Capítulo 18: Infiltrado
En la sala de reunión de la agencia, Shoto esperaba pacientemente sentado en una de las sillas mientras Bakugo paseaba impaciente de un lado a otro de la sala. Poco sabían de cómo iban a infiltrar a Deku, pero sí sabían lo más importante: Kirishima iba a ser la víctima de su comportamiento delictivo para conseguir meterlo en la banda de forma rápida.
— ¿Por qué no vienen de una maldita vez a decirnos algo?
— Porque aún estarán llevando a cabo el plan.
— Llevan mucho rato.
— Convertir a un héroe en villano no les va a resultar fácil.
— Deku va de infiltrado, hasta lleva otro traje ocultando su identidad, no deberían relacionarle con los héroes.
— Aun así, es un villano nuevo, las bandas ya formadas no confiarán en él de la noche a la mañana. Tendrá que ganarse el lugar y un nombre. Es muy posible que durante un tiempo le estén facilitando noticias a la prensa de cosas que supuestamente haya hecho para que los villanos le busquen y quieran reclutarle.
— Nosotros podríamos haberles ayudado en un momento a crearle una reputación de villano.
— Esas cosas llevan su tiempo. Esto sólo es el inicio.
Shoto observó a su compañero. Era gracioso verlo como un niño de ocho años caminando por todos lados con impaciencia y ese rostro cabreado. Desde que se enteró que Kirishima iba a tener que llevar chaleco antibalas y, gracias a su habilidad, endurecerse tanto como para soportar los ataques de Deku, a Bakugo le preocupó. Era el mejor héroe para soportar esos golpes, todos lo sabían y podía fingir perfectamente que le habían herido de gravedad, pero aun así, no dejaba de preocupar a los de su alrededor.
— Él estará bien – susurró Shoto.
— Lo sé. Hablamos de Kirishima, es capaz de aguantar todo lo que le hagan, estoy convencido de ello pero...
— Sólo aguantará una pelea con Deku disfrazado de villano y fingirá caer gravemente herido. No habrá problema, luego las noticias harán el resto.
Por un instante, Bakugo miró a su compañero. Pese a haber sido convertido en chica, no había perdido esa mirada de dudas y miedo, la mirada de un niño inocente. Sabía exactamente por lo que estaba pasando en este momento y no sólo eso, lo que pasaría de aquí en adelante.
— ¿Cómo lo llevas tú? – preguntó Bakugo.
— Ni idea, no tengo ni idea de cómo llevarlo – sonrió con cierto toque de dudas –. Desde hoy, Izuku no va a poder venir a casa, va a tener que mantenerse a distancia de la familia, de todo el mundo que conozca, por si esos villanos le siguen y acaban descubriendo su verdad o bueno... para evitar que puedan acercarse a sus seres queridos en caso de ser descubierto.
— Y eso va a ser un rollo. Sois como el velcro, nunca os separáis. Me parece hasta extraño que no vayáis al baño juntos.
— ¿Quién dice que no lo hacemos? – bromeó Shoto lo cual dejó perplejo unos segundos a Bakugo, luego sonrió al darse cuenta de que era una broma –. Sólo nos separamos para trabajar.
— Ese nerd te quiere, en realidad, diría que te adora. Desde la primera vez que te vio, fue como si sólo pensase en querer salvarte de esa amargura que te traías encima – sonrió Bakugo haciendo sonreír a Shoto.
— Sí, así es Izuku, siempre queriendo salvar a todo el mundo. Estuve a punto de romper con él – recordó Shoto – en realidad lo hice, rompí con él porque creía que él no sentía lo mismo que yo, que sólo estaba conmigo por lástima.
— Le conocías poco. Izuku no hace nada que no quiera hacer. Él te quería, sólo que es muy atolondrado en muchas ocasiones. Ya sabes que es un nerd – rió Bakugo –. De querer romper a casaros... quién lo diría.
— Se lo dije a mi padre, que nos habíamos casado – especificó Shoto.
— ¿Y cómo se lo tomó?
— Bueno... intentó aparentar que no le importaba pero creo que sí le importa. Quería asistir a una ceremonia y no hicimos ninguna.
