Capítulo 36
DISCLAIMER. Antes de empezar quiero dejar en claro que los personajes no me pertenecen, ellos son enteramente propiedad del MCU y de la mitología nórdica, yo sólo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.
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N/A. Ya sé que puedo parecer mentirosa pero les juro que a la semana de haber publicado el capítulo anterior, ya tenía este listo (mi beta se los puede asegurar). ¿Qué pasó? Me picó una araña en el ojo, de ahí me dio salmonela y después le siguió mi mes. ¡Ja! La vida me odia. Al recuperarme tuve que priorizar la tesis. Una disculpa y ahora a lo que venimos.
Ella estaba de encargo.
Así lo había confirmado el doctor McGregor a la familia en cuanto había ido a hacer el chequeo. Loki aún no podía salir del aturdimiento que esto había dejado a su paso. Ni liberarse de los estragos que le provocaran lo que Thor había dicho y hecho la otra noche.
En las madrugadas se despertaba con frío, deseando y esperando que la figura junto a él no fuera la de una rubia tan parecida y a la vez tan distinta, de la persona que soñaba. Caminaba hasta entrada la mañana por su mansión, recorriendo cada rincón de la habitación más grande que se había negado a compartir con Thrud. Esa que les había pertenecido a Thor y a él.
Tocar a Thrud ya no era importante y ella no insistió por miedo a que algo le pasara a su retoño. De cierta forma estaba aliviado de que le dedicara tanta atención al ser no nato porque así le pasaba desapercibido su extraño comportamiento.
Había días en que se imaginaba yendo a la mansión de los Odinson's para arrancarle el cabello a Sif. Mechón por mechón y sin ningún tipo de cuidado. Después de como se había regodeado ante él, el ferviente deseo de ahogarla en la bañera ya no se le hacía tan descabellado.
Y Thor. El hombre que no lo había buscado para pedirle una explicación, para despreciarlo o follarlo. Si al menos hubiera dado indicios de algo, estaba seguro que lo primero que habría hecho hubiera sido revelarle la gran mentira dicha por él aquella noche. Habría suprimido la treta para enfurecerlo.
Ante este pensamiento, una silueta se cernió sobre su ser. Esa sombra que se proyectaba ante él tenía sus mismas proporciones, pero no era la suya. Y aun así, encajaba tan bien con sus emociones que podía incluso considerarla una extensión que hace mucho tiempo había tratado de desechar. Un parasito.
Necesitaba tener la cabeza fría, debía planear el contrataque, pero esa alimaña no lo dejaba. Tal presencia se iba haciendo más insistente con los días y cuando lograba profanarlo, la sensación de que nada valía la pena y que nada era importante sin Thor lo invadían hasta dejarlo con la certeza de no saber quién era o qué era lo que quería.
Sabía lo que quería, siempre lo había sabido, ¿no?
Thrud era demasiado expresiva y ruidosa por lo que estar con ella para aminorar la influencia de la sombra, lo hacía más propenso a su compañía. Algo que mejoraba su relación, pues ella creía que era por el bebé. El niño que había esperado tener para asegurar aún más su posición, pero cuya llegada ahora le sabía insípida.
Interceptó a Thor en un par de ocasiones pero este lo ignoró y lo envió con su segundo al mando para que le diera instrucciones. Eso le puso los pelos de punta y pronto el cabello empezó a aparecer por mechones en su almohada.
—¿Me odias?
Fiorella se quedó pasmada en su lugar y tomando una bocanada de aire, le dio la cara. Lo escudriñó a profundidad: sus ojeras estaban marcadas y varias arrugas ya se le notaban. Tenía casi veintitrés años pero lucía el porte de alguien anciano y el maquillaje de la muerte en su faz.
—No Loki, no te odio.
Y de verdad lo creía. Dios hablaba del perdón y ella al ser devota a él, también pensaba que cualquiera era digno de este; por más que esa persona actuara siempre con malicia.
Le dio una sonrisa un tanto forzada y se dispuso a seguir con sus quehaceres.
—Yo no quería tener tu vida. No deseaba estar todo el tiempo en el rango inferior que me tocaba. ¿No lo ves? Eso de ser sirviente no es para mí, yo no nací para eso. —Su voz era opaca, quizás estaba entre las tonalidades de gris más oscuras—. Y tú tampoco, nadie lo hace. Si tan sólo hubieras sido más ambiciosa...
—Loki —dijo con calma y dejó el paño húmedo que estaba usando en una repisa—. No tienes por qué darme explicación alguna de tus acciones y sí, siempre supe que tú estabas destinado a más. —Bajó la cabeza y susurró—: aunque debo admitir que no vi venir la alta cuota de miseria que se tendría que pagar por ello.
