17. Motocicleta en la playa
Escucho la motocicleta de Tyler y tomo mi bolso con las llaves. Lanzó un grito de despedida hacia mis padres, para luego salir a encontrarme al chico con una linda chaqueta de mezclilla.
—¿Lista? —asiento y camino por la entrada de mi casa para acercarme donde estaba—. Ten.
Me extiende su casco -el mismo de la otra vez- y me lo coloco volviendo a sentir aquel exquisito aroma. El hace lo mismo con uno más grande y me hace una seña para que me siente detrás de él. Le hago caso y le encierro con mis brazos.
Arranca y comienzo con mis dedos a jugar con un botón de su chaqueta abierta.
Salimos del centro comercial y Kira marca a Sebastian para avisarle que ya nos íbamos a casa.
El frío viento me pega fuertemente al cuerpo, haciendo que me abrase a mí misma. Miro las estrellas y sonrío. Amo mirar el cielo nocturno.
Siento una tela gruesa en mis hombros y veo como Tyler me pone su chaqueta, quedando con sus fuertes brazos expuestos.
—No —hago un ademán en devolvérsela pero este la vuelve a poner en mí—. Te vas a enfermar por mi culpa.
—Tranquila, nunca me enfermo —Le doy una sonrisa agradecida y este me la devuelve.
Entramos a la carretera y es cuando el sol comienza a subir. Salimos tan temprano que este estaba recién viéndose, pero ahora ya se sentía el calor del ambiente.
Visualizo un terreno vacío que se utiliza para camping y me acuerdo de aquel fin de semana en el que vinimos a acampar con mis amigos.
Unos brazos me cargan y despierto observando el perfil de Tyler. Me acurruco más en su hombro y vuelvo a cerrar los ojos para sentir su delicioso aroma.
—Ya llegamos, bella durmiente —habla suavemente— No te quisimos despertar, pero al parecer lo hice de todos modos. Los demás están armando la tienda.
—Ya era hora de que despertara. Si quieres puedo caminar —ofrezco.
—No, está bien así.
Me aferro más al conductor y sonrió ante el recuerdo de estar entre sus brazos.
Levanto la vista y veo como Tyler entra a una carretera estrecha de tierra.
Me separo de él para admirar los árboles y miro hacia el frente para encontrarme con su nuca al aire libre, entre el casco y su camiseta.
—¡Basta, por favor! —suplico entre risas. Tyler me había tomado por sorpresa y no me dio tiempo de reaccionar ante sus cosquillas.
Se detiene y yo me retuerzo del pequeño dolor que apareció en mi abdomen por tanto reír.
Me pongo de pie, pero este es más rápido y me encierra en sus brazos haciendo que pierda el equilibrio aferrándome a él y entrelazando mis manos detrás de su nuca. Él apoya ambas manos en mi cintura y las cosquillas desaparecen.
Nuestras miradas chocan y se quedan en esa misma posición por un rato bastante largo.
—¿Es enserio? Me voy un segundo a buscar refrescos y ustedes hacen que cosas en mi habitación —Nos interrumpe Mathias.
Tyler me suelta y al mismo tiempo hago lo mismo. Estuve a punto de estrellarme contra el suelo pero Tyler me vuelve a tomar, esta vez por los brazos, y me pega a él de una manera bastante cómoda. Luego sonríe con su rostro tan cerca al mío, que hace que me estremezca. Me separo y me dirijo a tomar uno de los vasos que trajo mi mejor amigo.
Vuelvo a pegarme contra la firme espalda de Tyler y una tonta sonrisa se escapa de mis labios. Es hermosa la sensación que tengo cuando estoy con él.
Y luego de seis meses, por fin puedo confirmar algo que he estado dudando estas últimas semanas.
Me gusta Tyler.
Se sintió tan hermoso el viaje en aquellos momentos en donde Emily se pegaba a mi espalda y podía sentir su felicidad.
Detengo mi motocicleta frente a la pequeña playa que hay en el sector. Solía venir aquí con mi madre cuando pequeño, pero luego de su muerte volví muy pocas veces y preferí dejarlo, ya que me dolía un poco recordar los momentos con ella.
Consiste en una pequeña playa cerrada entre árboles que siempre está vacía, ya que es un poco complejo de llegar, pero que vale la pena. Es hermosa.
Me quito el casco y la chica se baja de la moto haciendo lo mismo, para luego peinar unos cabellos desordenados.
