Capítulo 6

Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.

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Fue mitad felicidad y mitad agonía en lo que duró el trayecto de regreso a Londres.

Loki por un lado iba con miedo a desfallecer de cansancio y por el otro, lo desbordaba la alegría de saberse el centro de atención del señor Odinson. Esto era algo que se había dado durante todo el viaje y estancia en el campo. Tal vez había sido el mes más feliz en la vida de Loki, por muy triste que esto llegara a sonar.

Estaba impresionado por lo mucho que había llegado a conocer de su anfitrión en esos días. Thor, al contrario de él, era como un libro abierto al que no le daba miedo contar lo que había vivido y sentido. Era libre en toda la extensión de la palabra.

Durante algunos días habían sido visitados por unos amigos suyos que también habían decidido pasar un rato lejos del ajetreo de la ciudad y sin duda alguna, Thor había sido el más destacado de ellos, en cuanto a deportes físicos, realizados como parte del entretenimiento de los burgueses, se trataba.

Habían dado caza a unos cuantos zorros y conejos que habitaban en la gran extensión de tierra que era propiedad de Thor. Ver a los perros, con los que Thrud y él habían estado jugando días antes, con el hocico lleno de sangre, lo había descolocado un poco, pero se había recobrado de inmediato al ver que aquellos animales no atacaban a quienes ya reconocían como sus amigos.

Al final de ese día, cuando el resto de la familia Odinson ya se había retirado para dejar a los hombres hablar sobre política y negocios; un tal Lord Gray había intentado acercarse al menor, debido a que le había resultado curioso el hecho de que este siendo un sirviente permaneciera en la velada. El hombre acabó casi queriendo matar al mocoso por haberle hablado de su poca valía como hombre al explotar a gente inocente.

Thor tuvo que intervenir y Loki flipó por lo carismático que podía llegar a ser este, al lograr parar a un hombre en su deseo casi asesino, únicamente con unas cuantas bromas y palabras enrevesadas. El casi pleito, o golpiza, paró ahí, e incluso los demás aceptaron que el de ojos verdes permaneciera en la borrachera con ellos, dado que esto era un deseo del rubio y los demás lo seguían sin rechistar.

Al principio creyó que tales actos eran premeditados por su anfitrión, únicamente en un acto de control de la situación, pero luego cayó en la cuenta de que era algo que meramente le salía natural, siendo tal liderazgo inherente a su personalidad cándida y bonachona. Él era él mismo sin temor a las represalias: si quería reír, reía; si quería hartarse de comida, lo hacía; si quería expresar una idea sobre lo mal que se trataba a la prole, lo decía. Tal expresividad y transparencia en sus actos era algo espléndido de ver ya fuera en un burgués, aristócrata o asalariado.

A Loki se le ocurrió que quizá era por eso por lo que todos querían estar cerca de él. Y es que no sólo sus palabras eran de boca para afuera, sino que por las felicitaciones o abucheos hechos por sus amigos, el menor había deducido que el rubio ya había implementado tales soluciones para la mejoría de sus empleados en la realidad.

Había entendido por qué las demás personas que le servían, tanto los de la mansión en Londres como en el palacete, lo defendían tan asiduamente. Aquel hombre era algo para admirar e imitar. Era amigo no sólo de sus amigos, sino también intentaba serlo de sus empleados.

—¿Desde cuándo eres así?

—¿Guapo y galante?

Involuntariamente Loki sonrió, pero bajó la mirada para que su interlocutor no pudiera notar que le había parecido gracioso su vago intento de chiste. Siempre hacia eso, el sacar una broma por donde no la había, siendo esa una forma de aligerar el ambiente serio que a veces imperaba.

—Me refería a esos principios morales tuyos que no te permiten siquiera abofetearnos un poco —le aclaró con una sonrisa de lado en el rostro, que más que una manera de darle a entender que prosiguieran con su intercambio animoso, parecía una provocación.

—No siempre fui así, aunque para serte franco dudo que alguien que ha pasado por lo que tú se admire de lo que aprendí, a diferencia de mis amigos que no han vivido nada similar. —Se encogió de hombros, pero Loki insistió—. Te vas reír, lo cual no me inquieta, pero temo que tu opinión de mí cambie un poco.

