44. Semana maldita
-Vamos Tyler, concéntrate -me regaña Chase.
-Eso intento, pero ya estoy algo cansado -me defiendo- ¿puedo tomar un pequeño descanso? -mi entrenador de alfa da un largo suspiro cansado -de mi- y accede.
No solamente estoy cansado de los duros entrenamientos, sino que el estrés de todos los alumnos de último año comienza a sentirse en esta segunda semana de noviembre. Los profesores de todas las asignaturas comienzan con sus odiosos y aburridos repasos para que estemos todos preparados para lo que muchos estudiantes de fin de año, desde muchas generaciones anteriores conocen como "La tercera semana maldita", la cual consiste en la última semana de exámenes de instituto y la más complicada.
Una parte de mi quiere que llegue luego esa tortura. Después de todo, es solo una semana. Dejando la última del mes para el ensayo de la graduación con la entrega de diplomas, y la organización de la gala.
Realmente estoy agotado. Estos días se resumen en salir del instituto, venir al pueblo a entrenar de manera intensa gracias al ataque -que se hará la noche del 30 de diciembre-, para finalmente volver a casa a estudiar y repasar. Es un caos.
Vuelvo a mi entrenamiento y logro terminarlo concentrado. Voy a tomar una refrescante ducha y cuando salgo miro la gran cicatriz en mi espalda en el reflejo del espejo. Está cada vez menos marcada, lo que es una buena señal. Las lanzas de los guardias del pueblo están hechas de un material que es bastante dañino para los de nuestra especie, razón por la cual luego de unos años mi marca aún no sana.
Salgo de la casa de Chase y me dirijo al cementerio del pueblo para comprar unas hermosas rosas blancas para mi madre.
-Hola ma -me siento como indio junto a su tumba- Perdón por no haber venido antes pero han pasado muchas cosas. Por suerte, todo se ha resuelto.
Miro el cielo, que comenzaba a tomar un lindo y cálido tono rosa.
Le cuento mis historias a mi difunta madre, y me disculpo nuevamente porque lo más probable es que la semana que viene no podré venir a visitarla.
Salgo del cementerio y tomo mi motocicleta para acelerar y llegar a casa antes de las ocho de la noche. El tiempo corre y mi estudio no avanza.
Voy a la cocina por algo de comer y lo subo a mi habitación para abrir mis libros y darles una leída, marcando todas las palabras claves con el resaltador naranja que me dio Emily en clases de historia.
Miro el reloj de mi teléfono y me doy cuenta que ya son 15 para las doce.
Decido ir a la cama para estar descansado al otro día. Al menos pude avanzar con el repaso de tres asignaturas.
Hoy lunes, comienza "La tercera semana maldita". Es horrible ver como todos los estudiantes de último año no quitan su vista de los libros y corren alterados hacia sus salas para no llegar tarde al examen.
Es realmente un estrés total para nosotros. Con esto defines si pasas o no este ciclo. Si repruebas uno de esta semana maldita, estás frito.
Guardo en mi casillero mi libro de química y me preparo mentalmente para lo que viene. Ni siquiera tuve tiempo de ver a mis amigos, ya que estamos todos tan pendientes de los estudios y de llegar a tiempo a los salones que ni nos vemos. Hoy me tocaban 2, mientras que a mis amigos solo uno.
Cuando por fin nos liberamos del sufrimiento de hoy, tuvimos algo de tiempo de conversar un rato.
Nos juntamos en la entrada del instituto para ir a relajarnos un poco con el aire limpio que brindaba el patio.
Camino a este, oigo un lindo sonido de un violonchelo proveniente de la sala de música.
Me detengo y me acerco a la puerta para escuchar mejor. Amo la melodía de este instrumento y la manera tan relajada que me hace sentir.
Mis amigos se detienen al darse cuenta que no iba a su lado y me miran.
-Música clásica -habla Kira- Iu -dice como si fuese lo más asqueroso. Ruedo los ojos.
-Es un violonchelo. Alguien lo está tocando aquí -se acerca Sebas a la puerta junto a mí.
-Me encanta -digo con una gran sonrisa en el rostro.
-Es una linda melodía -opina Tyler parándose junto a nosotros.
-Chicos. No es por nada, pero se siente el fin de la primavera y con eso la llegada del verano -interrumpe nuestra tranquilidad Mathias- yo iré fuera mientras -todos asentimos y se va junto a Kira.
Sebas se queda un rato y luego corre detrás de los chicos.
