lo mataste. -Balbuceó sin quitarle la mirada de encima. -Y yo t-te dejé hacerlo... Mataste a Michael. Lo mataste en Halloween... No es de extrañar.
-¡Yo soy Michael!
-Tú eres un monstruo. -Afirmó sin deshacer su sonrisa nostálgica, alterando más al de gafas. -Te vestiste con su piel y creíste que no me daría cuenta, pero lo cierto es que... Mi Michael nunca me hubiese hecho esto. Él se preocupaba por mí, él me cuidaba de todo, no me levantaba la mano, no me trataba de este modo... Michael nunca me hubiese arrebatado todo de esta forma. -Siguió diciendo a la par que su pulgar todavía acariciaba la mejilla ajena. -Él sí me amaba. Tú no lo haces, y yo tampoco puedo hacerlo porque no eres él.
-¡Por supuesto que te amo! ¡¿Por qué habría hecho todo esto si no era para estar contigo?! -Un arranque de furia lo hizo agarrar al pecoso por los hombros y sacudirlo varias veces sin que se inmutara lo más mínimo, aunque él ya estaba recuperando la misma furia ardiente que lo dominó hace un rato. -¡Lo hice porque te amo! ¡Te amo, maldita sea! ¡Te amo, y quería que fueras mío!
-¿Y crees que eso me haría feliz? ¿Me ves feliz? -Sus palabras lo congelaron. -El amor no es egoísta... Si realmente me amaras nunca habrías hecho esto ¿No te diste cuenta cuando me hacías llorar? No sé quién eres y por qué hiciste esto, pero... No insultes a mi Michael diciendo que me amas, eso es mentira.
-¡YO SÍ TE AMO!
-Entonces mátame. -Declaró con tanta paz que logró hacer temblar a su captor.
Jeremy ya no anhelaba libertad ¿Para qué? Si lograba salir de aquí nada sería diferente, ya no tendría un corazón con el cual sentir y seguiría andando por la vida como un muerto con órganos funcionales. Su vida ya había sido botada a la basura como porquería y cada pedacito de su alma arrancado. Había perdido todo lo que le importaba, todo lo que alguna vez amó.
Su Michael... Su dulce, gentil y amoroso Michael... Él no iba a volver. Había muerto por su culpa, y cargar con ello lo había asesinado a él en vida. Su compañero inseparable, su otra mitad, su persona favorita, aquel a quien amó con tanta locura, quien hacía a su corazón saltar... ¿De qué servía vivir sabiendo que ya no estaba con él? ¿Por qué se molestaría en quedarse en este mundo si ya nada podría repararlo? Jeremy no tenía una cura. Había sido destrozado y reparado tantas veces... Pero esta vez ya no más, era definitivo. Nadie lograría pegar los pequeñísimos pedazos de su ser y conservarlo en pie.
No había una salida a la cual correr o gente querida a la cual extrañar. Ya había sido muy generoso al ofrecerse completo a un monstruo cruel al cual perdonó muchas veces. Era su turno de ser egoísta.
-Mátame. -Volvió a decir, despertando al filipino del trance. -Finalmente soy tuyo ¿No? Ya tienes todo lo que me pertenecía... Tomaste a Michael, tomaste mi corazón, tomaste mi dignidad... Hiciste lo que quisiste con ellos y nadie podrá quitarte ese mérito. Ahora quítame mi cuerpo. Yo te lo estoy ofreciendo, ya no me sirve.
-Qué... ¡Deja de portarte como un idiota! -Lo soltó, dejándolo caer sobre el colchón y colocándose encima para sujetar su rostro. -¡Te amo, te amo, maldita sea...! ¡Te amo demasiado, Jeremy!
-Mientes. -Dijo. Eso fue como recibir un golpe justo en el estómago y hervirle la sangre. -No eres Michael... Y si eres él... Entonces nunca me amaste. Nunca lo hiciste.
-¡YA CÁLLATE!
No quería seguir escuchando, no podía ¿Cómo se atrevía ese bastardo a decirle semejante mentira? ¡Por supuesto que amaba a Jeremy! Mierda, lo amaba demasiado, lo amaba tanto que dolía. Lo amaba, lo amaba, lo amaba, lo amaba... Y le enfurecía que incluso ahora él no pudiese verlo ¡Él nunca pudo verlo!
No pensó con claridad, tan solo quería callarlo, por lo que sus manos fueron a parar al cuello ajeno y sus dedos presionaron con todas sus fuerzas. Sin aire no había palabras, aunque fuese por al menos un rato.
-¡Nunca fuiste capaz de ver cuánto te amaba! ¡NUNCA!
-¡Me dejaste atrás como si para ti yo no fuese nada!
-¡Te amo tanto que duele, Jeremy!
-¡Siempre me ha dolido!
-¡Te amo tanto que traté de perdonarte!
-¡TÚ ERES EL QUE NO SABE AMAR!