—¿Por qué te importaría lo que piense de ti un muerto de hambre que vive de tu caridad? —acentuó más su sonrisa y Thor resopló, no entendía por qué Loki siempre se afanaba tanto en usar el sarcasmo, ¿quizá era un método de autodefensa en el cual se sentía protegido de todo daño emocional? Entonces no era tan seguro de sí mismo como aparentaba.

—Bien. Ruégale a Dios que no te caigas del caballo del aburrimiento.

Si eso era lo que quería, se lo contaría.

...............

Una misiva de Lady Sophie la esperaba para el momento en que Sif puso un pie en su casa. Claro que le dio prioridad a desempacar y a ver en qué estado se encontraba su hogar antes de dedicarse a leerla, en principio porque ya sabía lo que esta decía y por otra parte, porque presentía la que se le iba a armar entre sus amigas cuando les contara de Loki.

Siempre se había sentido como un pez fuera del agua en compañía de mujeres. No es que no le agradaran sino que simplemente no se sentía cómoda con ellas, pues los chismes que estas repartían a diestra y siniestra no le causaban ni la menor emoción o excitación como a las demás.

Además de que en parte, se lo atribuía al hecho de haber interactuado toda su infancia con sus dos hermanos mayores, lo que no había durado mucho, pues su madre pronto le habló de sus próximos cambios a señorita y sobre cómo era que debía comportarse como una, adaptándose a su condición de ser inferior dentro de la sociedad.

La reunión, previamente avisada en la carta, para tomar el té con Lady Sophie, quien obviamente había venido acompañada por su sequito a su casa, había transcurrido sin ninguna sorpresa en absoluto: Sophie le había preguntado qué tal le había ido en su viaje, habían hablado sobre una nueva moda en los sombreros parisinos, Virginia se había quejado de sus sirvientes, Emily de sus cinco hijos, Juliete le había vuelto a preguntar por qué no tenía más vástagos y de todo eso lo único que le había intrigado era el brote de tuberculosis que estaba habiendo entre los obreros.

—¿Quieres decir que ya ha habido más de dos fábricas con el brote?

—Sí cariño, pero no deberías preocuparte, después de todo hay más de donde salió esa gente. Estoy segura de que nuestros maridos ya se ocuparan de arreglar ese retraso en nuestra economía —explicó Virginia, a lo que las demás asintieron.

—Por quien deberíamos angustiarnos es por la hija de Marianne, que acaba de fallecer por falta de aire de su corsé. —Todas bajaron la cabeza en señal de respeto cuando Emily mencionó a la difunta.

Sif estaba que sacaba chispas. Por supuesto que le apenaba la pobre niña, después de todo era común que algunas señoritas acabaran muertas porque no soportaban lo tirante de su corsé, pero aquellas pobres e inocentes almas de las fábricas eran igual de dignas de merecer su compasión.

Sin embargo no dijo nada. No por falta de ganas, dado que si algo había aprendido de los años que llevaba en los más altos círculos sociales londinenses, era a no ofender a sus miembros más encumbrados que eran para tal caso, lo que representaban aquellas mujeres sentadas en la sala de té de su casa.

Contrario a lo que había pensado en un principio, sus amigas se tomaron bien la noticia de que su marido hubiera acogido en su casa a otro miembro de la prole, ya que le aseguraron no había ningún peligro para ella al ser tal empleado un varón.

A pesar de lo dicho, ninguna de sus invitadas se tomaba tales palabras en serio pues tenían en muy alta estima a su marido y sabían que este nunca le traería tal humillación a Sif, como a ellas se los traían sus maridos; en especial Fandral, uno de los amigos íntimos de Thor y esposo de Emily.

Fue entrada la tarde cuando todas ya se habían marchado, que Sif pudo respirar.

...............

Loki se había enterado del brote de tuberculosis y había ido corriendo a las fábricas en donde sus hermanos trabajaban. Estaba preocupado por Amanda, los demás se podían ir al diablo.

Para su sorpresa se enteró de que cuatro de sus hermanos estaban muertos, dos más estaban en cama por la enfermedad y los más chicos habían sido echados de las fábricas por el destino que habían tenido los mayores. Su único consuelo era que al parecer Amanda vivía, sin embargo no pudo ir a ver a otras fábricas pues tenía que ir a comprar un encaje para la señora y sólo podía desviarse de su ruta una vez si no quería que Eliza lo regañara.

