27. Planes de venganza

Llego el lunes con una enorme sonrisa en el rostro, mientras recibo las felicitaciones de cumpleaños atrasado de algunos de mis compañeros del instituto.

Me dirijo junto a Mathias al encuentro de nuestros amigos en el patio trasero, para luego ir a nuestra primera clase del día.

A la hora del almuerzo decidimos darnos prisa, ya que Sebastian dijo que había crema de tomate y siempre se le derramaba al chocar con alguien cuando la cafetería estaba muy llena.

Tomo mi respectivo plato de sopa y camino detrás de Tyler hacia nuestra mesa habitual.

—Huele delicioso —Dice Kira por detrás de mí.

—Exacto. Muero por comerla —Oigo a Mathias más atrás.

Y lo que sucedió luego fue tan rápido, que no me dio ni tiempo de reaccionar.

Gerard pasa por delante de mí y con su bolso, empuja mis manos haciendo que todo el contenido del plato se derramara en mi blusa. Suelto un grito indignado y veo como el continúa su camino mientras ríe con sus "amigos" por lo que acaba de hacer. Lo hubiera enfrentado, pero sé que no hubiese ganado nada con hacerlo, así que preferí limpiar este desastre.

Tyler al darse cuenta de lo sucedido, deja rápidamente su plato en una mesa cercana y toma una servilleta para ayudarme a limpiar.

Todos los ojos que se habían volteado a ver vuelven su vista a lo que estaban, cosa que agradezco. De seguro ya están acostumbrados a las maldades de ese chico.

—¿Es que nunca se va a cansar de molestarnos? —Dice Tyler con furia mientras limpia mi escote con una servilleta.

—¡Qué horror! —Exclama Kira acercándose a mi lado, al igual que el resto de mis amigos.

—Y Tyler no desperdicia ninguna oportunidad —dice Sebas con una sonrisa pícara en sus labios.

El nombrado al darse cuenta de lo que estaba haciendo, sus mejillas comienzan a tomar un color rosa-nada-disimulable y deja de hacerlo para salir de en frente y posicionarse a mi lado. A lo que mi respuesta fue solo una risa.

—No te rías Emily, tú tampoco desperdicias nada —habla mi mejor amigo.

—¿De qué hablas? —digo tomado otra servilleta para terminar de limpiar.

—Los vimos el sábado en la noche dándose besitos apasionados —Molesta divertido el rubio.

Y es cuando me sumo al color de Tyler. Los 3 ríen de nuestra cara y continúan el camino a la mesa.

Al parecer decidieron dejar el tema hasta ahí, lo que no significa que nos salvamos de él. Mathias me presta su camiseta del equipo, la cual tenía en su casillero, me la cambio por la sucia que tenía y volvimos a la cafetería, donde me esperaba un nuevo plato de sopa.

—Tengo un plan, pero necesito de su apoyo —interrumpo el pequeño silencio que teníamos.

—Ay no... —Me mira Kira aterrorizada— la última vez que dijiste eso, Sebas casi me incendia todo el cabello y Mathias la casa.

—No es mi culpa que caminaras tan cerca del fuego —Se defiende el rubio.

—Te escucho —Dice Mathias— Si no incluye fuego, puede que salga bien esta vez.

—Me da curiosidad saber que sucedió —Nos dice Tyler.

—Ya te lo contaremos —digo y me siento recta para que me presten más atención—. Estaba pensando en planear una venganza.

—¿Una venganza? —Cuestiona mi amiga.

—Si. Una venganza hacia Gerard. Por lo que nos hace a nosotros y a todos los demás del instituto.

—¿Y cómo piensas hacer eso?

—No lo sé. Creo que se me ocurrirá luego. Pero... ¿Quién me apoya?

—Cuenta conmigo. Me gustan las venganzas —dice Sebastian levantando su cuchara junto a su cara y abriendo sus ojos como si fuese un asesino psicópata

—Sabes que yo siempre te apoyaré en todo —continúa mi mejor amigo.

—Me parece algo justo. Apoyo —dice Tyler.

Todos asentimos y giramos nuestra vista hacia Kira, quien nos mira con algo de inseguridad.

—Está bien, yo también me uno —suelta finalmente entre un bufido y hago una pequeña celebración— Pero nada de fuego.

—Lo intentaré —le sonrío disculpándome por el año anterior y tomo un sorbo de crema— Bien, mañana pensaremos que hacer. Gracias por su colaboración.

(Siguiente día)

Entramos al instituto y lo primero que vemos es un gran y llamativo cartel que dice "¡Vamos último grado, solo 2 meses!".

