45.Freedom
—¡Acelera imbécil que no llegamos!
—¡¿A quién putas se le ocurre ir a las afueras de la ciudad horas antes de su graduación?!
—¡Tenía que verla! ¿Qué iba a saber yo que hoy saldría?
—¡¿Y por qué carajos me arrastraste a esto?!
Horas antes...
Alison.
—¿Estás segura de que nos dará tiempo? —termino de arreglar mis cosas y me siento en el suelo con el móvil en altavoz.
—Anda que siii —repite Ale—. Son las ocho, la graduación es a las tres, si salgo ahora llegare en dos horas, dos más y tendremos tres para arreglarnos, pan comido.
Matemática hija, al menos le quedo algo en estos años de pasar de grado a costa mía.
—No es necesario que...
—Cierra la boca, me lo prometiste, estoy encendiendo el auto, más te vale estar lista.
Mi mejor amiga me cuelga y me quedo mirando el móvil con cara de meme.
Dedico las siguientes dos horas a recorrer los pasillos que muchas veces se me hicieron interminables, acabé en la sala de enfermeras donde tras compartir muchas palabras y abrazos me despedí al borde de las lágrimas de esas pacientes mujeres que merecían un premio solo por estar aquí.
Que en tres meses había visto tantas cosas en este lugar, solo de pensar que ellas permanecían aquí todo el año no se me hacia fácil, un lugar lleno de adolescentes locos, uff, ya sé que enfermera no quiero ser.
Marta, una enfermera de edad avanzada me ha regalado una camiseta que pone "Se que soy hermosa deja de joder" y me ha encantado, pienso en enviarle algo una vez instalada de vuelta en la ciudad.
Paso por algunas habitaciones en busca de caras familiares sin éxito, por último me dirigí a la caería en busca de mi último desayuno en este lugar.
Una chica morena y rizada esta parada en la puerta mirando hacia los lados.
—Eh monstruito ¿Qué se supone que planeas?
Se sobresalta al verme acercarme e ingresa corriendo a la cafetería, extrañada la sigo y al entrar al lugar, lo encuentro lleno de gente riendo y comiendo, el ambiente casi nunca era tan festivo aquí, con una amplia sonrisa me quedo mirando el enorme cartel con mi nombre que rezaba:
FELICIDADES LIA, NO TE QUEREMOS DE VUELTA.
La broma privada seguía dando gracia incluso después de haberlo visto cada vez que un paciente se marchaba, aunque las felicitaciones eran por mi graduación.
Era tiempo de volver a casa, dejaba atrás muchos recuerdos, buenos y malos, muchos momentos en los que creí perdería la cabeza y muchas anécdotas que recordaría para siempre. Antes pensaba que estaba bien con un círculo cerrado de amigos, que podía guardarme todo para mí y que los extraños no tenían que saber sobre mi vida.
Bueno, estos extraños llegaron a convertirse en otra familia para mí, esperaba que así como yo hoy estaría regresando a casa, ellos también encontraran su camino de vuelta pronto, me encontré con cada historia estando aquí. Más de uno estuvo a punto de tirar la toalla, yo incluida, pero permanecimos juntos. Ahora, con todos estos chicos aquí sabía que había mucho más que segundas oportunidades, habrían las necesarias para sobreponerse, liberar el pasado, disfrutar el presente y reescribir el futuro.
Dejaba a muchas personas hoy acá en Mountain, pero me iba con la esperanza de vivir un reencuentro con todos ellos y rememorar todo lo que aquí aprendimos.
El doctor Jacob me miro desde una esquina lejana, levantó su vaso de plástico en mi dirección, los chicos reían por algo que había dicho Micah, los mire y luego de vuelta al doctor, con una sonrisa le hice una reverencia con la cabeza en señal de gratitud. Nunca sería capaz de terminar de agradecer todo lo que hizo por mi o por mi tía en estos últimos tres meses.
Tyler.
Llegó el día, después de seis meses en un eterno suspense podía decir que lo logré, hoy me graduaría del instituto como uno de los chicos del cuadro de honor y me sentía orgulloso de que así fuera, ella había conseguido que todo esto fuera posible. Cuando se fue, dediqué todo mi empeño en mantener mis notas como ella las había dejado, he incluso mejorarlas, la sorprendería hoy cuando le mostrara mi reconocimiento honorifico.