— Os obligará a hacer una.
— Seguramente – sonrió Shoto – estoy convencido de que me dará vacaciones cuando Izuku acabe con todo esto, con su infiltración y cuando recuperemos nuestra normalidad.
— Entonces apúntame con acompañante para vuestra boda oficial.
— La oficial ya la hicimos – sonrió Shoto – pero acepto lo de tu acompañante en la ceremonia que nos toque organizar para la familia y amigos.
La puerta de la sala de espera de la agencia se abrió súbitamente y ambos chicos miraron de inmediato hacia ella para ver quién entraría. Era Endeavor, tres o cuatro héroes más y sobre todo... el héroe del día: Kirishima.
Bakugo le observó desde cierta distancia. Él era poco sentimental y por más ganas que tuviera de abalanzarse sobre él y besar a su novio, después de toda la preocupación que había estado oprimiendo su pecho, simplemente, Bakugo esperó en la posición en la que estaba e hizo lo que siempre hacía en esos casos: bromear y maldecir. Ésa era su forma de mostrar su cariño.
— Te han dado una buena.
— Tú nunca cambiarás – susurró Kirishima al escuchar a su novio.
— Mira cómo te han dejado.
Todos observaron a Kirishima lleno de moratones por todos lados mientras se quitaba el chaleco antibalas de debajo del uniforme que le habían obligado a ponerse.
— Es maquillaje, imbécil – se quejó Kirishima –. Por si no te has dado cuenta, puedo endurecer todo mi cuerpo, no tengo ni un moratón y tampoco me habría hecho falta el chaleco antibalas este, ya se lo dije pero me han obligado a ponérmelo "por seguridad" – se quejó haciendo un gesto con sus manos como si pusiera las comillas a esa palabra –. Ahora faltará filtrar la información falsa a las noticias y empezar a inventarnos una buena carrera delictiva para Deku.
— ¿Estará bien? – preguntó Shoto hacia su padre.
— Sí. Tiene una habitación en un motel de las afueras de la ciudad. Lo paga la agencia, por supuesto, y además, tenemos cámaras por todo el recinto. Estará vigilado en todo momento y él sabe cómo contactarnos si tiene problemas.
— Pero está solo allí – recriminó Shoto.
— Debe ser así. Sin micrófonos, sin cámaras, sin teléfono conectado a nosotros, ya lo sabes. Infiltrado hasta el fondo. Si descubren que tiene algún contacto con un héroe, sea quien sea, estará perdido – explicó Endeavor a su hijo.
— Si entiendo todo eso pero...
— Siempre habrá alguien vigilando las cámaras de seguridad del lugar. Veremos si sale, a dónde va... todo. Le hemos proporcionado una moto y lleva un gps. Sabremos por dónde va a moverse, te lo aseguro. Vamos a tenerle vigilado en todo momento.
— Más que vigilado, preferiría que lo mantuvierais localizado y a salvo – dijo Shoto sin más.
— Lo haremos.
***
Mirando a todos lados, Izuku llegó finalmente al motel donde le habían pagado la estancia. Sacó las llaves del bolsillo y miró hacia una de las cámaras de seguridad del motel. Seguramente sus compañeros, alguno de esos héroes, estaría viendo las cámaras y comprobando que él había llegado al lugar. Abrió la puerta y tras mirar una vez más a todos lados, entró en su cuarto y cerró la puerta junto a las persianas.
Con un par de dedos movió la cortina de la habitación que había cerrado y revisó fuera. Todo parecía estar solitario. Se apartó de las ventanas y se quitó los guantes para después deshacerse de ese nuevo traje que le habían ofrecido y que cubría su identidad por completo.
El teléfono de la habitación se encontraba sobre la mesilla, pero la tentación de llamar a casa era sólo suya. Izuku sonrió. Claro que se moría de ganas de decirle que estaba bien, pero no podía llamar a casa, no podía contactar con Shoto y eso sería lo más duro de todo durante el tiempo que estaría infiltrado.
