57. Allanamiento y discusiones

La celebración de año nuevo en el pueblo fue bastante tranquila, a diferencia de años anteriores. Supongo que por las pérdidas de la noche anterior.

Peino con mis dedos mi cabello para relajar mis nervios y me dispongo a salir. Tomo mi motocicleta y me dirijo a la casa de Sebastian, para celebrar la llegada del nuevo año con mis amigos.

Mis nervios aumentan al saber que intentaré hablar con Emily.

Llego y los chicos ya estaban sirviéndose algunos tragos. Minutos después, llega Kira, pero Emily no daba ni una señal.

—Hey, tranquilo —me anima Sebas al ver mi desesperación por qué la chica llegue.

Miro mi móvil y noto que ya han pasado 3 horas de la acordada. Ella siempre es puntual, por lo que doy por hecho que hoy no la veré. Intento disfrutar la noche con mis amigos para relajarme un poco. Lástima que el alcohol no afecta mi organismo.

El primero en irse es Mathias, seguido de Kira. Me quedo un rato más para ayudar a limpiar.

—¿Está todo bien? —me pregunta el rubio una vez que quedamos solos. Niego triste— pasó algo con Emily ¿verdad?

—Le mentí. De mucho... —mi ánimo vuelve a decaer, al igual que ese maldito nudo en mi garganta.

Mi teléfono suena y noto que es un mensaje de Mathias.

Emily está en casa. Si quieres vienes y hablas con ella.

Voy para allá.

—Sebas, perdón por dejarte así, pero debo irme.

—Si claro. Tranquilo.

Me despido y tomo mi motocicleta para ir a casa de Mathias. Me abre la puerta y nos dirigimos a su habitación.

—Sabes que eso sería un allanamiento de morada —digo una vez que escucho su plan.

—Lo sé. Ahora apresúrate que ya sube —dice fuera de su ventana, intentando forcejear la de su vecina.

Una vez que logra abrirla con un alambre que encontró en su habitación, me hace una señal para que cruce hasta la de la chica.

—Tranquilo. Sus padres fueron a tomar algo donde unos amigos. Piensan que está en la casa de Sebas —asiento y cruzo la ventana.

Apenas piso la habitación, la puerta se abre.

—Emily...

Me quedo helada cuando veo a Tyler en mi habitación. Unas inmensas ganas de llorar me invaden, pero las retengo en mi garganta para no verme débil.

—Necesito que me escuches. Yo... —comienza a hablar con temor, pero lo interrumpo.

—Invadiste mi espacio. Tyler. Vete de aquí. No quiero hablar ni menos escucharte —escupo cortante.

—Quiero que hablemos de lo que pasó el otro día. Lamento tanto que lo supieras así, pero déjame explica...

—¡LARGATE! —Le grito en su cara y este abre los ojos como plato, para luego limpiar la lágrima que comenzaba a caer por su mejilla— ¡Vete por favor, vete con los demás monstruos! ¡No te quiero ver!

Hace un ademán en acercarse, pero golpeo sus manos para que las aleje. No permitiré que estás manos asesinas me toquen otra vez.

—Emily, escúchame... —dice en un hilo, cosa que rompe mi corazón aún más de lo que ya lo hizo.

—Me mentiste, Tyler. Me ocultaste toda la verdad. ¿Acaso no confiábamos en el otro? —mi voz se debilita— Yo te quería... Te conté lo de mi hermano y tú no dijiste nada. Tú sabías que había sido alguien como tú.

—Emily, entiende por favor. No todos somos iguales. Hay pueblos que son buenos y...

—Y nada, Tyler. Vete por favor.

—Emily...

—VETE

—Bien. Pero no dejaré esto hasta aquí —me mira con sus ojos rojos a punto de estallar en llanto y se da la vuelta para irse.

—¿¡Que pasa aquí!? —entra Alvin asustado a mi habitación. Cuando ve a Tyler se calma, pero no sabe cómo reaccionar al no saber lo que sucede.

—Tranquilo. Ya me voy —dice saltando por la ventana y desciendo el árbol hasta donde estaba su motocicleta.

Voy a los brazos de Alvin y lo abrazo soltando al fin el nudo que tenía retenido en mi garganta. Es mi único consuelo en estos momentos.

El chico me devuelve el abrazo y me promete que todo estará bien. Si tan solo supiera lo que es Tyler...

—¿Puedes dormir conmigo hoy? —le pido entre llanto.

—Claro. Lo que sea para que vuelvas a sonreír —besa mi frente.

(...)

Despierto y mi cabeza dolía de tanto llorar. Me muevo un poco en mi cama, haciendo que Alvin despertase.

—Perdón. Iré por algo de beber —le susurro.

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