—Tienes razón, no tengo por qué hablarte de nada de esto. —Hizo un ademán con una mano y regresó a su lectura—. Retírate.
Días se sucedieron y él se dejaba ir con ellos. Todavía el vientre de Thrud no era notorio pero pronto alcanzaría los cuatro meses, así que esperaba que el cambio se diera en cualquier instante.
—Amaría que fuera como tú —le dijo una noche, mientras seguía con la manía de frotar su barriga. Él por cortesía, dejó el periódico a un lado—. ¿Te imaginas? Otro niño con ojos verdes brillantes y el primero de mi familia con el pelo oscuro.
Si era franco, la idea le provocaba arcadas. Lo que menos le causaba dicha era el concebir que hubiera otro él en ese mundo. Otro monstruo, uno que sin saberlo, Thrud cargaba con gozo y mecía con ternura. Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
En cambio, él sonrió como aprobando tal cosa. Ojalá hubieran seguido la tradición de no compartir recama para que así no tuviera que oír cosas que a él se le figuraban reclamos. También hubiera sido excelente que la rubia le llamara "señor esposo" pero la personalidad de Thrud, casi tan autoritaria como la de Sif, se había encargado de aclararle ni bien habían tocado el piso de la recién amueblada vivienda, sus términos de convivencia.
Thor.
Y como era de esperarse ese fue el último pensamiento que tuvo antes de quedarse dormido.
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—¿No crees que es...?
—¿Obsesivo? —completó la rubia que se separó del lado de Thor para ponerse en pie y encararlo desde arriba—. Después de todo este tiempo y de todo lo que ha pasado, ¿en serio lo piensas?
—No me refiero a eso —explicó el otro, pasando una mano por sus cabellos—. Sé mejor que tú hasta dónde puede llegar. —Una aureola de oscuridad se manifestó en él por un instante—. Sino a Thrud.
—Es que no sería definitivo. Por lo que vi ese día de la velada, él parece que trama algo. ¿No sería mejor adelantarnos? Al menos esto nos mantendría tranquilos hasta que él bebé de ellos llegara a la mayoría de edad.
Silencio. Thor deambuló por el amplio cuarto que antaño fuera de ambos y pasó sus manos por el ropero familiar que Frigga se había encargado que le transportaran con el mayor cuidado.
Había jurado, en una conversación que había tenido con Odín, que la familia siempre iría primero. "Porque un hombre estará siempre incompleto sin su descendencia y perdido sin su esposa", recordó el mantra de su padre.
Falló. Había fallado casi como si el destino estuviera deparando eso para él. La solución que había encontrado fue pensar a Loki como parte de su familia pero cuando así lo había titulado, él decidió colarse en ella de otra manera. Si bien el resultado fue el mismo, aisló ese término para referirse a él. Era un intruso.
—Está bien pero no creas que el propio Magni no se encargará de decírselo. —Se encogió de hombros y sonrió sin ganas—. No olvides que son amigos y que cuando nuestro hijo se emociona tiende a sacar su lado parlanchín.
—De eso me encargo yo, no te preocupes.
Y lo hizo. Sif se encargó de darle la noticia y de calmarlo allí mismo. Mencionó lo impropio que era para un joven caballero alardear y que ya estaba en edad para que dejara de comportarse como un chiquillo y asumiera el rol de hombre.
Magni estuvo de acuerdo y decidió que celebraría de una manera distinta a ir de juerga con sus amigos para decirles la buenas nuevas. No es que fuera adepto a salir mucho pero cuando la ocasión lo ameritaba, lo hacía.
Pese a esto y también a la ausencia de su fiel confidente en el asunto, se preparó de forma disimulada con algunos hilos azules y dorados que quedarían perfectos en el bordado que tenía planeado hacer durante todo el día libre que su padre le había regalado. Recompensa por su mutismo.
Pidió que nadie lo interrumpiera en su habitación y aclaró que quien se atreviera a entrar en ella, se iría al día siguiente de la mansión o con un castigo formidable. Se confinó así pues hasta entrada la tarde y comprendió que añoraba seguir hasta la noche, por lo que eso hizo; claro que parando a comer a sus horas correspondientes o tendría a su madre allí mismo, retándolo.
Estaba dando las puntadas que harían el halo dorado de la luna cuando de la nada, unos pasos se aproximaron a su encuentro y él asustado, gritó. A lo que por supuesto, el intruso respondió dando un brinco y retrocediendo.
Si bien Magni se interpuso entre Loki y el bastidor en el que se admiraba el dibujo a medio colorear por los hilos, no evitó que este no pudiera cambiar su ángulo, dando unos pasos más a la derecha. Su cuñado parpadeó tres veces y paseó su vista del rubio al aro para bordar y viceversa.