—Dos y medio —habla Mathias a mi lado, yo solo volteo mi cabeza para mirarlo— quedan dos meses y medio para la graduación —ruedo los ojos— ¿Qué? Pueden pasar muchas cosas en estos 14 días que quedan para terminar septiembre.

—Eso es cierto —digo mientras abro mi casillero.

—¿Ya sabes con quién irás? —habla mi mejor amigo a mi espalda cerrando su casillero.

—Yo creo que nuevamente contigo, como para el baile de primavera —me paro a su lado en el pasillo para seguir nuestro camino.

—A eso quería llegar...

—No por favor.

—Es que hace poco conocí una chica que no es del instituto, pero aun así me gustaría invitar.

—Primero, necesito saber quién es. Y segundo, tú mismo lo dijiste: en ese tiempo pueden pasar muchas cosas.... Pero cambiando de tema, o no cambiando, pero si profundizando. ¿Quién es?

—Alguien que no conoces —dice y le resta importancia.

—Igual, quiero saber quién es.

—No sacarás nada con saberlo.

—¡Por favor!

Y luego de miles de súplicas, sede.

—Se llama Miriam. La conocí en la fiesta que fui el sábado.

—Interesante...

—¿Solo eso dirás? —Pregunta esperando algo más. De seguro esperaba mis típicas burlas.

—Solo eso. Debo conocerla primero para opinar.

—Y lo harás.

Nos encontramos con nuestros amigos, nos saludamos y nos dirigimos cada uno a su respectiva clase, no sin antes decirles que comiencen a pensar en una venganza hacia Gerard.

(...)

A la hora del almuerzo, me dirijo a nuestra mesa habitual y me siento con mi puré de patatas entre Sebastian y Tyler.

—Se me ocurrió que podíamos llenarle su casillero de cucarachas, y así cuando lo abra todas le salten a la cara y comiencen a comérselo para que finalmente desaparezca —aporta el rubio emocionado.

—Muy complicado. Además, que asco las cucarachas —le responde Kira.

—Podríamos hacerle una en el entrenamiento —dice Tyler— He visto muchas películas en donde les esconden la ropa.

—Muy clásico. Pero podría funcionar —opino y levanto la cabeza para justo ver como Gerard y su grupo de súbditos se dirigen a su mesa—. ¡Ya sé!

Todos los chicos me prestan atención para comenzar con mi explicación de la futura travesura que haríamos el viernes. 

Llego al pueblo y me dirijo hacia la casa de Chase, mi entrenador de Alfa. Según el horario que me entregaron el otro día, hoy toca Teoría y leyes.

Toco dos veces la puerta y me abre el dueño de casa vestido con una camisa ajustada tanto a su cuello como a los grandes músculos.

—Tyler, llegas tarde —dice con voz seca y me hace pasar.

—Lo lamento, tuve un pequeño inconveniente.

—Ajám, que no se vuelva a repetir. Sabes también que no puedes faltar a ningún día, ya que te retrasaras y tendrás castigo.

—Lo sé —asiente y me hace seguirlo por el pasillo hasta llegar a una oficina con una pizarra, lo que es como una especie de "sala de clases privada".

(...)

—Entonces las primeras 4 leyes del manual son... —Me pregunta para asegurarse que las comprendí.

—La primera dice que "como alfa tengo la obligación de prohibir a todo el pueblo los ataques a la ciudad y a civiles inocentes". La segunda que "cada lobo debe proteger a los inferiores de su manda de todo ataque, por lo tanto, yo como alfa debo proteger a todo el pueblo". "Toda traición a la manda merece castigo". Y, "Nunca abandonar ni dañar a uno de los nuestros".

—Bien —Dice Chase sin ganas— solo te quedan 996 leyes más. Por algo se llama "1000 leyes de lobos".

—¿Me puedo llevar el libro?

—Sí, todas aprendidas para el próximo martes. —Me entrega el libro y lo guardo en mi bolso junto a los del instituto —Te puedes ir. Nos vemos el jueves sin falta en el mini-reino de tu padre. El gimnasio está en el subterráneo.

—Ahí estaré.

Apenas salgo de la casa de mi entrenador, me vibra el bolsillo del pantalón. Tomo mi celular y veo que es un mensaje de Emily.

Inauguraron ya la feria de Halloween en el parque. ¿Te gustaría ir el jueves?

Ahí es cuando recuerdo que el jueves tengo entrenamiento.

Lo lamento Em, tengo un compromiso importante. ¿Pero qué te parece el viernes?

El viernes será. Mañana nos ponemos de acuerdo.

Okey. Cuídate 😊

Igual, nos vemos✌️

Guardo mi teléfono en el bolso y comienzo mi caminata al cementerio para visitar a mi madre.   

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