-¡Sin mí tú no eres nada!
Jeremy se removió como un pez fuera del agua. Su única mano se aferraba a uno de los brazos de Michael como intentando hacer que lo soltase. El oxígeno no llegaba, el pecho le dolía, todo empezaba a resultarle borroso y su cuerpo se debilitaba.
No lo parecía, pero no estaba sufriendo en lo absoluto. No... Ya no podía sufrir más, ya no podría sentir dolor. No importaba si aquel monstruo seguía gritando y haciéndole ver sus errores, lo único que Jeremy escuchaba era una voz distante.
Michael gritaba incoherencias y a veces apretaba los dientes, todavía presionando la tráquea ajena como si quisiera romperla. Pedía a Jeremy que se callara de una buena vez aunque hace rato que era incapaz de soltar palabra y hervía de ira al verlo tan tranquilo.
-¡¿ME ESCUCHAS?! ¡NO ERES NADA!
Cuando menos esperó más de él, su mano izquierda trepó casi sin fuerzas por su brazo y ahuecó su mejilla.
-¡NUNCA NADIE TE AMARÁ TANTO COMO YO LO HAGO!
Jeremy sonreía, dándole una última caricia temblorosa con el pulgar.
"-¿Cariño, está todo bien?"
Lo veía de nuevo. Era su Michael observándolo desde el otro lado... Y Jeremy no le haría esperar más por él.
Todo rastro de fuerza en el cuerpo del pecoso se extinguió como la flama de una vela, y su mano abandonó el rostro del flipino para caer en ruido sordo sobre el colchón. Su corazón dejó de latir, sus pulmones se dieron por vencidos, sus ojos se cerraron y no volvieron a abrirse, permitiendo que una única y última lágrima muriera con él al caer en la cama.
Michael reaccionó tarde, soltando al joven Heere con respiración agitada y sudor frío. Sus manos temblaban sobre los hombros ajenos mientras buscaba aire para soltarlo después en una ligera risa nerviosa.
-O-Ok, fuera juegos... -Murmuró para sí mismo, esperando que en cualquier momento el pecoso se moviera frenéticamente buscando aire, respirando agitándamente e intentando quitarlo a él de encima, pero no. Jeremy seguía quieto e inerte sobre la cama. -Jeremy... Ni creas que vas a asustarme.
Sin respuesta. El aludido todavía yacía inmóvil y callado.
Michael se rió de nuevo, esta vez sintiendo que su corazón latía en su garganta y el pulso le temblaba. Sacudió a Jeremy por los hombros, incluso trató de hacerlo reaccionar levantando su rostro, pero al soltarlo volvía a caer de costado.
-¡Muy bien, esto ya no es gracioso, Jeremy! ¡En serio!
Esto era cruel... Sí quería torturarlo un rato. La sarta de mentiras insultantes que dijo merecían un castigo, pero... ¿Había llegado tan lejos como para desmayarlo? Se convenció con eso, palpando el pecho ajeno. El no captar un solo latido o movimiento para respirar lo paralizó y le hizo apoyar su oído inmediatamente.
Nada.
-¿Jeremy...? J-Jeremy... Jeremy, despierta. S-Solo estaba jugando. -Titubeó sonriendo nervioso, volviendo a zarandear al pecoso sin resultado.
No... No... No, no, no, no. No podía ser, no podía ¡Simplemente no podía!
Pasaban los segundos sin lograr despertarlo, y las lágrimas empezaban a empapar su rostro lleno de pecas. Pero no eran sus lágrimas, las mismas caían desde arriba y el llanto no salía de su garganta inútil.
-¡Jeremy...! ¡Jeremy, despierta! ¡JEREMY! ¡L-Lo siento, lo siento, por favor...!
Suplicó a gritos, se aferró sollozo y desesperado al frío y frágil cuerpo de su amado, y solo cuando la realidad lo abofeteó en la cara dejó de pedir lo imposible, cayendo en cuenta de lo que había hecho.
Eso que sujetaba era un cadáver, y el amor de su vida ya no estaba ahí. Él lo había matado.
Fue en ese instante cuando el dolor que tanto disfrutó imponerle al de pecas regresó para cobrarle cuentas, condensándose en solo una y horripilante sensación por todo su cuerpo y apuñalando su corazón. El odio se esfumó por arte de magia y volvió en sus cinco sentidos.
Michael lloró amargamente, abrazado a un cadáver.
Pero esta vez no eran lágrimas de cocodrilo.
Esta vez... Oh, esta vez sí se arrepintió. Pero no sería perdonado ni tendría una segunda chance. Había perdido a Jeremy para siempre.
LEVEL 27 COMPLETE
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FILE SAVED!
CONGRATULATIONS! YOU HAVE FINISHED THE GAME!
UNLOCK THE BONUS ESCENE TO CONTINUE!
WAS IT WORTH IT... MICHAEL?
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