Hacía aproximadamente tres semanas desde la última vez que hablé con ella y no estaba segura de si podría estar en la graduación, por lo que hoy, aún sin saber nada, decidí que si ella no venía a la graduación, yo llevaría la graduación hasta ella.
La mañana resulto tranquila, excepto por el extraño hecho de que, por mucho que intente no pude comunicarme con Jen o con el doctor Jacob, ellos eran las únicas conexiones que tenia con Alison, aparte del correo.
Lo único que no estaba en mis planes este día que anunciaba ser perfecto era que a mi hermosa camioneta se le pinchara una llanta, estaba vestido con un traje hecho a medida, no iba a ponerme a cambiarla en mitad de la nada, mire la hora, diez menos quince, aun me quedaba casi todo el camino de ida al fulano retiro y sin contar el viaje de regreso a la graduación.
Tuve que llamar a la única persona que podía salvarme en una situación como esta.
—¡Eh, Samuelacho!
Me colgó.
Marqué una vez más.
—Tienes treinta segundos.
—¿Ya te he dicho cuanto me gusta tu coche nuevo? Combina muchísimo con tu personalidad, es tan llama....
—Diez, nueve....
—Me quedé quedado tirado en mitad del camino a Mountain necesito que vengas por mí. —solté sin apenas respirar.
—¿Y por qué tendría que ir a rescatarte?
—¿Por nuestra maravillosa amistad?
—Voy a colgar.
—Haré lo que sea, seré tu esclavo, solo ven por mí, tengo que verla hoy, es el día más importante de mi vida y se lo debo a ella.
—Uh, no debiste decir lo que sea, voy por ti imbécil.
—En serio te amo her... —y colgó.
Una hora y media después, con Sammy ahí llamamos a una grúa y cuando mi bebe fue remolcada de vuelta a la ciudad, nos encaminamos rumbo al retiro.
—¡¿Qué haces?!
—Me quito la camisa. —la puse con cuidado en el asiento de atrás junto a nuestras togas de grado.
—¡¿Para qué?!
—Para no estar sudado cuando llegue, duh, tú no tuviste que esperar dos horas a la intemperie.
Casi daban la una cuando llegamos, era realmente tarde, sentía que no llegaríamos a tiempo a la graduación y Sam ya estaba poniendo su cara de mala leche.
Ingrese corriendo al lugar donde había estado solo una vez, no era un recuerdo muy memorable, Alison había tenido un mal día. Voy directo a su habitación y la encuentro vacía, su lado del cuarto estaba completamente pulcro y despejado, como si nunca hubiera estado ahí.
Una chica rubia con el pelo largo ingresa al cuarto y me mira de arriba abajo.
—¿Teagan o Alison? —cuestiona, abro la boca y ella suspira—. Alison, has llegado unas horas tarde, ya se ha ido.
—Disculpa ¿qué?
—Ya se fue, se esfumó, fue dada de alta, está curada, yeiii. —exclamó completamente inexpresiva, tanto que daba miedo, sus ojos claros irradiaban locura o tal vez exageraba un poco.
—¿Eres tu el imbécil arrogante?
—Me han llamado tantas cosas que...
—Si, lo eres.
Dio media vuelta y se marcho de la misma forma en que había venido.
Medio segundo me tomo cerrar la boca y darme cuenta de que Alison si iba a estar en nuestra graduación.
Mierda.
Si no corría ahora seria yo quien se la perdería.
Alison.
—¿No has sabido nada de ellos?
—No, han pasado casi cuatro horas desde el último mensaje de Sam y solo dijo que ayudaría a Tyler con algo.
Ale hace amago de morder sus uñas y le golpeo la palma recordándole que esmalte está fresco.
Faltaba menos de media hora para dar inicio al acto, Ale y yo dábamos los últimos retoques a nuestros atuendos antes de irnos.
Mi vestido era rosa, era lo más hermoso que había visto nunca, parecía sacado de un sueño, tan parecido a aquel que vi en el prado durante mi inconsciencia.
Ale iba de azul y se veía preciosa, su cabello había crecido y el contraste del maquillaje en sus ojos le dada una luz muy hermosa, como un ángel, lástima que es una pequeña demonio.
