Cap 3. Reconciliación.

Un rayo de sol que entra por mi ventana me despierta. Abro un poco los ojos y me sorprendo cuando veo que me encuentro acurrucada en el pecho de Ross, que sigue dormido. Aparto su brazo, con el que me abraza, y me levanto con cuidado de no despertarlo. Salgo de mi habitación y voy directa a las escaleras. Antes de ni siquiera bajar el primer escalón una voz me llama.

-Lau- dice Nick con cara de dormido.

-Buenos días a ti también- le digo con sarcasmo.

-Sí, sí, lo que tú digas. Oye, ¿sabes dónde está Ross? No ha dormido en la habitación.

-Está en mi habitación, nos quedamos dormidos viendo una serie.

-¿Habéis dormido juntos?- cuestiona arqueando una ceja.

-Sí, ¿algún problema? ¿Es que acaso no puedo dormir con mi mejor amigo?- interrogo a la defensiva.

-No, no es eso. Solo que... no lo sé... ¿Abby lo sabe? Ya sabes... que dormís juntos- dice tratando de encontrar las palabras adecuadas.

-Primero: es la primera vez, desde que Ross vive con nosotros, que dormimos juntos. Y segundo: no, Abby no lo sabe y por el momento prefiero que sea así. Ayer discutieron y si se entera la pelea irá a peor. Así que tú- digo señalándole con el dedo- mantén la boca cerrada.

-Vale, como tú digas- dice mientras baja las escaleras, acción que imito.

Estoy desayunando con Nick delante cuando la puerta se abre y deja ver a un Ross despeinado y frotándose un ojo. Se nota que se acaba de despertar.

-Buenos días- dice con voz ronca. Se da cuenta y carraspea la garganta para aclarársela.

-Buenos días- decimos Nick y yo a la vez.

Ross se prepara su café y se sienta a mi lado. Se acerca a mi oído y me susurra:

-Necesito hablar contigo.

-Dime- digo inocentemente.

-A solas- aclara aun susurrando.

-Vale. ¿En mi habitación?

-Sí.

Cuándo se acaba su café deja la taza en el fregadero y nos dirigimos escaleras arriba. Noto la mirada de confusión de Nick mientras salgo de la cocina, pero no le doy importancia.

Ross y yo estamos sentados en mi sofá mirando por la ventana en silencio.

-Creo que voy a dejar a Abby- suelta cortando el silencio, sin apartar la mirada de la ventana.

-¿¡Qué?!- grito sorprendida.

-No grites que tu hermano te va a escuchar- dice hablando bajo.

-Me la suda que mi hermano me escuche. ¿Qué narices significa eso de que vas a dejar a Abby?

-La misma palabra lo dice. Vamos a dejar de ser novios- contesta obvio y recalcando la palabra.

-Ya sé lo que significa dejar, idiota. A lo que me refiero es, ¿por qué?

-Estoy harto de discutir como mínimo dos veces a la semana porque no es capaz de darse cuenta de que entre tú y yo NUNCA va a haber nada- dice, marcando la palabra.

Me duele. No sé por qué, pero ese comentario me duele. ¿Tan malo sería salir conmigo? Que yo no quiero salir con él ni nada, pero si fuera el caso, ¿sería tan malo? Creo que se ha dado cuenta de cómo me ha hecho sentir ese comentario porque enseguida añade:

-No lo tomes a mal. No habría nada de malo en salir contigo, eres una chica genial. Amable, simpática, graciosa... a lo que me refiero es que somos mejores amigos y ya está. Así estamos bien y ninguno de los dos siente nada por el otro, por eso nunca pasará nada- tiene razón, estamos bien como estamos y ninguno de los dos siente nada.

-Ross, no sé si deberías dejar a Abby- digo suavemente.- Os queréis y eso es lo importante.

-La confianza también lo es y parece que ella no confía en mí.

