25. Sorpresa de cumpleaños (Cumpleaños I)
Apenas despierto, siento el frío viento mañanero chocar con el pequeño espacio de mi rostro libre entre las sabanas. Con dificultad, abro mi ojo derecho y puedo ver que la ventana de mi habitación estaba abierta. No recuerdo haberla dejado así anoche.
Me levanto, me pongo mis pantuflas y camino hacia esta para cerrarla. De vuelta a mi cama me encuentro con una gran sorpresa: Mathias estaba delante de mí con un pequeño regalo en sus manos y un mofin de crema roja con una brillante vela de cumpleaños con el número 18.
Aún sin comprender, dado a que acabo de despertar y mis neuronas aun bostezan, recibo un eufórico abrazo de mi mejor amigo y es cuando recuerdo que estoy de cumpleaños.
Soy completamente legal.
—¡Apaga la vela! —dice más emocionado que yo. Le hago caso y una vez listo, me entrega el paquete que tenía en su otra mano—. Ten.
—Está hermoso... —Tomo el retrato entre mis manos y lo miro con detención— Gracias. Está muy lindo —dejo la foto de Mathias conmigo en mi mesita de noche y me vuelvo a acostar.
—¿Qué haces? —Me pregunta como si lo que hiciera estuviese mal.
—¿Volver a dormir? —No me deja ni cubrirme con las sábanas, cuando me las quita y me toma de la mano para levantarme otra vez.
—Ven, ve a darte un baño y alístate para tu celebraron de cumpleaños. Debemos ir por los demás —Asiento con pereza y salgo de mi habitación para dirigirme al cuarto de baño.
(...)
Una vez lista, bajo las escaleras y me dirijo hacia donde oigo unas voces hablar entusiasmadamente.
Apenas cruzo la puerta de la cocina mis padres se me acercan y dan un gran abrazo felicitándome por estar cada vez más anciana. Mamá como todos los años se queja de que estoy muy grande, y papá me recuerda que aún no lo soy suficientemente para tener novio. Mathias solo ríe.
—Emily, cariño. Solo tengo una pregunta para ti— dice mamá y la miro con señal de que continúe— ¿En qué momento entró Mathias? —Miro a mi mejor amigo para que dé la respuesta que ni yo sé.
—Por la ventana —Dice tranquilo como si fuese algo normal. Todos lo miramos y este se encoje de hombros para dar un largo sorbo a su zumo de piña para acabarlo por completo—. Bueno, creo que ya es hora de irnos.
Asiento y me despido de mis padres para ir en busca de mi bolso y dejarlo en el porta-maletas del carro de mi mejor amigo.
Luego de salir, nos dirigimos en busca de nuestros amigos. Todos me saludaron con mucha emoción, incluyendo a Tyler, quien me dio un gran abrazo y tierno beso en la mejilla, para entregarme un pequeño regalo.
Dos horas cantando, jugando, hablando e incluso bailando, fueron las necesarias para por fin llegar al campo de mi padre.
Cuando bajamos del carro estiramos nuestras piernas y los invito a todos a pasar a la pequeña casa para que dejaran sus bolsos en las respectivas habitaciones.
Mathias y Tyler en la que es mi habitación -la cual tenía dos camas en caso de visita- Y Kira, Sebas y yo, en la cama de mis padres, la cual es un poco más grande de lo que suelen ser las camas matrimoniales, por lo que caíamos perfectamente los tres.
Como llegamos alrededor de las 13hrs, mi mejor amigo encendió la parrilla para cocinar un gran trozo de carne, mientras que Sebastian me ayudaba a preparar el acompañamiento, que era una ensalada. Tyler y Kira encendieron los filtros de la piscina y activaron el agua para que cuando hayamos comido y reposado esté llena, y sacaron la mesa de la casa para comer al aire libre.
—Estaba delicioso —Dice mi amiga a lo que todos le dimos la razón.
—Opino que para bajar la comida, y que no nos dé un calambre, Emily debería abrir sus regalos —Quien habla ahora es el rubio. Todos asienten y voy en busca de la bolsa con sus obsequios.
Abro primero el de Kira, quien me regaló un set de hermosos esmaltes, Mathias un libro de "interiorismo" -que es la carrera que me gustaría estudiar-, Sebas un reproductor de música y finalmente tomo el pequeño paquete que me entregó Tyler.
Siento su mirada posada en mi cuando procedo a meter la mano en la bolsa y sacar un hermosísimo colgante de plata, con una luna menguante y en el centro un lobo con un lindo fondo color esmeralda.
Me encanto.
—¡Gracias, está muy lindo! ¿Cómo supiste que mi animal favorito era el lobo? —Cuestiono mirando la joya entre mis dedos.
—Eh... Intuición.
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