Tendría que ir a buscarla en otro momento, pero no lo olvidaría. Su hermana mayor por dos años, había sido la única a la que le había importado cuando había caído enfermo de una fiebre tan fuerte, que todos los demás creyeron que lo mataría.

La pequeña Amanda con sólo 9 años de edad y acabando de perder a su madre, se había convertido en el sustituto de la misma para Loki. Día y noche había permanecido a un lado de las sábanas en el suelo, que funcionaban como una cama para su hermano más pequeño, poniéndole paños de agua fresca para bajarle la temperatura.

En sus momentos de lucidez, Loki creía recordar el oír palabras de consuelo y los regaños de su padre dirigidos a la niña. Suponía que esto era por la ausencia de la pequeña en la fábrica, para que ayudara a sostener a la familia que aún permanecería viva.

Aunque tiempo más tarde a ese suceso también había gozado de su indiferencia, similar a las de los demás miembros de su familia, jamás había olvidado aquel acto de bondad de su parte, para con él.

Cortó ese canal de pensamiento, a sabiendas de que su hermana se podía cuidar sola, trayendo a su memoria cómo ella y sus demás hermanos lo habían dejado a él hacerlo. Por lo menos él había ido a buscarlos, y si de él dependiera, su deber como hermano ya estaba más que hecho, pues todavía les guardaba rencor por haberlo dejado a su suerte.

Golpeó una piedra con la punta de su bota derecha de cuero, y por un momento se quedó pensativo. Hacía unos meses no hubiera podido hacer aquello, ya que en primera, no portaría calzado y en segunda, tendría ropa andrajosa por la que ya estaría al borde de la hipotermia. Ahora portaba unos pantalones bien abrigados, dos bufandas y un saco de piel que le llegaba casi a los tobillos, el cual había sido un regalo de su rubio amo.

Suspiró. Tenía ya una semana que no se topaba con el señor Thor.

Según se había enterado por ahí, había estado llegando a casa muy tarde y cansado de sus reuniones con el comité del banco y los administradores de sus fábricas. No era que lo extrañara a él en sí, sino que ya nadie más se había encargado de sus lecciones, y a pesar de que el amo le había dado permiso de utilizar la biblioteca de la mansión a su gusto, realmente no le servía de nada si no había nadie enseñándole, aunque claro que siguió practicando lo ya aprendido para no olvidarlo.

También su añoranza se debía a la historia que le había contado Thor sobre su pasado, la cual lo había dejado estupefacto; no sólo por el hecho de que aquel había sido un hombre déspota y prepotente como los demás de su clase debido a los mimos dados por su madre Frigga, sino por la forma en que su padre Odín, quien había sido primer ministro de la reina en aquel tiempo, lo había castigado a la edad de 14 con mandarlo a hacer las mismas tareas pesadas que haría un sirviente, pese a que en teoría el administrador lo cuidaría.

Claro que Odín no había sido tonto y lo había enviado a una casa de campo que tenía en una provincia muy lejana, encubriendo su partida con la visita de Thor a una tía en París, la cual aceptó conspirar con su primo.

Ahí Thor había aprendido que trabajar en lo más bajo no sólo era algo duro, sino que era casi tiránico debido a los sueldos, la poca atención médica y lo precario de la higiene de los trabajadores. También el que hubiera cargado y desmontado cosas durante un par de años explicaba el porqué de su condición física tan robusta, bronceada y musculosa. Por supuesto que esto también se justificaba con su constante práctica de deportes al aire libre.

Asumió entonces que lo de hacer cosas raras venía de familia porque nadie proveniente de la burguesía, sobajaría a alguno de sus retoños a semejante tarea para enseñarle una lección, aunque este la mereciera en sobremanera; como Thor que apenas ingresar a la adolescencia se la había pasado de juerga con sus amigos todo el tiempo y de burdel en burdel.

Otra cosa que le dijo es que había estudiado economía en Oxford al cumplir los dieciséis y que esa había sido la época en que había conocido a sus amigos más cercanos Fandral, Hogun y Volstagg, quienes provenían de Liverpool y Manchester, pero que recientemente se habían mudado a Londres al volverse propietarios de fábricas.