-Creo que en quien no tiene confianza es en mí- susurro para mí. Parece que no lo he dicho tan para mí, ya que me ha escuchado.

-¿Cómo que en la que no tiene confianza eres tú?- pregunta arqueando una ceja.

-Creo que piensa que soy yo la que se va a lanzar a tus brazos y te voy a comer la cabeza para que la dejes- digo bajando la mirada a mis manos.

-Pero si eres su mejor amiga, ¿por qué piensa tan mal de ti?

-No sé.

-¿No te duele qué diga eso?- pregunta incrédulo.

-No. Sé cómo es y que son los celos los que hablan. En el fondo me quiere- digo con una leve sonrisa.- Pero no cambiemos de tema. Creo que no deberías romper con ella, siempre que se ha puesto celosa discutís y soy yo la que habla calmadamente con ella. A lo mejor esta vez deberías ser tú.

-Puede que tengas razón.

-¿Solo puede?- digo en tono divertido. Él suelta una pequeña risa.

-Valeee, sí, tienes toda la razón- dice con una sonrisa divertida.

-Gracias. Ahora ve a hablar con ella- digo mientras lo levanto del sofá y lo empujo a la puerta.

**

-Espera, ¿ahora?

-Sí, ahora. Adiós, Ross- al sacarlo de mi habitación le cierro la puerta en la cara.- ¡Y no vuelvas hasta que hayas hablado con ella!- grito desde detrás de la puerta para que me escuche.

Mi plan para esta mañana de domingo es simple: DEBERES. Odio hacer los deberes, claro como todo el mundo. Cojo mi mochila, la cual he dejado al lado de la puerta y me voy a mi sofá. Me recuesto en este y saco lo necesario para hacer los deberes. Cuando saco todo reviso para saber que no me he dejado nada.

-Libro de mates sí. Bolis rojo, azul, verde y negro sí. Tipp-ex sí. Hoja sí. Calculadora sí. Pues lo tengo todo.

Antes de empezar enciendo mi teléfono y pongo algo de música. Me concentro mejor con música a mi alrededor. Me pongo a cantar mientras hago los ejercicios. No me considero una buena cantante, pero tanto Nick, como Ross, como Abby dicen que canto genial. No les creo.

-Pude sobrevivir a un mar sin viento
Pues supe conquistar tu piel
Y encontré un segundo aliento
Me hiciste un favor, me devolviste el miedo
Por fin tengo algo que perder
Si te vas y yo me quedo
Y todavía me arrepiento
De que no oyeras primero esta canción
Antes de armar tu argumento
Del que no pude escapar- canto mientras acabo un ejercicio. Solo me quedan 3.

Esta canción me encanta y últimamente estoy muy enganchada.

-Sabes bien que yo (sabes bien que yo)
Yo te salve de mil tormentas (Siempre me amaste aunque te mientas)
Pueden ser más, perdí la cuenta (Puedes salvarnos si lo intentas)
Pues mi pronóstico fue estar contigo, estar contigo
Y tú (solamente tú)
Si ya no hay sismo que te mueva (Si ya no hay nada que te mueva)
Intenta verme y ponte prueba (Serán tus ojos los que lluevan)
Pues tu pronóstico es estar conmigo
Estar conmigo- acabo la canción, "Mil tormentas" de Morat, a la vez que los ejercicios. Gracias a dios (expresión) solo tenía 4 ejercicios de mates, nada más.

Miro la hora en mi teléfono y veo que son las 13:30. Falta poco para la hora de comer así que decido recoger todos los libros y bajar a ver que están cocinando.

Cuando entro en la cocina el olor a arroz me invade y no puedo evitar que la boca se me haga agua. Tengo mucha hambre y todavía falta media hora para comer.

Estoy ayudando a mi madre a hacer la comida cuando escuchamos la puerta de la entrada cerrarse. Sé que es Ross, era el único que no estaba en casa.