Suspire y abrí la puerta de mi armario para verme en mi espejo de cuerpo completo. Estaba un par de tonos más clara, en Mountain casi nunca salía de día, mis ojos libres de ojeras e hinchazón lucían un maquillaje perfecto, mis mejillas estaban llenas y de color rosa destacando mis pómulos, el cabello era una obra de arte, Ale se había superado, iba suelto pero rizado tan cuidadosamente que cada tirabuzón era una magnifica tira elasticada.
Sin ningún tipo de pretencioso podía decir que me veía hermosa.
—Estas...
—Lo sé y tu estas igual. —le aseguré.
—No lo puedo creer —murmuró al borde de las lágrimas—. Mierda no quiero llorar, no puedo creer que en serio estés aquí, es nuestra puta graduación.
Me reí sonoramente.
—Sí, es nuestra puta graduación.
Me abrazó y estuvimos aireándonos unos cuantos minutos para no llorar.
—Hora de disfrutar del mejor día de nuestras vidas.
—Vamos allá.
Tyler
—¡Acelera imbécil que no llegamos!
—¡¿A quién putas se le ocurre ir a las afueras de la ciudad horas antes de su graduación?!
—¡Tenía que verla! ¿Qué iba a saber yo que hoy saldría?
—¡¿Y por qué carajos me arrastraste a esto?!
—¡Por que fuiste la única persona en la que pensé!
—Lo pagaras caro Stevens.
—Blah blah blah.
Salto al asiento trasero donde comienzo a ponerme la toga de graduación a toda prisa, eran las dos con cincuenta y faltaban unos diez kilómetros para el letrero de bienvenidos.
Sammy esquiva unos cuantos autos y no puedo evitar sentirme en una entrega de rápidos y furiosos. La escuela está cada vez más cerca y mi corazón comienza a latir de forma regular por el alivio.
Pero como la vida en una desgraciada nos encontramos con una parada de tráfico milenaria, unos imbéciles recién graduados montaba una caravana justo en medio de la autopista, faltaban por lo menos cinco cuadras para llegar al instituto.
Sammy golpeó con fuerza el volante.
—¡Mierda! —Buscó su móvil y maldijo un poco más—. Está muerto, usa el tuyo idiota has algo, llama a las chicas.
Me palpo los bolsillos, del pantalón y del saco, alzo mi toga y hago el baile del toqueteo. Nada.
—Doble mierda.
—Lo dejaste en la camioneta ¿cierto? —dice pellizcando el puente de su nariz —. ¡¿Qué demonios hacemos ahora?!
Le aventé su toga, salí pitando del coche y grite lo único que se me ocurrió en el momento.
—¡Corre perra, corre!
Alison
—Puedes hacer esto, todo va estar bien recuerda a Alyah, somos nuestras propias limitaciones.
Hago a un lado mi cabello y encajo mi birrete en mi cabeza, salgo del baño del instituto y casi me doy de bruces al impactar contra un cuerpo.
—Vaya, pero mira quien ha vuelto de rarolandia ¿ya te has curado de la chalada cabeza?
—Tres meses y solo te sale eso, vamos Hannah, eso intimidaba en sexto grado, ahora si me permites, debo ir a dar el discurso de graduación a los estudiantes no poseen el coeficiente intelectual de una roca.
Fui directo a escenario ocupe el primero de los diez asientos correspondientes al cuadro de honor, fue un enorme alago que se me concediera este privilegio, si algo había hecho en aquel lugar a las afueras de la ciudad había sido estudiar, siempre un paso a delante, siempre a tiempo y lo más importante, siempre cumpliendo la promesa hecha a mis mejores amigos.
Era hora, todos estaban en sus lugares, padres, familiares, amigos, profesores y estudiantes. El acto comenzaba y solo había dos asientos vacíos, ambos correspondían a miembros del cuadro y uno de ellos era Sammy, supuse que el otro era de Tyler pues era la única otra persona que faltaba.
Busque entre la multitud pero no logre ver a ninguno, a mi lado Daniel susurro:
—Tranquila, no se perderán la graduación.
—No voluntariamente —murmuré.
Me salté todo el discurso del director, la cháchara sobre sus años de infancia y presté atención solo cuando invitó a subir a nuestro principal colaborador: Mi suegro en persona.
Dijo unas cuantas palabras ensayadas y con algo de fanfarria llamo a la voz representante de los graduados.
Es decir, yo.