—¿Magni? ¿Estás bien?
El adolescente estaba seguro de que las mejillas se le habían cubierto de un claro color escarlata. Tuvo ganas de llorar allí mismo o de gritarle por su imprudencia, pero se hallaba tan fuera de sus sentidos que no atinó a hacer ni lo uno ni lo otro.
—Es que tenía que hablar contigo de una operación a la que le diste autorización y nadie quería entrar a anunciarme.
—¿Y mis padres no te dijeron nada? —susurró con la cabeza gacha, aún cubriendo su deshonra.
—Tu padre sigue con la junta directiva y tu madre no sé. —Loki se rascó la nuca y no supo en dónde poner la vista—. ¿Ellos saben de esto?
—¡No! ¡Por supuesto que no y no puedes decirles!
Para ese punto, Magni lo tenía agarrado de la camiseta y lo agitaba con la fuerza propia de alguien de casi catorce años. Ni en los sueños más extraños de Loki hubiera podido imaginar que el único hijo varón de Thor, su orgullo, tuviera ese tipo de inclinaciones. ¿Y si él también era un sodomita?
<<"Oh eso sería como poesía pura para los oídos de Sif", pensó con la risa atorada en la garganta>>.
—Tranquilo Magni, somos amigos, ¿no? —El rubio tardó en recomponerse pero cuando lo hizo, asintió—. Yo jamás me atrevería a hacer algo que te cause daño.
Le sorprendió entender que lo decía en serio. Magni era la persona más desinteresada y sin malicia que había conocido, junto con Fiorella. Hasta Thrud tenía uno que otro pensamiento pecaminoso dirigido hacia algunas de las mujeres que ahora formaban su círculo de amigas.
—Gracias Loki. —Pero justo cuando este estaba por abrir la boca, él añadió—: sin embargo y si no es mucho pedir me gustaría que no hicieras preguntas, sólo... Olvida lo que aquí viste y procura tocar la puerta antes de entrar.
Ambos sonrieron y el mayor aceptó los términos del rubio sin rechistar. Platicaron un rato sobre lo que allí había llegado a hablar Loki y así se pasó el tiempo.
Cuando su cuñado se retiró debido a la presencia de su madre, la culpabilidad invadió a Magni por no platicarle sobre lo que estaba celebrando.
...............
Sucedió un domingo de octubre. Si bien estaba preparada para ello y lo había estado durante meses, no consideró que el diagnóstico del doctor se precipitaría de tal forma.
Con 72 años, Odín había dejado ese mundo y una parte del espíritu de Frigga se había marchado con él. Estuvo ahí durante cada agónico momento y aguantó las ganas de soltarse a llorar como la firme compañera que había jurado ser desde que intercambiaran nupcias hacía cuatro décadas.
Recordó el día en que había manipulado a sus padres para que la entregaran al hombre de casi treinta y no al duque anciano que también la pretendía. Ella tenía quince años pero las atenciones y muestras de devoción necesarias por parte del rubio habían logrado captar la atención de Frigga.
Comprendía su posición en el mundo y como tal sólo esperaba respeto y consideraciones del que algún día se convertiría en su esposo, pero lo que se le dio fue extraordinario. Amor y ternura combinado con un temple calmo para soportar las excentricidades propias de su personalidad taimada.
Fue difícil en algunos periodos de su vida, pero no lamentaba nada. El pedazo de corazón que le quedaba en el pecho y la desorientación que su cerebro padecía, adherían mayor significado a los años que habían caminado juntos.
Conocía la sensación. La muerte de su primer hijo había dejado un manto de desesperanza que con los años había ido apartando de su espalda. Henry se fue desdibujando de su memoria hasta que cicatrizaron sus errores y ella pudo volver a estar en armonía. Hasta ahora.
—Frigga, ten cuidado —dijo Heimdall mientras la apartaba del pilar con el que estaba por chocar—. ¿Quieres un té?
—No —exhaló ella, apretando el puño contra su tórax—. ¿Mandaste ya la misiva?
—Lo hice desde antes del velatorio.
Ella asintió y al hacerlo se percató de que estaba siendo observada. Los sirvientes la escudriñaban con los ojos aguados y desorbitados. También le guardaban cariño a Odín pero sobre todo, le adjudicaban el liderazgo de la casa, a pesar de que ella ya tenía mucho que estaba a cargo de eso.
Sin embargo, era razonable. Su esposo representaba la creencia de que el mundo seguía girando y que las estrellas todavía relucían en el firmamento. Sin él, estaban perdidos.