-¡¿Hola?! ¡¿Lau?!- pregunta desde la entrada.

-¡En la cocina!- grito yo también.

-Hola- dice al entrar en la cocina.

-Hola, Ross. ¿Tienes hambre? La comida ya está casi lista- le dice mi madre.

-Sí, mucha. ¿Lau podemos hablar?- pregunta mirándome.

-Sí, claro- digo mirando a Ross.- Ahora vuelvo mamá- digo esta vez mirando a mi madre que está acabando de hacer la comida.

Salgo de la cocina y nos dirigimos al comedor.

-¿Y bien? ¿Qué tal ha ido la charla?- digo intrigada.

-Bien. Parece haber entrado en razón- dice feliz.- Me ha dicho que necesitaba oírlo de mis labios pero no en una discusión sino teniendo una conversación normal.

-Lo ves te dije que tenías que hablar con ella sin discutir- digo orgullosa.

-Tenías razón. Gracias. Que haría yo sin ti- dice y me abraza. Yo inmediatamente le correspondo el abrazo.

-¡A comer!- grita mi madre desde la cocina. Nos separamos y nos dirigimos a donde provienen los gritos.

Nos sentamos en la mesa en el mismo orden de siempre:

Papá
Nick———Yo
Mamá——–Ross

-Y bueno Lau me he enterado de que vas a tener un nuevo compañero en clase- dice mi madre rompiendo el silencio.

¿Pero como se ha enterado?

-Emm... sí. Algo me ha contado Abby.

¿Algo? Estuvo más de dos horas hablando de ese chico. Algo se queda corto.

-¿Cómo te has enterado?- pregunto curiosa.

-Fui a comprar esta mañana y me encontré con la madre del chico y me dijo que su hijo iría a tu instituto, así que irá a la misma clase que tú.

-¿Y cómo que has hablado con su madre?- pregunto confundida.

-Estaba en la misma cola para pagar y bueno una cosa llevo a la otra y comenzamos a hablar. Resulta que se acaban de mudar de...- mi madre se calla de golpe como si se hubiese dado cuenta de que no lo podía decir- emm... ahora mismo no me acuerdo del nombre del pueblo. Bueno en conclusión que se acaban de mudar a la casa de enfrente. Y su hijo irá al mismo instituto y a la misma clase que tú. ¿Qué bien, no?

-Emm... ¿sí? La verdad me da igual el chico nuevo- digo quitándole importancia.

-Bueno eso ya lo veremos- dice mi madre, pero no alcanzo a escucharla.

-¿Has dicho algo mamá?

-No, nada.

Asiento no muy convencida y continuó comiendo.

Cuando acabo de comer llevo mi plato al fregadero y salgo de la cocina para subir rápidamente a mi habitación y coger mi teléfono a ver si tengo algún mensaje. Y efectivamente tengo mensajes, tres, de Abby.

Abby: Hey😔

Abby: Siento haber desconfiado de ti. No tenía que haberlo hecho, lo siento mucho

Abby: Te quiero mucho, lo sabes?❤️

Leer esos mensajes me alegro y a la vez me hacen sentir mal porque sé que se siente culpable y no quiero que esté mal. Así que decido contestarle.

Lau: Hey

Lau: No pasa nada tía, son cosas que pasan. No te tortures

Lau: Sí, lo sé. Yo también te quiero muuuucho💜

Abby: Gracias por no enfadarte

Abby:💛

Lau: No hay que darlas💛

Abby: Damos una vuelta esta tarde?

Lau: Síííí

Abby: Genial pasaré por ti a las 17. Estate lista por favor. Que no te tenga que esperar como siempre

Lau: Oh vamos si te encanta esperarme así aprovechas para besarte con Ross

Abby: Eso es verdad😊

Lau:😂😂

Abby:😂😂

Lau: Bueno nos vemos esta tarde😘Te quiero💜

Abby: Chao😘 Y yo también❤️

Dejo mi móvil cargando para que tenga suficiente batería para esta tarde. Me levanto de la cama y me dirijo a mi armario a elegir que ponerme. Después de media hora, literal, por fin elijo que ponerme. Cojo la ropa y me voy al baño a ducharme. Pero cuando voy a abrir la puerta está no abre.