Para mi sorpresa, en lugar de marcharse directo a su lugar se detuvo a estrechar mi mano y a decirme en voz baja.
—Me alegro que estés bien, mi hijo estará feliz, donde quiera que se haya metido ese cabezota.
Le sonreí y asentí en acuerdo, una sensación extraña se filtro en mi estómago al estar frente a toda esa gente, por todas partes veía a mis antiguos compañeros susurrarse cosas los unos a los otros, unas cuantas risas y muecas de lástima.
Lo de mi recaída se convirtió en algo de dominio público, junto a muchas otras cosas pero ya no importaba. Tomé una respiración profunda y con una sonrisa me dirigí al público.
—Compañeras y compañeros graduando...
Hasta aquí bien, solo que las puertas del establecimiento se abrieron de golpe y dos chicos entraron corriendo al lugar, el público entero estallo en carcajadas a ver las pintas de mi novio y mi mejor amigo, de pronto sentí que ya no tenía sentido relatar las palabras de un discurso prefabricado y me uní a las risas y el bullicio.
Cuando todo se calmo volví al micrófono y no pude dejar de sonreír.
—Todo sería tan sencillo si pudiéramos congelar aquí el tiempo...justo en medio de una carcajada, donde nada pueda herirnos, donde el pasado no nos encuentre, donde las inseguridades no nos opriman y nos llenen el pecho de malos pensamientos que nos oscurezcan el alma. Cada momento vivido hasta ahora, cada frase memorable, cada proyecto destacado, cada pelea, llanto, risa y desvelo, pasará a formar parte de un recuerdo, el recuerdo de la mejor época de nuestras vidas.
>> A medida que pase el tiempo nos diremos "pude haberlo hecho mejor" "pude haber dado más" y luego veremos que los momentos de nuestro último año como estudiantes de instituto serán siempre los mejores, porque disfrutamos de nuestros últimos instantes siendo niños, aprovechándolos antes de atravesar la barrera de la adultez.
>> Hoy día debemos estar orgullosos de haber sorteado cada paso del camino, de haber encontrado una mano junto a la cual caminar y unos brazos en quien confiar tu caída, porque así como hubieron extraordinarias subidas, también tuvimos descensos estrafalarios, triunfos desmedidos y errores garrafales...si lo sabré yo.
>> ¿Cuantos no quisiéramos detener el tiempo aquí? ¿Cuántos no hemos deseado volver atrás? pensado ¿qué pasaría si...? pero aquí estamos y pronto ya no estaremos, cada uno buscará el rumbo de lo que su destino dicte para él. No terminaré este discurso con una frase cliché de autofelicitación...o tal vez sí —río—. Justo ahora se me ha ocurrido pedirles un favor a todos...Esta noche, cuando la alegría de la celebración se los permita, me gustaría que tomen un espejo. Sí, un espejo; analicen sus imágenes con sus togas, birretes y diplomas.
>> Quiero que con todo su aplomo digan con fuerza mirándose a los ojos ¡Lo logramos!... solo entonces podremos ver quiénes somos realmente, ver la fiereza, el orgullo y la esperanza fluir. Todo...a través de los únicos ojos que realmente merecen felicitarte, todo frente a Tu Propio Reflejo.
El público entero estalló en aplausos.
Las manos fueron estrechadas, los diplomas entregados, las medallas puestas y las polaroid sacadas. Oficialmente estábamos graduados, no habría musical final, ni abrazos con la bully del instituto y estaba bien con eso.
Había tanta euforia bullendo en mi interior, sentía tanta paz, tanto sosiego.
Me adentre en el mar de gente y en un pestañeo me hallaba dando vueltas en el aire, en unos familiares brazos. De vuelta a la seguridad del suelo me perdí en unos maravillosos ojos del color del cielo.
Todo había cambiado...todo era mejor.
El cambio era bueno, comprender que somos capaces de evolucionar si nos lo proponemos, que es parte de la vida, de crecer, de descubrir quienes somos, que podemos soltar, que a nivel personal se cambia pero en esencia sigues siendo la misma persona en versión mejorada, entonces es cuando descubres la verdadera libertad.
Fin
Y yo que yo realmente quiero entenderes... ¿Por que estoy escribiendo esto a las dos de la mañana, sola en mitad de la sala y llorando a moco tendido?
No quiero extenderme así que los dejare leer el epilogo y nos leeremos en un momento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top