13. Fútbol y celebración
Me subo al carro de Mathias a las 14hrs. Sé que el partido que jugará es a las 16hrs, pero el trayecto dura media hora y además, él debe practicar y calentar con su equipo una hora antes.
—¿Ansioso? —pregunto y este asiente con la vista en la carretera.
—Es mi primer partido del año, y muchos de los jugadores de último año que ya se graduaron, no están. Espero que todo salga bien.
—Yo sé que sí. Tú como capitán sabrás poner todo en orden para que anoten muchas veces —lo animo al ver su nerviosismo y poca fe— ¿¡Que equipo!?
—¿Lince? —dice en duda antes de soltar una carcajada contagiosa.
Llegamos y mi mejor amigo aparca en estacionamiento del instituto rival. Nos bajamos y caminamos por los pasillos hasta salir en un camarín que luego daba a la cancha de fútbol.
—Nos vemos. Suerte —El ingresa al camarín y yo me voy a sentar a las gradas que estaban vacías. Apenas había unas diez personas en todas estas, sumando las partes de ambos equipos. Me siento en primera fila.
Luego de un rato, la gente comienza a llegar y con ellos Kira, quien se sienta a mi lado con una playera azul como la mía. Amamos ver a nuestros amigos jugar. Lo hacemos desde que Mathias se inscribió hace 6 años y luego Sebas hace 2. Y ahora, también Tyler.
Los jugadores salen del camarín y el público aplaude con emoción. Primero sale el equipo amarillo, donde los hinchas de las gradas del frente se vuelven locos gritando, seguidos del equipo azul, donde yo al igual que las personas de mi lado y detrás mío comienzan a gritar también.
Primero veo a Mathias y su camiseta número 9, seguido de Sebastian con el número 17 y entre otros jugadores de la fila, aparece Tyler con el 25.
Tomo el brazo de Kira y miro la hora en su reloj de muñeca. 16hrs en punto. Suena el silbato y los jugadores que, anteriormente se habían posicionado, comienzan a pasarse el balón hasta comenzar con la tensión del juego.
Luego de 78 minutos de histeria pura, el marcador indica 2-3, ganando el equipo amarillo. Siento algo de lástima por Tyler por perder su primer partido.
—Hey, cambia la cara —me anima Kira— Todavía quedan 12 minutos, más el agregado —asiento y con máxima concentración, vuelvo la vista a la cancha.
La pelota corre por todo el espacio, Tyler le da un perfecto pase al número 2, luego de dar una impresionante carrera entre los amarillos y este se la entrega a Mathias para que meta el gol. Algunos de los rivales lo encierran y este tira el balón hacia atrás, para evitar perderlo.
Se lo devuelve al 2 para correr a un mejor ángulo y es cuando este se lo devuelve y un chico de camiseta amarilla empuja y hace una zancadilla a Mathias para que caiga y le entregue el balón.
—¡Eh!— grito y escucho como otros hinchas de las gradas hacen lo mismo.
No soy experta en fútbol, pero sé que si cometen una falta en aquella área es penal.
El árbitro toca el silbato indicando falta, luego de alegatos por parte de los amarillo, indica penal para nuestro instituto. Todos aplauden contentos.
El arquero se posiciona y colocan el balón en el punto blanco. Mathias pateará. Toda la cancha queda en completo silencio cuando este se posiciona detrás para patearlo.
—¡GOOOOL! —Suelto y doy un tremendo brinco antes de comenzar a gritar.
Todos saltan y aplauden felices del empate. Quedan 4 minutos, agregaran 2.
Tienen 6 minutos para definir victoria, empate o derrota.
Intensos cinco minutos pasaron para que solo reste el último. El definitivo.
Sebastian detiene con un cabezazo un balón que iba directo al arco. Creo que el ser tan alto le ayuda en eso de ser defensa. Lo entrega al número 21, quien le da un pase a Tyler. Este comienza a correr por la cancha pasando a todos y cada uno de los rivales amarillos que intentan quitársela.
—Lo siento— digo antes de presionar mis labios con los suyos.
Siento que se tensa un momento, pero luego se relaja. Con un suave movimiento, posa su mano en mi cintura e intenta juntar más nuestros labios, haciendo que se me escape un pequeño movimiento por parte de los míos. Sus labios son suaves y carnosos.
Una alegría se instala en mi pecho y, por un momento, me hubiese gustado que no hubiera sido un reto.
Me separo de él y lo miro directamente a los ojos. Sebastian dice algo que no logro entender y me giro hacia él. Luego entiendo que estaba molestando, así que me muevo de donde estaba y me dirijo a mi lugar. No sin antes mirar por última vez a Tyler y la tierna sonrisa que tenía en sus labios. Labios que acabo de besar.
Tyler mira desesperado a sus lados sin saber qué hacer. Estando tan cerca del arco, se detiene con el balón. Busca a alguien a quien pasársela pero no hay nadie cercano.
—¡Patea! —se oye que grita Mathias.
Tyler se gira y en un ágil movimiento, esquiva a un jugador y patea el objeto, el cual choca con la red blanca del arco.
El silbato suena con el fin del partido.
—¡Si! —Grita Kira moviéndome bruscamente. Yo solo miro el arco— ¡Ganó nuestro instituto, Emily! —la miro y comienzo a sentir la felicidad en mi cuerpo.