-Ocupado- dice Nick.

-Nick me tengo que duchar. Tengo prisa, Abby pasa por mí en una hora- digo.

-Pues voy para rato así que te fastidias- dice y parece alegre.

Solo hay un baño que tenga ducha/bañera aparte del baño de mis padres y el de invitado. Los cuales tenemos prohibido ducharnos. El de mis padres porque solo ellos pueden. Y el de invitados por si aparece una visita repentina para que no esté sucio.

Espero fuera del baño a que Nick salga del baño, cosa que no sucede. Falta solo media hora para que Abby llegue y yo todavía sin arreglar.

-Lau, Nick, Ross vamos a salir no tardaremos- dice mi padre desde la entrada.

Me asomo a la barandilla y digo:

-Vale, yo saldré con Abby. No sé si estaré para cuando volváis.

-Está bien. Ten cuidado. Adiós- dice mi madre para después salir por la puerta.

-Adiós- dice mi padre.

-Adiós- digo yo antes de que la puerta se cierre.

Se me acaba de ocurrir un plan. Bajo corriendo las escaleras y entro a la cocina. Voy directa a la puerta que da a la habitación de lavadora. Me dirijo al armario que hay en la pared y abro un cajón. Ahí están, las toallas. Cojo una para el pelo y otra para el cuerpo y cierro el cajón. Salgo de la habitación y de la cocina. Y corro escaleras arriba. Cuando acabo de subir las escaleras giro a la derecha y sin parar de correr recorro todo el pasillo. Abro la puerta de la habitación de invitados. Fijo mi mirada en la puerta del baño y sonrió. Entro al baño y enciendo la ducha. Para asegurarme que no me pillan he puesto el pestillo de la puerta tanto del baño como de la habitación. Tocó el agua y está ideal. Me meto y dejo que el agua caliente recorra todo mi cuerpo. Rápidamente, me enjabono el cuerpo y el pelo. Me aclaro entera y me pongo la mascarilla del pelo. Espero un minuto y me aclaro. Salgo de la ducha y miro mi móvil para comprobar si voy bien de tiempo. Pero no, no voy bien de tiempo. Me quedan 10 minutos. Rápidamente, me seco y me visto. He elegido un vestido de tirantes que se pega al cuerpo desde el pecho hasta la cintura y continúa con una falda de vuelo. Es color coral y sin ningún estampado. De calzado llevo unos botines negros no muy altos, de unos 5 cm. Después de vestirme limpio todo el baño a fondo para no dejar ningún rastro de que he estado aquí. Cuando acabo salgo corriendo en dirección al baño pequeño que hay al lado del grande donde Nick sigue encerrado. Suerte que deje aquí mi neceser. Saco mi cepillo de dientes y la pasta. Termino de lavar mis dientes y me peino. No tengo tiempo a secarme el pelo así que tendré que ir con el pelo mojado. No me maquillo, no soy muy de eso. Solo me maquillo para alguna fiesta o comida familiar. Cuando estoy lista mira la hora en mi teléfono y son las 16:58. Lo conseguí, lista antes de que llegue. Cojo un bolso blanco de mi habitación y meto la cartera y mi móvil dentro. Lo cuelgo de mi hombro y bajo las escaleras con cuidado de no caerme, ya que voy con los botines. Cuando llego a la entrada de las escaleras Ross sale de la cocina y me mira de arriba abajo.

-¿Qué tal estoy?- digo mientras giro sobre mí misma.

-E...estás... WOW- dice con los ojos abiertos como platos. Y yo suelto una risita.

-Me tomaré eso como un bien- digo riendo.