Giró sobre sí misma y halló oscuridad por todas partes, aunque la tarde estaba en su máximo esplendor.
—Quiten el crepé. —El personal parpadeó dos veces ante la orden—. Ha sido suficiente tiempo, ningún espíritu quedara atrapado ya.
Se retiró mientras ellos pusieron manos a la obra y liberaban los espejos y la chimenea de los mantos negros que los cubrían. Deseaba que cuando su hijo arribara, ni siquiera las aldabas estuvieran cubiertas con dicho material.
—Ya les he informado a los socios que te tomarás unos días —dijo su primo, quien la llevaba del brazo hasta la sala del primer piso—. La idea les agradó.
—Eso es porque en realidad lo que ellos oyeron fue que tú te tomarías unos días para acompañarme —señaló con una risa tenue bajo el velo transparente que combinaba con su vestido negro—. Temo que cometí un error al no convocar la presencia de Thor desde antes. Fui demasiado confiada.
—Tenías esperanzas. No seas tan dura contigo. —El hombre alto abrió la puerta y espero a que pasara—. Además, ellos saben que no tengo la jurisdicción sobre cualquier tema referente a los negocios de tu familia.
—De nuestra familia —apuntó Frigga, encarándolo mientras levantaba una ceja y cruzaba los brazos—. Eres un hombre primo y por lo tanto, eres el que tiene mayores canonjías en esta casa.
Con dos zancadas, la rubia llegó hacia los grandes ventanales del cuarto e hizo que estos dejaran de impedir el paso del aire fresco. Cerró los ojos, concentrada en la paz que eso le daba y en el canto de los ruiseñores que ya pronto se irían a resguardar del frío.
Tarareó una pieza que Odín le había dedicado hacía unos años, sentado al piano en la esquina de esa misma habitación. Incluso pudo escuchar su propia risa amortiguada por las notas que él apropósito iba extendiendo para molestarla.
A su lado había estado Heimdall con un amago de sonrisa, observándolos y cuidándolos, como hacía desde que tenía quince años y había hecho un juramento a su esposo.
La fantasía fue amortiguada por la realidad y enfocándose en su primo, supo que Odín no la había dejado sola ni a su familia. Allí estaba Heimdall, a quien él había dado la educación y las enseñanzas necesarias para procurar su bienestar. En él se reflejaba su esposo y en él se reflejaría ella una vez partiera al encuentro de Henry y Odín.
—Me preocupa que Magni no esté listo —le reveló al fin—. Es muy joven y Thor tal vez no lo ha sumergido aún en el arte de los negocios como es debido. Confío en el juicio de Sif pero sin mi hijo, ella se verá en la misma situación precaria que yo.
—¿Qué tratas de decir?
Frigga sonrió ante la deducción de su primo. Le calaba ya no poder engañarlo o sorprenderlo. Se había adecuado demasiado bien a ella y sus maneras contradictorias.
—Si se da el caso de que mi nieto no esté en las condiciones adecuadas, tendrás que romper la promesa que le hiciste a mi marido y tomar las riendas del banco.
Él reculó como si un burro hubiera estado a punto de propinarle una patada. No lo haría. Estaba en deuda con Odín, jamás podría deshonrarlo de tal forma. Si él no hubiera pagado las deudas de juego de su padre, habría ido a parar a la calle o peor, habría muerto a manos desalmadas.
—Cierra la boca que te van a entrar moscas. —Si el decoro y el nudo en la garganta no se lo impidieran, se habría echado a reír allí mismo—. Sería por unos años en lo que Thor pone a Magni al tanto y yo estaría al mando en realidad. Vamos, sería lo mismo que hasta ahora.
—Pero ahora Odín no está para aprobarlo.
Hubo un duelo de voluntades y ella no estaba dispuesta a ceder. Lo que había dicho era cierto y le había dolido escucharlo, pero siendo como era su primo de terco, herencia de familia, no tenía más remedio que jugar sucio.
—Haz esto por mí, como yo intercedí por ti ante mi marido cuando me llegó tu carta de auxilio.
Ambos callaron pero Heimdall exhaló de forma audible y bajó la cabeza en señal de rendición. Frigga dio un aplauso rápido y se volvió hacia el jardín.
Lo que ella no sabía es que en ningún momento al escribir el mensaje a Thor se le había pasado por la cabeza preguntarle por Magni y su entrenamiento. El único tema que tocaba era la muerte de su progenitor y lo urgente que era que llegara a Nueva York.
Pero eso no se lo iba a decir a Frigga.
...............
Gracias a los que dejan comentarios, me animan un montón. También a los que siguen leyendo a pesar de toda mi deserción en publicar periódicamente. ¡Los amo y espero verlos en dos domingos!
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