—Ganamos... ¡Ganamos! —Grito.
Todos en la grada azul saltan, gritan, cantan y se abrazan. Mientras que en la del frente se van todos cabezas abajo, decepcionados por el resultado.
Veo como Mathias corre a abrazar a Tyler y este se lo devuelve emocionado. Se ve que está muy feliz por la victoria y por su importante gol que marcó la diferencia.
Los jugadores se van a los camarines y Kira junto a mi nos vamos a la entrada del instituto para esperar a los chicos.
Luego de una hora sentadas fuera, comienzan a salir los jugadores y visualizo a mis tres amigos caminando juntos. Se ven muy felices.
Se acercan a nosotros y Mathias me abraza feliz, levantándome un poco del suelo.
—Emily, estoy contentísimo —dice aun abrazándome. Suelta el agarre y sonríe.
—Esto se merece una celebración —habla Sebastian frotando sus palmas con entusiasmo.
—Opino lo mismo —Decimos ambas al unísono.
—Sería genial —Agrega Tyler.
—Así será entonces —dice mi mejor amigo—. Conozco un lugar perfecto para esto. Vamos a mi carro, yo los llevo.
(...)
Mathias se detiene frente a un restaurant muy conocido por los jóvenes de la ciudad, ya que posee una pista de baile y un bar para tragos. Son las 19:30hrs según la radio, así que comenzaba a llenarse.
Aparca el auto y nos bajamos para ingresar al lugar y buscar una de las mesas con sofás.
Encontramos una en la esquina de la pista y nos vamos a sentar.
Kira, Mathias y yo en uno, mientras que Tyler y Sebastian en el del frente. En el medio, una mesa de vidrio negro a la altura de nuestras rodillas.
—Voy por los tragos, ¿Mojitos? —pregunta Kira y todos asentimos.
—El mío sin alcohol, debo manejar —Dice responsablemente Mi mejor amigo.
—Okey. Tres mojitos normales, uno sin alcohol para Mathias y uno suave para Emily.
—Me conoces bien —Le respondo a mi amiga con un guiño.
Luego de que Kira trajera los tragos y brindamos por la victoria de los chicos, nos vamos a la pista de baile para mover nuestros cuerpos y mezclarnos con las demás personas ahí.
Hacemos un pequeño círculo entre los cinco en un espacio vacío. Bailamos y cantamos con la música mientras reímos con los pasos ridículos que hacía Sebas.
Mientras reía alegremente, siento un brazo rodearme por la cintura y girarme hasta el dueño de él, para luego soltarme quedando frente a frente bailando, con una distancia prudente.
—¡Mathias! Casi me botas —Intento que me escuche entre el ruido.
—Lo lamento —dice con una sonrisa.
Mientras bailaba, mi mejor amigo me toma la mano y la eleva indicando que haga un giro. Lo hago y quedo mirando hacia los demás chicos. Mi mirada choca con la de Tyler, quien la sostiene por un momento antes de voltearla hacia un punto desconocido.
Nos volvemos a incluir al pequeño círculo improvisado y nos movemos durante unos quince minutos más antes de volver a nuestra mesa.
Pedimos otra ronda de tragos, conversamos un poco y nos decidimos a irnos, ya que eran las 3:00hrs y los chicos estaban cansados por las energías perdidas en la cancha.
Apenas atravieso la puerta siento como mis bellos se erizan con el frío aire nocturno. Me abrazo a mí misma y hago unos movimientos con mis hombros para intentar entrar en calor.
—¿Tienes frío? —Pregunta Tyler haciendo un ademán en quitarse la chaqueta.
—¿Qué? No, fue solo el cambio de temperatura. Adentro hacia bastante calor. Quédatela —Asiente y me sonríe.
—Amigos míos, les tengo una propuesta —habla Sebas mientras íbamos camino al carro. Todos lo miramos sin dejar de caminar y este procede a hablar—. ¿Quieren pasar a mi casa a hacer lo que sea?
—Por mi genial —dice Mathias subiéndose al asiento del piloto.
—Yo no puedo, debo estudiar para un examen —Se lamenta Kira abriendo la puerta de atrás e ingresando.
—Yo sí. Voy —agrego.
Ya todos arriba del carro, Sebastian le pregunta a Tyler. Este lo mira por el retrovisor.
—Lo siento Sebas, debo ir a ver a mamá.
—¿A estas horas de la madrugada? —Exclama Kira algo dudosa y aterrada.
—Sí, los cementerios de mi antiguo pueblo no son tan sombríos de noche como suelen ponerlos en las películas.
—¿Quieres que te lleve? —Le pregunta mi mejor amigo.
—No, tranquilo. Si quieres me dejas por aquí. Ya es bastante cerca de la carretera.
—¿Estás seguro? —Asiente—. Mmm, ok.
—Adiós chicos —se despide antes de bajar. Nos despedimos y esperamos un momento mientras lo veíamos como desaparecía por la neblina de la noche.
—Definitivamente este chico es medio raro —Habla Kira y todos la miramos mal—. ¿Qué? No es normal ir al cementerio de un pueblo, caminado y a estas horas.
Ignoramos sus comentarios y Mathias sintoniza una radio para matar el silencio del viaje.
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