-Bien se queda corto. Estás preciosa, pequeña- dice volviendo a mirarme de arriba abajo.

Bajo la mirada y noto como me sonrojo. No sé por qué me sonrojo no es la primera vez que me dice que estoy preciosa. El timbre suena y abro la puerta que se encuentra a mi lado.

-Hol...wow. Estás guapísima- dice mi mejor amiga.

-Gracias tú también estás preciosa- le digo sonriéndole.

-Mis dos chicas son las más preciosas del mundo- dice Ross a nuestra espalda. Abby y yo nos miramos y luego lo miramos a él entrecerrando los ojos.- ¿Muy cursi, no?

-Sí- decimos Abby y yo a la vez. Los tres reímos.

-¿Nos vamos?- le digo a mi amiga.

-Claro, pero espera un momento- me dice mientras se acerca a Ross para luego besarle.

No sé cuanto llevan besándose, pero a este ritmo me voy a volver vieja.

-Oye, que estoy aquí - les digo y se separan.- ¡Aleluya! ¡Vámonos!

-Adiós, cariño- le dice Ross a Abby y le da un casto beso.

-Adiós, amor- le dice ella a él.

-Adiós, pequeña- me dice mientras me besa la frente.- Pasároslo bien.

-Adiós, Rossy- le digo mientras abro la puerta y Abby sale.

-¡Que no me llames Rossy!- dice mientras cierro la puerta desde fuera.

Primero fuimos al centro comercial que está a media hora andando desde mi casa. A las dos horas ya habíamos entrado a todas las tiendas. Decidimos ir a comer un helado a la mejor heladería de la ciudad Passione Gelato que estaba a media hora del centro comercial. Abby se pidió el helado de chocolate y yo de nata. Nos los comimos sentadas en el césped de un parque cercano mientras hablábamos. Cuando nos los acabamos eran las 20:30 y yo tenía que estar en mi casa a las 21. Lo malo era que hasta mi casa había una hora.

Salimos corriendo del parque en dirección a mi casa. Y aquí estoy corriendo. Faltan 5 minutos para las 21. Y estoy a diez minutos andando. Me despido de Abby, ya que su casa está en la otra dirección y vuelvo a correr. Corro y corro sin importarme quien me viera. Iba con los botines, pero en ningún momento pisé mal. Corrijo en ningún momento hasta ahora. El tacón me ha fallado y me he torcido el tobillo. Paro 10 segundo y decido seguir corriendo. Duele pero me aguanto. Cuando llego a mi casa son las 21 en punto. Abro la puerta y las luces están apagadas, al menos las de la entrada y el comedor. Le doy al interruptor antes de entrar. Entro y cierro la puerta tras de mí. Dejo mi bolso en el armario de la entrada. Rápidamente, me quito los botines no podía más con ellos, mis pies me están matando. Entro en la cocina con la idea de coger una bolsa de guisantes del congelador para mi tobillo, pero al entrar me sorprendo al ver a todos sentados con la mesa puesta. Me estaban esperando para cenar.

-Hola, he llegado a tiempo, ¿no?- pregunto no muy segura de si debería haber hablado.

-Sí cariño, tranquila acabamos de poner la mesa. Siéntate- dice mi madre con una sonrisa.

Voy hasta mi sitio, durante el camino siento el dolor en mi tobillo, pero intento que no se me note. Si mis padres se dan cuenta de que me pasa algo en el tobillo preguntarán y les tendré que contar que tuve que venir corriendo porque estaba a una hora de casa cuando faltaba media hora para que fuera la hora de estar en casa. Y me darían una charla de responsabilidad, madurez y bla bla bla. Así que mejor que no se den cuenta. Me siento y me dispongo a cenar. Durante toda la cena hay silencio. Yo ya hace 5 minutos que he acabado, pero el resto sigue cenando. Debería coger mi plato y dejarlo en el fregadero como siempre, pero tengo miedo de que se den cuenta de lo de mi pie así que espero a que mis padres se vayan. Cuando los dos se despiden de nosotros me levanto y cojeando me dirijo a la nevera. La parte de abajo de la nevera es congelador y ahí están las bolsas de guisantes congelados.

