32. Mathias y Miriam
—Eres tan inútil que ni tus "amigos" te creen. Caes con lo que sea —Me habla Miriam una vez que Mathias ya se alejó.
—No te entiendo. Un día me ayudas y al otro me tratas así —pido explicaciones.
—Tu no entiendes —comienza a acercarse a mi oído— Las personas no cambian, Tyler. Yo soy una traidora y tú eres un ingenuo —succiona mi lóbulo de manera provocativa, pero lo único que logra causar en mi es repulsión. Me sonríe y se aleja dejándome ahí parado.
—¿Que pasa Tyler? Te vez como lejano —me saca Sebastian de mis pensamientos. Niego.
—¡Chicos! —Llega James, el compañero de banco de Emily en química, a la mesa y se sienta con unos papeles en una esquina junto a Kira—. Haré una fiesta de disfraces para Halloween, y como todos ustedes me agradan, están invitados —dice mientras nos entregaba a cada uno una invitación.
—¡Wow! ¡Gracias James! —La primera en hablar es Emily— Amo tus fiestas.
—Son inolvidables —le continúa Kira, insinuando no sé qué.
—Ahí estaremos —Dice Sebas.
—Veamos qué tan buenas son tus fiestas —Hablo yo.
—Las mejores —me responde. Mira a Mathias, quien chateaba con su móvil— ¿Y tú? ¿Pensar que antes siempre eras el primero en confirmar?
—Ahí veré si voy —dice sin siquiera levantar la vista. James hace una mueca de "Okey", se apoya en la mesa con ambas manos y se pone de pie.
—Los espero. Tienen tres semanas para buscarse un buen disfraz —se va y se acerca a otra mesa.
—¿¡Tres semanas!? —Grita Kira alterada— ¿Saben que significa eso?
—¿Que quedan solo dos meses para la graduación? —Habla Mathias con obviedad.
—Un mes y tres semanas —lo corrige la chica a mi lado. Emily.
—Lo mismo —dice mirándola por un pequeño momento y guardando luego su teléfono—. Nos vemos luego, debo irme —Se para de la mesa llevándose su bandeja hasta el mueble junto a la entrada de la cafetería.
—¿No creen que ya es mucho? —Habla Em triste— Mathias ha cambiado bastante desde que conoció a esa chica. Ahora nuestros viajes de venida al instituto no son como antes. Me habla cortante y anda todo el maldito día en su móvil.
Me entristece verla de esa manera. Se lo importante que es su mejor amigo para ella. Me centro en sus emociones y noto algo de dolor y rabia. Pongo mi mano en su pierna como forma de apoyo, y ella afirma su cabeza en mi hombro.
—Debemos hacer algo —dice el rubio—. Yo sé que Tyler tiene toda la voluntad de arreglar sus problemas. ¿No es así? —Asiento— Ven. Solo tiene que poner el de su parte y alejarse un poco de... Esa.
—Son muy malos con Math —Kira se gana todas nuestras miradas— Ella es muy simpática. Salimos los cuatro el otro día. Ellos, Kevin y yo, y la pasamos increíble —Incrementa el dolor y rabia de Emily.
Nadie dice nada.
—Bueno... Ya todos acabamos de comer. ¿Vamos al patio? —dice el rubio al notar a Emily.
—Me parece.
Todos nos paramos y sin decir palabra alguna en el camino, nos dirigimos a la banca bajo un árbol para hablar de los exámenes finales.
Ya estaba desesperado porque este día acabase. Primero por lo del incidente en el almuerzo con Mathias, y más tarde por la maestra de filosofía que me regañaba hasta por respirar, siendo que el que interrumpía la clase no era yo sino que mi compañero de banco.
Tomo mi bolso y me dirijo a la salida donde me encontraría con Emily para irnos caminando juntos.
Al cruzar la puerta principal me encuentro con lo que he estado evitando todos estos días. Miriam y Mathias besándose a la salida del instituto, mientras muchos de los alumnos apuntaban y chismoseaban sobre ellos.
Una fuerza impulsiva me acerca a ellos y me hace tomar al chico del hombro para alejarlo de lo que podría ser su futura perdición.
—Mathias, amigo. No sabes en lo que te estás metiendo —digo llamando su atención mientras aún me mira desconcertado—. ¿Podemos hablar?
—No tenemos nada que hablar —dice asqueado de... mi— Mucho menos si es para que notemos la envidia y celos que tienes de que esté con tu ex novia.
—Mathias, hablemos —digo firme.
—A mí nadie me da órdenes, y mucho menos tú —dice para voltear de mala gana, cosa que impido antes que termine la acción.
Lo tomo del brazo y lo vuelvo a girar, solo que esta vez ni mis reflejos de lobo me pudieron salvar de su furia. Un fuerte y duro puño se estampa con el lado izquierdo de mi cara haciendo que quede mareado por un lapso de segundo.
Definitivamente si hubiese sido una persona normal -no lobo-, me hubiera caído desmayado en el duro cemento del estacionamiento. Pero en vez de eso, lo único que logro fue hacerme enojar más.
Lo tomo de la camiseta para acercarlo un milisegundo antes de estampar mi puño en su mandíbula y luego alejarlo de un brusco empujón.
Este se estabiliza de inmediato y logro ver una pequeña marca de sangre en su labio.
Luego otro golpe que no pude evitar.
No sé si es por el hecho de que aún lo considero mi amigo y que sé que si me defiendo esto puede quedar mal, o simplemente porque no me esperaba que supiera pelear tan bien.
Comienzo a sentir ese desagradable sabor de la sangre al interior de mi boca. Miro de reojo como Miriam se acerca a Mathias y lo trata de alejar de mí, pero yo soy lo suficientemente rápido para tomarlo y alejarlo de ella.
Casi recibo otro golpe más en la cara, pero en vez de eso me gano un gran golpe en el brazo derecho y Mathias en el izquierdo por parte de Sebastian, quien acababa de llegar corriendo junto a Emily.
—¡Basta! —grita y nos empuja lejos uno del otro.
Mathias toma a Miriam por la cintura y con mucha furia, se van lejos. Emily intenta seguirlo pero su mejor amigo, de mala manera, le grita unas palabrotas para que se alejara de ellos.
Esta, con unas pequeñas lágrimas amenazando salir de sus ojos se vuelve hacia nosotros.
Miro a Sebas y está muy serio. En todo este año lo había visto así, cosa que me hizo sentir aún peor el hecho de saber que su expresión se debía a mi reciente mala actitud.
Cuando Emily se posiciona a mi lado lo único que logro hacer es abrazarla y soltar toda esa impotencia en forma de lágrimas, por no poder ayudar a mi amigo.
Muchos de los que ven la situación por fuera pensarán que exagero, pero no es así. Se lo que es capaz de hacer y mucho más aun sabiendo que volvió con Cristal, el alfa de la manada enemiga, y por consecuente el volver a ser parte de ella.
La chica me devuelve el abrazo y lo intensifica aún más cuando nota el estado en el que me encontraba. Hago lo mismo sabiendo el nudo que tiene en su garganta al darse cuenta de que perdía a su mejor amigo.
Así nos quedamos por el tiempo que fue suficiente para que los dos nos estabilizáramos y el rubio tubo la brillante idea de pasar por unos tragos.
Si, a estas horas del día.
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