Justo cuando ya estaba atravesando el largo jardín delantero de la mansión de los Odinson, se dio por vencido y lo admitió: deseaba verlo y no había prueba más certera de ello que el que no lo hubiera dejado de pensar durante aquellos siete días en que no lo había vislumbrado. Esperaba que pronto su trabajo lo dejara libre.

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Llegó a casa exhausto por enésima vez esa semana, pero feliz de que el nuevo trato con Farewell se hubiera cerrado.

Últimamente no sólo había estado surtiendo de préstamos a aquellos que se aventuraban a correr el riesgo de tener nuevas empresas, sino que se encargaba de comprar y vender las casas de algunos burgueses que se aventuraban a ir a colonizar los territorios conquistados por la corona británica.

Para cuando llegó el amanecer no había dormido pensando en asuntos de negocios, pero sobre todo en aquella persona que desde que había regresado, no había podido ver ni una vez y a quien le dedicaba pensamientos cuando no estaba estresado por todo lo que tenía que hacer.

Hoy lo vería y esa era la razón de su duerme vela. Se puso los pantalones beige, la levita del mismo color y se acomodó el pañuelo celeste que llevaba al cuello para salir en su busca, intentando no despertar a su esposa en el proceso.

Se topó con él cuando este iba rumbo a las escaleras, al parecer estaba recién duchado porque sus cabellos negros goteaban, lo que lo hacía lucir muchísimo más etéreo de lo que lo recordaba.

—Muy buenos días Loki, veo que no eres holgazán con tus tareas. —Inmediatamente quiso darse un golpe en la cabeza por la barbaridad que acababa de soltar. ¿Cómo se le había ocurrido decirle aquello después de días de no verse?

—Bueno, no es como si tuviera otra opción ¿no cree señor? —Su respuesta fue tan cortante que lo dejo aturdido un momento—. Si no me necesita, seguiré con mis deberes, señor.

Lo tomó del brazo cuando este después de hacer una inclinación de cabeza ya se daba la vuelta para seguir su camino. Loki levantó la cabeza pero no lo miro a los ojos, lo que hizo que Thor se preocupara por tal muestra de futilidad desplegada con un afán tan claro por demostrarla.

—¿Acaso pasó algo? —Loki sólo negó con la cabeza—. Lamento lo que dije hace unos momentos, no sé ni siquiera por qué lo hice- siguió hablando perturbado por los espacios cada vez más largos de su interlocutor.

Se quedaron en silencio un par de minutos que a Thor le parecieron eternos, hasta que se le ocurrió intentar contentarlo con la propuesta que desde un principio era la causa de buscar su compañía, bueno, no del todo.

—Quiero disculparme también por no haberle dado continuidad a tus estudios, aun cuando sé que es algo que te apasiona. A veces estoy un tanto atareado con todos los negocios que dirijo...

—Además de sus reuniones sociales, señor. —Al fin lo miró pero con aquellos ojos verdes, que lo hacían querer gritar de emoción, teñidos de acusación.

Thor se quedó de piedra un momento, no sabía cómo era que el chico se había enterado del torneo de rugby de dos días, al que había asistido por cuestiones políticas y sociales.

—Es necesario que vaya a esos eventos si quiero mantenerme enterado de las nuevas. —Se enojó consigo mismo por darle explicaciones que ni siquiera le daba a su esposa si esta no se las pedía—. La razón que me ha traído a buscarte es para ofrecerte que un tutor te dé clases unas cuantas horas en la tarde, pero si tu no quieres hablar conmigo, no veo el porqué de continuar con esta charla.

Fue entonces que el chico lo tomó a él del brazo y lo quedo viendo con ojos de cordero a medio morir, como si Thor fuera un Dios, y Thor se derritió por dentro al sentirse algo tan excelso para Loki, olvidándose al instante de su estado de irritación previo.

—¿En serio haría eso por mí?

—Claro, si tú lo deseas, mañana mismo conseguiré a alguien para que a partir del lunes empieces con tus lecciones. —Vio cómo Loki abría la boca y la volvía a cerrar sin saber qué decir, parecía como si estuviera aguantándose las ganas de abrazarlo y ponerle un altar. Thor sonrió queriendo hacer lo mismo con él.

Definitivamente ese niño provocaba algo raro en él.

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