-¿Por qué cojeas?- pregunta Nick.

-He venido corriendo y poco antes de llegar me he torcido el tobillo- digo restándole importancia.

-¡¿Qué has venido corriendo con tacones?!- dice Ross con los ojos abiertos como platos. Yo ya he cogido la bolsa de guisantes y voy a la silla para sentarme.

-Sí, no tenía otra opción. Estaba a una hora de casa y solo tenía media hora para llegar. Era eso o me castigaban y no sé tú, pero yo no quiero estar castigada- digo mientras me siento en la silla y acercó otra para poner el pie. Pongo la bolsa encima del tobillo ahora hinchado.

-Madre mía, estás como una cabra- dice Nick riendo.

-A mí no me hace gracia no puedo caminar sin que me duela- digo mosqueada.

Nick se ríe aún más.

Después de estar como diez minutos con la bolsa decido que ya es hora de volverla a poner en el congelador. Me levanto y camino hacia la nevera. Me cuesta camina, ya que no siento el tobillo debido a que he perdido el sentido por el frío. Me vuelvo a sentar en la silla y espero a que se me descongele el tobillo, por así decirlo. Después de otros diez minutos vuelvo a sentirlo. Son las 22:30.

-Me voy a mi habitación- digo y me pongo de pie.

Al caminar siento que el dolor ha vuelto. El frío no ha hecho efecto. Antes no he tenido dolor porque no sentía el tobillo, por el frío, pero ahora que lo vuelvo a sentir el dolor ha vuelto. Casi no puedo caminar. Ross parece notarlo, ya que se levanta y pasa uno de mis brazos por sus hombros.

-Vamos te ayudo a subir- dice preocupado.

-Gracias- digo y le doy un beso en la mejilla.

Con cuidado me ayuda a subir las escaleras y a llevarme a mi habitación. Me recuesto en mi cama.

-¿Me haces un favor?- le pido a Ross y le pongo cara de cachorrito.

-Sí, y no hace falta que pongas esa cara- dice y suelta una pequeña risa.

-Era para asegurarme que me ayudarías, sé que no te resistes a esa carita- digo riendo.- Bueno, volviendo al favor, me acercas el libro de la mesita de al lado del sofá, pliis.

Él se agacha y coge el libro que me estoy leyendo, el de "La ladrona de libros". Cuando lo coge lo mira y me lo da.

-Gracias- le digo y le dedico una sonrisa.

-No hay de que- dice y me devuelve la sonrisa.- Bueno yo me voy a dormir. Y tú deberías hacer lo mismo.

-Leo un rato y me acuesto, lo prometo.

-Espero que ese rato no sea hasta las 3 de la mañana como siempre- dice y se ríe. Yo también me rio.

-Está vez no pasará. Estoy muy cansada de correr.

-Vale. Descansa pequeña- dice y me besa la frente para luego dirigirse a la puerta.

Cuando llega a la puerta se gira y me dice:

-Buenas noches, Lau.

-Buenas noches, Ross.

Cierra la puerta y me dispongo a leer. Cuando llevo tres cuartos de hora leyendo los párpados se me empiezan a cerrar así que decido poner el punto de libro y cerrarlo. Lo dejo en mi mesita de noche. Y con mi pijama de Mickey Mouse, que me he puesto antes de leer, me meto entre las sábanas. Apago la lámpara de mi mesita de noche y me dispongo a dormir. Mientras me intento dormir me acuerdo de que mañana llega el chico nuevo a mi clase. Y su rostro familiar se me viene a la mente. Intentando adivinar por qué me es tan familiar me quedo dormida.

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