Quizá tendría que esperar unas semanas por lo menos hasta que algún villano fuera a buscarle en un intento por reclutarle. Iba a perder algo de tiempo, pero mientras tanto, mientras dejaba trabajar a sus compañeros y todos le construían una buena carrera delictiva y lo anunciaban por los medios, él empezaría a moverse por los alrededores y ver qué información podía ir sacando por el momento.
Para quitarse de la mente esa loca idea de contactar con Shoto y contarle todo, decirle que estaba bien al menos para que no se preocupase, prefirió irse a la ducha. Necesitaba desconectar de aquel ajetreo de día.
Esto iba a ser una locura, pero recordar sus últimos días con Shoto, sobre todo el sexo... había sido fantástico. Sabía que tenía el mejor esposo de todos esperando por él y precisamente por él... era por lo que estaba haciendo todo esto. Iba a pillar a ese tipo como fuera y arreglar todo ese problema. Costase lo que costase.
***
Abrió la puerta de su cuarto y miró la cama de matrimonio vacía. La cama estaba hecha y la oscuridad fue sustituida por la luz de la lámpara cuando Shoto pulsó el interruptor, pero aun así, ni siquiera entró. Shoto permaneció en la entrada, con su hombro apoyado contra el marco de la puerta mirando aquella habitación que durante semanas... estaría vacía. Esa misión de infiltración podría durar días, semanas, meses... nadie podía saber un tiempo exacto para encontrar a ese villano. Ni siquiera él había hecho una locura semejante y saber que ahora su esposo estaba en algún lugar de la ciudad, solo, intentando infiltrarse en organizaciones que pondría la piel de gallina a más de un héroe, le destrozaba en preocupación.
Salió del cuarto y se sentó en el sofá del salón observando a los perros en sus respectivas camas. Ellos también parecían notar la ausencia de uno más de la familia. Izuku era quien generalmente los sacaba por las mañanas, ahora él se ocuparía de todo. La realidad era que la casa se le hacía todo un mundo.
Él nunca había sido bueno en las tareas del hogar y fue con Deku con quien aprendió algunas cosas. La primera vez que puso una lavadora, por poco se inundan en espuma y Deku, en vez de cabrearse, se echó a reír y le ayudó a recoger y limpiar todo.
— Sabía que estarías por aquí – escuchó a Bakugo en el pasillo –. ¿Preocupado?
— Sí, claro que sí. No me gusta nada este dichoso plan ni ver la cama vacía por a saber cuánto tiempo. No estoy acostumbrado a llegar a casa y saber que Izuku no vendrá.
— Lleváis mucho tiempo viviendo juntos. Será difícil acostumbrarte ahora de nuevo a cierta soledad.
— Nunca me gustó la soledad – dijo Shoto.
— Lo sé. Creo que a nadie nos gusta pero... ahora mismo lo único que podemos hacer para que ese nerd esté a salvo es mantenernos a cierta distancia y no destapar su tapadera.
— Sí, ya sé, sin contacto alguno. Pero pese a saber que es lo que hay que hacer y que eso lo mantiene a salvo, no es fácil reprimir las ganas de ir a ese motel y sacarlo de todo esto.
— Me imagino. Si hubiera sido Kirishima, quizá no le habría dejado hacerlo.
— ¿Sólo quizá? – sonrió Shoto.
— Es posible que me hubiera ofuscado bastante más de lo que tú lo has hecho.
— Supongo que tendría que ir a intentar dormir algo. Mañana tendré que madrugar para prepararte el desayuno y acompañarte a clase.
¡Blanco! Así se puso Bakugo al escuchar esa frase. Odiaba tener que ir a clases, pero había algo que odiaba mucho más: la comida de Shoto.
— No, gracias, ya cocinaré yo mientras esté aquí.
— Tú no vas a cocinar siempre. Eres un niño de ocho años.
— Y tú un muy mal cocinero. Si quieres, puedes supervisarme mientras cocino, pero no pienso comer nada que venga de ti, es horrible. Hasta tu hermana se quedaría horrorizada de ver cómo cortas las cebollas.
Ambos sonrieron sabiendo que era cierto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top