—Esta hermosísima la vista —Habla Emily acercándose al mar—. Y eso que no soy muy de playas.
Apago el motor y me dirijo hacia donde ella se había sentado en la arena, mirando hacia el horizonte.
Comienzo a quitarme los zapatos y a doblar mis jeans hasta más o menos por debajo de mis rodillas. Emily me mira mientras hago esto y entiende la referencia. Imita mi acción y se pone de pie para caminar juntos hacia la orilla.
La ola se acerca y yo dejo que moje mis pies, mientras que la chica corre de ella, haciendo que me ría.
Se ve tan tierna corriendo de una ola.
—¡Hey, no te rías! a estas horas de la mañana debe estar congelada.
—Ven y compruébalo —la reto y ella forma una línea con sus ojos de manera de enfrentamiento.
Se acerca de a poco hasta que toca el mar. Entra más o menos a la altura en la que yo estaba y se queda parada y me sonríe en forma de confirmación. Justo en ese momento, levanto mi pierna derecha y la vuelo a meter al agua de una manera intensa, para que salpique agua y así mojarla
Emily se queja y comienza a hacer lo mismo con un gran salto. Luego la imito dando un salto aún más fuerte y chapoteando más cantidad. Ella continúa pero con sus manos comienza a lanzarme el agua y yo hago lo mismo, hasta que se convirtió en una lucha de quien moja más a quien, mezclado de quejas y risas.
En el momento en que noté que estábamos sumamente empapados, me detengo y me lanzo hacia ella para encerrarla entre mis brazos y detenerla. Emily intenta zafarse, pero lo único que logra con sus movimientos es que ambos caigamos sumergidos entre las olas.
—Creo que debemos aprovechar el sol para secarnos —opino una vez que nos levantamos con todas nuestras ropas pegadas al cuerpo.
—Creo lo mismo. Vamos.
Salimos del mar y nos sentamos en la cálida arena de la playa. Estábamos tan cerca sentados uno al otro, que podía sentir el calor que emanaba su cuerpo.
Giro mi cabeza para mirar su perfil y la manera en que aprecia el hermoso paisaje que tenemos frente a nuestras narices.
Parece notarlo, ya que voltea y me mira a los ojos. Cosa que siempre me logra pone nervioso.
¿Sentirá lo mismo por mí, que yo por ella? ¿Se sentirá tan a gusto y feliz al estar conmigo? ¿Algún día podré decirle todo lo que siento? ¿Podremos tener algo, sin importar lo que realmente soy?
Muchas preguntas rondaban en mi mente, que no note el momento en que apoyó su cabeza en mi hombro.
Algo tiene esta chica que me dificulta el poder presentir sus emociones.
Nos quedamos así mirando el horizonte, hasta que de unas oscuras nubes precipitan fuertes gotas de agua.
—¡No! No me quiero enfermar —Se queja Emily y se pone de pie alterada.
—Creo que es hora de irnos, antes que el camino se llene de barro y sea más peligroso —asiente y nos dirigimos a la motocicleta. Saco de mi bolso la chaqueta de mezclilla que antes tenía puesta y se la tiendo—. Ten. Abrígate.
—¿Y tú? no puedes irte en camiseta —se niega.
—Estas tan desabrigada como yo. Aparte, ya te dije una vez que yo no me enfermo. Ten, hay que apurarse.
La acepta porque no le quedaba de otra y se la coloca para luego ponerse mi casco. Hago lo mismo con el de mi padre y nos subimos a la moto para comenzar nuestro regreso.
Emily me abraza y siento como la felicidad brota en mí. Creo que amo la sensación de tener sus brazos a mi rededor.
El viaje fue tranquilo hasta la casa de ella. Aparco la moto en el porche y la acompaño para despedirme.
Ya en su puerta, me invita a almorzar y para secarnos un poco, pero niego la invitación y decido volver a casa para no causar molestias.
—Gracias. A pesar de que apenas disfrutamos el sol, lo pasé genial —Habla Emily.
—Gracias a ti por aceptar mi invitación —le sonrío y me tiende la chaqueta. Me la coloco y siento el exquisito aroma que quedó de ella.
—Nos vemos. Adiós —Se despide y hago lo mismo.
Me despido y noto como ella espera a que desaparezca de su campo de visión para entrar a la calidez de su hogar.
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