Tyler que estaba parado a mi lado de la puerta, se arrastra por la pared hasta llegar al suelo y sentarse como indio. Palpa el lugar a su lado indicando que me siente a su lado. Repito su acción.
-¿Te gusta el violonchelo? -pregunta el cuándo otra canción comienza a sonar en la sala de música.
-Me encanta -digo y reposo mi cabeza en el hombro del chico, haciendo que se tense por un milisegundo-. Desde pequeña siempre me ha gustado. No sé por qué pero me atrae mucho la melodía que hace, me logra calmar siempre que estoy alterada. ¿Y a ti?
-También. Mi abuela era experta en tocarlo, pero no la alcancé a conocer. Le enseñó a mi madre quien solo logró aprender unas pequeñas melodías -gira su cabeza dejando su mentón en la mía- Pero aun así me encantaba oírla tocar.
Y así nos quedamos fuera de la sala de música escuchando la dulce melodía, hasta que el timbre suena indicando la entrada.
De la mano, caminamos juntos entre los alterados estudiantes de último año que aún no terminaban sus exámenes de hoy.
(Siguiente día)
Terminando ambos los exámenes de hoy, me acerco a Emily recordando lo que pasó ayer fuera de la sala de música. Cierra su casillero y se gira para caminar, pero se detiene al darse cuenta que me dirigía a ella. Me regala una de esas sonrisas que tanto me gustan y se recarga en la puerta que acaba de cerrar.
-¿Qué tal hoy? -me pregunta cuando me apoyo en los casilleros a su lado.
-Nada mal. Hoy tuve tres exámenes.
-¿¡Tres!? -pregunta asombrada.
-Sí, pero no me quejo. Así tengo solo uno en los demás días.
-Buen punto.
-A lo que venía -meto la mano en mi bolsillo trasero y saco un sobre para entregárselo.
-¿Qué es? -lo recibe e intenta ver el contenido levantándolo hacia la luz.
-Ábrelo -Me mira y no se lo piensa dos veces.
-¡O, M, G! -exclama letra por letra.
-Entradas doble para un recital de violonchelo este sábado -una gran sonrisa se posa en sus dulces labios- Es un lugar elegante para que vayas acorde a la situación.
-¿Dices que me visto mal? -intenta verse enfadada.
-No, a ti todo se te ve bien -se sonroja un poco- Que sea nuestra primera cita oficial.
-¿Ci... cita?
-Ya es momento que tengamos una, ¿no crees? -me separo de los casilleros y me paro frente a ella.
Miro hacia todos los lados y solo visualizo a Gerard, quien me mira de mala gana para seguir caminando. Giro mi cabeza hacia el otro y finalmente hacia el frente para quedar cara a cara con Emily.
Esta me mira fijamente con sus ojos esmeralda y junta sus manos por detrás de mí nuca. Aprieto con ambas mías su cintura y la beso como si nadie más estuviese en estos pasillos.
Intensifico el beso y presiono mi cuerpo sobre ella. De respuesta, baja una mano a mi pecho y la otra sube por mi nuca hasta mi cabello acariciándolo.
-Uhm uhm -un carraspeo proveniente de una chica pelirroja que desconozco, interrumpe nuestro momento- lo lamento -se disculpa cuando me alejo de Emily.
-Johanna, que tal -le saluda a la chica una vez que salgo de encima.
-Emily, venía a recordarte lo de las clases que...
-Ah, si -le responde y yo solo oigo la conversación- La siguiente hora la tengo libre, podemos ir a la biblioteca y te ayudo.
-Gracias. Nos vemos -dice para luego irse. Miro a Emily con curiosidad.
-Es Johanna, la prima de Sebas. Va dos cursos más abajo y le había prometido hacerle unas clases de matemática hoy, ya que tenía algo de complicaciones.
-¿Ahora te las das de profesora? -cuestiono y levanto una ceja.
-Si. Puedo ser de todo -Okey, eso realmente le tomé un doble sentido- pervertido -me dice cuando nota mi rostro.
-Ya, ve a hacer tus clases. Nos vemos -planto un beso en su frente y me dirijo hacia el camarín para uno de los últimos entrenamientos de fútbol.
-Que monjas ustedes dos -me dice Mathias cuando me paro a su lado, camino a los camarines.
-¿Qué?
-Por poco se quitaban la ropa en medio pasillo.
-Solo fue un beso -siento como me sonrojo.
-Definitivamente ustedes se dejan llevar -aporta Sebas llegando a nuestro lado.
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